Ahora he vuelto a vivir otro capítulo, en esta saga continua de violencia que enfrenta diariamente la sociedad civil y la oposición pacífica en Cuba; esta vez descargada sobre un grupo que, frente a la llamada Sección 21 de la Seguridad del Estado ubicada en la avenida 31 en Marianao, esperábamos respuestas sobre el paradero de la abogada Yaremis Flores, detenida arbitrariamente, horas antes en Alamar, cuando se dirigía a recoger a su hija de tres años.
Constantemente leo y llegan noticias a mi móvil sobre detenciones arbitrarias, golpizas y actos degradantes cometidos contra opositores en las provincias orientales y en el centro del país. He escuchado testimonios escalofriantes de familiares y ex prisioneros de la Primavera negra. Vivo el desasosiego antes de cada encuentro de Estado de SATS, realizado bajo fuertes operativos policiales en los que siempre suceden decenas de arrestos . Cada día nos despierta el susto de algún amigo desaparecido, la incertidumbre de donde estará. He visto, consternada, el aquelarre contra Reinaldo Escobar en la calle 23, la cara de Yoani amoratada y sin un diente, horas después de su arresto en Bayamo; las imágenes y videos de los vulgares actos de repudio a las Damas de blanco, frente a la casa de Laura Pollán. Una noche me sorprendió la noticia de su repentina y misteriosa muerte. Asistí impotente a su velorio efímero controlado por la Seguridad del Estado.
He seguido la farsa del sobrecogedor accidente de Payá. Angustiada abracé a su esposa Ofelita, bañada en lágrimas, desgarrada de dolor ante el cuerpo de su esposo. Abracé a Rosa María, su hija, sostenida por una fuerza increíble, diciendo adiós al padre de su vida.
En los últimos meses he pasado de la tristeza más profunda al despertar de una rabia intensa que logro amortiguar, a ratos, entregándome hasta el agotamiento al trabajo que he elegido hacer o mirando al cielo, hacia el infinito, recordando la inconsistencia de todo, tratando de limpiar mi corazón, cada vez ,en un duro ejercicio de perdón.
Pero hoy, hoy voy a hacer una excepción.Voy a dejar a un lado el cielo, el infinito, incluso el perdón…
Esta alimaña iracunda de ojos rojos, alcohólico o marihuanero, se hace llamar Camilo. (su nombre verdadero me han dicho es Ramiro)
Esbirro, cabecilla del grupo de ratas que se esconden en la Sección 21 de la Seguridad del Estado.
Su hobby preferido: rastrillar pistolas sobre las cabezas de los opositores esposados , también siente especial predilección por patear a las Damas de Blanco.
No sé si tendrá familia, madre, seguro que no.
Salió de su guarida el pasado miércoles 7 de Noviembre al frente de la turba que se nos vino encima .
Como el gran cobarde que es, golpeó a Antonio Rodiles aprovechando que los otros (más de 6) represores caían sobre sus espaldas, tumbándolo al suelo y apretándolo por el cuello hasta casi asfixiarlo….
Aunque apueste por la Belleza, por el Amor, a pesar de mis ejercicios de perdón, el día que en Cuba estos asesinos sean juzgados, con toda la fuerza de la Ley, levantaré contra ellos, sin dudar, mi dedo acusador.
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