Audio completo transcrito de la entrevista a Tania Bruguera en la sede de INSTAR el 12 de diciembre de 2016, parte esencial del documental Arte libre vs censura totalitaria, en proceso de edición, que la Seguridad del Estado incautó a Lia Villares, el 2 de febrero del 2018.
la
censura totalitaria (En
Cuba te censuran la vida)
Porque en Cuba es cierto que la gente aprendió a leer y escribir,
pero ahora nadie puede leer lo que quiere, ni escribir lo que siente;
ni puede hacer lo que desea:
por eso necesitamos una campaña de alfabetización cívica.
Es decir, ya sabemos leer y escribir,
pero ahora yo quiero leer lo que yo quiera, y escribir lo que yo quiera.
Y tengo el derecho de hacerlo.
Tania Bruguera
Ahí no me oyes,
¿no?
Ven acá, dime el
zoom cómo lo quieres?
La camisa está
perfecta así, ¿no?
A ver, hazme una
claqueta, ahora, de nuevo.
La primera
pregunta es: ¿Existe libertad de expresión artística en Cuba?
Cuando
se habla de libertad de expresión en Cuba hay que entender el rol
que ha jugado el gobierno y las instituciones estatales en la
orientación entre comillas, la “coordinación” y la producción,
tú sabes, el presupuesto que se le ha dado a la cultura, por
lo tanto ellos han tenido el control absoluto del producto que
se está haciendo, es decir, para explicarlo mejor, yo creo que por
un lado, cuando surge la Revolución, hay una efervescencia
natural, donde muchos artistas vieron en estas figuras que se
automitificaron, muchas de las cosas que ellos hubieran podido lograr
son de otros países, que empezaron a acercarse a este lugar con una
visión totalmente utópica y totalmente idealista de lo que estaba
sucediendo; y yo creo que en ese momento la libertad existía hasta
cierto punto porque la gente quería el proyecto y quería ser parte
de ese proyecto. Pero poco a poco se fueron desencantando de ese
proyecto. Entonces, lo que ha sucedido es que el gobierno ha
fabricado el entusiasmo por la revolución. En ese sentido el
gobierno ha proporcionado espacios para que de la impresión de que
la gente está entusiasmada. Dan comisiones para los artistas, los
músicos, las personas del teatro, etc, para que parezca que quieren
hacer obras referentes al proyecto revolucionario, pero eso no es
libertad de expresión, eso se llama “obras comisionadas”.
Yo
creo que lo que ha pasado en Cuba es que a golpe de tanta censura, a
golpe de tanto miedo, la gente ya no sabe lo que es la libertad. Por
lo tanto es difícil cuando tú hablas de libertad de expresión,
porque la gente está tan autocensurada que yo creo que ni ellos
mismos se acuerdan ya de qué es eso. Date cuenta que hay artistas
que nacen como artistas ya, como una segunda, tercera, cuarta o
quinta generación, ya como artistas autocensurados. Hay artistas
nuevos que van a exposiciones y lo que ven son obras que ya han sido
censuradas, obras autocensuradas. Ya hay una generación joven a la
que no hace falta censurar, por qué, porque ya ellos no saben qué
cosa es hacer un arte que no sea conflictivo.
Es
decir, ya ellos no están... ya nacen con el defecto de... del miedo.
Tú
hablabas de una normalización de la censura. ¿Eso es lo que pasa
con el miedo normalmente...?
No.
Cuando yo hablo de la normalización de la censura, me refiero a un
proceso que yo estoy viviendo en estos momentos, que ya no solo como
una parte del proceso de la censura en Cuba. O sea, como te dije
antes, la gente en el primer momento hacía obras porque todos
estaban entusiasmados con el proceso, después de los setenta, ya
venía como un indicativo de lo que había que hacer, como que el
gobierno entendió que eso podía ser, como decían ellos,
un arma de la revolución
y empezaron a intervenir un poco más. Después, empezaron a censurar
artistas que se fueron del país, y al irse del país, se empezó a
devaluar su trabajo, a verse como un trabajo incorrecto, como un mal
trabajo, ¿no? Entonces ahí empezaron a censurar a la gente como
malos artistas. Es decir, si tú me criticas eres mal artista porque
tu estética no es buena, no es que seas un artista conflictivo, no
es que seas un artista que cuestione, sino que eres mal artista.
