¡Proceso, no producto!
María Eugenia Esté
Los ruidos del mundo, de las armas, de los conflictos, de las liberaciones
efímeras y trastornadoras, de las opresiones duraderas y duras atraviesan los
muros, me golpean el corazón. Trabajo en medio de estos olivos, de estas viñas,
en estas colinas, cerca del mar, cuando una nueva media noche penetra en el
siglo; su orden aplasta; su insolencia inspira respeto, terror y admiración a
los que están a mi alrededor y que, en mis silencios, me creen de los suyos. Me
aparto de la llamada de aquellos para los que tengo que testimoniar y, al mismo
tiempo, cedo a la invitación de una botella de vino, de una sonrisa amiga, de un
gesto de amor...
Edgar Morin. El Método. La naturaleza de la Naturaleza
Hay herramientas de pensamiento tan romas que no sirven casi para nada, otras de
filo tan aguzado que se vuelven peligrosas. Pero el hombre sabio hará uso de
ambas.
Gregory Bateson. Espíritu y naturaleza
Jamás tuvimos una relación inmediata con la naturaleza, sino mediatizada desde
el primer momento por aparatos y símbolos.
Régis Debray. Transmitir
Preliminar: la actividad del surfista, mantenerse in-between
La búsqueda del origen y la causa primera son síntomas de esa enfermedad crónica
que aún aqueja al pensamiento filosófico y a las ciencias sociales: la
hipóstasis, el viejo fetiche de la substancia, el rictus mortuorio de unos
conceptos que aparecen como surgidos de la actividad espontánea del espíritu,
carentes de aquí y ahora, ciegos ante sus propios contenidos dispares, como
callejones sin salida donde se petrifica la radical multiplicidad y
heterogeneidad de los procesos, donde parece detenerse el incesante fluir de la
materia en su ir y venir entre la pluralidad del desorden y la pluralidad del
orden, de las formas múltiples de la organización a la catástrofe y viceversa.
Cualquier análisis en términos de movimientos o vectores deviene sospechoso por
falta de fundamentación, y queda bloqueado por un pensamiento que hace causa
alrededor de la cuestión de los orígenes y las explicaciones últimas, separado
como está de la complejidad procesual que debería nutrirlo. Sin embargo, la
física contemporánea, la biología y la cosmología han recuperado para el
pensamiento en su conjunto no sólo la complejidad intrínseca de un universo
policéntrico y diverso, productor por sí mismo de desorden, orden, organización,
dispersión y diversidad, sino también la existencia de una physis reanimada, en
permanente movimiento, acción, transformación y devenir. La física y otras
ciencias confirman, de acuerdo con la experiencia de Ilya Prigogine, que vivimos
en un universo en expansión cuya evolución implica la producción de entropía,
como expresión de elementos creadores de desorden tanto como de dispersión y
desintegración, universo cuyo significado debe descifrarse en términos de
inestabilidad asociada con el caos determinista y la no integrabilidad (1). Es
claro que la naturaleza y el cosmos no pueden identificarse ya con la materia
inerte dispuesta con arreglo a un orden mecánico, de acuerdo con un esquema de
pensamiento lineal que va en secuencia jerárquica de lo particular a lo general.
Tampoco pueden asimilarse a sistemas cuya actividad se desplaza hacia la
inercia, la nivelación progresiva de las diferencias, el estado estacionario o
la muerte térmica, como supondría el segundo principio de la termodinámica
enunciado por Clausius. Ellos remiten más bien a una cascada de eventos, como
diría Edgar Morin, donde la materia adquiere consistencia a consecuencia de una
improbabilidad física y estadística (2) —mezcla de azar y necesidad— que deviene
coherencia y regularidad; nutrida también y de manera esencial, por el desorden
y la catástrofe, para formar sistemas complejos que deben considerarse en
interrelación con el entorno. Como Edgar Morin ha logrado resumir bien, se puede
decir que toda regresión de entropía (todo desarrollo organizacional), o todo
mantenimiento (por trabajo y transformaciones) de entropía estacionaria (es
decir, toda actividad organizacional), se paga en y con un incremento de
entropía en el entorno que engloba al sistema (3). No entraremos aquí a
considerar en detalle unos argumentos que escapan a nuestra competencia,
aquellos cuya ausencia el lector deberá compensar a través de las fuentes
bibliográficas de inagotable belleza que emanan de las investigaciones —no
siempre en completa sintonía— del mismo Ilya Prigogine, Murray Gell-Mann,
Gregory Bateson, Heinz von Foerster, Roger Penrose, Steven Weinberg (4). Nos
ceñiremos a agregar, sin embargo, que de acuerdo con estas perspectivas la
materia organizada en sistemas y microsistemas complejos constituye conjuntos
inestables, caracterizados por una altísima sensibilidad a las condiciones
iniciales de sus procesos constitutivos, de manera que las consecuencias y los
efectos de su actividad divergen exponencialmente en el tiempo, por lo cual el
sistema "olvida" la particularidad de su origen. Se produce por tanto una
diferencia irreductible entre el antes y el ahora de forma tal que el
conocimiento que tenemos del estado inicial del conjunto pierde su pertinencia,
haciéndose imposible determinar una trayectoria reversible (5). Lo que
transcurrió hace un instante, o hace un milenio, está idénticamente perdido, nos
dice Giorgio Colli en su magnífica lectura de Nietzsche, y en el fluir
degradante de lo acontecido nuevos estremecimientos intervienen, de manera que
las encrespaduras se entrelazan y se confunden (6). Así, las trayectorias que
definen el comportamiento de estos sistemas forman una multiplicidad indefinida
y no pueden diagramarse mediante un punto o una línea, tal y como ocurre en una
relación de identidad causa-efecto. El diagrama que describe la actividad de un
sistema complejo se representa mediante una dimensión fractal constituida por un
campo, una región, una porción del espacio que se pliega y repliega
indefinidamente. Cada una de las trayectorias contenidas en este campo conoce un
destino diferente y en consecuencia sus evoluciones son siempre divergentes; y
en la medida que nos alejamos en el espacio-tiempo, nuevos efectos e
interacciones se asientan y decantan sobre los viejos, no sólo modificando sus
recorridos sino también agregando otras espesas capas de datos y
acontecimientos, disolviendo y desintegrando antiguas formas y elementos, para
acrecentar la sombra de lo desconocido y de lo inconcebible. "Si nos adentramos
más atrás todavía, para descubrir la vida originaria de donde surgió la onda que
siempre nos envuelve, naufragamos en la oscuridad de lo irrepresentable; no nos
favorece haber abandonado el sobresalto evanescente de lo que vive ahora. Si en
cambio damos la espalda al pasado, y seccionamos lo que tenemos para aferrar la
vida mientras fluye en nosotros, entonces cada faz, forma, corporeidad, color,
figura de la vida que nos rodea parece descomponerse por doquier en fragmentos
de pasado" (7).
En este contexto, el aspecto fundamental no es ya la cuestión del origen, el
punto de inicio o el fin (8). La búsqueda del punto de partida comporta una
contradicción insuperable en sus términos ya que compromete nuestras propias
estructuras mentales y el esquema de modelización en uso cualquiera que este
sea; por cuanto remite siempre, en una cadena sin fin, al esquema de
metamodelización que le da sustento. No se trata de eludir el problema del
origen para entronizar un universo increado y autosuficiente, sino de encarar la
aporía constitutiva a toda problemática de la génesis e incorporar la
perspectiva fundamental del devenir y la evolución que convierte el
espacio-tiempo del origen en un campo problemático siempre móvil, siempre
complejo y diverso. En este sentido, como Gilles Deleuze afirma, la pregunta es
más bien, ¿qué ocurre en el medio?, atendiendo a la trayectoria misma, al
conjunto de procesos que están describiendo un determinado campo, a los procesos
mediadores que producen y exhiben una multiplicidad de efectos. Así, en el marco
de los deportes y los hábitos populares, afirma Deleuze, los movimientos
experimentan transformaciones y ponen de manifiesto este giro de perspectiva
cuyas consecuencias hemos estado indicando. Correr, lanzar jabalina y otros
deportes por el estilo suponen un necesario punto de inicio que sustenta el
esfuerzo o la resistencia, en otras palabras, una palanca. Por el contrario, las
nuevas actividades deportivas como el surfing, windsurfing o vuelo en ícaro se
constituyen como problema de ingreso a una onda ya existente, de manera que la
cuestión básica, antes que definir el origen del esfuerzo, es abordar el
movimiento de una gran ola o una columna de aire que se eleva, para estar "en el
medio". Y en efecto, el surfista o corredor de olas, el navegante de veleros, el
piloto de ícaros, debe remontar un poderoso y complicado sistema constituido por
una multiplicidad de fuerzas y flujos de distinta naturaleza, que llevan su
propio sentido de dirección en un medio que tiene y desarrolla sus propias
orientaciones y trayectorias. El propósito ideal del surfista es llegar a la
orilla de la playa sobre la superficie de la ola, un propósito que el corredor
de olas no debe perder de vista al hacer sus ajustes a través de la relación con
el sistema. Es decir, que la finalidad ideal deberá permanecer en el horizonte
del deportista mientras una interrelación procesual construye los sentidos
múltiples de la actividad. Como Deleuze afirma, el problema realmente es
mantenerse o estar en el medio del sistema, atender al proceso sin tomarlo por
una finalidad o fin en sí mismo, ni confundirlo con su propia continuación hasta
el infinito. De esta forma, el proceso debe tender a su cumplimiento,
manteniéndose en el horizonte de realización de la actividad y el acontecimiento
para evitar su sustancialización o hipóstasis. Somos de esta manera advertidos
respecto a la dificultad que entraban las mediaciones procesuales. El concepto
mismo de proceso corre el peligro de desaparecer y perderse en el espacio
congelado de las sustancias, y estamos siempre tentados a buscar la tierra
prometida del origen originario o habitar el mercado de los objetos y las cosas
sin atender a la red de sus movimientos constitutivos.
Surfing es también, por otra parte, el término utilizado para denominar la
exploración en Internet, especialmente en la red informativa llamada World Wide
Web. Estas redes informáticas conectan infinidad de documentos que incluyen
textos, gráficos, imágenes, sonidos y videos a los que el usuario o surfista
puede acceder de manera ociosa sin objetivo o fin específico, a través de links
o conexiones automáticas que existen a lo largo —¿o ancho?— del sistema global,
constituyendo los sentidos y las orientaciones propias del medio tal como las
olas o las columnas de aire poseen sus propias direcciones y orientaciones. Una
perspectiva procesual atiende, pues, al conjunto de movimientos y vectores que
constituyen sistemas y microsistemas complejos, subrayando las funciones, la
producción de circunstancias, el pasar de las cosas que pasan, los
acontecimientos que responden a las preguntas ¿en qué caso?, ¿dónde?, ¿cuándo?,
¿cómo?, aprehendiendo el diagrama de instrucciones heurísticas que constituyen
las condiciones de producción de existencia y en fin, el conglomerado dispar de
aquello que hace posible "lo que es", para disolver toda referencia a una
sustancia fundante, un sub-jectum, una causalidad inicial.
