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Edgelit

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Edgelit/Borde.de.luz

Adagio de Habanoni


Fotografías de Silvia Corbelle y Orlando Luis Pardo

mi habanemia

La Habana puede demostrar que es fiel a un estilo.

Sus fidelidades están en pie.

Zarandeada, estirada, desmembrada por piernas y brazos, muestra todavía ese ritmo.

Ritmo que entre la diversidad rodeante es el predominante azafrán hispánico.

Tiene un ritmo de crecimiento vivo, vivaz, de relumbre presto, de respiración de ciudad no surgida en una semana de planos y ecuaciones.

Tiene un destino y un ritmo.

Sus asimilaciones, sus exigencias de ciudad necesaria y fatal, todo ese conglomerado que se ha ido formando a través de las mil puertas, mantiene todavía ese ritmo.

Ritmo de pasos lentos, de estoica despreocupación ante las horas, de sueño con ritmo marino, de elegante aceptación trágica de su descomposición portuaria porque conoce su trágica perdurabilidad.

Ese ritmo -invariable lección desde las constelaciones pitagóricas-, nace de proporciones y medidas.

La Habana conserva todavía la medida humana.

El ser le recorre los contornos, le encuentra su centro, tiene sus zonas de infinitud y soledad donde le llega lo terrible.

Lezama

habanera tú

habanera tú
Luis Trapaga

El habanero se ha acostumbrado, desde hace muchos años, a ese juego donde silenciosamente se apuestan los años y se gana la pérdida de los mismos.

No importa, “la última semana del mes” representa un estilo, una forma en la que la gente se juega su destino y una manera secreta y perdurable de fabricar frustraciones y voluptuosidades.

Lezama

puertas

desmontar la maquinaria

Entrar, salir de la máquina, estar en la máquina: son los estados del deseo independientemente de toda interpretación.

La línea de fuga forma parte de la máquina (…) El problema no es ser libre sino encontrar una salida, o bien una entrada o un lado, una galería, una adyacencia.

Giles Deleuze / Felix Guattari

moi

podemos ofrecer el primer método para operar en nuestra circunstancia: el rasguño en la piedra. Pero en esa hendidura podrá deslizarse, tal vez, el soplo del Espíritu, ordenando el posible nacimiento de una nueva modulación. Después, otra vez el silencio.

José Lezama Lima (La cantidad hechizada)

Medusa

Medusa
Perseo y Medusa (by Luis Trapaga)

...

sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes,
más abajo, más abajo, y el mar picando en sus espaldas;
un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir;
aullando en el mar, devorando frutas, sacrificando animales,
siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla;
el peso de una isla en el amor de un pueblo.

la maldita...

la maldita...
enlace a "La isla en peso", de Virgilio Piñera

La incoherencia es una gran señora.

Si tú me comprendieras me descomprenderías tú.

Nada sostengo, nada me sostiene; nuestra gran tristeza es no tener tristezas.

Soy un tarro de leche cortada con un limón humorístico.

Virgilio Piñera

(carta a Lezama)

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Luis Trápaga

ay

Las locuras no hay que provocarlas, constituyen el clima propio, intransferible. ¿Acaso la continuidad de la locura sincera, no constituye la esencia misma del milagro? Provocar la locura, no es acaso quedarnos con su oportunidad o su inoportunidad.

Lezama

Luis Trápaga Dibujos

Luis Trápaga Dibujos
Dibujos de Luis Trápaga

#VJCuba pond5

Pingüino Elemental Cantando HareKrishna

Elementary penguin singing harekrishna
o
la eterna marcha de los pueblos victoriosos
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Mar 26, 2018

Tania Bruguera: En Cuba te censuran la vida

Audio completo transcrito de la entrevista a Tania Bruguera en la sede de INSTAR el 12 de diciembre de 2016, parte esencial del documental Arte libre vs censura totalitaria, en proceso de edición, que la Seguridad del Estado incautó a Lia Villares, el 2 de febrero del 2018.

la censura totalitaria (En Cuba te censuran la vida)
Porque en Cuba es cierto que la gente aprendió a leer y escribir, 
pero ahora nadie puede leer lo que quiere, ni escribir lo que siente; 
ni puede hacer lo que desea: 
por eso necesitamos una campaña de alfabetización cívica. 
Es decir, ya sabemos leer y escribir, 
pero ahora yo quiero  leer lo que yo quiera, y escribir lo que yo quiera. 
Y tengo el derecho de hacerlo.
Tania Bruguera

Ahí no me oyes, ¿no?
Ven acá, dime el zoom cómo lo quieres?
La camisa está perfecta así, ¿no?
A ver, hazme una claqueta, ahora, de nuevo.
La primera pregunta es: ¿Existe libertad de expresión artística en Cuba?

Cuando se habla de libertad de expresión en Cuba hay que entender el rol que ha jugado el gobierno y las instituciones estatales en la orientación entre comillas, la “coordinación” y la producción, tú sabes, el presupuesto que se le ha dado a la cultura, por lo tanto ellos han tenido el control absoluto del producto que se está haciendo, es decir, para explicarlo mejor, yo creo que por un lado, cuando surge la Revolución, hay una efervescencia natural, donde muchos artistas vieron en estas figuras que se automitificaron, muchas de las cosas que ellos hubieran podido lograr son de otros países, que empezaron a acercarse a este lugar con una visión totalmente utópica y totalmente idealista de lo que estaba sucediendo; y yo creo que en ese momento la libertad existía hasta cierto punto porque la gente quería el proyecto y quería ser parte de ese proyecto. Pero poco a poco se fueron desencantando de ese proyecto. Entonces, lo que ha sucedido es que el gobierno ha fabricado el entusiasmo por la revolución. En ese sentido el gobierno ha proporcionado espacios para que de la impresión de que la gente está entusiasmada. Dan comisiones para los artistas, los músicos, las personas del teatro, etc, para que parezca que quieren hacer obras referentes al proyecto revolucionario, pero eso no es libertad de expresión, eso se llama “obras comisionadas”.
Yo creo que lo que ha pasado en Cuba es que a golpe de tanta censura, a golpe de tanto miedo, la gente ya no sabe lo que es la libertad. Por lo tanto es difícil cuando tú hablas de libertad de expresión, porque la gente está tan autocensurada que yo creo que ni ellos mismos se acuerdan ya de qué es eso. Date cuenta que hay artistas que nacen como artistas ya, como una segunda, tercera, cuarta o quinta generación, ya como artistas autocensurados. Hay artistas nuevos que van a exposiciones y lo que ven son obras que ya han sido censuradas, obras autocensuradas. Ya hay una generación joven a la que no hace falta censurar, por qué, porque ya ellos no saben qué cosa es hacer un arte que no sea conflictivo.
Es decir, ya ellos no están... ya nacen con el defecto de... del miedo.

Tú hablabas de una normalización de la censura. ¿Eso es lo que pasa con el miedo normalmente...?

