Un Ché mudo, la boca cariada por los ladrillos de un ventanuco obrero: crucigrama sin clave o Tic-tac-toe para matar el tiempo fabril.
Ché de La Habana, Ché de Guanabacoa, Ché de meter La Habana en Guanabacoa.
Un Ché fósil, pintura rupestre que emerge bajo capas y capas de pintura. Palimpsesto, decorado de teatro. Reescrituras de la historia. Borrón y cuento nuevo.
Ché a retazos (retablo de guiñol), parching remendón de la foto de Korda: píxeles mohosos, gigantografía micótica, heroicidad herpética, colores añadidos por el alto contraste del desamparo.
Lágrimas de clara de huevo. Estrella color de yema. Un Ché útil como diana de la canallita infantil. Tiro al blanco, tiro de desgracia, ironías plásticas de la iconografía insular.
Ché fractal, Ché puzzle, ajedrez estático, barajitas baratas por el demasiado uso (carta de despedida y muerte bajo la manga), Ché juego de mosaicos no tan desiertos como desertados, jerga ya sin jugo, Ché chato.
Ché interactivo a la intemperie. Cada cuadrícula es un hipervínculo hacia la nada cubana. Cada recuadro es una lápida que a nuestra literatura le da pena o pánico narrar.
¿Qué hay detrás de cada fascículo de fachada? Belleza y violencia. Un tatuaje en la piel de un comunista achicharrado por décadas de sal y sol. Un póster impreso en dólares. Un pulóver XL usado con swing por los adolescentes que se aburren en un parque suburbano. Una madre que aún le reza a su hijo baleado por decreto oficial. Una buena canción de la trova, un pésimo poema. Discursos edulcorados y maldiciones rabiosas. Boina calada, adarga al brazo, extraña transparencia, y esa enfermedad llamada esperanza. Salud, Guevara. Epifanía sin epitafio. Ché comandante, desconocido. Chao, Ché.
Moral de mural, ya sin fe ni feligreses.
Consignas por consignación, código ASCII obsoleto, Ché Photoshop, teclas faltantes o desafinadas de una sinfonía coral. Sonrisa de corral.
Ché de Guanabacoa, Ché de La Habana, Ché de sacar a La Habana de Guanabacoa.
Un Ché de miedo, ladrillos emparedados por una bocanada obrera: crisis sin clave o Tetris tétrico para matar nuestro tiempo febril.
Orlando Luis Pardo
La Habana
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