En este sentido, un buen ejemplo de aproximación procesual lo encontramos en las
Variaciones sobre el Canon en re mayor de Johann Pachelbel, producidas por el
inglés Brian Eno en 1975, y en general, en su trabajo como músico y productor
junto a Bryan Ferry, David Bowie, Laurie Anderson, Robert Fripp, y otros;
actividad que el mismo artista define de la siguiente manera: "por años, he
estado usando reglas para escribir música, pero sin computadoras. Por ejemplo,
yo he usado sistemas de cintas magnetofónicas con múltiples secuencias repetidas
[loops] que pueden reconfigurarse de varias maneras, mientras todo lo que hago
es proporcionar los elementos o sonidos musicales originales, el sistema da
forma a nuevos patrones. Es una máquina de música caleidoscópica que se mantiene
elaborando nuevas variaciones y nuevos ruidos. [...] Mis reglas fueron diseñadas
para tratar de componer una clase de música que yo no pudiera predecir. Es
decir, yo quería construir ‘máquinas’ (en un sentido puramente conceptual —no
cosas físicas) que hicieran música por mí. La idea completa fue resumida en el
famoso dicho (que debo haber gritado miles de veces): ¡proceso, no producto! La
tarea de los artistas era ‘imitar la naturaleza en su modo de operación’ como
John Cage dijo —para pensar las maneras de tratar con sonidos que fueran guiados
por un instinto de los ’procesos’ bellos antes que por un gusto hacia la música
agradable" (9). Eno toma un fragmento del Canon de Pachelbel, como el mismo
afirma un material cargado culturalmente, que representa una perfecta adecuación
a la estructura del canon renacentista. Esta es una rigurosa forma polifónica de
composición musical en la que una voz o parte introduce una melodía, el tema o
sujeto, y luego de un determinado número de compases, una segunda voz repite o
responde la melodía principal nota por nota, ya sea en la misma altura, en una
inferior o una superior. Otras voces pueden hacerse parte en el proceso de
imitación o seguimiento, pero manteniendo mediante ligeras variaciones la
adecuación de la tonalidad de la composición para garantizar el conjunto
armónico. El canon se caracteriza por una imitación del contenido melódico
trazado por la línea principal o tema, y en el caso particular de la obra de
Pachelbel el tema es introducido por uno de los tres violines participantes, y
se desarrolla sobre un bajo continuo y un pedal ejecutados por el clavicémbalo y
el violoncelo. El juego imitativo y las distintas variaciones son interpretados
sucesivamente por los otros dos violines. En la variación de Eno titulada
Fullness of Wind, el artista utiliza como input del sistema tecnológico una
pequeña sección del Canon a modo de punto de partida, e introduce un conjunto
heurístico de instrucciones que constituyen un sistema de autorregulación y
autogeneración (10): la instrucción general es una orden de decrecimiento del
tempo que gobierna a cada ejecutante, determinada por la frecuencia del sonido
(la altura o modulación) de cada instrumento, de manera que mientras más agudo
es el sonido más rápido se lentifica y a medida que la frecuencia del sonido es
menor la rata de decrecimiento del tempo es también menor. Eno la refiere bajo
la fórmula bass=slow. El resultado es en realidad una analogía canónica, la
imitación no se desarrolla en relación con el contenido de las líneas melódicas,
sino en relación con el proceso de lentificación, en el acto de decrecimiento
del tempo de acuerdo con la instrucción referida. La variación de Eno constituye
efectivamente una persecución imitativa, pero referida a los procesos de
decrecimiento proporcional de cada instrumento, de manera que las notas van
alargándose, destruyéndose la identidad temática y en consecuencia la
posibilidad de distinguir al sujeto (11). El camino seguido por el compositor y
productor revela que cuando el fragmento de participación y acción del autor,
junto con la porción de pentagrama seleccionada para iniciar la secuencia, se
incorporan a los procesos maquínicos, ambas escapan a la voluntad e incluso al
entendimiento y la consciencia del actor. La acción se fuga y se incorpora a un
núcleo múltiple de complejidad objetiva, a un cuadro estratégico que no le
pertenece y no domina, y cuyo resultado, como el mismo Eno expresa, no es
predecible. La aproximación procesual disuelve la polaridad sujeto-objeto en un
complejo de relaciones y procesos, subrayando un campo visual totalmente
diferente que elude la sustancialización inscrita en esa polaridad, colocando el
acento en los eventos y acontecimientos, las funciones y las fuerzas, los
materiales y componentes de diversa naturaleza que producen y despliegan ámbitos
de singularización y autovaloración subjetivos germinalmente presentes,
virtuales y quizá inéditos.
Proceso es síntesis, proceso es producción
Hagamos nuestro un ejemplo que pertenecía a Deleuze y Guattari y que ya forma
parte del mercado libre de las ideas: la madera y la carpintería (12). Un
ebanista toma una pieza de madera para construir una mesa. No se trata de una
pieza escogida indiscriminadamente, el artesano evalúa la madera y selecciona el
pedazo adecuado sobre el cual producirá incisiones, cortes y definiciones, según
la veta, las ondulaciones y torsiones de sus fibras en un diálogo que supondrá
infinidad de acuerdos y desacuerdos, consensos y enfrentamientos. El ebanista
lee signos en la pieza, cualidades que manifiestan, más que propiedades lógicas
o percepciones sensibles, capacidades de ser afectado o sometido a la acción de
una fuerza y capacidades para afectar o liberar una fuerza; así, no sólo
encuentra color, textura, durabilidad, tamaño (13), sino la posibilidad inscrita
en la madera de ser cepillada, lijada, pulida, o su resistencia a la gravedad,
su combustibilidad, etc. A su vez, estos son indicadores de un potencial futuro
(transformarse en una mesa, ser el soporte físico de procesos nutricionales,
negociaciones, etc.) y de un síntoma del pasado (la evolución de una especie de
árboles, las condiciones naturales que gobernaron su crecimiento individual), es
decir, signos que constituyen almacenes de memoria, en los que se registran
procesos materiales impresos por el movimiento evolutivo de la materia en el
sentido de la flecha del tiempo; pero también procesos materiales relacionados
con la adquisición de habilidades por parte del ebanista: su condición de
artesano mas no de trabajador asalariado, en el sentido definido por Karl Marx,
que remiten a una separación determinada histórica y socialmente entre
producción y apropiación, entre el artesano y los medios materiales de
producción (14). Este desarrolla las cualidades envueltas en los signos, los
interpreta mediante la creación, no de un simple objeto físico, sino de un valor
de uso, un objeto cultural que deviene signo de otras tantas cualidades,
capacidades y procesos. La misma actividad del artesano, su presencia como tal,
involucra la interrelación infinita de procesos naturales e históricos,
individuales e institucionales, que van desde el entrenamiento que recibe, en
tanto que conocimiento formalizado de la artesanía institucionalizada, acumulada
durante siglos por incontables pueblos; la invención y evolución de un conjunto
de herramientas que se inscriben en un determinado filum maquínico, en una serie
de variaciones que define una familia tecnológica —primera generación, segunda
generación, así sucesivamente; hasta las necesidades culturales y las costumbres
sociales que determinan los productos de su actividad. El encuentro de fuerzas
se produce: las que forman al artesano como objeto natural con su propia
filogénesis y como cuerpo social entrenado y domesticado para ciertas
habilidades; las que regulan el ejercicio de su actividad y definen el objetivo
de su acción; aquellas que determinan la familia tecnológica en uso; las que
producen la madera, a un tiempo materia bruta proveniente de un árbol, y
producto de procesos de trabajo y apropiación que la convierten en mercancía;
aquellas que llevan al encuentro particular de esa pieza de madera con ese
ebanista. Las fuerzas que conducen el uno al otro son una trama de procesos
naturales y culturales que pueden analizarse de manera rigurosa pero nunca
exhaustivamente, en la medida que se van desplegando y relacionando a través de
un largo e infinito mecanismo de producción y selección, respecto al cual no
existe el punto de vista de un observador exterior, una entidad psicológica, una
intencionalidad subjetiva, una conciencia capaz de aprehenderlo en su totalidad
(15).
Un proceso implica, pues, estrategias relacionales que ponen en juego una red de
fuerzas interconectadas, de manera que el sentido de una cosa se define con
arreglo a una jerarquía de fuerzas, de acuerdo con el valor que le otorgan
aquellas en las cuales está inmersa. Su esencia dependerá de las fuerzas capaces
de asirla y dominarla, en interacción permanente con las orientaciones y los
caminos que se van dejando de lado, es decir, con las fuerzas que pudieron
haberla aprehendido y no lo hicieron. Se describe así, más que una unidad, en el
sentido de una totalidad clausurada en un nudo lógico, un claro, una región que
envuelve el encuentro de líneas de fuerza. Ni cosa ni fenómeno, ni esencia
formal capturada en la idea, ni cosa formada que sólo guarda relación con lo
sensible. "No hay ningún objeto (fenómeno) — sostiene Deleuze siguiendo a
Nietzsche — que no esté ya poseído, porque en sí mismo es, no una apariencia,
sino la aparición de una fuerza. Cualquier fuerza se halla pues en una relación
esencial con otra fuerza. El ser de la fuerza es el plural." (16). El espacio
relacional donde se debaten fuerzas diversas, posee una corporeidad —una
materialidad procesual diríamos— que no se confunde ni con la esencialidad
formal inteligible, ni con la coseidad sensible, formada y percibida. La esencia
se halla más bien, entonces, en las interfaces donde se encuentran un orden o
una jerarquía de cualidades y un orden o una jerarquía de acontecimientos que se
expresan como funciones, en la región donde se reúnen la arbolidad, distintas
etapas de la madera, el carácter o la condición de mesa, con el ser persona, el
ser ebanista y la elaboración de una mesa. No se reduce por tanto a las
cualidades sensibles de la cosa ni a simples propiedades lógicas, sino al efecto
visible del proceso — in-between — que conduce de las cualidades en tanto que
afectos o afectaciones variables, a los cambios de estado que actúan como
acontecimientos y se organizan como funciones.
Pero, ¿quién es entonces el sujeto de los encuentros y las selecciones que
tienen lugar en el curso de estos eventos? ¿Quién es el agente de estos procesos
y transformaciones? ¿Quién el motor de todas estas fuerzas en relación? Ni
sujeto psicológico, ni actor social, ni dupla empírico-trascendental. En su
lugar, una multiplicidad inconsciente formada por distintos tipos de elementos,
distribuidos sin jerarquía ni determinación recíproca alguna; máquinas humanas,
sociales y técnicas que son otros tantos conglomerados procesuales, agentes
colectivos constituidos por interacciones de diversa naturaleza: procesos
pre-personales, relaciones intersubjetivas y sociales, pero también procesos
transpersonales, y en fin, un complejo autogestionado de estrategias operando
tanto en la naturaleza como en el campo social. No existe en consecuencia una
entidad exterior a estos espacios o superficies que encarne intencionalidad
subjetiva alguna, sino un territorio que se constituye como una secreción que
emana al lado de los conjuntos procesuales, un residuo, un fragmento o pieza
adyacente que se forma a partir de complejos constreñimientos causales, cruces
de determinaciones y azar.