Entonces es una manera de censurar también porque nadie quiere ser
mal artista. Nadie quiere entrar en un proceso de marginalización
del artista en el cual no solo dejas de tener exposiciones, no solo
dejas de poder tener una entrada económica con tu trabajo, sino que
ya dejas de ser un modelo a seguir por la gente joven, porque te
conviertes en un fracasado. Te conviertes en el artista que no
triunfó.
Porque en Cuba parte de la censura es que hay un solo camino para
triunfar. Es parte de la lección que quiere dar la censura. Si
quieres ser un artista digamos de éxito, tienes que hacerlo
siguiendo este camino y solo por este camino llegarás a alguna
parte. Y eso no es verdad, hay muchos caminos para lograr el éxito y
cada persona tiene una idea diferente de lo que es el éxito. Hay
personas que necesitan tener un éxito económico y hay personas como
yo que no les interesa eso, que lo que me interesa es poder hacer mi
obra lo más libremente posible.
Yo creo que cuando hubo estos problemas de censura en los ochenta,
vieron un peligro en las exposiciones y las empezaron a cerrar.
Después se dieron cuenta de que eso no era bueno, y entonces fueron
a ver las exposiciones antes que abrieran. Para no quedar mal con el
artista, le decían “oye mira a ver, quita la obra, que tiene
problemas”, etc. Crear este proceso, como yo le llamo, de chantaje
emocional con el artista, para que el artista haga lo que quieren las
personas en el poder.
Después
empezaron a ir a los talleres de los artistas. Ya no esperaban a que
tú expusieras sino que iban a ver la obra que estabas haciendo,
hablaban contigo, para que la cambiaras, “mira esto no es adecuado
en estos momentos”. Y ahora han llegado a un nivel que me parece
totalmente cómico y absurdo, donde censuran la obra que ellos
creen que tú vas a realizar: ni siquiera censuran lo que has hecho,
desde tu estudio, sino lo que no has hecho todavía. Y eso pasó el
año pasado, que vinieron los factores,
para decirme que no se me ocurriera salir a la calle a hacer un
performance con la gente. A mí no se me había ocurrido, o sea, me
pareció fantástico, que ya ellos,
viendo ciertas condicionantes que podían parecer como una
preparación de obra, piensen... es decir, que ya los censores
piensan por ti. Ya los
censores crean la obra por ti. Que es como un nivel que yo no conocía
en la censura.
Entonces,
cuando yo hablo de normalización, es que en este momento, una vez
que se cambiaron las relaciones con Estados Unidos, que se empiezan a
crear procesos de acercamientos con los dos gobierno, la gran crítica
que ellos tienen aquí,
es que no hay libertad de expresión. Entonces ellos
tienen que ver de qué manera, y están en un problema grande, porque
tienen que ver de qué manera complacen a los americanos dando un
poquito de libertad de expresión, pero una libertad de expresión
que ellos están
dirigiendo, o sea, una falsa libertad de expresión.
Es
algo que están construyendo, un gran teatro que ellos
están haciendo, donde dejan a unos y no a otros, decir cosas. Y a
los que dejan decir cosas, son gente que son su gente,
digamos. Gente que trabaja con ellos,
que son de confianza para ellos,
etc.
Y
una cosa nueva que estoy notando en la normalización,
es que la manera en la que justifican toda la censura que están
haciendo últimamente, viene siendo que está bien censurar, porque
en todos los países se censura. Y tú no puedes comparar la censura
que existe en Cuba con la censura en otros países, que es una
censura limitada a la obra que está censurada. En Cuba te censuran
la vida. No la obra, te censuran tu vida. Y entran con todo el peso
del gobierno. Todas las instituciones, desde el CDR hasta los
trabajos, donde tú vives, a la gente, los amigos, tus parejas, o sea
se meten en todos los aspectos de tu vida y es una censura total. No
es una censura parcial, es total. Y tampoco tienes los espacios para
tú poder convertirte en contracultura.
Es que ni siquiera en Cuba tienes la posibilidad de convertirte en un
artista que hace crítica institucional, porque si lo haces quién es
la institución en Cuba: el gobierno, por lo tanto eres
contrarrevolucionario. No eres un artista de crítica institucional,
sino que eres un artista contra el gobierno. Es decir, que es bien
cerrada la situación, es muy cerrada.