No. Cuando yo hablo de la normalización de la censura, me refiero a un proceso que yo estoy viviendo en estos momentos, que ya no solo como una parte del proceso de la censura en Cuba. O sea, como te dije antes, la gente en el primer momento hacía obras porque todos estaban entusiasmados con el proceso, después de los setenta, ya venía como un indicativo de lo que había que hacer, como que el gobierno entendió que eso podía ser, como decían ellos, un arma de la revolución y empezaron a intervenir un poco más. Después, empezaron a censurar artistas que se fueron del país, y al irse del país, se empezó a devaluar su trabajo, a verse como un trabajo incorrecto, como un mal trabajo, ¿no? Entonces ahí empezaron a censurar a la gente como malos artistas. Es decir, si tú me criticas eres mal artista porque tu estética no es buena, no es que seas un artista conflictivo, no es que seas un artista que cuestione, sino que eres mal artista. Entonces es una manera de censurar también porque nadie quiere ser mal artista. Nadie quiere entrar en un proceso de marginalización del artista en el cual no solo dejas de tener exposiciones, no solo dejas de poder tener una entrada económica con tu trabajo, sino que ya dejas de ser un modelo a seguir por la gente joven, porque te conviertes en un fracasado. Te conviertes en el artista que no triunfó.
Porque en Cuba parte de la censura es que hay un solo camino para triunfar. Es parte de la lección que quiere dar la censura. Si quieres ser un artista digamos de éxito, tienes que hacerlo siguiendo este camino y solo por este camino llegarás a alguna parte. Y eso no es verdad, hay muchos caminos para lograr el éxito y cada persona tiene una idea diferente de lo que es el éxito. Hay personas que necesitan tener un éxito económico y hay personas como yo que no les interesa eso, que lo que me interesa es poder hacer mi obra lo más libremente posible.
Yo creo que cuando hubo estos problemas de censura en los ochenta, vieron un peligro en las exposiciones y las empezaron a cerrar. Después se dieron cuenta de que eso no era bueno, y entonces fueron a ver las exposiciones antes que abrieran. Para no quedar mal con el artista, le decían “oye mira a ver, quita la obra, que tiene problemas”, etc. Crear este proceso, como yo le llamo, de chantaje emocional con el artista, para que el artista haga lo que quieren las personas en el poder.
Después empezaron a ir a los talleres de los artistas. Ya no esperaban a que tú expusieras sino que iban a ver la obra que estabas haciendo, hablaban contigo, para que la cambiaras, “mira esto no es adecuado en estos momentos”. Y ahora han llegado a un nivel que me parece totalmente cómico y absurdo, donde censuran la obra que ellos creen que tú vas a realizar: ni siquiera censuran lo que has hecho, desde tu estudio, sino lo que no has hecho todavía. Y eso pasó el año pasado, que vinieron los factores, para decirme que no se me ocurriera salir a la calle a hacer un performance con la gente. A mí no se me había ocurrido, o sea, me pareció fantástico, que ya ellos, viendo ciertas condicionantes que podían parecer como una preparación de obra, piensen... es decir, que ya los censores piensan por ti. Ya los censores crean la obra por ti. Que es como un nivel que yo no conocía en la censura.
Entonces, cuando yo hablo de normalización, es que en este momento, una vez que se cambiaron las relaciones con Estados Unidos, que se empiezan a crear procesos de acercamientos con los dos gobierno, la gran crítica que ellos tienen aquí, es que no hay libertad de expresión. Entonces ellos tienen que ver de qué manera, y están en un problema grande, porque tienen que ver de qué manera complacen a los americanos dando un poquito de libertad de expresión, pero una libertad de expresión que ellos están dirigiendo, o sea, una falsa libertad de expresión.
Es algo que están construyendo, un gran teatro que ellos están haciendo, donde dejan a unos y no a otros, decir cosas. Y a los que dejan decir cosas, son gente que son su gente, digamos. Gente que trabaja con ellos, que son de confianza para ellos, etc.
Y una cosa nueva que estoy notando en la normalización, es que la manera en la que justifican toda la censura que están haciendo últimamente, viene siendo que está bien censurar, porque en todos los países se censura. Y tú no puedes comparar la censura que existe en Cuba con la censura en otros países, que es una censura limitada a la obra que está censurada. En Cuba te censuran la vida. No la obra, te censuran tu vida. Y entran con todo el peso del gobierno. Todas las instituciones, desde el CDR hasta los trabajos, donde tú vives, a la gente, los amigos, tus parejas, o sea se meten en todos los aspectos de tu vida y es una censura total. No es una censura parcial, es total. Y tampoco tienes los espacios para tú poder convertirte en contracultura.
Es que ni siquiera en Cuba tienes la posibilidad de convertirte en un artista que hace crítica institucional, porque si lo haces quién es la institución en Cuba: el gobierno, por lo tanto eres contrarrevolucionario. No eres un artista de crítica institucional, sino que eres un artista contra el gobierno. Es decir, que es bien cerrada la situación, es muy cerrada.
Lo que hace es que ellos tienen pequeñas válvulas de escape, como un programa de televisión en el que alguien dice alguna cosilla, un noticiero que hace una pequeña crítica, pero nadie critica ni nadie se pregunta las cosas esenciales. O sea, todo el mundo puede hablar más o menos con control, más o menos con permiso, de ciertas cosas, y siempre de manera fenomenológica. Pero nadie pregunta quién causó el problema. Que para mí esa es la parte más grave, esa es la parte que evidencia que en Cuba no hay libertad de expresión. Porque la libertad de expresión es que tú puedas decir quién causó ese problema. Y en Cuba eso no se puede hacer.

Niño, para ahí.
No se oye?
Sí, pero el micrófono está rozando con la tela todo el tiempo
Te voy a preguntar ahora de la relación de los artistas con los censores, que no eran desconocidos...
Qué bueno que estamos haciendo esto porque ya es una cosa menos que tengo que hacer, de la lista, una cosa menos.
Está muy lejos, muy bajo.
No, es que se desbalancea. No, no tanto, ahora tienes que subir.
¿Tan chiquito? No, él quiere subirlo por otro lado.
Ya, a esa altura.
No se puede poner el ventilador porque se oye un ruido.
¿Pero las balitas las dejan entrar?
Eso me lo regaló Santana.
Es cada vez que choca con la tela.
En el centro del vestido, Tania, ahí.
No te preocupes que no me voy a mover tanto.
Pero tú puedes limpiar el sonido después, el frufru....
A ver, dime de la relación del censor con el artista, y lo puedes unir todo con el gremio artístico, si es que existe un gremio, cómo se comporta la solidaridad con los demás artistas, que, como tú has vivido en el extranjero, obviamente es diferente...
Ah, ¿ya yo dije que querían decir que la censura en Cuba era igual a la de los otros países?
Dijiste que los funcionarios, que la censura se quería equiparar a la censura de afuera.
¿Dije eso?
Dale. Grabando.

Una de las características de la censura en Cuba que creo que es un poco anómala, comparada a la censura que existe ahora en el mundo, aunque creo que es un poco como la censura que existió en el campo socialista también, es que el censor no es una persona extraña, desconocida, generalmente el censor es el burócrata que te dirige desde la institución cultural que te atiende o a la que perteneces, es la persona que ha trabajado contigo en tu centro de trabajo, es tu profesor, es un amigo, puede ser incluso hasta un amante para alguna gente...
Es decir, el censor en Cuba es un ser humano, es una persona que tú conoces, es una persona con la que tienes un roce con la que tienes historias. Y es alguien a quien le conoces la historia también. Es decir que es una asociación muy perversa, creo yo, porque de nuevo es un chantaje emocional, hay un llamado a la amistad, sensibilizan todos los elementos posibles que uno pueda valorar como ser humano, la amistad, la familia, principios éticos, no querer dañar a una persona para precisamente forzarte a que tú cambies tu idea. Es decir cuando tú censuras en Cuba no es solamente una censura artística, es una censura ética, que entra dentro de tu campo ético, te hace sentir muchas veces mal, porque tú estás sintiendo que le estás haciendo daño a otra persona. Esa persona se aprovecha para que te sientas culpable.
Un ejemplo, generalmente ellos te mandan una persona que tú aprecias, es muy raro que manden a un desconocido a censurar: generalmente es alguien que ya tiene una relación contigo y que te recuerda un poco su amistad, las relaciones, cómo han conversado antes, lo bien que se han entendido y cómo ahora tú eres una persona intransigente, cómo eres una persona que no quieres entender y que le estás haciendo daño a tu amigo, que ha venido a hablar contigo.
Es decir, eso me parece una de las cosas más perversas que existe en la censura aquí actualmente. Incluso, una cosa interesante, en los ochenta sucedió algo, para mí también un poco anómalo, que es que los censores, de tanto que hablaban contigo, los de la seguridad, que en esa época todo el mundo lo hablaba, no como ahora, que los llaman y nadie lo dice... En los ochenta, una de las cosas bonitas era que la gente de la seguridad venían a hablar con los artistas para que cambiaran la idea, para valorar lo que estaban haciendo, para revisar las obras, para conversar, y todos los artistas hablaban de eso.
Y eso fue algo muy sano, porque el hecho de tú saber que ya a otra persona lo habían ido a ver, te daba, no sé, era una sensación de colectividad y de compañerismo, ¿no?, y de saber cómo iban las cosas.
Y el hecho de que la gente compartía lo que el seguroso le decía, por ejemplo nosotros nos reuníamos con un muchacho y él nos contaba todo lo que el hombre le decía y todos los argumentos y todas las discusiones que tenían, porque él sí creía que desde adentro podría cambiar las cosas, ¿no? Y era muy interesante, porque entre una persona que era de la Seguridad del Estado, y que era un censor oficial, (que su trabajo era ser censor) se establecía una relación casi afectiva con el interrogado, con el llamado a conversar. Y eso es una cosa muy rara que solo pasa en Cuba.
Yo me acuerdo que él hablaba del agente en primera persona, Rudy, se llamaba, nunca se me olvida, que si Rudy vino por aquí, que me dijo tal cosa. Y me acuerdo que nosotros discutíamos incluso estrategias para que él la próxima vez le dijera más cual cosa. Y era algo muy loco, que hasta la persona que trabaja como el represor que te atiende, que te estudia tu sicología, que sabe tu historia personal, íntima y de todo tipo para poderte manipular, se convierte en una presencia cotidiana. Eso es una cosa que a mí me parece atrófica. Y creo que es algo que ha permanecido. Y quién sabe, que el censor en algún momento pueda dudar, y no es que haya pasado mucho, pero siempre queda la esperanza de que tú puedas pervertir, a ese censor.