El residuo que decanta de la interrelación de procesos es un compuesto de
elementos heterogéneos (17), comparable a una roca sedimentaria multifoliada
respecto a la cual, fuerzas activas y pasivas —el viento, la gravedad, la
lluvia— ejercen su influencia para "seleccionar" los distintos granos y
materiales que, dispuestos en varias capas, tomarán parte en su composición. La
interacción de estas fuerzas funcionará básicamente como una máquina conectiva
de flujos y cortes (18), a causa de los cuales tendremos entonces una selección,
sedimentación y plegamiento de elementos, asociados en un compuesto singular
metaestable (19). Las acciones combinadas del viento, la gravedad, la humedad,
el calor y la lluvia, pero también la acción de insectos, el paso de animales y
personas, pueden constituir un conjunto de actos reiterados de erosión y flujo
que producen, primero, una sedimentación de partículas inestables a las que se
impondría un orden estadístico de uniones y sucesiones (20), y segundo, un
plegamiento que termina por formar una estructura funcional de estabilidad
limitada, el agregado geológico, la roca sedimentaria. Ahora bien, un patrón de
actos repetidos es un código, cuyas regularidades de base involucran la
diferencia entre causas y efectos, comprometiendo singularidades insustituibles
en perpetuo estado de transcodificación (21). Así, el paso de la sedimentación
al plegamiento supone la ordenación inestable de un flujo de componentes bajo la
acción del viento y el agua, la cual será reemplazada por un patrón geológico
nuevo, actuando sobre las partículas y sedimentos para constituir la roca como
conjunto individual. Habiendo llegado hasta aquí nos parece necesario aclarar
que en relación con el proceso de individuación vinculado a la noción de
metaestabilidad (22), se establecen diferencias entre el dominio físico y el de
los seres vivos, diferencias que acusan importantes atenuantes en la medida en
que los fenómenos de autoorganización de la materia, entre otros, se mueven a
caballo entre la física termodinámica y la biología procurando campos
problemáticos comunes. Remitirse a un ejemplo relacionado con la formación de
una roca tiene el propósito expreso de eludir la referencia a una selección
consciente, vinculada más bien a los procesos que tienen que ver con la materia
viva organizada, y resaltar así la idea de que las fuerzas interactuantes poseen
una lógica inmanente no dependiente de una entidad consciente o de una voluntad
previa y exterior a su acción. El hecho de que los físicos y químicos
contemporáneos hablen en general de sistemas complejos capaces de crear y leer
cadenas de información, y por tanto plausibles de autoorganización, reduce y
desplaza las tradicionales diferencias entre lo vivo y lo inerte o lo orgánico y
lo inorgánico, aunque, como afirma Prigogine, todavía debamos esperar el
desarrollo de una tecnología capaz de explotar el gran potencial de ideas y
reglas de los sistemas autoorganizadores en materia de procesos tecnológicos. No
obstante, como algunas investigaciones en tecnología robótica e inteligencia
artificial parecen sostener, puede existir un dispositivo consciente e
intencional sin que ello signifique que está vivo (23).
Cuando se revisan los procesos de individuación respecto al dominio físico,
Gilbert Simondon, por ejemplo, sostiene que ésta ocurre de manera instantánea,
abrupta y definitiva, quantumlike, abandonando en su despertar la dualidad entre
medio e individuo, aunque se produzca una frontera aparentemente rígida entre un
espacio interno y uno externo, como en el caso de los cristales; precisamente
porque la actividad de modulación tiene lugar periféricamente, en una región de
frontera, de manera que el individuo físico no posee una genuina interioridad
con un rol constitutivo. En tanto que en el ámbito de los seres vivos, esta
aproximación o punto de vista no puede validarse a menos que se les considere
como un origen absoluto, completo y eterno desde el principio, cerrado sobre sí
mismo. De lo contrario, el ser viviente está comprometido en una actividad
continua de individuación que supone un régimen completo de resonancia interna
en permanente comunicación y mantenimiento de la metaestabilidad. Más aún, el
ser vivo es resultado de una individuación inicial que se despliega como
amplificación de la individuación a partir del potencial de energía que reside
en un sistema determinado, es decir a partir de una realidad preindividual, y no
como un proceso que se cumple de una vez por todas y para siempre. El ser vivo
resuelve sus problemas no sólo por adaptación, es decir, modificando su relación
con el medio, sino modificándose a sí mismo también mediante la invención de
nuevas estructuras internas y la autoinserción interactiva en un orden de
realidad de dimensión superior.
Con base en esta perspectiva procesual, las analogías entre el dominio físico y
el de los seres vivos, como aquella que se puede establecer entre el principio
de exclusión en materia de física cuántica y la autorreferencia de la
individualidad viviente, sirven, no para identificar a esta última con lo
físico, sino para radicalizar el proceso de individuación en tanto que implica
un movimiento que atraviesa y produce varios estratos, digamos cósmico,
físico-químico, vital, psíquico, social. En ellos se manifiestan múltiples
intermediaciones y superposiciones que rompen sus continuidades interiores, y a
la vez separan y comunican las zonas progresivas de individuación de un estado
de metaestabilidad a otro. Veamos directamente el texto de Simondon como un
claro ejemplo de procesualidad que parte de un ambiente o sistema metaestable
para experimentar distintos grados de metaestabilidad. Entendiendo al individuo
desde la perspectiva del proceso de individuación antes que el proceso de
individuación a través del individuo, el autor intenta no sólo comunicar ámbitos
distintos —el dominio físico y el de los seres vivos— sino dos órdenes de
magnitud diferentes, la discontinuidad molecular metaestable y la continuidad
molar estructurada. "En conclusión, puedo adelantar la hipótesis —análoga a la
de los quanta en física y atendiendo además a la relatividad entre los niveles
de energía potencial— que es acertado asumir que el proceso de individuación no
agota todo lo que viene antes (lo preindividual), y que un régimen metaestable
no sólo es mantenido por el individuo, sino que es realmente soportado por él, a
tal extensión que el individuo finalmente constituido carga con una cierta
herencia asociada con su realidad preindividual, animada por todos los
potenciales que la caracterizan. La individuación, entonces, es un fenómeno
relativo, como una alteración en la estructura de un sistema físico. Hay un
cierto nivel de potencial que permanece, lo cual significa que individuaciones
adicionales son todavía posibles. La naturaleza preindividual, que continúa
asociada con el individuo, es una fuente de estados metaestables futuros a
partir de los cuales nuevas individuaciones podrían acontecer. De acuerdo con
esta hipótesis, sería posible considerar cada relación genuina bajo el estatus
de un ser, y en tanto que experiencia de un desarrollo en el interior de una
nueva individuación. Una relación no brota entre dos términos que son dos
individuos ya separados, más bien, es un aspecto de la resonancia interna del
sistema de individuación. Forma parte de un sistema más vasto. El ser vivo, que
es simultáneamente más y menos que una unidad, posee una problemática interna y
es capaz de ser un elemento en una problemática que tiene una mayor esfera de
acción. En tanto tiene que ver con el individuo, participación aquí significa
ser un elemento en un proceso más extenso de individuación por medio de la
herencia de la realidad preindividual que el individuo contiene –es decir,
debido a los potenciales que conserva" (24).
Ahora bien, venimos relatando la formación de dos modos de composición, uno
molecular y otro molar (25), los cuales se expresan ambos tanto en el dominio
físico como en el campo de los seres vivientes, dando lugar a dos órdenes de
magnitud diferentes. Si continuamos con el ejemplo de las areniscas y los
esquistos veremos que constituyen una masa molecular, que en la medida en que
sus conexiones devienen más y más rígidas tomando la forma de una roca se
estabilizan y homogeneizan, incrementándose así la consistencia de sus
diferentes regiones. La composición molecular implica compartimentos y segmentos
menos localizados y definidos, al punto de que resulta siempre difícil asir, en
este ámbito, los límites precisos de sus elementos componentes y las relaciones
que mantienen entre ellos. Se trata de conexiones locales entre partículas
discretas caracterizadas por una intensa movilidad, extraordinaria capacidad de
mutación y desplazamiento, y eso que Deleuze y Guattari definirían como una gran
comunicabilidad entre heterogéneos, de manera que su disposición excluye la
posibilidad de determinar de antemano un dominio de base (económico, jurídico,
político, artístico, físico, biológico) (26). Las formas moleculares se parecen
más a un cuerpo canceroso que a un organismo totalitario: "a cada instante, en
cada segundo, una célula deviene cancerosa, loca, prolifera y pierde su forma,
se apodera de todo..." (27). Sin embargo, y pese a la comparación con la célula
cancerosa, tenemos la impresión de estar representando un proceso continuo y
relativamente regular que va de la sedimentación al plegamiento, con algunos
momentos escasos de inestabilidad durante el período de composición molecular.
Como ya hemos visto, se trata de acontecimientos habitados por diferentes
escalas de metaestabilidad que dan lugar a estratos e interestratos con grados
de complejidad diferentes y a dos órdenes distintos de magnitud y estabilidad,
cuyo problemático vínculo constituye el corazón de la quantum-classical
transition, un espacio aún abierto de problemas por resolver para explicar el
paso de la perspectiva cuántica, microscópica y discontinua al punto de vista
macroscópico y de los grandes conjuntos estadísticos.
Como es bien sabido, en mecánica cuántica se puede especificar exactamente la
posición de una partícula en tanto que su momento permanecerá por completo
indeterminado para el observador. En otro tipo de estado cuántico es el momento
el que se especifica y la posición estará completamente indeterminada (28).
Fuera de la observación, una partícula reside en una variedad infinita de
posibles estados cuánticos, de manera que un electrón, por ejemplo, puede ocupar
diversos niveles de energía, u órbitas, simultáneamente. Dos o más resultados
posibles dan lugar aquello que los físicos llaman superposición, de manera que
un átomo radioactivo puede estar a la vez en estado de desintegración y
no-desintegración. Son coherentes aquellas partículas que se encuentran en una
superposición bien definida, pero los efectos macroscópicos que conforman
nuestro sentido diario de realidad obedecen a comportamientos clásicos que
expresan un resultado determinado u otro, pero no ambos o ninguno a la vez
(desintegrado o no-desintegrado, vivo o muerto, etc.) (29). De acuerdo con
Wojciech Zurek y su teoría de la decoherencia, el ambiente destruye la
coherencia cuántica, es decir, que el destino de cualquier sistema cuántico está
afectado por la maraña de sucesos que sus historias particulares no describen,
por cuanto el ambiente no es simplemente "ruido", sino una fuente permanente de
información que actúa más bien como un aparato que constantemente monitorea el
sistema. Zurek sostiene que el ambiente dicta las posibilidades cuánticas que
vemos concluidas en el mundo real (macroscópico). Este proceso, que él denomina
environment-induced superselection o einselection, sacude los estado cuánticos y
sólo conserva aquellos que resisten el escrutinio del ambiente para devenir
clásicos. La teoría de la decoherencia introduce la idea de que existen
múltiples historias alternativas del universo y, por lo tanto, cualquier
explicación acerca de la transición de los fenómenos cuánticos a sus
consecuencias macroscópicas conserva un carácter necesariamente ad hoc (30).