Lo
que hace es que ellos
tienen pequeñas válvulas de escape, como un programa de televisión
en el que alguien dice alguna cosilla, un noticiero que hace una
pequeña crítica, pero nadie critica ni nadie se pregunta las cosas
esenciales. O sea, todo el mundo puede hablar más o menos con
control, más o menos con permiso, de ciertas cosas, y siempre de
manera fenomenológica. Pero nadie pregunta quién causó el
problema. Que para mí esa es la parte más grave, esa es la parte
que evidencia que en Cuba no hay libertad de expresión. Porque la
libertad de expresión es que tú puedas decir quién causó ese
problema. Y en Cuba eso no se puede hacer.
Niño,
para ahí.
No
se oye?
Sí,
pero el micrófono está rozando con la tela todo el tiempo
Te
voy a preguntar ahora de la relación de los artistas con los
censores, que no eran desconocidos...
Qué
bueno que estamos haciendo esto porque ya es una cosa menos que tengo
que hacer, de la lista, una cosa menos.
Está
muy lejos, muy bajo.
No,
es que se desbalancea. No, no tanto, ahora tienes que subir.
¿Tan
chiquito? No, él quiere subirlo por otro lado.
Ya,
a esa altura.
No
se puede poner el ventilador porque se oye un ruido.
¿Pero
las balitas las dejan entrar?
Eso
me lo regaló Santana.
Es
cada vez que choca con la tela.
En
el centro del vestido, Tania, ahí.
No
te preocupes que no me voy a mover tanto.
Pero
tú puedes limpiar el sonido después, el frufru....
A
ver, dime de la relación del censor con el artista, y lo puedes unir
todo con el gremio artístico, si es que existe un gremio, cómo se
comporta la solidaridad con los demás artistas, que, como tú has
vivido en el extranjero, obviamente es diferente...
Ah,
¿ya yo dije que querían decir que la censura en Cuba era igual a la
de los otros países?
Dijiste
que los funcionarios, que la censura se quería equiparar a la
censura de afuera.
¿Dije
eso?
Dale.
Grabando.
Una de las características de la censura en Cuba que creo que es un
poco anómala, comparada a la censura que existe ahora en el mundo,
aunque creo que es un poco como la censura que existió en el campo
socialista también, es que el censor no es una persona extraña,
desconocida, generalmente el censor es el burócrata que te dirige
desde la institución cultural que te atiende o a la que perteneces,
es la persona que ha trabajado contigo en tu centro de trabajo, es tu
profesor, es un amigo, puede ser incluso hasta un amante para alguna
gente...
Es decir, el censor en Cuba es un ser humano, es una persona que tú
conoces, es una persona con la que tienes un roce con la que tienes
historias. Y es alguien a quien le conoces la historia también. Es
decir que es una asociación muy perversa, creo yo, porque de nuevo
es un chantaje emocional, hay un llamado a la amistad, sensibilizan
todos los elementos posibles que uno pueda valorar como ser humano,
la amistad, la familia, principios éticos, no querer dañar a una
persona para precisamente forzarte a que tú cambies tu idea. Es
decir cuando tú censuras en Cuba no es solamente una censura
artística, es una censura ética, que entra dentro de tu campo
ético, te hace sentir muchas veces mal, porque tú estás sintiendo
que le estás haciendo daño a otra persona. Esa persona se aprovecha
para que te sientas culpable.
Un
ejemplo, generalmente ellos
te mandan una persona que tú aprecias, es muy raro que manden a un
desconocido a censurar: generalmente es alguien que ya tiene una
relación contigo y que te recuerda un poco su amistad, las
relaciones, cómo han conversado antes, lo bien que se han entendido
y cómo ahora tú eres una persona intransigente, cómo eres una
persona que no quieres entender y que le estás haciendo daño a tu
amigo, que ha venido a hablar contigo.
Es decir, eso me parece una de las cosas más perversas que existe en
la censura aquí actualmente. Incluso, una cosa interesante, en los
ochenta sucedió algo, para mí también un poco anómalo, que es que
los censores, de tanto que hablaban contigo, los de la seguridad, que
en esa época todo el mundo lo hablaba, no como ahora, que los llaman
y nadie lo dice... En los ochenta, una de las cosas bonitas era que
la gente de la seguridad venían a hablar con los artistas para que
cambiaran la idea, para valorar lo que estaban haciendo, para revisar
las obras, para conversar, y todos los artistas hablaban de eso.
