CARTA ABIERTA # 2
Colegas y amigos: hace unos instantes me llamaron para convocarme a participar en un teleteatro; el salario es el mismo que se paga en los teleplay, pero éste con bastantes ensayos y grabaciones tiene una novedad, que al parecer se quiere convertir en moda.
Hasta la fecha es normal que los actores acudan a los ensayos por sus medios, pero ahora también nos quieren hacer aceptar acudir a las grabaciones por nuestra cuenta; los que tenemos carro que nos paguemos el combustible y los que no: ¡En guagua, taxis o a pie!. Esto sería algo normal si nuestras condiciones de vida fueran normales; lo que significa ganar un salario normal y en correspondencia con lo que vale nuestro trabajo (aún siendo superior a los de cualquier obrero), que nos permita ser personas normales y no preocuparnos por el transporte.
Tenemos que tener mucho cuidado y ser muy firmes para evitar que esta modita se extienda desde los proyectos atípicos, experimentales, cortos, de bajo costo o no se que tipo de clasificación; hasta las producciones habituales. Me parece muy bien que la televisión cubana trate de ampliar los espacios dramáticos que tan restringidos están desde hace mucho tiempo, pero no nos hace ningún favor al producir uno que otro programa dramático y darnos trabajo imponiendo una política de "tómalo o déjalo". Está claro que los directores que no pueden dirigir sus proyectos, por tal de realizarlos, aceptan menos que lo mínimo, sin importarles el grado de sacrificio al que deben someter a los actores y resto del personal.
Me pregunto, si a Randy, Taladrid o el resto del selecto grupo de "LA MESA REDONDA" (Programa televisivo de análisis diario de la política internacional y que sobre todo se especializa en comentar la crisis capitalista y en particular la de los Estados Unidos, pero en el que nunca se debaten nuestras crisis ni ninguno de los problemas candentes que afectan nuestra sociedad; y lo más importante: ¡no hay debate!,.. ¡No hay polémica!, todos coinciden en los criterios, como si estuvieran programados o con un libreto muy bien aprendido. Realmente es un programa monotemático, latoso y muy aburrido) ¿Van en guagua o a pie a su programa? Todos sabemos la respuesta, pues hasta mean en un baño diferente .
Lléguense a los baños de los estudios del Focsa, o a los propios del ICRT que nos tocan a nosotros: compiten en acumulado de secreciones sólidas y líquidas con cualquier baño de una Terminal o una cervecera en moneda nacional. En Cuba hay una sola televisión y no por decisión nuestra. Hay un solo dueño: pues bien, ese dueño tiene que asumir su responsabilidad y definir si somos una carga o una capa social importante. No nos pueden escamotear lo poco que hemos logrado durante tantos años con planteamientos, quejas, sugerencias, llantos y lamentaciones que hasta ahora son la única vía para tratar de alcanzar algo, como por ejemplo: el derecho compartido con médicos ,deportistas pilotos, científicos y otros pocos sectores privilegiados; a que se nos autorice comprarnos un auto, justificando los CUC ganados legalmente en un país donde no se nos paga en CUC, y que además exigen acumular una cifra desorbitarte, y para colmo: hacer un papeleo mayor que en "La Muerte de un Burócrata" (película cubana) pues exigen hasta una carta del comité (CDR: organizaciones creadas en cada cuadra para defender la revolución y del que se exige aval para todo en este país; si el presidente del comité da una mala opinión de un ciudadano, puede perder un empleo, una carrera estudiantil, un prosgrado en el extranjero, etc, etc).
También algunos logramos el derecho a tener correo electrónico, por supuesto que sin ¡INTERNET!, pues somos unos de los pocos países atípicos del mundo en que no se nos permite. Creo que Corea Del Norte y nosotros, ¿por qué no podemos tener Internet?. Responder esa pregunta conllevaría a un análisis muy crítico de la filosofía o la forma autocrática y rígida con que se conduce y dirige nuestra sociedad socialista de la mitad del siglo veinte "SOCIALISMO DE VIEJO TIPO". Para nada del siglo veintiuno "DE NUEVO TIPO" que tanto alabamos y defendemos par otros en América latina. Pues sí, se trata de luchar por mas, no perder nada.