En el campo de las ciencias sociales, al contrario, no sólo se han desestimado
los problemas de relación entre un dominio microfísico y el análisis sociológico
que podríamos calificar de formalista y de determinación binaria, sino que ni
siquiera se ha considerado con suficiente relevancia una aproximación
microfísica que, más allá del estudio de las relaciones de fuerzas visibles a
gran escala y de los grandes ensembles sociales, dé paso a un análisis de los
campos moleculares y de, diríamos, afectación cuántica (31). En este sentido,
Michel Foucault ha realizado un análisis del poder que elude el esquema jurídico
del Estado —con su figura especular que es el partido político —y su
contraposición a la sociedad civil (32), colocando el énfasis en un modelo
microfísico que fluidifica el poder; entendiéndolo como una interrelación de
estrategias, de prácticas a la vez visibles e invisibles, presentes y ocultas,
distribuidas hasta en los rincones más ínfimos del campo social (33). Desde el
punto de vista molecular, el poder no es una institución ni una estructura, es
más bien un conjunto de prácticas o acciones de carácter local formadas por
flujos móviles, que escapa a los esquemas de segmentarización binaria y a todo
propósito de establecer un principio global de análisis (34). Por tanto, las
instituciones vienen a ser concentraciones visibles y terminales, puntos nodales
en las redes estratégicas que articulan distintos tipos de procesos, de manera
que, antes que constituir entidades unitarias con una funcionalidad rigurosa,
son realidades compuestas de efectos radiales sobre el campo social (35):
prácticas y operaciones relacionadas con capacidades técnicas que se ejercen
sobre cosas o inherentes a la construcción del cuerpo, juegos de comunicaciones
y relaciones de poder, son algunos de los procesos que se cruzan y superponen
para integrar y articular las redes sociales donde adquieren consistencia los
núcleos institucionales —el Estado, el sistema penitenciario, la escuela, el
hospital— como pliegues individualizados con un espacio o medio interno
delimitado de una exterioridad, tal y como la roca sedimentaria decanta en tanto
que individuo compuesto, diferenciado de la masa inestable de areniscas y
esquistos. Esta instancia relativamente estable y homogénea —la roca, en el caso
de la metáfora utilizada— es una unidad molar que no deja de estar atravesada, y
en cierta medida amenazada, por la consistencia molecular, de manera que el
conjunto molar no deja de definirse por aquello que se le escapa, que muta y se
fuga, a la vez que actúa como punto de acumulación que bloquea y obstruye los
flujos en fuga. Cada centro de poder también es molecular, dicen Deleuze y
Guattari, se ejerce sobre un tejido micrológico en el que ya sólo existe como
difuso, disperso, desmultiplicado, miniaturizado, constantemente desplazado,
actuando por segmentaciones finas, operando en el detalle y en el detalle de
detalles (36). Ahora que, ciertamente, como el mismo Foucault afirma, el Estado
no es simplemente una entre otras formas institucionales de ejercicio de poder.
Su particularidad remite al hecho de que ella captura y sobrecodifica las demás
formas de relaciones de poder (37), otorgándoles una racionalidad de conjunto,
una gobernabilidad, que se las asigna ya sea como instituciones de estado, bajo
su protección o bajo su auspicio. Así, la gobernabilidad constituye, en el
modelo foucaultiano, la bisagra que conecta los dos sistemas de referencia, el
molar y el molecular, pero también un umbral osmótico en el que puede detectarse
la constante desestabilización de los conjuntos molares y el paso de un aspecto
al otro. Si bien la distinción permite conservar cierta especificidad de los
grandes ámbitos molares y no perder de vista el funcionamiento a gran escala de
las máquinas de poder dominantes, con sus siempre recurrentes polarizaciones
binarias (Estado-sociedad civil, burguesía-proletariado, hombre-mujer,
democracia-dictadura, Este-Oeste), así como asistir a los procesos de relación e
interacción entre estos dos planos de consistencia; la transducción y
coexistencia de ambas formas disuelve toda pretendida demarcación dual entre un
campo de cuestiones macrofísicas relativo a los problemas sociales de gran
escala, por una parte, y un campo microfísico que conduce a los problemas del
individuo, la familia, la persona, etc., como mera referencia a los aspectos
psicológicos, al espacio de lo simbólico, a los elementos estilísticos, por la
otra. Las formas moleculares, los flujos inestables que ora se codifican ora se
escapan, habitan todo el campo social al punto de que bajo esta perspectiva,
deviene inútil establecer diferencias entre lo social y lo individual. En este
sentido, ya lo hemos señalado, toda forma de subjetividad emergerá en tanto que
multiplicidad compleja, como un colectivo que se despliega no sólo más allá del
individuo, en relación con las máquinas técnicas y los dispositivos sociales,
sino también más acá de la persona, en relación con la puesta en función de
componentes etológicos o elementos pre-verbales como ritmos, sonidos, imágenes,
etc. Félix Guattari refiriéndose por ejemplo a los estadios de desarrollo del
niño, sostiene que las etapas indicadas por psicólogos y psicoanalistas no
responden automáticamente a las programaciones construidas por ellos, sino que
están ligadas a mecanismos originales relacionados con diferentes modos de
codificación y semiotización, respecto a los cuales no es posible determinar a
priori su naturaleza ni su encadenamiento. El niño en tanto que entidad orgánica
individuada constituye una intersección entre múltiples conjuntos materiales,
biológicos, socio-económicos y semióticos que lo atraviesan. Guattari se
pregunta dónde comienzan o terminan las interacciones de lo social y lo
biológico, en tanto que el individuo no puede ser considerado una totalidad
orgánica o un subconjunto del grupo familiar perfectamente delimitado (38). Y en
este sentido, respecto a la conjunción o implicación entre máquinas técnicas,
sociales y biológicas, hoy más que nunca es posible reconocer el proceso de
evolución artificial que tiene lugar a cobijo del desarrollo tecnológico bajo la
forma de una transformación radical de nuestro sistema hormonal por ejemplo: la
píldora anticonceptiva, Prozac o Viagra son algunos de los productos
tecnológicos que acusan profundas mutaciones en las determinaciones biológicas y
en los umbrales etológicos que definen los géneros, los estadios etarios, los
comportamientos y las conductas, etc.
Proceso es producción social que se extiende hasta los procesos naturales mismos
Volvamos a la metáfora de la roca sedimentaria. La masa fluctuante ha devenido
una formación relativamente estable mediante el ejercicio de fuerzas activas y
reactivas cuyos flujos se han codificado, produciendo el agregado de sedimentos
y partículas. La codificación de flujos supone la puesta en marcha de
dispositivos de poder que los taponan y canalizan, y sin embargo, como ya hemos
señalado, siempre hay flujos o fragmentos de flujos que se escapan, que huyen y
se desplazan fuera de los códigos. Pero, como nos explica Brian Massumi (39), a
la actividad de acoplamiento —de sedimentación y plegamiento —le sigue un
proceso de separación y distribución: el conjunto individual, registrado como
formación estable, va a ser extraído y sometido a la separación de sus
componentes, capturados y clasificados a través de mecanismos más regulados y
elaborados que forman parte, en este caso, de variados corpus de saber como la
mineralogía, la geología, la geografía, etc. Todo un aparato de saber procede a
registrar, clasificar y contabilizar la roca, de acuerdo con distintos criterios
que dan cuenta de sus propiedades (rigidez y estabilidad, resistencia al golpe
de determinados martillos, tipo y grado de sus componentes), para dirigirlas
hacia fines más o menos utilitarios. El trabajo de separación, extracción y
distribución constituye la esencia de la síntesis disyuntiva que tiene lugar
sobre la superficie social, como espacio privilegiado en el que se inscribe todo
el proceso de la producción, se registran los objetos, los medios y las fuerzas
de trabajo, se distribuyen los agentes y los productos (40). De esta manera,
según su tipo de aplicación y siguiendo nuevos patrones de conexión, la roca
será metódicamente reimplantada —consumida— como parte de otro complejo nivel de
síntesis más: un mural artístico, una casa de familia, un edificio de tribunales
de justicia. Todos ellos constituyendo no sólo un agregado de rocas en
combinación con otros elementos físicos (cemento, yeso, pintura, metales), sino
también una conjunción, particular en cada uno de los casos mencionados, de
diagramas y planos, funciones, normas, intenciones, enunciados, etc. (41). De
hecho, cada uno de estos elementos es también resultado de una combinación única
de procesos conectivos y disyuntivos que atravesando diferentes caminos
desembocan en el complejo conjuntivo o de consumo. Las paredes del Palacio de
Justicia, a fin de cuentas la odisea de las areniscas y los esquistos, ofrecen
un ejemplo de síntesis interconectadas que involucran estratos climáticos,
geológicos, biológicos y culturales, cada uno de los cuales es a su vez una
multiplicidad de folios y capas que compromete estos mismos mecanismos. Las
síntesis conectiva, disyuntiva y conjuntiva forman el diagrama que en cada caso
recorren las fuerzas y las líneas del proceso. Aunque son inseparables una de
otra, es la síntesis disyuntiva aquella que constituye la superficie de
inscripción y de registro que se atribuye todas las fuerzas productivas y los
órganos de producción. Ella es en propiedad la formación social, la instancia
donde se ponen en funcionamiento las operaciones que inhiben, limitan, marcan y
distribuyen las fuerzas productivas, constituyendo un espacio de mediación entre
el productor y los productos, o mejor, entre la síntesis conectiva y la síntesis
conjuntiva. La sociedad va a ser comprendida, entonces, no como una totalidad,
sino más bien como una superficie o campo parcial —un socius— donde se inscriben
y se integran los procesos que ordenan los flujos de distinta naturaleza, a cuya
consecuencia se despliega como el lugar del cual parecen emanar el conjunto y
las partes del proceso. En las sociedades llamadas primitivas, la tierra es la
entidad única e indivisible, el motor de la máquina social que se vuelca sobre
las fuerzas productivas y se las apropia como presupuesto natural o divino,
marcando directamente la carne de los cuerpos que le pertenecen para otorgarles
funciones y valores. Mientras que en las sociedades modernas, el capital-dinero
constituye la superficie de inscripción donde se marca el interior
individualizado de los cuerpos, y de cuyo seno inengendrado parecen emerger
todas las fuerzas productivas y las conexiones sociales. Como Marx concluiría al
analizar la forma capital-dinero, el engendrar dinero parece algo tan inherente
al capital como el crecimiento a los árboles (42).