Espérate que estoy sudando como una bestia...
Eso sigue sonando.
¿Ahora mismo?
No, ahora mejor.
Tania pero una cosa clave, a ti, a nosotros, a todo el mundo, nos están aplicando técnicas de contrainteligencia militar.
Pero acuérdate de Lezama Lima. Los expedientes archivados y alguna muestra en el museo de la Seguridad del Estado ahora mismo...
A ningún artista del mundo se le aplica un método de contrainteligencia militar. Por eso se meten en tu vida.
Sí que te tratan como al terrorista.
Exacto.
Aquí no hay tomacorriente... se está acabando la batería.
Recuérdame eso.
Ah, aplicando técnicas militares... pero la Gestapo hacía lo mismo.
De eso se trata justamente.
¿Por qué no es lo mismo? ¿Cuál es la diferencia?
¡Es lo mismo! Es lo que yo estoy diciendo.
Vamos a decir eso que está bueno. Y si quieres decir otra cosa...
Lo del gremio artístico... yo sé que tú no vas a juzgar a nadie ni quieres tirarle tierra a nadie...
Yo hablo cantidad. Mira aprovecha y alcánzame el teléfono.
Podrías hablar de Occupy y cosas así donde has participado, que se reúnen cierta gente que defienden sus intereses, es como dice el Sexto, si a uno solo lo censuran, están censurando a todo el mundo...
Es lo que yo dije en ese texto, que la gente es la que permite la censura...
Sí, tú lo escribiste...
Sí, Sarah, how you doing, is my only day off, so,right now I´m being interviewed for a documentary...
Esta gente que fuera pa´allá pero les dije que hoy es mi día libre. Lia, tú crees que será como una hora, I think maybe an hour. See you.
Hasta yo estoy empegostada del sol... Chama la luz se va a ir casi ya.
Sí yo sé, pero vamos a tratar de hacer algo en Bellas Artes.

Una cosa también que es extremadamente, aún cuando las instituciones culturales están tratando de vender la censura artística...

Sigue sonando esa cosa. Está sonando todo el tiempo. Pero eso no tiene sentido... Será mi corazón... je je. Qué raro. Al principio estuvo mucho mejor... Uno, dos, tres, mira a ver Lia...Hay un ruido, no, un ruido del micrófono. Eso es el cable. Encendido y apagado. Voy a volverlo a encender. No, la esponjita es para limpiar. Está en On. Mira a ver ahora. Pero el principio estuvo mucho más limpio.
Es otra cosa. A lo mejor es un falso contacto en el audífono. Mira a ver ahora. Es el cable, trata de no tocarlo mucho. Vamos a seguir así mismo que se va la luz.

Una de las cosas que es muy específica del contexto cubano sobre la censura, aunque no es única, históricamente existe en otros lugares, es que la censura artística se convierte en un asunto de estado.
Pasa de ser una cosa cultural a ser un asunto de estado. Es algo que no tiene sentido en otro lugar porque en realidad la manera que se censura en Cuba es usando métodos de contrainteligencia militar, donde por ejemplo te hacen interrogatorios, donde te vigilan constantemente como si fueras un objetivo militar, te tratan como si fueras un terrorista de estado, te ejercen toda una presión mediática y un asesinato de la personalidad como si fueras un terrorista. Es decir, que los artistas que ejercen la crítica o que dicen algo a destiempo, la razón, siempre se usa esta justificación de que no es el momento adecuado. ¡Pero nunca ha sido el momento adecuado! O sea, tú te lees Mapa dibujado por un espía, de Caín, Cabrera Infante, sobre los eventos de lo que le pasó cuando lo aislaron y es lo que me sucedió a mí el año pasado. Yo me leí ese libro y me pareció que estaba leyendo mi propia biografía. Porque esos métodos siguen siendo lo mismos, son predecibles y son como un teatro que se arma, donde todo el mundo adquiere el rol de un personaje, donde la narrativa ya la conocemos todos, todo el mundo sabe lo que tiene que hacer para sobrevivir. Es algo que realmente va más allá de la censura.
Es una censura que está ya interiorizada, y la gente al escuchar algo que puede ser problemático inmediatamente asume su papel. Inmediatamente saben que tienen que dejar de verte porque los van a venir a ver. Es una cosa increíble que la gente tenga ya incorporada en su ADN la estructuración del miedo como manera de sobrevivencia.
Lo otro que sucede en el mundo de las artes plásticas que es el que yo conozco, llevan veintitantos años, desde los años noventa, tratando de imponer algo que hasta ese momento era falso, que es el mercado del arte. Yo recuerdo en los noventa que los críticos, los profesores, los grandes artistas hablaban del mercado del arte. Cuando digo grandes artistas me refiero a los artistas oficiales, por supuesto. Y yo decía, pero de qué mercado del arte hablan si aquí no hay coleccionistas en Cuba ni nadie viene a comprar. Y es que ellos estaban preparando ya una dinámica y estaban haciendo unas pruebas de cómo reaccionaban las personas ante el mercado. Y fue de un uso efectivo para el gobierno porque la gente cuando siente que forman parte del uno por ciento económico del país, que van a perder algo que les hace su vida más fácil, que les hace tener un estatus social diferente, pues se convierten en cobardes autónomos. Nadie necesita decirles que no hagan algo, ellos son sus propios censores de su obra.
Ahora mismo estamos viendo en Cuba que las personas que censuran más, son las personas de mejores posibilidades económicas, que tienen las posibilidades sociales para abrir espacios de libertad. Porque saben que una vez que que un concierto de la persona equivocada se haga en tu espacio, que ellos vean que una obra demasiado fuerte se exponga en tu galería, que venga incluso a comer alguien en tu restaurante que no deba venir, eso puede provocar el cierre de tu proyecto. Porque los proyectos aquí son falsos. Aquí nadie es dueño de nada. Aquí nadie es dueño de su propio proyecto: tú puedes por un tiempo tener una autonomía, pero siempre vas a depender del capricho o del miedo incluso de un burócrata que está en el poder. Porque mucha gente que te censura es porque los mandan porque son burócratas que tienen miedo de perder su puesto de trabajo si pasa algo que ellos piensan que va a lucir más. Ellos representan a la censura gubernamental pero como personas individuales deciden si algo les va a crear un problema o no. Hay muchas censuras en este país que terminan en el gobierno pero vienen de muchas partes.
Es difícil cuando las personas aceptan la censura de otros, están dejando ir una parte de su propia libertad. Y es lo que no se entiende. Cuando tú estás de acuerdo conque a un autor no le publiquen su libro, tú estás autorizando al censor a que no te autorice a ti a publicar tu libro. O te estás convirtiendo en el censor que vas a evitar escribir cosas de ese tipo, aunque sea lo que quieres hacer, para poder publicar ese libro. Ese es el problema que hay aquí. Se ha cedido mucho terreno. Y también por supuesto que este es un pueblo que no tiene fe en su propia función en un cambio social. Este es un pueblo que no cree que puede tener un poder, o que tiene todo el poder, porque los pueblos son los que tienen todo el poder. Pero los han convencido durante muchos años de que ellos no pueden cambiar nada. Entonces los que quieren cambiar algo, los que empiezan a hacer cosas se van cansando. Esto es una lucha de desgaste y siempre, hasta ahora, han ganado ellos porque son los que han estado allí por más tiempo y con más infraestructura. Pero bueno yo tengo la sensación de que esta vez ya no va a ser así, sé que es lo que piensa todo el mundo pero...

Niño para ahí.
¿Se oye mal?
Se oye muy mal.
Es una pena, porque estás haciendo un ensayo sobre la censura, sinceramente.
Niña, eso tiene que limpiarse después...
Pero es que al principio no ocurrió.
Tania, métete el cable por dentro.
Ni que yo fuera inocente, ni que yo fuera virgen.
No me has hablado del gremio...
Vamos a llegar ahí, relájate, te estoy haciendo algo que no le hago a nadie. Yo a todo el mundo le digo, tienes veinte minutos y me voy... ¡vaya!, aprecia lo que estoy haciendo. Yo normalmente mis entrevistas son algo rápido. Pero aquí estoy divirtiéndome, estoy gozando.
Prueba a ponértelo en la camisa, el micrófono.
Mira a ver tú Luis, no sea que...
Bueno, esta es mi única entrevista, yo no la voy a repetir.
Es que no te va a quedar tan buena como esta.
Mira, coge mis audífonos.
A ver, vamos a hacer una prueba, no muevas nada, habla en estado yoga...
Dale, sigue porque se va la luz.
Mira, coge mi cartera que mis audífonos sí funcionan.
Eso empezó cuando moví la cámara.
Necesitas unos audífonos para eso...
No es el audio... es un ruido que no se va a poder limpiar.
Vamos.
Ahora qué viene. Pregúntame lo mismo.
La solidaridad...