¿Por qué después de tantos años trabajando para este organismo, envejeciendo sin recibir nada por la parte de ellos, solo el respeto inherente de parte del pueblo por el hecho de ser exhibido nuestro trabajo, tenemos que coger una guagua para ir a firmar? Los jóvenes artistas que empiezan ahora son candidatos seguros para "acaballamiento" (que te metan el pie). Si lo admiten, ya verán lo que les reserva el futuro. ¡No!, si hay que ahorrar, que la guagua la cojan los dirigentes, ellos existen por nosotros; algunos, los menos, son capaces y sensibles, y hasta con muy buenas intenciones nos han defendido y luchado por nuestras aspiraciones, pero al final…se han rendido o sufren constantemente ante la trituradora gigante, pues tienen que escoger entre conservar el puesto o luchar contra la corriente y perecer. Los dirigentes lo son hasta que los truenen, los artistas perduramos para toda la vida, en el celuloide, en el video o en el recuerdo del público. Si no exigimos respeto de manera consciente, nunca nos respetarán.
Convoco a todos los actores y artistas en general a que, por muy necesitados que estén económicamente, no acepten condiciones leoninas y humillantes de trabajo. Bastante hemos cedido al aceptar que constantemente en series que estamos conveniados se nos rebaje el salario por incumplimiento "del Plan", por motivos siempre ajenos a los actores. Que cuando filmemos en exteriores, no tengamos las condiciones mínimas de estancia y hasta tengamos que hacer nuestras necesidades en los matorrales. Que nos comamos en las mayorías de las producciones televisivas comidas indeseables, lo cual se ha convertido en un problema casi generalizado en nuestro país, aunque sea justo reconocer que últimamente nuestras productoras han estado haciendo un esfuerzo discreto para mejorarlo. Que por la poca producción dramática, y a pesar de la emigración de tantos actores, los que estamos aquí suframos constantes “baches” y nos quedemos sin trabajo con mucha frecuencia. Para nosotros, se ha convertido en una costumbre aceptar con resignación las carencias, regulaciones, medidas; siempre decimos: ¿Qué vamos a hacer?... ¡Esto no hay quien lo arregle!... ¡Hay que trabajar!. De la misma manera, si caemos en la costumbre de acudir a las filmaciones por nuestros medios, ¿qué nos espera después?
Sí, hay que ahorrar. Somos un país sin economía, que lleva muchos años despilfarrando, comprando barredoras de nieve para barrer el polvo, comprando trenes para líneas mas anchas que las nuestras, comprando fabricas que nunca se montaron mientras se dejaron destruir las que existían, dejando que el marabú se extendiera por nuestros campos, imponiendo políticas agrarias locas que desestimulaban la producción del campesino, imponiendo cultivos, dejando perder las cosechas en los campos, invirtiendo desmesuradamente en nuevas técnicas y maquinarias, pero acabando con la cultura tradicional de los cultivos, sobre todo en la que siempre fue nuestra primera industria; la azucarera, que hoy por hoy se ha reducido en mas de la mitad. ¿Quien podría creer en la zafra del setenta que hoy la mitad de nuestros centrales serían chatarra? En ese entonces se paralizó todo el país para ponerlo en función de la zafra, ni carnavales, ni centros nocturnos ni transporte; centros e industrias cerrados, todo el mundo a cortar caña y ¡Los diez millones van!
¡Hay que ahorrar!, pero hay que definir si es más importante encender un estadio deportivo noche tras noche mientras se le apaga el aire a una sala de recuperación de un hospital. ¡Hay que ahorrar!, pero sobre todo hay que rectificar los errores. Ya una vez se hizo una rectificación y fue para mal pues nos hermetizamos y enclaustramos mucho mas. La mayoría de los cubanos deseamos otra rectificación, pero para bien. De las cosas buenas que teníamos antes de la revolución, ¡solo queda la arquitectura tambaleante!... ¡Y gracias! pues ese viejo legado es lo mejor de todo lo que queda en pie. (Negación de la negación)
No perdamos lo que logramos muy aceleradamente con el triunfo de la revolución, y hablo de la salud y la educación con todas las deficiencias que puedan tener, de la primera ley de reforma agraria que hizo propietarios de sus tierras a muchos campesinos en peligro de desalojo, de la ley de reforma urbana para asegurarle el techo a muchas familias, de los planes de viviendas para obreros que si bien excluía a muchos, solucionaban la situación desesperada de otras tantas familias. Hoy este tema de la vivienda es uno de los problemas más serios de muchos cubanos; hasta tres generaciones comparten un apartamento; no se construyen casas, no se venden, no se alquilan, ¡un callejón sin salida! La salud es gratis, pero cada día se nos hace mas difícil obtener un buen diagnostico, una buena atención, hacerse análisis, operarse; conozco casos de pacientes que tras largos días de ingresos han salido de un hospital sin diagnósticos o con diagnósticos equivocados y el precio a veces lamentablemente es la vida. Se han restaurados algunos hospitales pero la mayoría siguen en la suciedad y deterioro. El transporte ha mejorado en la capital, pero en provincias ¡a carretones y bicicletas! El transporte ferroviario es un caos, muchos pueblos han quedados desconectados del sistema. El transporte de ómnibus interprovincial también es muy deficiente y el soborno es el que consigue pasajes, mientras los infelices esperan largas horas.