La particularidad de la máquina capitalista descansa en la descodificación
general de los flujos desterritorializados y la conjunción de los flujos de
capital y trabajo. Ahora bien, recordemos que un campo social o socius se
constituye por la red de flujos sociales que forman las prácticas materiales y
discursivas a partir de los procesos naturales mismos, flujos que se encuentran
permanentemente afectados por procesos de anclaje y fuga que atraviesan toda la
sociedad. El capitalismo, como ninguna otra máquina social, opera la
descodificación y desterritorialización de los flujos que otras formaciones
sociales codificaban y recodificaban, es decir, opera la quiebra de códigos que
hasta un determinado momento han definido el estado y la cualidad de los flujos,
remitiéndolos a dispositivos de normalización y axiomatización que frenan su
huida absoluta. Los flujos que han sido ordenados y clasificados por un código
se vierten en una instancia que funciona como equivalente general cuantificable
— el dinero —indiferente a la naturaleza cualificada de los flujos. Como afirman
Deleuze y Guattari, el capital como socius se distingue de cualquier otro, en
tanto que vale por sí mismo como una instancia directamente económica que se
vuelca sobre la producción, sin hacer intervenir factores extra-económicos que
se inscribirían en un código (43). La sociedad se ha vuelto realmente económica
en la medida que la mercancía deviene la forma general de cohesión social, y en
tanto que la actividad productora de mercancías se extiende al conjunto de la
vida social, económica y cultural. Este proceso homogeneizante caracteriza la
potente capacidad de recuperación, rearticulación y reacomodo de la máquina
capitalista: por una parte, mediante la producción constante de nuevos axiomas,
el socius ensancha sus márgenes para incluir los flujos desterritorializados y
en fuga, e integrarlos a la dinámica del equivalente mercantil y la acumulación
de capital; por la otra, se anexa mecanismos antiproductivos de reabsorción de
los excedentes, mecanismos que reterritorializan los flujos diversos y aseguran
la integración al sistema, es decir, a través de las burocracias modernas, sus
instituciones, aparatos militares y policía. Estamos en presencia, por un lado,
de la conversión obsesiva y reiterada de múltiples universos de valor en valor
de cambio, en beneficio del mercado y la acumulación de capital. Ocurre por
ejemplo cuando el socius capitalista descodifica los flujos que constituyen las
prácticas ecológicas, convirtiéndolas en problemas contables y de mera
productividad económica, y las integra a la innovación tecnológica para
favorecer la plusvalía y el crecimiento del capital. Ocurre también, por otro
lado, cuando un complejo militar como el Departamento de Defensa de los Estados
Unidos asimila la experiencia táctica de las guerrillas maoistas, y diseña un
equivalente electrónico para prevenir un posible take over por parte de las
autoridades soviéticas, diseño cuyo resultado concreto será la arquitectura de
redes que dará origen a lo que hoy conocemos como Internet (44). Sin embargo,
junto a la tendencia homogeneizante del mercado concurren procesos de
heterogeneidad creciente que dan origen a una multiplicidad ontológica y
semiótica, también en crecimiento y complejización. A saber, los nuevos
movimientos sociales vinculados a componentes religiosos, políticos, étnicos,
ambientales, estéticos, etc., que se fragmentan y se recomponen en el marco de
la complejidad semiótica referida y de constelaciones de valor múltiples; las
nuevas y sorprendentes formas de individualidad y singularización del deseo (el
devenir-mujer, homosexual, transexual, figuras colectivas basadas en disputas
lingüísticas, nuevas formas étnicas y raciales, etc., formas de expresión
juveniles que se constituyen alrededor de la música electrónica, la moda, el
consumo de estupefacientes, como los movimientos raven, los punk, etc.), puestas
en escena sobre el despliegue de innumerables diferencias; la constitución de
territorios existenciales demarcados en función de segmentos semióticos
masmediáticos o informacionales; pero también, todas las formas desintegradas
del tejido y de la solidaridad social, el endurecimiento de las jerarquías y las
segregaciones sociales, el avance de actitudes conservadoras y prácticas de
carácter ambiguo (reivindicaciones nacionalistas, autonómicas, etc.), la
destrucción de identidades colectivas y de sistemas de valor tradicionales, la
aparición de mecanismos cada vez más sofisticados de sumisión y de control.
Aclaremos que Deleuze y Guattari introducen el término "descodificación",
separándolo del uso que corrientemente le asigna la teoría de la comunicación y
la información, para definir, más que una reconstrucción, una reconversión o una
comprensión del flujo en el código en el cual estaría incluido, un escape o
huida de su propio código de manera que el flujo adquiere nuevas determinaciones
y se instala en otros sentidos. Descodificar es sobre todo destruir un código en
tanto que tal para asignarle una función arcaica, exótica o residual (45). La
desterritorialización por su parte, es el movimiento por el cual un flujo social
abandona un territorio, vale decir, es la operación de fuga de los flujos
sociales que se distancian de un determinado nódulo de funciones y fuerzas, sean
éstas económicas, políticas, jurídicas, estéticas, existenciales, etc. Así, por
ejemplo, los flujos de trabajo se desterritorializan en el transcurso del siglo
XVI al XVII, como Marx mostró claramente, cuando el trabajador artesanal o el
campesino se convierten en trabajadores libres por expropiación de los medios de
producción y de la tierra, cuando el trabajo "escapa" del taller artesanal, de
la organización gremial, del feudo, y se transforma en trabajo libre, asalariado
y abstracto (46). La sujeción social emergente supone una unidad superior, el
Capital o el Estado, que constituye al hombre como instancia separada de un
objeto que ha devenido exterior, sea éste un animal, una herramienta o una
máquina; en tanto que para las otras formas de sujeción, la esclavitud imperial
o la servidumbre feudal por ejemplo, el hombre hace parte o pieza de un
mecanismo bajo control y dirección de una unidad superior, el cuerpo del déspota
o Dios, respecto al cual no aparece como elemento discernido o separado, es
decir como sujeto que mantiene con la máquina una relación de exterioridad. De
la misma manera que, como sostiene Marx, el trabajo que se enfrenta al capital
es trabajo ajeno, y el capital que se enfrenta al trabajo es capital ajeno,
siendo extremos distintos que se proporcionan uno al otro un sujeto universal y
un objeto cualquiera, el obrero, el usuario que encarna la capacidad o facultad
de trabajar, es decir la mera subjetividad del trabajo, aparece en tanto que
propietario privado de su fuerza laboral, como una instancia separada de la
máquina (capital constante) pero sujeto a ella, en la medida en que sólo puede
objetivarse sometiéndose a ésta (47). Lejos están aún, en el siglo XVII, los
tiempos en que el capital extiende su consistencia a toda la sociedad,
recomponiendo un régimen de esclavitud generalizada donde los hombres y las
máquinas forman un sistema de mutua comunicación, tan intrínsecamente
relacionados, que no es posible establecer ya donde empiezan unos y terminan las
otras; de manera tal que la producción que pudiéramos llamar humana deviene
maquínica, no sólo por sustitución del capital variable por constante, sino
también —nos atreveríamos a sugerir — por una creciente anulación de las
diferencias. Marx llamará a esto sujeción real de la sociedad en el capital —
sin prever ni llegar a imaginar el alcance y los efectos que el desarrollo
tecnológico y la automatización tendrían respecto a las relaciones laborales y
el vínculo capital variable-capital constante —haciendo referencia, como hemos
dicho, a un momento en el cual la relación de explotación que encarna el capital
y su axioma de producción para el mercado asumen la sociedad en su totalidad y
en su conjunto. La sujeción real, a diferencia de la sujeción formal que tiene
lugar en el siglo XVII y a lo largo de los dos siglos siguientes, significa la
interiorización de las prácticas disciplinarias hasta el punto de que, como bien
ilustra Gabriel Albiac acompañando las reflexiones finiseculares de Toni Negri,
ninguna violencia exterior es ya ontológicamente necesaria, pues es el propio
obrero o el ciudadano quien cada noche dará cuerda al despertador que lo pondrá
en pie para volver, cada mañana, a la puerta de la misma fábrica (49). La
interiorización de las prácticas disciplinarias viene acompañada, a nuestro modo
de ver, de una interiorización del automatismo maquínico y de los componentes
concretos y semióticos de las máquinas como elementos constitutivos de nuestra
subjetividad.
En el espacio de socialidad pura y generalizada que constituye el orden
capitalista de la sujeción real se disuelve la discontinuidad hombre-naturaleza.
Ya no es posible establecer un polo natural y un polo cultural puesto que la
esencia humana de la naturaleza y la esencia natural del hombre se identifican
en la producción genérica de la vida humana (síntesis social), que involucra en
varios sentidos tanto la acción de las figuras sociales sobre la materia como
los constreñimientos y procesos naturales. Ello no significa que estos últimos
en tanto que interacciones y procesos de la physis, siendo anteriores a la
humanidad, no tengan lugar y una existencia real fuera de la cultura y del
hombre, sino más bien que los ámbitos cosmológicos, biológicos, sociales y
tecnológicos se entretejen hoy en un conjunto tan íntimo e intrincado que no es
posible establecer una frontera neta entre estas múltiples interacciones. El
complejo social y tecnológico extendido a escala planetaria constituye un oikos
físico artificial que ha roto los pseudosequilibrios y las discontinuidades
precedentes, y que, lejos del uso ideológico que aún hacemos de la distancia que
enfrenta y separa la cultura de la naturaleza, obliga a la toma y construcción
de un concepto de materia que elude la concepción mecanicista de la materia
inerte opuesta al espíritu, para dar paso a la comprensión de los procesos
"inteligentes" y de "autoorganización" que constituyen la physis y la abren al
horizonte del devenir, el movimiento incesante y la evolución, acortando a su
vez la distancia entre lo inorgánico y lo orgánico y en definitiva, como hemos
dicho, entre el espíritu y la materia (49). "En adelante, señala Morin,
disponemos de un principio inmanente de organización físico. De golpe, la physis
vuelve a encontrar la plenitud genérica que los presocráticos le habían
reconocido. Es esta physis reanimada y regenerada la que se puede generalizar,
es decir, reintroducir en todo lo que está vivo, en todo lo que es humano" (50).
Work in progress: puntualizando criterios
Concluyamos este capítulo con algunas observaciones puntuales.
1. Eludimos la cuestión del origen no para entronizar un universo increado o
escamotear una fundamentación primera, sino para introducir los vectores
múltiples del devenir en un pensamiento que debe dar cuenta de la incesante
movilidad de la materia. Así planteada, la cuestión del origen elude toda
llamada a un origen originario y se reclama de la puesta en escena de una aporía
constitutiva, la cual transforma el punto de inicio en un horizonte genealógico
que nos sitúa en un campo problemático siempre en desplazamiento y mutación.
2. La producción cultural y de conocimiento contemporáneas se despliega en una
red de posibilidades polifónica y dialógica, y ya ha sido dicho, en un universo
en expansión, donde la filosofía, el arte y las ciencias constituyen líneas
melódicas separadas en constante interrelación, de manera que en un juego
permanente de ruptura, resonancia e intercambio — un intercambio que puede no
ser meramente un trueque, una relación consensual, una simbiosis, sino más bien
un préstamo unilateral, inclusive un robo, una colonización o una ocupación
parasitaria de sus distintos segmentos componentes —el pensamiento se abre a
nuevas complicidades, parcelamientos y estrategias.
3. En consecuencia, si la teoría social se hace permeable a los recursos de
comprensión y explicación provenientes tanto de la física, la biología, las
ciencias cognitivas y la cosmología contemporáneas, como de la producción
estética y el arte, incorporando la dispersión, el gasto y la degradación en
tanto que condiciones inherentes a la physis y a la organización de la materia,
condiciones que constriñen la posibilidad de determinar trayectorias reversibles
y lineales, el pensamiento social estará obligado a desplazarse del universo
inmutable de las cosas y las sustancias a los escenarios dispares, complejos y
metaestables de los procesos.
4. Atender a los procesos es dar cuenta, entonces, de flujos y líneas de fuerzas
activas y reactivas que se desplazan de un origen siempre móvil que constituye
un campo problemático, a un abanico de posibles que se van definiendo alrededor
y en virtud de las imposibilidades y las fuerzas que se van abandonando, y cuya
realización y cumplimiento forman el horizonte tendencial del proceso.
5. Un proceso implica estrategias relacionales que ponen en juego una red de
fuerzas interconectadas, de manera que el sentido de una cosa se define con
arreglo a una jerarquía de fuerzas, de acuerdo con el valor que le otorgan
aquellas en las cuales está inmersa.
