El mundo de los sentidos
1
Mi pubis está servido
mis labios están servidos o los objetos
y mi interior está servido
yo soy una servidora de esas que ya no quedan
y tú eres la antepenúltima carta de la baraja
(siempre hay algo peor)
lo dejo todo servido porque para comensales
se han hecho mis interiores
lo sirvo todo, abro mi sombrilla
abro los objetos que se pueden abrir
y tú cierras el cuarzo rosado porque el día luce
de manera incandescente
y tú cierras los objetos que se pueden cerrar
y yo pienso en Aristóteles
nunca tuve el placer de conocerlo pero pienso en él con ánimo
con el mismo ánimo que pienso en las anáforas
nada más cuando paso por la tienda de las joyas
me privo de pensar en Aristóteles
mi pensamiento es un solo de fagot
para los árboles del centro de la ciudad
los árboles tienen el tronco de yeso
en la tienda de las joyas una mujer vende árboles
cómo te llamas, le digo
Aristóteles, le dice.
2
Me levanto del sofá con una idea en la mente
al muchacho con nombre de muchacha
no se le ocurre ninguna idea
pero mi mente es un teléfono público mi mente está pintada con un óleo verde claro
en mi mente un arquitecto diseñó dos torres góticas
al muchacho con nombre de muchacha
le sorprenden mis ideas y mi nombre de revista
y mi pubis de revista
pero no me levanto del sofá
hasta mi mente se desune del tapón
un arquitecto empotró mis tapones en la pared de su alcoba
y las patas del sofá me preguntan por un brillo
y son cuadradas
de madera y cuadradas
verde claro y cuadradas
la idea en mi mente capta una bella escena de cine
últimamente voy mucho al cine
voy mucho al taller de crítica cinematográfica
hablo de cine
me como al cine que sabe a manteca cinematográfica
me levanto del sofá con otra idea en la mente
mato al primero que pasa
cómo te llamas, le digo
Aristóteles, me dice.
3
Hay un número singular de objetos
que pudieran darme placer
pero el placer no es cosa de darse
el placer les pertenece
a las estatuas del parque de los impropios
y a las mujeres que van al cine con una flor en la oreja
el placer también le pertenece al pájaro
la mandíbula de tu cara pudiera darme placer
u los verdes aguacates
y las frutas con forma de corazón
y las frutas con forma de palabra étnica
esa joya de bismuto pudiera darme placer
nos acostamos unidos bajo la sombra de las estatuas
una manta cubre su pecho
y otra manta cubre mi pecho
y la brisa convierte algodones en júbilo
cómo te llamas, le digo
Aristóteles, me dice.
La rueda de la fortuna
Con Galileo no puedo juntarme
ninguno de los dos sabemos trabajar
(Galileo no tiene casa y yo sembré una grosella en el patio
Pero tampoco sirvió)
Te lo dije mil veces, Galileo
que te pusieras la pulsa de Santajuanas y mates
que orinaras en mi boca cuando la luna menguara
que me dijeras que somos los sinónimos del éxtasis
pero tampoco
con Galileo no puedo ni bailar la macarena
te lo dije mil veces, Galileo
la macarena es un baile para calientes o sátiros
la macarena es el límite del amor que nos teníamos
y el amor que nos tenemos desde el tufo por la noche
un tufo a macabros huecos por donde se filtra el ámbar
y también las ambivalencias del amarillo al ceder
te lo dije mil veces, Galileo
es necesario ceder
con Galileo no puedo ceder
mañana me invitará a deslizarnos en una penca de yagua
y todo sucederá distinto a su teoría
el monte se llenará de trivialidades
y yo me desnudará dejándome solamente los zapatos ortopédicos
sin embargo las aguas oxidarán zapatos
tú te irás, Galileo
a vivir entre residuos.
Legna Rodríguez Iglesias (Camagüey, 1984)
estos textos se incluyen dentro del primer número de la revista literaria La Noria, presentada este jueves en La Torre de Letras por los escritores provenientes del Oriente del país José Ramón Sánchez (Guantánamo) y Oscar Cruz (Santiago de Cuba)
Torre de Letras, espacio de la poeta Reina María Rodríguez (Azotea del Instituto Cubano del Libro. Habana Vieja)
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