Los servicios a la población, después de un breve período de mejora y eficiencia, han vuelto a ser muy deficientes provocando irritaciones y falta de respuesta a las necesidades humanas elementales como sentarse donde hay que esperar, o tener donde tomar agua, mear y cagar. Los viejos que trabajaron el tiempo exigido, o las viudas, tienen su pensioncita, pero ¡coño! como tienen que sufrir en las kilométricas colas para cobrar, y los otros clientes que necesiten hacer una operación en el banco en esa fecha, mejor se ahorcan. Cuánto tiene que sufrir el que se le rompe un equipo eléctrico, el que necesita un plomero, un carpintero o un albañil en su casa, pues hasta los oficios han ido desapareciendo y cada día son más caros. ¿Cómo se las arregla el que tiene pocos recursos y con limitaciones físicas debe acudir a un hospital con frecuencia? Hablar de los servicios en nuestro país es hacer un puchero y comenzar a sudar.
A todo esto hay que sumarle la mayor desdicha del cubano de hoy: “comer”. La libreta de abastecimiento es una gran ayuda para la mayoría de las familias, pero es solo eso, una ayuda; el resto, que es la mayor parte, exige proezas cotidianas que van desde el invento hasta el robo, pasando por encima de los que se revientan trabajando honradamente y obteniendo muy poco.
Últimamente se está dando un fenómeno muy singular: “nadie tiene un kilo”…pero “tampoco hay nada”. Es cierto que aún podemos vanagloriarnos de algunas cosas muy buenas, como el hecho de que en Cuba los niños no tienen o no se les permite trabajar; se les exige estudiar y puede que muchos sufran carencias y desigualdades, pero ninguno muere de hambre ni vive debajo de un puente. Pero la pregunta es ¿por qué para tener esto tenemos que renunciar o prescindir de otras tantas cosas?
Sí, tenemos que ahorrar, pero hemos desperdiciado y malgastado muchos recursos. Hemos ayudados a muchos países dándoles los que nos quitamos. Quisimos, siendo un país pobre, encabezar y costear la revolución mundial. Para defendernos de lo “yanquis” buscamos cobijas en los “rusos” y bien sabemos que caro nos ha costado ese compromiso. Nos involucramos en muchísimos conflictos bélicos con un alto costo de vidas y recursos, y hoy en día ninguno de esos países practican una política ni similar a la nuestra. Nos olvidamos de elevar el nivel de vida del pueblo y de pensar en sus necesidades y aspiraciones y nos convertimos en el Mesías de internacionalismo ploretario. Hoy insistimos en viejas fórmulas fracasadas y seguimos el mismo camino recto, recto, requeterrecto: ¿hacia dónde?
Hay mucho por hacer. Para comenzar, hay que reconocer ¿en qué nos equivocamos todos estos años? Y, sobre todo, darle participación ¡a todos¡. Por eso me gusta tanto el término de Correa (si no es demagógico) de llamar a su revolución: ¡Revolución Ciudadana! Y como dice un eslogan: ¡Pongamos los pies sobre una buena tierra! Y tal ves no solo logremos plátano burro y boniato, ¡también, malanga!
Nota: No soy en lo absoluto disidente ni pretendo serlo. Mi afiliación política es la lógica, no creo en dogmas políticos ni religiosos. No soy patriota, pero amo mi país y nunca he querido abandonarlo. Me encanta opinar, pensar y decir libremente lo que pienso. No vivo como quiero pero pienso como quiero y, sobre todo, me encanta intercambiar criterios. Me molesta muchísimo que me quieran obligar a creer en la mentira y a hacer lo que me dicen que haga, pero no lo que ellos hacen.
Si a alguien les molesta, les perjudica o simplemente les aburren estas parrafadas; por favor, comuníquenmelo para no cometer indiscreciones.
Un Abrazo,
Tomey.
La Habana 6 de septiembre del 2009
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