Esa misma conducta aprendida que tienen los artistas en la cual tú sabes cuando alguien es tóxico entre comillas y te puede crear problemas a ti por la cercanía, entonces hay esta reacción automática digamos, esta reacción condicionada, en la cual los artistas saben a qué nivel de cercanía deben estar con una persona para poder mantener la amistad, o poder no perderla si es alguien que tú valoras o tú crees que pueda ser útil en el futuro y a la vez alejarte lo suficiente para no meterte en el círculo del infierno donde caes cuando uno apoya a alguien que está siendo censurado.
Uno de los efectos de esta censura de cincuenta años, sostenida, cotidiana, una censura que no es algo raro, que tú digas, ah, le tocó a esta persona hoy, ayer le tocó al otro, es algo que uno llega a ver natural y no lo es, es que la gente ha desarrollado un instinto oportunista super fuerte, en cual valoran qué les va a dar más, si apoyar a un censurado, o dejarse censurar. Y ese es un fenómeno nuevo que está sucediendo. Yo creo que en los ochenta, por lo menos en las artes plásticas, hubo una, no sé, el gremio de los artistas tuvo una solidaridad bellísima donde censuraban a uno y todo el mundo iba para allá, o todo el mundo hablaba de lo que sucedía, cada uno desde su punto de influencia trataba de cambiar la situación, los censores. Sin embargo hoy en día, no creo que sea algo casual, la Seguridad del Estado estudió este fenómeno de solidaridad que había entre los artistas y creó un sistema en el que hoy día es bien difícil tener esa solidaridad. Porque han creado divisiones, han creado estatus diferentes, becas que le dan a unos y no a otros, hay una educación de chivo expiatorio generalizada, muy precisa, en el cual la beca se le da al que todo el mundo sabe que no se mete en nada, hay como unos contratos en silencio que se hacen constantemente.
Yo creo que eso puede estar pasando por un momento que llegue a una crisis y se le pueda revertir al gobierno y pueda de nuevo el artista tener una solidaridad, porque hoy los que tienen el poder económico, los que tienen el poder de darle promoción a la obra de un artista cubano fuera del país, ya no es el gobierno solamente. Ellos están esforzándose muchísimo por no perder esa condición de únicos hacedores de carreras artísticas y los que tienen la influencia dentro y fuera de Cuba para darte oportunidades profesionales, pero eso ya hoy no está siendo tanto y cada día será menos.
Desgraciadamente no creo que todo el mundo tenga buen corazón pero creo que mucha gente van a decidir apoyar entonces, esperamos, yo creo, que haya algunos que van a empezar a apoyar a los censurados, porque sientan que ya eso no va a tener una influencia en su carrera porque ya haya otras maneras de abrirse paso, o porque el censurado tenga mejores influencias que el Ministerio de Cultura. Entonces pueden ser momentos muy interesantes que a mí me gustaría ver que sucedieran. Yo estoy segura de que va a ser así, quizás no ahora mismo, pero mientras más artistas tengan más poder, fuera de Cuba, no dentro, y que tengan la posibilidad de influir en la obra de otros artistas, quizás eso será una manera de luchar contra la censura en Cuba.

La solidaridad internacional... yo te hablaba más bien... Ves, que no quieres echarle tierra a nadie. Está bien. Habláme de tu artivismo. ¿Por qué te consideras una artivista y qué pudiera hacer el artivismo por Cuba?

el cambio

Ha sido un proceso largo. Yo cuando estuve estudiando en Cuba y cuando hice mis primeras exposiciones aquí, sentí muy fuertemente algo que sucedía cuando yo era una artista joven, que casi te obligaban a que todo fuera político, las lecturas siempre iban a ser políticas, aún cuando tu obra fuera un viaje interior, digamos, eso es una posición política. Y al darme cuenta de esto empecé a trabajar desde esa perspectiva. Y entonces viajo a los Estados Unidos y viajo a Europa y allí encontré algo que yo no entendía, había muchos artistas que en su tiempo libre eran activistas, pero entonces su obra, muchos no eran artistas políticos. Yo no entendía por qué esa dicotomía, por qué teníamos que ser seres fragmentados cuando de hecho, hacer tu obra políticamente es algo que yo veía como algo natural, porque se hacía aquí mucho. Y ahí yo empecé un poco a trabajar y acercarme a personas que sí hacían ese mismo tipo de trabajo, personas que sí usaban el arte para tratar de cambiar la sociedad, personas que estaban usando los medios artísticos, no solamente para que la gente supiera que sucedía algo, no solamente como una manera de visibilizar un problema y hacer de un problema una discusión colectiva, sino también artistas que les interesaba usar el arte más allá de un proceso de concientización, como un instrumento de cambio social.
Por supuesto, cuando se habla de cambio social quisiéramos imaginarnos cosas maravillosas, el cambio social es muy difícil, que toma muchísimo tiempo, que lleva muchas presiones simultáneas de muchos lugares, porque un cambio cuantitativo es muy difícil, y solamente es un proceso al que se llega por una acumulación de cosas que suceden, que tienen que venir de muchos lugares, como el caso de Cuba, que el gobierno sienta que no puede con todo, porque cuando tú tienes un solo proyecto te pueden caer arriba y se acabó, pero si tú tienes quince proyectos de quince grupos distintos, todos trabajando a la vez, con el mismo nivel de intensidad, es bien difícil para ellos, porque ellos tampoco son tantos. Es la idea que tengo.
También trabajo la idea del arte útil, es decir, como a través del arte se puede cambiar la cultura de la queja por la cultura del cambio social. Mucha gente se queja, se satisface con esa acción de quejarse, de verbalizar algo que llevan por dentro que es más complejo, sencillamente lo hacen delante de alguien, se sienten satisfechos, se van para su casa y no pasa nada. Yo creo que eso es algo que hay que cambiar. Hay que darle a la gente herramientas para que entienda que sus deseos no son prohibiciones, que sus deseos no son utopías. Que sus deseos son las necesidades como ciudadanos que ellos tienen y a la que ellos tienen derecho de perseguir para que se realicen. Que ellos como ciudadanos, tiene derecho a proponer a una sociedad porque son parte de ella, que tienen derecho de discutir con cualquiesquiera sean las entidades pertinentes para que sus sueños se realicen. Porque cada ciudadano debe ser respetado, aunque seas una persona que quieres algo que pueda hacerse, tú tienes que ser escuchado, y tienes que ser respetado.
De ahí llegué a una conclusión y es que a mí me interesaba que en Cuba, debido a todo lo que sucedió el año pasado aquí la gente, ni yo tampoco, conocía ni sus derechos, ni las leyes, que toda la programación, porque no es ni información, toda la programación informática que hay alrededor de tu cotidianidad está hecha para que tú no sepas nada, que solamente tengas una visión digamos sensorial de la situación, pero que tú no puedas entrar ni a preguntar los detalles en ningún lugar, ni a comprobar la veracidad de nada, ni a tener tus propios recursos de investigación.
Por eso el instituto. Porque en Cuba es cierto que la gente aprendió a leer y escribir, pero ahora nadie puede leer lo que quiere ni escribir lo que siente; ni puede hacer lo que desea, y en ese sentido necesitábamos, es lo que vi el año pasado, todo esto está sucediendo porque necesitamos una campaña de alfabetización cívica. Es decir, ya sabemos leer y escribir, pero yo quiero ahora leer lo que yo quiera, y escribir lo que yo quiera. Y tengo el derecho de hacerlo. Y eso va muy ligado al tema de la censura. La idea del Instituto es precisamente sistematizar algo que se hizo el año pasado, que fue nada más que la lectura del libro de Hannah Arendt, quien le da nombre al instituto, Los orígenes del totalitarismo, sistematizar un conocimiento que sea teórico-práctico.
Yo creo que uno de los grandes problemas que tiene la revolución cubana, y cuando digo revolución estoy hablando de un branding, no del concepto de revolución sino de cómo ellos se nombran a sí mismos, como una etiqueta, como una marca. Yo creo que ese proyecto de la revolución cubana como marca está en crisis por muchas razones, pero la primera es que no hay dirección ni madurez política. Las decisiones del gobierno se basan en caprichos personales y momentos de desesperación donde se toman decisiones para resolver, como decimos aquí, no mediante un estudio teórico previo, ni nada, solo estamos resolviendo lo de hoy, pero no estamos viendo cómo eso puede influir dentro de 10, 20, 30 años y cómo eso va a tener una repercusión. En parte por qué, porque las personas que están dirigiendo ya son viejas, les quedan unos pocos años, por lo tanto ellos no se hacen responsables del futuro de este país.
El instituto quiere traer un poco de teoría sobre la realidad, quiere traer momentos de pensamiento y de discusión sobre lo que está sucediendo, no solamente desde un aspecto práctico de resolver de cómo salimos de esto, sino entender qué cosa es una nación hoy en el mundo, no tiene que ser la nación de los independentistas de principio del siglo XIX, no tenemos que pensar en nación como Martí, podemos pensar en nación de otra manera. De una manera un poco más interesante. Yo creo que parte de esa crisis que tenemos hoy es que no tenemos un proyecto de nación, el gobierno cubano no tiene un proyecto de nación. Es como si nuestra vida se convirtiera en la vida de un tránsfuga donde todos tenemos que ver qué hacemos para poder sobrevivir. Y eso no es un proyecto de sociedad. Queremos en el instituto hablar de todas esas cosas.

