Les presento a nuestro héroe infantil por excelencia, salido de un dibujo animado –una creación de Juan Padrón- que le hacía la competencia (todavía, me atrevo a afirmar) a los “muñes”
yanquis como Tom & Jerry o el Popeye imperialista: cito a Carlos Varela, my a pesar mío, sin embargo: no tengo Superman, tengo al´pidio valdés, y mi televisor fue ruso…, en la conocida Jalisco Park.
Los muñequitos rusos, tan añorados ahora por toda nuestra frustrada a la vez que frustrante generación, fueron el plato fuerte a la hora de sentarse a ver dibujos animados después y antes de la tarea de la escuela. Tengo entendido que sólo los niños y padres de la Rusia y Cuba compartieron el honor, porque más al Sur sur y mucho menos al Norte norte en América no tienen ni puta idea de la asombrosa genialidad creativa eslava, demasiados Simpson que ver como para tener un hueco y pasar algo menos convencional por la tele.
Esta a continuación es la visión, del mísmísimo Gorki, del famoso –a lo largo y ancho del territorio nacional en los televisores Caribes en blanco y negro primero, luego en Pandas chinos- Elpidio Valdés.
Y muy acertadamente y perspicaz, su autor, el de la imagen que están viendo, el muy ilustradísimo Gorki Águila en persona me pidió que revelara algunos datos esclarecedores referentes a dicha caricatura para los ignorantes desconocedores de la existencia de tal personaje decisivo en la mentalidad del niño cubano, de la filmografía cartunística del patio: señores y señoras afortunadamente nacidos en tierras más prometedoras que prometidas, remotos parajes. Porque lejos de lo que pudiera pensarse, nuestra islita del Caribe ha llegado a ser la cosa menos paradisíaca del planeta, bueno, siempre hay peores sitios, hay que admitirlo, del corte norcoreano, por ejemplo, de tan triste realidad orwelliana: nuestro propio absurdo exacerbado a la enésima potencia. ¡Líbrenos quien sea! De padecer un destino semejante.
Pues bien, la primera película de nuestro querido Elpidio Valdés producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC, fue dedicada por Padrón a los pioneros, que de haber vivido en el tiempo de los mambises, habrían cargado al machete como el más pinto de la paloma. O sea, ya saben entonces que es una caricatura dedicada a recrear la historia de los mambises contra los españoles en plena guerra de los Diez Años, 1868 (liberación de los esclavos por Carlos Céspedes)-1978. Y la carga al machete, la principal forma de lucha de los enloquecidos y violentos mambises, era una verdadera demostración de barbarie y desmesura que, según se nos ha contado siempre, tanto en la escuela como en los muñes infantiles, hacía cagar de miedo a los cobardes españoles armados con rifles hasta los huesos.
Los momentos históricos de la eterna lucha por la independencia en Cuba siempre se han mezclado y confundido tanto en los manuales que hay veces que se leen en las pruebas de historia, incluso en las de ingreso a la Universidad, que el autor intelectual del glorioso fracaso del asalto al Cuartel Moncada aquel funesto 26 de julio fue el apóstol José Martí, de cuya frase antológica acerca de las entrañas del mounstruo imperialista, aprendimos prontamente que no sólo los españoles eran el enemigo, sino que ya por aquella época los Estados Unidos eran considerados poderoso factor de peligrosidad para invadirnos a toda costa…
Pero bueno, se me quedaba atrás el secundario Palmiche, el caballo-héroe fiel en las más arriesgadas circunstancias: en un episodio se le puede ver encadenado en plena tortura para extraerle información sobre su dueño y los mambises de la Manigua; en otro se le otorga el cumplimiento final de una misión difícil; y así, es un simpático y humanizado caballo comprometido hasta los cascos con la causa de una Cuba libre…
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