6. Atender a los procesos es, pues, dar cuenta de aquello que acontece
in-between relevando el conjunto de movimientos y vectores que constituyen
sistemas y microsistemas complejos, subrayando los acontecimientos y eventos,
las funciones y la producción de circunstancias, hurgando la maraña de sucesos
dispares y excéntricos que forman el environment, aprehendiendo el diagrama de
instrucciones heurísticas que constituyen las condiciones de producción de
existencia, y en fin, el conglomerado dispar de aquello que hace posible "lo que
es", para disolver toda referencia a una sustancia fundante, un sub-jectum, una
causalidad inicial.
7. La aproximación procesual disuelve la polaridad sujeto-objeto en un complejo
de relaciones y eventos que definen cuadros estratégicos de intencionalidad
objetiva, donde se despliegan ámbitos de singularización y autovaloración
subjetivos germinalmente presentes, virtuales y quizá inéditos. No existe por
tanto una entidad exterior a estos espacios o superficies que encarne
intencionalidad subjetiva alguna, sino un territorio que se constituye como una
secreción que emana al lado de los conjuntos procesuales, un residuo, un
fragmento o pieza adyacente que se forma a partir de complejos constreñimientos
causales, cruces de determinaciones y azar.
8. Toda forma de subjetividad emergerá en tanto que multiplicidad compleja, como
un colectivo que se despliega no sólo más allá del individuo, en relación con
las máquinas técnicas y los dispositivos sociales, sino también más acá de la
persona, en relación con la puesta en función de componentes etológicos o
elementos pre-verbales como ritmos, sonidos, imágenes, etc.
9. Un proceso es sintético, en el sentido de que encarna siempre la reunión, o
mejor, el encuentro, pero también, la fuga, la separación y la
desterritorialización de una multiplicidad de fuerzas. Recordemos que una cosa
(un fenómeno) se define por el conglomerado de fuerzas en movimiento que la
toman y que en ella son dominantes estableciéndose una jerarquía, una cosa tiene
tanto sentido como fuerzas capaces de apoderarse de ella, y su esencia se
configura en virtud del sentido que le da la fuerza que presenta con ella mayor
afinidad (51); por ello y en consecuencia, un fenómeno también se deja describir
en virtud de aquellas fuerzas que se le oponen, se escapan o la abandonan. No se
trata, por tanto, de la unión de los contrarios en una instancia resolutoria que
constituiría la síntesis de dos términos opuestos; las operaciones y los
procesos que venimos de mencionar no corresponden a la aparición de una
instancia o esencia negativa que como una segunda etapa dé paso a la solución
dialéctica encarnada en la unidad. Tratándose de procesos complejos en
condiciones de metaestabilidad, los encuentros de fuerzas se producen en un
clima sostenido e inmanente de tensión e incompatibilidad como producto de la
riqueza de elementos en juego. Como resultado, lo dispar y heterogéneo, el ser
multidimensional en proceso permanente de individuación y complejización. Si la
sustancia, como señala Simondon, cesa de ser el modelo del ser, es posible
concebir una relación no identitaria del ser consigo mismo, y la inclusión en el
ser de una realidad que no es solamente idéntica a él, para entenderlo como algo
más que unidad y más que identidad (52).
10. Síntesis quiere decir además creación, producción, en un complejo
autogestionado de estrategias que operan tanto en la naturaleza como en el campo
social. La síntesis social viene entonces a significar una condición fundamental
y general del modo de existencia humano (53) que crea sus mecanismos de
socialización y reconocimiento a partir de las prácticas sociales históricamente
asignables. Es decir, que las condiciones de posibilidad de la experiencia no
están fundamentadas en la espontaneidad del espíritu, sino en aquellos procesos
que se desarrollan en el espacio de la socialización. De acuerdo con Enzo del
Búfalo, quien con ciertos reparos sigue el hilo de reflexión elaborado por
Sohn-Rethel, entendemos que el concepto de síntesis social debe extenderse a
todo tipo de sociedad, en la medida que las formas de cohesión social y por
tanto las formas constitutivas de la subjetividad son inseparables de la
materialidad en que se sustentan. Sin embargo, tal y como lo refiere del Búfalo,
es necesario, por una parte, acentuar la distinción entre síntesis social como
concepto que engloba la relación entre figuras y componentes de la subjetividad,
formas de cohesión social y prácticas sociales; y el concepto de sociedad
sintética, por la otra, en tanto que comprende la síntesis propia de las
sociedades mercantiles, vinculadas a la producción de mercancías, y en ese
sentido, habitadas por una condición "artificializante" de la socialidad,
construida sobre la objetividad del valor de las mercancías que se forma como
desplazamiento de sus posibles usos y abstracción del intercambio orgánico con
la naturaleza (54).
11. Las síntesis conectiva, disyuntiva y conjuntiva forman el diagrama que en
cada caso recorren las fuerzas y las líneas del proceso. Aun siendo inseparables
una de otra, es la síntesis disyuntiva aquella que constituye la superficie de
inscripción y de registro que se atribuye todas las fuerzas productivas y los
órganos de producción. Ella es en propiedad la formación social, la instancia
donde se ponen en funcionamiento las operaciones que inhiben, limitan, marcan y
distribuyen las fuerzas productivas, constituyendo un espacio de mediación entre
el productor y los productos, o mejor, entre la síntesis conectiva y la síntesis
conjuntiva. La sociedad va a ser comprendida, entonces, no como una totalidad,
sino más bien como una superficie o campo parcial —un socius— donde se inscriben
y se integran los procesos que ordenan los flujos de distinta naturaleza, a cuya
consecuencia se despliega como el lugar del cual parecen emanar el conjunto y
las partes del proceso
12. Atenderemos a lo molar y a lo molecular para dar cuenta de sus relaciones,
de los procesos de transducción y las coexistencias posibles entre los grandes
conjuntos molares, los grandes grupos estadísticos, y la filigrana del tejido
procesual social; subrayando, empero, que las formas moleculares, los flujos
inestables que ora se codifican ora se escapan, habitan todo el campo social al
punto de que bajo esta perspectiva, tal como hemos indicado, se establece un
continuo relacional entre lo social y lo individual.
13. Caracterizaremos el contexto epocal de nuestra investigación como
capitalismo mundial integrado o sociedad de la informatización planetaria, el
cual se desarrolla según dos tendencias concurrentes: por una parte, una
corriente planetaria de homogeneización impuesta por la lógica del equivalente
mercantil, que reduce la complejidad de valores a la axiomática única de la
igualdad formal; y por la otra, un proceso creciente de heterogeneización y
complejidad que activa múltiples regímenes semióticos, distintos universos de
valor y diversas figuras de subjetividad.
14. En este espacio de socialidad pura y generalizada que constituye el orden
capitalista de la sujeción real se disuelve la discontinuidad hombre-naturaleza.
Ya no es posible establecer un polo natural y un polo cultural puesto que la
esencia humana de la naturaleza y la esencia natural del hombre se identifican
en la producción genérica de la vida humana (síntesis social), que involucra en
varios sentidos tanto la acción de las figuras sociales sobre la materia como
los constreñimientos y procesos naturales.
15. No nos queda duda de la necesidad de construir unidades explicativas que
ordenen el universo complejo e indeterminado, y la naturaleza implícitamente
infinita — compleja plétora de eventos y cosas —que llamamos realidad; como
tampoco podemos negar la exigencia inherente al pensamiento de dar cuenta de las
reglas que rigen su ordenamiento, la constitución de sus saberes, su eficacia y
su legitimidad. Pero estos reclamos y demandas no deben hacernos perder de vista
la heterogeneidad constitutiva de los procesos irreversibles de donde emergen
los regímenes de signos y de estados cosas que para nosotros le dan forma y
sentido a la realidad. De hecho, su puesta en escena no tendrá otro resultado
sino poner en evidencia la propia movilidad de los conceptos y de los objetos
del conocimiento, junto a ese mundo en expansión que ellos mismos contribuyen a
fabricar. De esta manera, podríamos decir que los conjuntos materiales concretos
y semióticos que van tejiendo nuestro campo de coherencias tienen siempre un
carácter local y particular asignable históricamente. No sólo cambian las
preguntas y sus respuestas, sino también la formación material que los acoge
como espacio de emergencia, sus campos operativos, los signos a los que
responden y los intereses que les otorgan validez.
16. De acuerdo con la perspectiva expuesta, la tarea para el futuro será, pues,
detectar algunos puntos nodales a partir de los cuales se despliegan
determinados campos sociales, y cartografiar los procesos —hacer mapa diría
Félix Guattari— que definen líneas de sentido y tendencias como mecanismos
productores de subjetividad.
Bibliografía
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Barcelona: Barral, 1973.
—, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 1994.
Dreyfus, Hubert L. and Paul Rabinow, Michel Foucault: Beyond Structuralism and
Hermeneutics, Chicago: The University of Chicago Press, 1983.
Foucault, Michel: Histoire de la sexualité I. La volonté de savoir, París:
Gallimard, 1994.
Gell-Mann, Murray, El quark y el jaguar. Aventuras en lo simple y lo complejo,
Barcelona: Clotet-Tusquets, 1995.
Guattari, Félix, Las tres ecologías, Valencia: Pre-Textos, 1990.
—, L’inconscient machinique. Essais de schizo-analyse, Clamecy: Editions
Recherches, 1979.
Haraway, Donna J., Simians, Cyborgs, and Women. The Reinvention of Nature, Nueva
York: Routledge, 1991.
Massumi, Brian, A user’s guide to Capitalism and Schizophrenia. Deviations from
Deleuze and Guattari, Boston: Massachusetts Institute of Technology, 1996.
Morin, Edgar: El Método I. La naturaleza de la Naturaleza, Madrid: Cátedra,
1986.
—, El Método II. La vida de la Vida, Madrid: Cátedra, 1983.
Prigogine, Ilya: El fin de las incertidumbres, Santiago de Chile: Andrés Bello,
1997.
Prigogine, Ilya et Isabelle Stengers: Entre le temps et l’éternité, Manchecourt:
Flammarion, 1992.
Notas
(1) Remitimos al lector a la sugerente e ilustrativa obra del químico y físico
ruso Ilya Prigogine, El fin de las certidumbres (Santiago de Chile: Andrés
Bello, 1997). Cf. El nacimiento del tiempo (Barcelona: Tusquets editores, 1993)
y en colaboración con Isabelle Stengers, Entre le temps et l’éternité
(Manchecourt: Flammarion, 1992).
(2) "Ciertamente, en el estado actual de los conocimientos concernientes al
devenir, la previsión estadística se inclina a favor del triunfo final de la
dispersión. Pero el estado actual de los conocimientos y el estado actual del
devenir son inciertos, tanto el uno, como el otro. La estadística no tiene
sentido definitivo para un universo singular desde el origen y en el que todo se
desarrolla singularmente. Una previsión estadística antes del nacimiento del
universo, hubiera considerado a éste como casi imposible. Sin embargo él es, y
su existencia ha aniquilado otros posibles, intelectualmente menos improbable.
Actualmente el orden y la organización tienen una esperanza de vida mucho más
favorable que la que el cosmos tenía antes de su nacimiento: una improbabilidad
general se ha transformado en miríadas de probabilidades locales; es cierto que
el orden y la organización siguen siendo estadísticamente minoritarios, pero lo
que la estadística nos dice, es que son nucleares. Y un pasado de más de diez
billones de años, está ahí para atestiguarlo: todo lo que se ha constituido como
organizador y creador se ha hecho fuera de toda probabilidad estadística.".