Está perfecto Tania.
Yo creo que yo hablo demasiado.
La gente viene ahora con una especie fascinación, yo creo que siempre lo ha hecho, pero viene gente de izquierda buscando la fantasía del experimento en el que nos convirtieron. ¿Tú te consideras de izquierda? Cómo explicas esa fascinación, ahora mismo que la ciudad ha sido declarada maravilla universal en plena desmoronación.

el socialismo

Yo, políticamente me identifico, más que de izquierda o derecha, por los movimientos sociales.
Yo a nivel político me he criado en una sociedad socialista, con valores sociales y de justicia social (que nunca se realizaron), pero se hablaron y te los metieron en la cabeza como una aspiración.
Entonces yo realmente sí tengo esa sensibilidad, ante las injusticias sociales, yo me formé así.
Y también me gusta ser un poco utópica y no tan pragmática como mucha gente, me gusta todavía tener un poquito de sueños. Si se pone en los términos más clásicos yo sería de izquierda.
Nosotros siempre dijimos que la izquierda internacional era nuestro peor enemigo.
Porque esas personas tienen una visión de lo que sucede en Cuba que es la visión propagandística.
A principio de la revolución, el gobierno vendió este proyecto como una participación colectiva, incluyendo personas que eran de fuera también, cómo, brillante. Yo creo que aquí se hicieron cosas brillantes que debían estudiarse bien. Por ejemplo, venía gente a cortar caña: la idea de traer gente a pasar trabajo en Cuba, ¿no? Porque sentían que pasando trabajo iban a ser como los cubanos, y era un pasar trabajo distinto, pero ellos sentían que al ellos hacer ese sacrificio, ya estaban equiparando su experiencia con la de un cubano, y sentían que estaban realizando y ayudando al proyecto. Cosa que es falsa, porque ninguna de esa gente que vino a cortar caña, después esa caña sirvió, o sea, no se hizo un cambio en la economía, sino para mal, pero era un gesto simbólico, en el que toda esa gente regresaba, sintiéndose bien consigo mismos.
Ese fue sobre todo el gobierno de Fidel, que fue entender bien cuáles era los sueños irrealizados de las personas que venían a Cuba y darles la oportunidad de ser quienes ellos siempre soñaron que querían ser, y que no podían ser en ningún otro lugar. Es decir, si tú quieres ser un escritor con un premio nóbel, aquí lo puedes conseguir. ¿Quieres ser un gran cineasta?, aquí puedes serlo. ¿Quieres ser un empresario importante, un gran millonario?, aunque lo que tengas sea quinientos mil dólares, pero ¿quieres sentirte como un dios?, ¿que todo el mundo te adule y que todo el mundo te haga sentir que eres el rey de La Habana?, aquí puedes lograrlo.
Fue un mecanismo sicológigo extraordinariamente inteligente, perverso, maquiavélico, en el que mucha de la izquierda internacional, sabiendo los problemas que había en Cuba, se autocensuraban, para no dañar la imagen de la revolución. ¿Por qué no querían dañar la imagen de la revolución? No era por nosotros, era porque para la izquierda internacional nosotros éramos una manera de ayudar a la lucha de ellos en otros lugares: ellos nos ponían como ejemplo impoluto de lo que ellos no podían tener en esos lugares, y como una manera de avergonzar a sus políticos porque nadie había logrado lo que aquí se había logrado. Por supuesto, todo son grandes tergiversaciones, que no ven el desarrollo revolucionario cómo se va deteriorando a tantos niveles, no solo los hospitales que se van cayendo, que ahora somos esa ciudad maravilla, una maravilla moderna donde los edificios se derrumban y las personas mueren debajo de los derrumbes. Donde la gente vive en condiciones paupérrimas, en la miseria, donde el gobierno no se responsabiliza ni por sus vidas, ni toma precauciones antes que suceda lo peor, porque no existe un sistema de rescate ni nada.
Es muy útil tener un ejemplo para decir que lo tuyo está mal, pero para poder hacer eso tienes que decir que aquello está bien.
La otra cosa interesante es que en este momento, en mi criterio personal, no creo que el gobierno de Cuba sea un gobierno socialista. El gobierno de Cuba no es un gobierno de izquierda. El hecho de que el gobierno cubano sea amigo del gobierno venezolano, boliviano, ecuatoriano, etc, no significa que sea de izquierda. Creo que hay una cercanía natural, porque somos latinoamericanos, y creo que hay una relación en la cual coinciden con estas aspiraciones sociales, pero en realidad lo que más los une es el derecho que se han adjudicado esos presidentes a ser como los escasos presidentes de Cuba: eternos. Creo que en lo que más se parecen es en cómo han tratado de cambiar las constituciones para poder mantenerse en el poder, indefinidamente. Entonces eso no es ni socialismo, ni izquierda. Eso se llama caudillismo, se llama dictadura, se llama otras cosas.
Cuando un gobierno empieza a trabajar y a cocinar desde el punto de vista dictatorial, en el que una persona esté indefinidamente en el poder, eso por principio no puede ser un espacio socialista, porque las cosas no responden a los preceptos del socialismo, sino responden a los caprichos de un ser humano. Eso jamás podría ser socialismo. Aunque estén las regulaciones, las prerrogativas clásicas del socialismo, como que los medios de producción pertenecen al estado, etc.
En este momento yo siento que el gobierno cubano ha tenido momentos en el que se ha convertido en un gobierno neoliberal que se vende como un gobierno socialista. Porque un gobierno que se deshace de la preocupación y de su responsabilidad ante cosas como esos edificios que se están cayendo con personas que viven dentro en pésimas condiciones y sin posibilidad de salir adelante, que no haya agua o comida, que cierren las escuelas porque no hay dinero...
Aquí se intentan dar esos cambios neoliberales, en los cuales el gobierno se deshace de sus responsabilidades y se las da a los individuos, pero en el caso de Cuba, sin que esos individuos tengan las condiciones ni la infraestructura para hacer lo que debería hacer el gobierno.
Me parece que es algo paradógico: a nivel de discurso, somos socialistas, pero en la vida real, no lo somos. Es lo que pienso.
Lo que sucede también en este momento es que a mí me parece que es muy importante que los extranjeros que vienen a Cuba a hacer exposiciones, ya sean artistas, entiendan cuál es la función que ellos tienen aquí. Hay mucha gente que está usando a Cuba para progresar en sus carreras personales, para ganar más dinero, para subir de estatus social. Los extranjeros que vienen a Cuba están usando a Cuba. Hace falta que ellos entiendan que tienen que venir para estar con Cuba, que es algo diferente.
Creo que los que vienen deberían ver que su presencia tiene que tener un impacto, y el impacto debería ser hacer pensar a las personas, proponerle a la gente una visión diferente de su realidad, tener un diálogo interesante con las personas donde se cuestionen cosas que aquí se viven como normales. Y hay otras que vienen y no entienden que con su actitud no confrontativa, para tener una exposición que va a sonar bien en su currículo y va a estar a la moda porque va a irse con algo interesante que contarle a sus amigos cuando regrese, hacer eso significa que le está dando una legitimidad a los censores en Cuba.

Quedó volao, has hecho una tesis en serio...
Todo no tiene que ser personalizado. Porque la gente siempre piensa que una es egocéntrica que solo habla de ella. Yo no quiero hablar desde la primera persona. Quiero romper con eso.
Por eso quiero filmarte en Bellas Artes, porque no quiero que sean solo entrevistas. Quiero ir al museo, filmarte en la escalera, que me cuentes cómo fue la exposición de Tomás Sánchez donde no te dejaron entrar, subir a donde está tu bandera colgada...

Dale, vamos, mira yo estoy tratando de hacer con los textos que estoy sacando ahora por INSTAR, que la gente no piense que sea sobre mí. Que sean cosas que suceden aquí, que no me pasa a mí nada más.

Dec 26, 2016

Tania Bruguera: Patria y Libertad


Hoy Cuba entra en una nueva etapa, una etapa que requiere que pasemos de la anécdota
al dato histórico, del rumor a la investigación, de las pasiones a los hechos, de lo
simbólicamente asumido a lo concretamente realizado.

Ha llegado el momento de pedir que se abran los archivos, que se sepa hasta dónde una
verdad fue construída y hasta donde una victoria fue ganada, que podamos contar con
certeza nuestros muertos por el mundo, podamos entender nuestros avances sociales y
que sepamos qué acuerdos toma el gobierno en nuestro nombre.

El pueblo Cubano tiene derecho a saber su historia, toda y a poder sacar sus propias
conclusiones.

Hoy los cubanos han dejado de ser niños que esperan órdenes.

Pero no aceptar que nos subestimen requiere entender el sentimiento de los otros, de los
que piensan y sienten diferente a uno, es entender que no vas a tener siempre la razón y
que discutir no es para ganar sino para aclararse las ideas y para ponerlas a
consideración.

Tenemos que parar de pensar que nuestros sentimientos son los únicos válidos porque el
proyecto de La Revolución ha sido una experiencia diferente para cada uno de nosotros y
todas por ser experiencias han sido válidas, hay cosas que rescatar y cosas que eliminar.
Sería mucho más interesante ver cómo se ha procesado la experiencia, que se ha hecho
con ella, en vez de negarle a alguien lo que siente.

Tenemos que empezar a decir que no a lo que no nos parece bien, a lo que no nos hace
sentir limpios y honestos aunque esto nos lleve a perder una posición de privilegio, porque
ningún dinero, ninguna oportunidad profesional, ningún comfort material se compara con
sentirse libre con poder decir lo que uno piensa, sin miedo.

