Las cinco y media a.m. en Luyanó, barrio natal, zona industrial contaminante.
Casa familiar. Una madre, una hermana, su novia -todas duermen- y un gato desaparecido tras mi propia desaparición, no comentarios, no arrepentimiento.
Dulce hogar, larga madrugada. Me estiro en el balcón, sé de quién sentirá nostalgia…, respiro el rico frío que hace que te erices y te olvides de pronto que es agosto en La Habana. Ciudad infernal, mes infernal. Disfruto el poco tiempo antes de la salida del astro fatal, antes del ruido inminente de la mañana nueva. La gente ha puesto sus despertadores para las ocho cuando comiencen las Olimpíadas.
Así se olvidan, como en el Coliseo. Así se calman.
Pasa el primer trabajador no trasnochado silencioso, rozando las patas de mezclilla, a pasos largos apurados, mochila al hombro. Le sigue a distancia prudencial un viejo con gorra vestido de claro, arrastrando sus tenis gastados. Lo demás es lo mismo: un carro moderno con reguetón en la reproductora –hay estómagos para todo-, una guagua ruidosa, un bicicletero cansado. En mis audífonos PPR me despereza y eructo el café ingerido a grandes cantidades mientras los trenes y las sirenas del puerto concertaban los minutos, frente a la pantalla adictiva. Dos gatos negros, quizás hermanos, muy flacos, se cruzan y continúan juntos su trayecto al basurero, dos tanques verde oscuro semi-volcados para facilitar el trabajo de los buzos noctámbulos del barrio. Cafeína, El Idiota, una que otra película, la biografía de Nico, tres horas diarias de sueño obligatorio: casi una semana entera de desintoxicación citadina. Suficiente.
La última experiencia fue la madre del Yoss dando gritos de angustia, llamando a la policía y repartiendo bastonazos a la azorada concurrencia desenfrenada que no cabía en las habitaciones. No, la última experiencia citadina fue después, pero es secreto de estado, qué le vamos a hacer… Luego la huída, la bienvenida hogareña antifelina.
(Sólo a los niños pequeños se les botan las mascotas sin mayor explicación, pensaba yo).
Este post va dedicado a los Porno, banda amiga que nos permite a algunos muchos terminar nuestros días o nuestras noches un poco más alegres, un poco menos hastiados.
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