Este domingo la violencia se
intensificó en la Marcha de las Damas de Blanco y l
@s
activistas defensor@s
de los Derechos Humanos que se les unieron.
Con 9 Damas y otros
activistas presos desde el viernes, la asistencia dominical fue de 54
Damas y 38 activistas.
Después de misa
como siempre las Damas realizaron su caminata por la 5ta Avenida,
mostrando fotos de presos políticos. Después en el parque Berta
hizo un resumen y la mamá de Enmanuel Abreu Sánchez, en terapia
intensiva pues lleva 88 días en huelga de hambre en el hospital Nacional, nos
contó su historia.
Hacia la una y media
de la tarde nos dispusimos a marchar, bajando por 26 hasta 3ra.
Una cuadra que se alargaba lo más que podíamos.
Empezaba la parte
de #TodosMarchamos, que promueve el Foro por los Derechos y
Libertades.
Ailer repartió
caretas de Obama para que l@s activistas
las lleváramos y así cuando nos dieran golpes también se los
darían simbólicamente al presidente de los Estados Unidos de
América.
De todas formas, dígase lo que sea acerca usar la cara de Obama, el performance jugaba con múltiples lecturas, sobre las que lo lúdico se imponía.
Enseguida empezó
lo bueno. “La caliente” como le dicen muchos de los que están
allí cada domingo.
Desde la
calle 24 se aproximaban las “masas
revolucionarias enardecidas” acompañadas
de numerosos policías uniformados, seguidos de los esbirros de los
órganos de la Seguridad del Estado. Es la
primera vez que presenciaba
una violencia de este tipo. Vimos cómo los
represores habituales cogían
a los hombres con llaves y agarres por la garganta y el
cuello. Berta
Soler y Tania Bruguera se metieron en defensa de los hombres que
eran violentados por los represores, ayudados por los policías. Vi
que se llevaban a Ángel Moya, le hice la señal de la L en
solidaridad. No me quise separar de Tania, porque capaz que cuando
nadie la estuviera mirando arremeterían contra ella.
De pronto
permanecimos entre las turbas y los represores. Nadie venía a
apresarnos.
El agente
represor que se hace llamar "Javier", que es el que ha “atendido”
el caso de Tania todos estos meses, la cogió por los hombros y le
dijo que se calmara, que ya se iba a acabar aquello, como si consolara a una niña pequeña. Tania le
recriminaba bañada en llanto que por qué le venían diciendo que no les daban golpes a las mujeres ni a l@s
demás activistas de apoyo. Y ahora qué le iban a decir, si estaba pasando delante de su cara.
Le decía
que a base de violencia no cambiarían nada nunca, que esa no era la
manera de lograr los cambios que se promovían.
Los demás
factores, jefa del sector y “vecinos” que componían el aumentado
acto de repudio me gritaban que me fuera del país, entre otras
conocidas ofensas que son ya lugares comunes en estos actos de pura
barbarie humana. Yo les dije que eran cómplices de la dictadura más
larga de Latinoamérica, que yo era tan cubana como ellos y
respondían con Vivas a las “negociaciones Cuba-Estados Unidos”.
Mientras, al
frente nuestro en las guaguas preparadas para las Damas de Blanco,
una vez que fueron atropelladas y metidas a la fuerza, las seguían
reprimiendo con gritos y golpes en las ventanillas. Tenían carteles
que decían Fuera los Mercenarios
y cosas por el estilo. El represor Javier insiste conque no siga
provocando que ya eso se acabó. Yo le digo que de qué manera
piensan justificar semejante violencia y represión que esta vez se
ha ido de las manos visiblemente. Él parece preocupado por Tania, o
se hace el que lo está, supongo que es parte del guión, le dice que
por favor vaya con él para llevarla a su casa. Me quita la
máscara de Obama que llevo en la cabeza. “Quítate eso”, me
dice. “Obama tendría que ver cómo le pasan por arriba a sus
medidas que supuestamente buscan más libertades para los cubanos”,
digo, “Ya dejen la complicidad”.