Pero el proyecto de vida que podemos crear a partir de ahora sólo es posible si dejamos
de tener doble moral, si dejamos de decir una cosa para unos y otra para otros.

Tenemos ante nosotros un momento único en el que defender no a un gobierno o una
oposición, sino donde crear todos juntos una visión para Cuba, que no sea extrema de un
lado o de otro sino que sea una compilación de todas nuestras visiones.

Es el momento de crear una infraestructura legal que incluya el respeto a la diferencia de
opinión y que no permita nunca más el odio político. Donde un gobierno no tenga control
de los afectos de sus ciudadanos sino que sea un espacio donde encontrar decisiones
justas e inclusivas.

Es el momento de crear una infraestructura política que garantice que nunca más exista
un presidente que tenga todos los poderes como ha sucedido en Cuba tres veces desde
1902 y piense que sabe mejor que nadie qué es lo correcto para todos.

Es el momento de crear una infraestructura social y cívica que incluya a todos, que
incluya los derechos para todos, que incluya el disentir como un derecho ciudadano, que
incluya una alfabetización cívica.

Es el momento de crear una infraestructura emocional que dé espacio para entendernos,
una estructura que no permita que nada nos horrorice o nos minimice.

Una estructura que permita la solidaridad y la privacidad, los derechos personales y los
derechos sociales, donde la vida que quieres es respetada pero es también un esfuerzo
conjunto, una estructura que permita las verdades y las demandas que tienen todos: la
mayoría pero también la minoría.

Un lugar donde exista la utopía humanista pero nunca más la paranoia ciudadana.
Donde las emociones no interrumpan lo justo.

Hoy empieza el verdadero trabajo de todos los cubanos: hacer un balance de lo que
queremos rescatar y lo que queremos cambiar, es el momento para dejar de decir
nuestras esperanzas en voz baja, es el momento de no sentir miedo.

El mejor homenaje que podemos hacerle a nuestra patria y a nosotros mismos, es no ser
nunca más sumisos, es nunca más ser una nación cínica, nunca más una nación donde
hayan varias categorías de cubanos, ni una nación de donde haya que irse; sino un lugar
donde la vida sea un acto digno del que estamos orgullosos.

Poner el amor, la familia, la amistad por encima de la ideología es la única manera en la
que Cuba podrá ser de nuevo patria.

¡PATRIA Y LIBERTAD!

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Homeland and Freedom
By Tania Bruguera, Director of INSTAR

Today in Cuba, we start a new phase, a phase that requires us to transition (shift) from an
anecdote to historic data, from rumor to research, from passion to facts from what was
symbolically assumed to what was actually done.

Time has come for us to ask for that archives be opened, to know how many truths were
manufactured and to what extent victories were achieved, to know with certainty how
many Cubans have died around the world, to understand what social progress we have
made and to learn which agreements the government has made on our behalf.

The Cuban people have the right to know its history, all of it, and be able to draw their own
conclusions.

Today Cubans have stopped being children waiting for orders.

However, refusing to be underestimated requires understanding other people’s feelings,
those that think and feel differently. It means understanding that we are not always right
and that the goal of discussion is not to win arguments but to clarify our ideas and send
them out for consideration..

We need to stop thinking that only our feelings are valid because the project of The
Revolution has been a different experience for each and every one of us, and since they
were experiences, all of them are valid. There are things to rescue and things to remove. It
would be more interesting to see howpeople have dealt with their experiences, what they
have done with them, instead of denying someone to feel in their own terms.

We need to start saying “no” to the things we don’t like, to the things that keeps us from
feeling clean and honest, even if this means losing a privileged position, because there’s
no money, no professional opportunity, no material comfort that can be compared to
feeling free, to being able to speak one´s mind.

But the life project that we can create from now on is only possible if we allow ourselves to
stop having double standard ethics, if we stop telling something to some people and then
something different to others.

We have an exceptional moment before us, not to defend a government or a position, but
to create all together a vision for Cuba; one that is not biased to either extreme, a vision
that can be a compilation of all our points of view.

It is the time to create a new legal infrastructure that includes respect for different opinions
and stops political hate forever, that ensures that citizens’ preferences cannot be
controlled by the government; that can be a space for fair and inclusive decisions.

It is the time to create a political infrastructure that guarantees that never again a president
can hold all powers. This has happened 3 times in Cuba since 1902. There should never
be another president who thinks he knows better than anyone, and what is better for us all.

This is the time to create a civic and social infrastructure that includes everyone, that
includes rights for everyone, that includes political dissent as a civic right, that includes
civic literacy.

It is the time to create an emotional infrastructure that nurtures room for mutual
understanding, a structure that does not allow anything to horrify or minimize us.
A structure that allows solidarity and privacy, individual rights and social rights where the
life we want to have is respected but also represents a common effort; a structure that
allows truths and claims from everyone, the majority but also the minority. A place where a
humanist utopia exists but never again paranoia among its citizens, where emotions don’t
compromise what is fair.

Today, there is a real task for Cubans to complete: to balance what we want to rescue and
what we want to change. It is the time to stop whispering our hopes, it is time to stop being
afraid.

The best way to honor our homeland and ourselves is not being submissive, not being a
cynical nation, never again being a nation with different classes of Cubans, nor a place
from where to leave, but a place where life is a dignifying act we are proud of.
Placing love, family and friendship above ideologies is the only way Cuba will be a nation
again.

HOMELAND AND FREEDOM!

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Where your ideas become civic actions.
Donde tus ideas se convierten en acciones cívicas.

Jun 10, 2015

Artivismo

Fotos: Asistentes al performance de Tania Bruguera 100 horas de lectura "Los orígenes del totalitarismo" Hannah Arendt. Durante la XII Bienal de La Habana.

Tania es una artista que toma riesgos. Como buena temeraria se sabe transgresora.
Tania es una artista que no ha dejado de creer en el arte, y ha corrido con suerte, pues museos y galeristas siguen interesados en su obra, que cada día se vuelve más arriesgada y juega con los límites de no retorno que supone meterse con los mecanismos de poder del gobierno cubano, empujar a ver quién suelta primero soga, en este sentido, muchos espectadores (en su mayoría artistas acomodados en su limbo del mercado seguro) esperan que la artista se asfixie y la soga se rompa más temprano que tarde.
Tania se cataloga a sí misma de observadora, de estar en un aprendizaje perpetuo. Siendo así, la represión desmedida que ha visto volcarse contra ella, las Damas de Blanco, Danilo Maldonado El Sexto, etc, viene a cubrir sus expectativas experienciales en una Habana que se derrumba pero aún así cubre calles con banderolas vistosas que anucian la Bienal de La Habana. Nunca antes la Bienal había causado tanto interés, y los del Departamento de la Seguridad del Estado encargados de velar por su transcurso sin “manchas” ni aspavientos les dejaron ver/sentir su terror ante cualquier percance, tanto a ella como al músico contestatario Gorki Luis Águila, líder de la banda de punk'rock Porno Para Ricardo, quien se atrevió a colgar un lienzo con el rostro del grafitero preso hace más de 6 meses en el Museo de Bellas Artes, minutos antes que a Tania no la dejaran cruzar la entrada de esa institución que guarda en sus paredes sus primeras obras. A los dos los cargaron. A los dos los interrogaron. Tiene que quedarles claro que en la Bienal no puede pasar nada que rompa el orden.


Los artistas van y vienen y se asoman sigilosos (los que se atreven) a Tejadillo 216, a cuadra y media del Museo, donde la temeraria Tania construye lentamente su Instituto de Artivismo Hannah Arendt. Hace tiempo la idea de que los artistas que no creen en sí mismos solo cumplen una mímesis representativa le ronda la cabeza. Arte y activismo, 50 y 50. “La política es demasiado sexy para dejarla en manos de los políticos”, dice Karla, personaje cartunesco de la artista Lizabel Monica en un dibujo de Luis Trápaga. “Karla, abre las entendederas”, le dicen a la muchacha mientras ella se traga el micrófono placenteramente.
En las 100 horas de lectura de los Orígenes del Totalitarismo no hace falta casi nada. Todo empieza cuando la primera persona (la propia Tania) ocupa el único mueble del set: un sillón tradicional cubano en una sala vacía, un micrófono y un mini ampli que da a la calle, donde todo transcurre como siempre en la Habana Vieja. El borracho de la esquina escucha el ritmo acompasado de la lectura mientras se lee las palabras introductorias del catálogo, donde explica la primera accción del primer instituto de artivismo en Cuba.


Todo lo que pase entre esa primera balanceada del sillón y la última página del libro forma parte de la obra. Los policías llegando, circundando el lugar, los "factores" del CDR que advierten casi amables, los artistas de Brasil que piden solidaridad entre colegas, críticos de arte traviesos, alumnos de antaño de la Cátedra de Arte de Conducta.
Tania sigue empujando los límites de la tolerancia. Reventar el espacio público si la dejan, quiere explotar la tensión contenida entre cómplices y verdugos, víctimas y representadores: el teatro infeliz del absurdo cubano.
Hay un capítulo entero dedicado al proceder de la policía política en los regímenes totalitarios. Los vecinos empiezan a interesarse más en lo que sucede en esa casa de la “profesora” que está alterando la cotidianidad.
Todo se filma y se graba. El testimonio queda. Cualquiera es bienvenido para tomar el libro y leer entre sus páginas el significado tremebundo del totalitarismo según Hannah.