Edgar Morin, El Método. La naturaleza de la Naturaleza (Madrid: Ediciones
Cátedra, 1986) pp. 83-84.
(3) Recordemos el ya clásico ejemplo del físico Ilya Prigogine acerca de los
fenómenos de disipación térmica y la formación de estructuras disipativas, y su
diferencia con el desarrollo de actividades físico-químicas en estado de
equilibrio: en dos cajas comunicantes se tiene una mezcla de hidrógeno y
nitrógeno en estado de equilibrio, es decir, un sistema físico químico cuya
temperatura interna es homogénea de manera que también lo será la distribución
del hidrógeno y la del nitrógeno. Al someter los dos extremos del sistema a
temperaturas diferentes se crea una distribución contrastada. La experiencia
muestra que aparejado al proceso de difusión del calor, se producirá un proceso
de separación de los dos gases. Cuando el sistema supera el estado de equilibrio
debido al aumento de temperatura en uno de sus extremos, se producirá una
diferencia de concentración de los gases. Por tanto, sometiendo el sistema a una
constricción térmica, se crea una disipación, un aumento de entropía, pero
también una ordenación, es el proceso de antidifusión que mide una contribución
negativa a la producción de entropía.
(4) Ilya Prigogine, pássim.; Murray Gell-Mann, El quark y el jaguar. Aventuras
en lo simple y lo complejo (Barcelona: Tusquets, 1995); Gregory Bateson,
Espíritu y naturaleza (Buenos Aires: Amorrortu, 1993) y Steps to an Ecology of
Mind, (Nueva York: Ballantine, 1972); Heinz von Foerster et al., Nuevos
paradigmas, cultura y subjetividad (Buenos Aires: Paidós, 1994) y
Self-Organizing Systems, (Londres: Pergamon Press, 1960).
(5) "Si conociéramos con precisión infinita las leyes de la naturaleza y la
situación inicial del universo, podríamos predecir exactamente la situación de
este mismo universo en un momento posterior. Pero incluso aunque las leyes
naturales no tuvieran ningún secreto para nosotros, sólo podríamos conocer la
situación inicial de modo aproximado. Todo lo que necesitamos para poder decir
que un fenómeno ha sido predicho y que está regido por leyes es poder predecir
la situación posterior con la misma aproximación que la inicial. Pero esto no
siempre es posible; puede ocurrir que las pequeñas diferencias en las
condiciones iniciales se hagan muy grandes en el resultado final. Un pequeño
error al principio producirá un error enorme al final. La predicción se hace
imposible y tenemos un fenómeno fortuito." Henri Poincaré, Ciencia y método,
1903 citado por Murray Gell-Mann, Op. Cit. p. 42.
(6) Giorgio Colli, Después de Nietzsche (Barcelona: Editorial Anagrama, 1988) p.
53.
(7) Giorgio Collin, Op. Cit., pp. 53-54.
(8) El olvido era ya para Nietzche, como sostiene José Jara, un tema sin el cual
no puede entenderse el proceso de formación histórica del hombre. Cf. F.
Nietzsche, Genealogía de la Moral, Humano demasiado Humano y Gaya Ciencia.
(9) Brian Eno, Gossip is Philosophy. Interview with Kevin Kelly (Wired, 3.05,
mayo de 1995) p. 150. Originalmente dice: "For years, I have been using rules to
write music, but without computers. For instance, I've used systems of multiple
tape loops that are allowed to reconfigure in various ways, while all I do is
supply the original musical sounds or elements and then the system keeps
throwing out new patterns of them. It is a kaleidoscopic music machine that
keeps making new variations and new clumps. [...] My rules were designed to try
to make a kind of music I couldn't predict. That's to say I wanted to construct
'machines' (in a purely conceptual sense — not physical things) that would make
music for me. The whole idea was summarized in the famous saying (which I must
have shouted from the ramparts a thousand times): 'Process not product!" The
task of artists was to 'imitate nature in its manner of operation' as John Cage
put it - to think of ways of dealing with sound that were guided by an instinct
for beautiful 'processes' rather than by a taste for nice music."
(10) " 'Maquina' ha llegado a tener una connotación desagradable porque viene a
significar sistemas que hacen cosas predecibles, fastidiosas y repetibles. Pero
las máquinas de las que yo estoy hablando hacen cosas que no esperábamos". Brian
Eno, Op cit p. 206.
(11) Si este ensayo se elaborara mediante una tecnología hipertextual, las
referencias a las piezas musicales no se reducirían a las descripciones
abstractas que acabamos de hacer. Junto con incluir el fragmento de la partitura
de la pieza de Pachelbel que utiliza Brian Eno y el pentagrama que denota la
melodía del Canon, habríamos podido anexar una conexión –un link– que condujera
al lector a una versión audible del Canon y a la Variación compuesta por Brian
Eno y sus cajas musicales. En un ensayo así construido convivirían códigos
lingüísticos, visuales y musicales que seguramente darían al lector una imagen
más completa, probablemente por la multiplicidad de medios, es decir
multimediada, de lo que queremos transmitir.
(12) Los autores hacen referencia a este ejemplo en Mil mesetas. Capitalismo y
esquizofrenia (Valencia: Pre-Textos, 1994), y nos llama la atención que leyendo
a Edgar Morin hemos encontrado una hermosa comparación del universo con un
taller de herrería. "El universo, dice Morin, no es un delirio térmico, es un
taller de herrería. Lo que se forja se paga, como todo lo que es creador, con un
enorme despilfarro, un gasto inaudito, con fracasos.". Edgar Morin, Op. Cit., p.
83.
(13) Cada una de estas cualidades puede entenderse o interpretarse como un
carácter relacional, como una relación entre fuerzas. El color es, por ejemplo,
la relación de afectación entre ciertos procesos de onda o quanta de luz y
terminaciones que se despliegan o desenrollan al contacto con el fotón de luz,
relación que involucra modificaciones químicas en los componentes del púrpura
visual constitutivo de los bastoncillos y conos retinales.
(14) "...un artesano que cepilla sigue la madera, y las fibras de la madera, sin
cambiar de sitio. Pero esta manera de seguir sólo es una secuencia particular de
un proceso más general. Pues el artesano también está obligado a seguir de otra
manera, es decir, a ir a buscar la madera allí donde está, y no cualquier tipo
de madera, sino la que tiene las fibras adecuadas. En caso contrario, tiene que
hacer que se la traigan: sólo porque el comerciante se encarga de hacer una
parte del trayecto en sentido inverso puede el artesano evitar el tener que
hacerlo personalmente. Pero el artesano sólo es completo cuando también es
prospector; y la organización que separa al prospector, al comerciante y al
artesano, mutila ya al artesano para convertirlo en un 'trabajador'". G. Deleuze
y F. Guattari, Op. Cit. p. 410.
(15) En relación con esta última afirmación y a modo de ejemplo, recordemos
algunas conclusiones de los trabajos en epistemología empírica a cargo de
Gregory Bateson, reafirmados por investigaciones más recientes en el área de las
telecomunicaciones y la telemática. Bateson sostiene que los procesos de la
percepción nos son inaccesibles; sólo tenemos conciencia de los productos de
esos procesos. Estos dos hechos generales son el comienzo de la epistemología
empírica: primero, no tenemos conciencia de los procesos de construcción de las
imágenes que conscientemente vemos, y segundo, en estos procesos inconscientes
aplicamos toda una gama de presupuestos que se incorporan a la imagen terminada.
De acuerdo con esto, Bateson afirma que las reglas del universo que creemos
conocer están profundamente incorporadas a nuestros procesos de percepción. Cf.
Espíritu y naturaleza (Buenos Aires: Amorrortu, 1993).
(16) Gilles Deleuze, Nietzsche y la filosofía (Barcelona: Editorial Anagrama,
1993) p. 14.
(17) "Un espíritu es un agregado de partes o componentes interactuantes." "[...]
...un proceso espiritual es siempre una secuencia de interacciones entre partes.
La explicación de los fenómenos espirituales debe residir siempre en la
organización e interacción de múltiples partes." Gregory Bateson, Op. cit., pp.
105-106.
(18) "En las cuestiones de la vida, señala Gregory Bateson, hay típicamente dos
sistemas energéticos en interdependencia: uno es el que utiliza su energía para
abrir o cerrar la canilla, válvula o relé; el otro es el sistema cuya energía
'fluye a través' de la canilla o válvula cuando esta se abre." Idem, p. 114.
(19) De acuerdo con Deleuze y Guattari, en un estrato geológico hay una "primera
articulación" que es la sedimentación, la cual amontona unidades de sedimentos
cíclicos según un orden estadístico: el flysch, con su sucesión de areniscas y
de esquistos. La "segunda articulación" es el plegamiento, que crea una
estructura funcional metaestable y asegura el paso de los sedimentos a las rocas
sedimentarias. Esta doble articulación es la base del funcionamiento de una
máquina de regla binaria o de régimen asociativo, de forma conectiva que posee
el modo "y", "y además"..., por la cual un mecanismo de producción de flujo
estará conectado a un sistema de cortes que a su vez producen otros flujos, y
así sucesivamente. El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia (Barcelona: Barral,
1973) p. 15 y Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, pp. 48-49.
(20) G. Deleuze y F. Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. p. 48.
(21) "Ante todo, debemos notar que cualquier objeto, suceso o diferencia en el
llamado 'mundo externo' puede convertirse en fuente de información, siempre y
cuando sea incorporado a un circuito con una red apropiada de material flexible
en el que sea capaz de producir cambios. En este sentido, el eclipse solar, la
huella del casco de un caballo, la forma de una hoja de árbol, la mancha ocular
de la pluma de una pavo real - sea esto lo que fuere -, todas esas cosas pueden
ser incorporadas al espíritu si desencadenan tales ilaciones de consecuencias."
Gregory Bateson, Op. cit., p.123.
(22) A diferencia del equilibrio estable, que excluye la idea del devenir porque
corresponde al más bajo nivel de energía posible e implica que todas las
posibles transformaciones han sido adquiridas y cumplidas, la metaestabilidad
supone un alto potencial o potenciales de energía en un sistema determinado y la
consideración de un orden que se produce en íntima relación con una entropía
creciente. Gilbert Simondon da como ejemplo los estados de superfusión o
supersaturación que anteceden la génesis de los cristales. Un medio metaestable
es rico en potenciales de energía y no contiene materias formadas en tanto que
constituye el ser preindividual que precede el devenir del individuo. Una vez
que este proceso de plegamiento y estratificación se produce, el individuo no
sólo se adapta y actúa en condiciones de metaestabilidad sino que conserva el
equilibrio metaestable - medio interno y externo - como parte esencial de su
evolución. Gilbert Simondon, The Genesis of the Individual. (translated by Mark
Cohen and Sanford Kwinter) In: Incorporations (edit. By Jonathan Crary and
Sanford Kwinter) (New York: Zone, 1995) pp. 297-319.
(23) Cf. Ilya Prigogine, Le cerveau pense-t-il? En: Le nouvel Observateur
(concection-dossiers), 1996 y Sherry Turkle, Who am we? En: Wired, 4.01, Jan.
1996.