Yo le sigo
diciendo cómplice a todo el que me pasa por delante. Represores. Le
digo al tal Javier que hoy goza de la mayor impunidad pero mañana
será otra historia. Él hace como que no me escucha, o no le
importa. Le digo a Tania que en su carro no nos montamos. Que nos
vamos por nuestra cuenta ya que nos están dando ese trato
diferenciado de no montarnos en las guaguas hacia Tarará como de
costumbre. Le pregunto abiertamente a Javier por qué ese trato
diferenciado con Tania. Él replica que siempre le habla con
sinceridad pero evade un argumento coherente. Con la mayor confianza
me dice “Lia, no provoques más” y luego me pregunta que por qué
estoy tan flaca. Es un falta de respeto, pienso pero me lo callo. Y
ya no le hablo más.
Me voy con
Tania hacia 1ra para esperar que se despeje la calle de los gritones
violentos. Desde la esquina, una mujer nos sigue gritando improperios
y diciendo que vayamos para allá que ella es la jefa del sector. En
una escalera un muchacho joven que aparentemente participó en el
acto de repudio está llorando, rodeado de represores. Tania se
acerca y le pregunta qué le pasa. Los represores contestan que solo
está nervioso por el “show” y que no es nada. Yo desde atrás
pude ver como cuándo el muchacho decía que estaban dando tremenda
tranca. Ese muchacho lloraba de pura impotencia. Unas mujeres se le
acercan y le dicen “No seas bobo, nosotros sabemos que tú eres un
buen muchacho”. Pienso que es fácil quedarse traumatizado la primera vez que uno se ve involucrado en algo así, recuerdo mi primer acto de repudio, cuando arrollaron a Macho Rico por G para abajo.
Nos alejamos hacia la zona hotelera. Después
regresamos a 3ra a intentar coger un taxi de regreso.
En el
almendrón se suben 3 muchachos que también participaban del acto
pero se hacen los “chivos locos”, nos dicen que son músicos y
que son fanáticos a los Aldeanos, y que a su vez estos son "fanáticos a las Damas esas", que esos son los mejores de Cuba. Les digo que el "esas" de las Damas suena peyorativo, que esas mujeres merecen más respeto. Nos
dicen que ellos estaban allí intentado “separar” a la gente
porque a ellos no les gusta la violencia. Ellos estaban de fiesta
desde el día anterior, grabando en un estudio y tomando ron. No les
interesa la política. Tania les dice que así Cuba es muy rica, pero
que les cuenten a la gente todo eso que vieron, que la política
quieran o no les atañe a todos.
El taxista
parece conocer nuestro destino, va por todo Malecón y Tania le dice
que suba por O, nos quedamos en casa de su mamá. Le digo que me voy a tratar de subir las imágenes que pude hacer. Ella está muy
ansiosa, quiere irse por su cuenta y riesgo a Tarará a esperar que
suelten a la gente. Le digo que
no vale la pena, es lejos, el sol está demasiado caliente y va a ser
por gusto pues no nos dejarán ver a nadie y a las 6 los repartirán
en guaguas y patrullas hacia sus casas: disidentes y policías,
guardias y Damas, represores y activistas, sin distinción.
Danilo me
escribió en una de sus últimas cartas que tuviera mucho cuidado con
“esos animales”. Y es que los represores actúan de manera
indiscriminada y bestial. Ya no me cuestiono si tienen o tuvieron
principios alguna vez, porque para defender y tratar de justificar
esa violencia desenfrenada hay que tener estómago pero no
precisamente principios.
Recuerdo que
le dije a Javier que eso tenía que vivirlo. Para que nadie me lo
explicara. Para poder digerirlo poco a poco y tratar de entender lo
injustificable, lo que no tiene nombre, lo desmedido. Espero que los
historiadores sean elocuentes y se pongan creativos con el lenguaje a
la hora de traducir estas descontroladas olas represivas que
parecieran no tener fin. Espero que ellos sepan darle un giro
razonable y lógico, y encontrar la coherencia que no pude ver yo.
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