Alguien aparece con una maleta llena de libracos de historia antigua. Se tira al piso y los abre.
Tania aún no ha dejado de creer en el arte como herramienta indiscutible para cambiar la sociedad.
Gorki aún no ha dejado de creer en el poder de una canción para fomentar cambios sociales.
Danilo persiste en sus dibujos detrás de los muros que lo encarcelan. Su vuelo los rebasa.
Ellos tres son más fuertes que cualquier mecanismo represivo de un poder totalitario.

Ellos tres trascienden los límites de lo posible. Juntos desmontan la mentira totalitaria, la desnudan.

May 31, 2015

Introducción a la censura castrista


Este texto lo hice cuando fui invitada a recibir el Václav Havel International Prize for Creative Dissent a Danilo Maldonado El Sexto, en el 2015 Oslo Freedom Forum, aunque en ese momento solo leí su carta desde la prisión de Valle Grande, preparé esta introducción para esa ocasión. El Sexto fue liberado el 20 de octubre de ese mismo año. 

En 1961, Fidel Castro convocó a los intelectuales a una reunión extraordinaria en la Biblioteca Nacional. Debía discutir con ellos seriamente a raíz de la censura de un corto audiovisual hecho por dos jóvenes cineastas donde se mostraba una Habana trasnochada y llena de vicios, con rezagos del espíritu burgués.
Ese día, revólver sobre la mesa, manifestó su célebre frase: “Dentro de la Revolución: todo, contra la Revolución: ningún derecho”. Castro parafraseaba a Mussolini quien había dicho algo muy similar hacia 1925 en la Scala de Milán: «La nostra formula é questa: tutto nello Stato, niente al di fuori dello Stato, nulla contro lo Stato».
Fidel Castro, Palabras a los intelectuales, 10 de junio de 1961
“Esto significa que dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución, nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie —por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera— nadie puede alegar con razón un derecho contra ella. Creo que esto es bien claro.
¿Cuáles son los derechos de los artistas y de los escritores, revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho.”
De este pasaje central de Palabras a los intelectuales (1961) se desprendían tres premisas básicas de la política cultural cubana: 1) la censura es un “derecho” del Estado; 2) el gobierno y sus dirigentes tienen el deber de clasificar a los escritores y artistas en “revolucionarios”, “no revolucionarios” y “contrarrevolucionarios”; 3) los límites de la libertad de contenido, trazados por el Estado, se aplican a todos los intelectuales, incluidos los revolucionarios. Desde los años sesenta, no sólo los “no revolucionarios” sino muchos escritores y artistas identificados con el proyecto político en el poder y con sus principales líderes, fueron vetados o temporal o definitivamente segregados de las instituciones culturales del país. 
Cercar oficialmente el pensamiento distinto ha sido la práctica más común en los sistemas totalitarios. De esta forma los grupos y las publicaciones culturales independientes fueron anuladas en los 2 primeros años de iniciado el proceso social llamado “Revolución cubana”.
Apropiándose del viejo argumento del dictador italiano, en su panfleto “Palabras a los intelectuales”, Fidel Castro sembró una amenaza directa e incuestionable en todos los creadores. La autocensura vestida de terror pasó a ser entonces compañía inseparable de los artistas y escritores cubanos.
En Cuba no sobran los artistas contestatarios, hablamos de un país donde la Constitución de la República es muy explícita desde que fue reformada (anticonstitucionalmente) en el año 2002: su carácter socialista es irrevocable, lo que nos perpetúa en el círculo vicioso del silencio forzado.
Puede resumirse en pocas palabras: todo lo que sea en contra de la Revolución, pues ha de ser, por ley, anticonstitucional, eternamente.
Es libre la creación artística siempre que su contenido no sea contrario a la Revolución, contradiciéndose a continuación: Las formas de expresión en el arte son libres.
Constitución de la República CAPÍTULO V: EDUCACIÓN Y CULTURA. ARTICULO 39/ inciso (ch)
Esta contradicción refleja las limitaciones impuestas a la libertad de expresión en Cuba, donde la libertad artística está subordinada a la ideología oficial del Estado. Esto implica que cualquier obra que critique o desafíe los principios de la Revolución está prohibida, resultando en una libertad condicional y un control ideológico sobre el arte. Para los artistas, esto significa autocensura y alineación con los valores revolucionarios para evitar represalias, promoviendo un ambiente de vigilancia y mordaza.
Por el contrario, en el contexto del arte, se usa mucho la frase "la forma no importa, lo importante es el contenido" que enfatiza que el valor de una obra radica en su mensaje o significado más que en su presentación estética. Aplicada a la situación cubana, esto subraya que aunque se permita libertad en las formas de expresión, lo que realmente importa y es controlado es el contenido, observación que refuerza la contradicción y las limitaciones en la libertad artística en Cuba, demostrando que la verdadera libertad de expresión está supeditada al control del contenido ideológico.
En Cuba los espacios públicos están vetados para los ciudadanos. En las calles cubanas suelen escribirse lemas comunistas al estilo de Fidel es el pueblo, Esta calle es de Fidel o Patria o Muerte. Dicho de este último, ideado por el argentino Ernesto Guevara para sustituir al original Patria y Libertad. En El hombre y el socialismo en Cuba, Guevara dictaba que los artistas eran culpables por naturaleza: “La culpabilidad de muchos de nuestros intelectuales y artistas reside en su pecado original: no son auténticamente revolucionarios. Las nuevas generaciones vendrán libres del pecado original”. (El hombre y el socialismo en Cuba, Editora política, La Habana, 1988, pag.23).
En Palabras a los intelectuales, Castro ponía el tema sobre la mesa sin tapujos, luego de que el escritor Virgilio Piñera, casi sumido desde ese momento en el ostracismo venidero, expresara el temor colectivo. La respuesta a tal enfrentamiento de los mal agradecidos intelectuales: “La gran preocupación que todos nosotros debemos tener es la Revolución en sí misma. ¿Es que creemos que la Revolución no tiene peligros? ¿Cuál debe ser hoy la primera preocupación de todo ciudadano? ¿La preocupación de que la Revolución vaya a desbordar sus medidas, de que la Revolución vaya a asfixiar al arte?” (Palabras a los intelectuales, Ediciones del Consejo Nacional de Cultura, 1961, Año de la Educación, Pág 6). Después de este discurso podemos asumir la “normalización de la censura”, transferida del campo socialista soviético. Una expresión propia, individual, ya no tendrá cabida en la construcción de la sociedad revolucionaria: solo la propia Revolución tiene derecho a la existencia, y a la publicidad.
Se trazaba la política cultural revolucionaria, clasificando a los artistas en revolucionarios y contrarrevolucionarios y silenciando a estos últimos. En Cuba, como en cualquier otro régimen del socialismo real, la censura es un recurso del Estado, inscrito en la Constitución, el Código Penal y las leyes. (Rafael Rojas, Breve historia de la censura en Cuba)
Los mecanismos represivos contra la cultura crítica se mantienen intactos 59 años después. Contados son los artistas que desafían abiertamente al gobierno: grafiteros que se atreven a pintar sus propias expresiones en muros destinados únicamente a eslóganes políticos, o artivistas como Tania Bruguera que convocan al pueblo a un micrófono abierto en la otrora Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución, donde solo pueden tener lugar las masivas marchas nada espontáneas los días de celebración nacional. Atreverse trae serias consecuencias: persecución, amenazas, intimidación, decomisos, multas, prohibición de salida al exterior y directamente, calabozo. Sin contar el daño sicológico y emocional que todas estas medidas disciplinarias conllevan. El grafitero Danilo Maldonado, conocido como El Sexto, cumplió 10 meses de prisión por intentar expresarse, y más recientemente Yulier P., reconocido artista que llegó a tejer inútiles lazos con las instituciones encargadas de fiscalizar la expresión artística, como la Asociación Hermanos Saíz, enfrenta una sentencia si no se apura en comprar grandes cantidades de pintura negra para pintar sobre todos sus murales extendidos por toda la ciudad, en un ultimátum policial de un plazo de 7 días: el artista obligado a borrar su obra, a anularse no ya como persona, si no su propia creación, un aberrado castigo que el propio artista considera una grave humillación.
No existe procedimiento para notificar o solicitar autorización para realizar una protesta, ni recursos legales para apelar las decisiones discriminatorias. No obstante, son frecuentes los desfiles por céntricas avenidas, convocadas y organizadas por el propio gobierno con un marcado carácter político-ideológico. Las restricciones impuestas por el estado a este derecho constitucional de reunión y manifestación pacíficas, no están provistas en una ley.