(24) La cita tomada de una traducción en inglés del original francés dice: "In
conclusion, I can put forward the hypothesis - analogous to that of quanta in
physics and also to that concerning the relativity between the levels of
potential energy - that it is fair to assume that the process of individuation
does not exhaust everything that came before (the preindividual), and that a
metastable regime is not only maintained by the individual, but is actually
borne by it, to such an extent that the finally constituted individual carries
with it a certain inheritance associated with its preindividual reality, one
animated by all the potentials that characterize it. Individuation, then, is a
relative phenomenon, like an alteration in the structure of a physical system.
There is a certain level of potential that remains, meaning that further
individuations are still possible. The preindividual nature, which remains
associated with the individual, is a source of future metastable states from
which new individuations could eventuate. According to this hypothesis, it would
be possible to consider every genuine relation as having the status of a being,
and as undergoing development within a new individuation. A relation does not
spring up between two terms that are already separate individuals, rather, it is
an aspect of the internal resonance of a system of individuation. It forms a
part of a wider system. The living being, which is simultaneously more and less
than a unity, possesses an internal problematic and is capable of being an
element in a problematic that has a wider scope that itself. As far as the
individual is concerned, participation here means being an element in a much
larger process of individuation by means of the inheritance of preindividual
reality that the individual contains – that is, due to the potentials it has
retained." Gilbert Simondon, Op. Cit. p. 306. Negrillas nuestras y cursivas del
autor.
(25) "Toda sociedad, pero también todo individuo, están, pues, atravesados por
las dos segmentaridades a la vez: una molar y otra molecular. Si se distinguen
es porque no tienen los mismos términos, ni las mismas relaciones, ni la misma
naturaleza, ni el mismo tipo de multiplicidad. Y si son inseparables es porque
coexisten, pasan la una a la otra, según figuras diferentes como entre los
primitivos y nosotros - pero siempre en presuposición recíproca la una con la
otra." G. Deleuze y F. Guattari, Op. cit., p. 218.
(26) Idem, p. 214.
(27) G. Deleuze y F. Guattari, Op. cit., p. 167.
(28) Hacemos referencia al Principio de Incertidumbre desarrollado en mecánica
cuántica como una teoría que sostiene la imposibilidad de especificar
simultáneamente con precisión la posición y el momento de una partícula. El
principio de indeterminación, como también se le llama, supone que una mayor
exactitud en la determinación de una cantidad tendrá como consecuencia una menor
precisión en la medición de la otra, y que el producto de ambas incertidumbres
nunca es menor que la denominada constante de Planck. El principio de
indeterminación explica por qué en mecánica cuántica el cálculo de
probabilidades reemplaza los cálculos exactos de la mecánica clásica.
(29) Seguimos aquí el problema ilustrado por Schrödinger mediante su famoso
experimento mental del gato. De acuerdo con la mecánica cuántica, las partículas
saltan de un punto a otro ocupando varios lugares a la vez a una mayor velocidad
que la de la luz. Schrödinger se preguntaba por qué los gatos, estando
constituidos por partículas atómicas, no respondían a la misma conducta incierta
cuando más bien obedecían a comportamientos predecibles de acuerdo con las leyes
clásicas cuantificadas por Isaac Newton. El modelo del llamado "gato de
Schrödinger" representa un suceso cuántico amplificado del cual se hacía
depender el envenenamiento de un gato, es decir, que su vida estaba sujeta a la
dirección que tomara una partícula emitida por la desintegración de un núcleo
atómico, en cuyo caso se dispararía un mecanismo que abriría el depósito de la
sustancia antifelino. Cf. Murray Gell-Mann, Op. Cit., p.172. También Philip Yam,
Bringing Schödinger’s Cat to Life. In: Scientific American, June 1997.
(30) Las investigaciones acerca de los límites y las transiciones entre el campo
cuántico y la esfera de la física clásica están en el centro de los trabajos de
David Pritchard y otros experimentalistas del Massachusetts Institute of
Technology. James Hartle y Murray Gell-Mann forman parte de un grupo
internacional de físicos que intentan elaborar una interpretación de la mecánica
cuántica aproximada al dominio cuasiclásico de la experiencia cotidiana,
mediante la teoría de las historias múltiples alternativas del universo y la
decoherencia, respecto a la cual Wojciech Zurek (Los Álamos National Laboratory)
es uno de su líderes exponentes.
(31) Para una ampliación de esta polémica recomendamos al lector el astringente
trabajo de Félix Guattari, La révolution moléculaire (Fontenay-sous-Bois:
Recherches, 1977).
(32) Vale la pena recordar la sentencia con la cual Foucault rechaza la
concepción jurídica del poder, el modelo fundado en el sistema Soberano-Ley, en
el personaje del Príncipe, que durante tanto tiempo ha fascinado y sigue
fascinando al pensamiento político: "Se trata en suma de orientarse hacia una
concepción del poder que, al privilegio de la ley, lo sustituya por el punto de
vista objetivo, al privilegio de lo prohibido por el punto de vista de la
eficacia táctica, al privilegio de la soberanía, por el análisis de un campo
múltiple y móvil de relaciones de fuerza donde se producen efectos globales,
pero nunca totalmente estables, de dominación. El modelo estratégico, más que el
modelo del derecho." El texto original dice: "Il s’agit en somme de s’orienter
vers une conception du pouvoir qui, au privilège de la loi, substitue le point
de vue de l’objectif, au privilège de l’interdit le point de vue de l’efficacité
tactique, au privilège de la souveraineté, l’analyse d’un champ multiple et
mobile de rapports de force où se produisent des effets globaux, mais jamais
totalment stables, de domination. Le modèle stratégique, plutôt que le modèle du
droit." Histoire de la sexualité. La volonté de savoir (Saint-Amand: Gallimard,
1994) p. 135.
(33) "Puede ser sensato no tomar como un todo la racionalización de la sociedad
o la cultura, sino analizar tal proceso en distintos campos, cada uno en
referencia a una experiencia fundamental: locura, enfermedad, muerte, crimen,
sexualidad, y así sucesivamente." Originalmente dice: "It may be wise not to
take as a whole the rationalization of society or of culture, but to analize
such a process in several fields, each with reference to a fundamental
experience: madness, illnes, death, crime, sexuality, and so forth." Michel
Foucault, The Subject and Power. In: Hubert L. Dreyfus and Paul Rabinow, Michel
Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics (Chicago: The University of
Chicago Press, 1983) p. 210.
(34) "Ninguna infra- o superestrucutra, ningún ciclo Maltusiano, ninguna
oposición entre estado y sociedad civil: ninguno de estos esquemas que las
operaciones de los historiadores, explícitas o implícitas, han reforzado en los
últimos cien o ciento cincuenta años". El texto original dice: "No infra- or
superstructure, no Malthusian cycle, no opposition between state and civil
society: none of these schemas which have bolstered historians’ operations,
explicitly or implicitly, for the past hundred or hundred and fifty years."
Michel Foucault, Questions of method. In: The Foucault Effect. Studies in
govermentality. (Chicago: The University of Chicago Press, 1991) p. 85.
(35) "La condición de posibilidad del poder, en todo caso el punto de vista que
permite hacer inteligible su ejercicio, hasta en sus efectos más 'periféricos',
y que permite también utilizar sus mecanismos como grilla de inteligibilidad del
campo social, no tenemos que buscarla en la existencia primera de un punto
central, en un foco único de soberanía de donde irradiarán las formas derivadas
y descendientes; es el plano móvil de relaciones de fuerzas que inducen sin
cesar, por su desigualdad, los estados de poder, pero siempre locales e
inestables." Originalmente dice: "La condition de possibilité du pouvoir, en
tout cas le point de vue qui permet de rendre inteligible son exercise, jusqu’en
ses effets le plus ‘périphériques’, et qui permet aussi d’utiliser ses
mécanismes comme grille d’intelligibilité du champ social, il ne faut pas la
chercher dans l’existence permière d’un point central, dans un foyer unique de
souveraineté d’où rayonneraient des formes dérivées et descendantes; c’est le
socle mouvant des rapports de force qui induisent sans cesse, par leur
inégalité, des états de pouvoir, mais toujours locaux et instables." Michel
Foucault, Histoire de la sexualité. La volonté de savoir (Saint-Amand: Editions
Gallimard, 1994) p. 122.
(36) "El Estado no es un punto de carga con los otros, sino una caja de
resonancia para todos los puntos. E incluso cuando el Estado es totalitario, su
función de resonancia para los centros y segmentos distintos no cambia:
únicamente se produce en condiciones de 'aislamiento' que aumenta su repercusión
interna o refuerza la 'resonancia' con un 'movimiento forzado'". G. Deleuze y F.
Guattari, Op. Cit., pp. 227-228.
(37) Cf. Felix Guattari, L'inconscient machinique. Essais de schizo-analyse
(Clamecy: Editions Recherches, 1979).
(38) A user's guide to Capitalism and Schizophrenia. Deviations from Deleuze and
Guattari (Massachusetts Institute of Technology, 1996).
(39) A user's guide to Capitalism and Schizophrenia. Deviations from Deleuze and
Guattari (Massachusetts Institute of Technology, 1996)
(40) G. Deleuze y F. Guattari, El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia, p.
146.
(41) En otro lugar y refiriéndonos a la formación y el desarrollo de máquinas
técnicas, hemos afirmado que no podemos considerar a la máquina técnica como un
segmento separado del conjunto técnico al que pertenece, o fuera de su relación
con la máquina social que la hace posible y necesaria; o separada de la máquina
abstracta o diagrama mental que precede a su materialización (planos, fórmulas,
ecuaciones, cálculos); sin implicar a los equipos humanos, técnicos y
científicos, que la ponen en funcionamiento; o a la máquina política que
invierte ciertos componentes subjetivos en su producción (intereses, estrategias
de poder, intenciones, deseos), así como tampoco, sin tomar en consideración al
conjunto de normas, regulaciones y enunciados de todo tipo (jurídicos,
científicos, éticos) ligados intrínsecamente a su puesta en funcionamiento; o
desvinculada de las máquinas informacionales y masmediáticas que la usan en la
creación de universos de valor, o simplemente la ofrecen y la venden como
producto en los mercados de la imagen; o abstraída de esa otra máquina deseante
que es el cuerpo humano, compuesta de órganos, flujos, humores y segregaciones.
(42) "Es en el capital-dinero donde el capital se convierte en mercancía cuya
cualidad de propia valorización tiene un precio fijo, plasmado en el tipo de
interés vigente en cada momento. (…)El dinero es precisamente la forma en que se
esfuman las diferencias entre las mercancías como valores de uso y también, por
tanto, las diferencias entre los capitales industriales formados por estas
mercancías y sus condiciones de producción; es la forma en que existe el valor -
y aquí el capital - como valor de cambio independiente. (…)la plusvalía
engendrada por él, que aquí vuelve a presentarse bajo la forma de dinero, se le
antoja como algo que a él mismo le corresponde como tal." Karl Marx, El Capital,
III (México: Fondo de Cultura Económica, 1972) pp. 374-375 y en general Cap.
XXIV.
(43) Op. Cit., p. 257.
(44) Podríamos decir que las consecuencias de todos estos procesos evolucionan
de manera contingente. El propósito del Departamento de Estado era prevenir el
control soviético sobre los sistemas de comunicación norteamericanos en caso de
una guerra nuclear. El resultado, una red de comunicaciones horizontal y
descentralizada a escala planetaria, ha traído nuevas preocupaciones a los
centros de poder, incapaces establecer controles y vigilancia global sobre el
sistema.
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