Existe el delito de “propaganda enemiga”, aplicable a cualquier escritor o artista —dos meses estuvo encarcelado, sin debido proceso, El Sexto, por escribir la frase “Se fue”, el día de la muerte de Castro en los bajos del hotel Habana Libre—, los artículos 53 y 54 del texto constitucional vigente establecen que las “libertades de palabra, prensa, reunión, manifestación y asociación” se “reconocen” siempre y cuando se practiquen “conforme a los fines de la sociedad socialista” y se ejerzan en los “medios” que ofrece el Estado. No es extraño que, bajo esa estructura constitucional, se produzca la anomalía, desde cualquier perspectiva democrática, de considerar la censura como un derecho y no como un privilegio del poder. (Rafael Rojas)
Ayer encerraron a El Sexto. A Tania. Hoy amenazan con calabozo al artista callejero Yulier P si no borra sus murales. Su atrevida acción artística (socialmente comprometida) pretendía tomar ese espacio público prohibido para todos. Una intervención callejera, a falta de galerías y espacios para voces independientes a esa Revolución que terminó asfixiándolos a todos, como vaticinara Castro en aquellas tan tempranas Palabras dedicadas con precisión a los artistas e intelectuales cubanos, porque, como es lógico, todo proceso revolucionario debe generar sus mecanismos de exclusión.
Los gobiernos no deben controlar el arte y a los artistas, sino protegerles. El artista tiene derecho a crear la obra que quiere crear, sin límites. La sociedad tiene el derecho a que sus espacios públicos sean espacios para la creatividad, para la expresión artística; porque son también espacios colectivos de conocimiento y de debate. El espacio público pertenece a la sociedad cívica no a gobiernos, corporaciones o instituciones religiosas. La libertad de expresión artística debe prevalecer a pesar de las presiones, de los chantajes emocionales, de la censura y de la autocensura. El artista debe ser respetado y valorado por pasar por ese proceso tan difícil. La censura artística no sólo afecta al artista sino a la comunidad, porque sienta un tono de miedo y crea una autocensura con respecto al pensamiento crítico. El artista también tiene el derecho a ser comprendido desde la complejidad de su disentir. Un artista no debe ser juzgado primero y discutido después. Un artista no debe ser encarcelado por proponer una realidad "otra", por compartir sus ideas. El artista tiene derecho a ser un artivista (parte artista/parte activista), porque es una parte activa de la sociedad civil, porque el arte es un espacio seguro desde donde debatir, interpretar y educar y ese espacio hay que defenderlo.

 Manifiesto sobre los derechos del artista, Tania Bruguera 

Manifiesto sobre los derechos del artista" Palabras leídas en 'Expert Meeting on Artistic Freedom and Cultural Rights,' Reunión organizada por el Rapporteur especial en el campo de los derechos culturales Sra. Farida Shaheed y la oficina de alto comisionado para los Derechos Humanos Sra. Mylène Bidault. Sala # 21, Palais des Nations, sede de la Organización de Naciones Unidas. Ginebra, 6 de diciembre, 2012.

Introducción Manifesto Libertad Artística - Tania Bruguera 11 nov. 2013

Tania Bruguera Manifesto on Artists’ Rights

Art is not a luxury. Art is a basic social need to which everyone has a right.

Art is a way to build thinking, of being aware of oneself and of the others at the same time. It is a methodology for the search of a here and now in constant transformation.

Art is an invitation to question; it is the social place of doubt, of wanting to understand and of wanting to change reality.

Art is not only a statement of the present, it is also a call for a better future. Therefore, it is a right not only to enjoy art, but to be able to create it.

Art is a common good that does not have to be understood in its totality.

Art is a space of vulnerability from which what is social is deconstructed to construct what is human.

Artists not only have the right to disagree, but the duty to do so.

Artists have the right to disagree not only with affective, moral, philosophical, or cultural aspects, but also with economic and political ones.

Artists have the right to disagree with power, with the status quo.

Artists have the right to be respected and protected when they dissent.

The governments of nations in which artists work have the obligation of protecting the right of artists to dissent because that is their social function: to question and address what otherwise is too sensitive to confront.

Artists also have the right to be understood in the complexity of their disagreement. Artists should not be judged but discussed. And certainly artists should not be put in jail for proposing an “other” reality, for sharing their ideas, for wanting to strike up a conversation on the way the present unfolds. If the artist proposal is not understood, it should be discussed by all, not censored by a few.

Governments, corporations, and religious institutions too easily declare, if one publicly expresses and manifests differently from those in power, that one is irresponsible, wanting to use guilt and incite the masses to violent reactions as their best defense strategy instead of processing criticism and making a call for public debate. There is nothing that justifies the use of violence against an idea or the person that proposes it.

Governments have the duty to provide a space for self -criticism in which they are accountable for their actions, a space where the people can question them. No government is infallible; no human being—even if elected—has the right to talk for all citizens. No social solution is permanent and artists have the opportunity and the duty to propose the imaginary of other social alternatives, of using their communication tools from a space of sensitive responsibility.

Governments must stop fearing ideas.

Governments, corporations (contemporary alternative governments), and religious institutions are not the only ones with a right to build a future; this is the right of citizens, and artists are active citizens. That is why artists have the right and the responsibility not only to think up a different and better world, but to try to build it.

Artists have the right to be artivists (part artists/part activists), because they are an active part of civil society, because art is a safe space from which people can debate, interpret, construct, and educate. And this space must be defended because it benefits all; art is a social tool.

Governments should not control art and artists. They should protect them.

Artists have the right to create the work they want to create, with no limits; they have the duty to be responsible without self-censure.

Society has the right for public spaces to be spaces for creativity and artistic expression, since they also are collective spaces for knowledge and debate. Public space belongs to civic society, not to governments, corporations, or religious institutions.

Freedom of artistic expression does not emerge spontaneously; it is something one learns to reach by leaving behind pressure, emotional blackmail, censorship, and self-censorship. This is a difficult process that should be respected and appreciated.

Artistic censorship not only affects artists but also the communities they inhabit. It creates fear and self-censorship in them. It paralyzes the possibility to exercise critical thinking.

Art is a complex product without one single and final interpretation. Artists have the right to not have their oeuvre reduced or simplified as a schematic that can be manipulated by those in power to consequently result in public offenses they can direct to the artists so as to invalidate their proposals.

The right to decide the value of an artistic statement is not a right of those in power. It is not the right of governments, or corporations, or religious institutions to define what art is. It is the right of the artists to define what art is for them.

In order to create a space for dialogue and the protection of works of art that question established ideas and realities, governments should provide educational platforms from which artistic practice may be better understood.

In moments of high sensitivity (wars, legislative changes, political transitions), it is the duty of the government to protect and guarantee dissident, questioning voices because these are moments in which one cannot do away with rationality and critical thought and it is sometimes only through art that some ideas can emerge and make a public appearance. Without dissent there is no chance for progress.

Socially and politically committed artists talk about difficult moments, deal with sensitive topics, but, unlike journalists, they have no legal protection when doing their work. Unlike corporations, they have no significant economic backing. Unlike governments, they have no political power. Art is a social work based on a practice that makes artists vulnerable and—as is the case with journalists, corporations, and governmental or religious institutions—artists have the right to be protected because they are doing a public service.

We must be cautious of the increasing criminalization of socially committed artistic creation and the rationale of national security used to censure artists who dissent.

Many types of strategies are used for political censorship: direct political pressure on the artist; not accessing economic support; bureaucratic censorship that postpones production processes and marginalizes visibility by drawing artists away from circuits of legitimization and distribution; control of the right to travel. Sometimes “popular sensibility” is used as censorship, but all are a centralized decision for power not to be challenged.

On the other hand, there are artists who are internationally acknowledged and admired for being artivists in their countries of origin and who, at a given time, for one reason or another, migrate and establish themselves temporarily in other countries where they find a new type of censorship, a censorship that relegates, pigeonholes, and sets them inside a limited mental geography where they are only allowed to talk critically of the country they come from and not the country to which they have arrived. This is a situation of censorship where artists are relegated to being unidimensionally political: as political objects of use.

The process of discovering a different society, the inner negotiation one requires to understand the place to which one has arrived and the place one has left, is inherent in the contemporary condition, which is increasingly a migrant condition. This is a condition that artists embody and that they have the right to express. A national culture is the hybridization of the image those who do not live in the country have of it, as well as the one built by all of those present, day by day, in the place, no matter where they have come from before.


We cannot ask artists, whose work is to question society, to keep silent and resort to self-censure once they cross a territorial border.

Artists have the right not to be fragmented as human beings or as social beings.

Artistic expression is a space to challenge meanings, to defy what is imaginable. This is what, as times goes by, is recognized as culture.

A society with freedom of artistic expression is a healthier society. It is a society where citizens are allowed to dream of a better world where they have a place. It is a society that expresses itself better, because it expresses itself in its entire complexity.

There is no other type of practice in the public sphere providing the qualities of the space created by art; that is why this space must be protected.

Governments have the duty to protect all their citizens, including those who may be considered uncomfortable because they question government and what is socially established.

Critical thinking is a civic right that becomes evident in artistic practices. Therefore, when this is threatened we should not talk of censorship, but of the violation of artists’ rights.

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El artista tiene en venta algunas de sus piezas. Para contactar directamente con él desde La Habana: telf. fijo: (053-7)833 6983
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