Y eso fue algo muy sano, porque el hecho de tú saber que ya a otra
persona lo habían ido a ver, te daba, no sé, era una sensación de
colectividad y de compañerismo, ¿no?, y de saber cómo iban las
cosas.
Y el hecho de que la gente compartía lo que el seguroso le decía,
por ejemplo nosotros nos reuníamos con un muchacho y él nos contaba
todo lo que el hombre le decía y todos los argumentos y todas las
discusiones que tenían, porque él sí creía que desde adentro
podría cambiar las cosas, ¿no? Y era muy interesante, porque entre
una persona que era de la Seguridad del Estado, y que era un censor
oficial, (que su trabajo era ser censor) se establecía una relación
casi afectiva con el interrogado, con el llamado a conversar. Y eso
es una cosa muy rara que solo pasa en Cuba.
Yo
me acuerdo que él hablaba del agente en primera persona, Rudy, se
llamaba, nunca se me olvida, que si Rudy vino por aquí, que me dijo
tal cosa. Y me acuerdo que nosotros discutíamos incluso estrategias
para que él la próxima vez le dijera más cual cosa. Y era algo muy
loco, que hasta la persona que trabaja como el represor que te
atiende, que te estudia tu sicología, que sabe tu historia personal,
íntima y de todo tipo para poderte manipular, se convierte en una
presencia cotidiana. Eso es una cosa que a mí me parece atrófica. Y
creo que es algo que ha permanecido. Y quién sabe, que el censor en
algún momento pueda dudar, y no es que haya pasado mucho, pero
siempre queda la esperanza de que tú puedas pervertir, a
ese censor.
Espérate
que estoy sudando como una bestia...
Eso
sigue sonando.
¿Ahora
mismo?
No,
ahora mejor.
Tania
pero una cosa clave, a ti, a nosotros, a todo el mundo, nos están
aplicando técnicas de contrainteligencia militar.
Pero
acuérdate de Lezama Lima. Los expedientes archivados y alguna
muestra en el museo de la Seguridad del Estado ahora mismo...
A
ningún artista del mundo se le aplica un método de
contrainteligencia militar. Por eso se meten en tu vida.
Sí
que te tratan como al terrorista.
Exacto.
Aquí
no hay tomacorriente... se está acabando la batería.
Recuérdame
eso.
Ah,
aplicando técnicas militares... pero la Gestapo hacía lo mismo.
De
eso se trata justamente.
¿Por
qué no es lo mismo? ¿Cuál es la diferencia?
¡Es
lo mismo! Es lo que yo estoy diciendo.
Vamos
a decir eso que está bueno. Y si quieres decir otra cosa...
Lo
del gremio artístico... yo sé que tú no vas a juzgar a nadie ni
quieres tirarle tierra a nadie...
Yo
hablo cantidad. Mira aprovecha y alcánzame el teléfono.
Podrías
hablar de Occupy y cosas así donde has participado, que se reúnen
cierta gente que defienden sus intereses, es como dice el Sexto, si a
uno solo lo censuran, están censurando a todo el mundo...
Es
lo que yo dije en ese texto, que la gente es la que permite la
censura...
Sí,
tú lo escribiste...
Sí,
Sarah, how you doing, is my only day off, so,right now I´m being
interviewed for a documentary...
Esta
gente que fuera pa´allá pero les dije que hoy es mi día libre.
Lia, tú crees que será como una hora, I think maybe an hour. See
you.
Hasta
yo estoy empegostada del sol... Chama la luz se va a ir casi ya.
Sí
yo sé, pero vamos a tratar de hacer algo en Bellas Artes.
Una cosa también que es extremadamente, aún cuando las
instituciones culturales están tratando de vender la censura
artística...
Sigue
sonando esa cosa. Está sonando todo el tiempo. Pero eso no tiene
sentido... Será mi corazón... je je. Qué raro. Al principio estuvo
mucho mejor... Uno, dos, tres, mira a ver Lia...Hay un ruido, no, un
ruido del micrófono. Eso es el cable. Encendido y apagado. Voy a
volverlo a encender. No, la esponjita es para limpiar. Está en On.
Mira a ver ahora. Pero el principio estuvo mucho más limpio.
Es
otra cosa. A lo mejor es un falso contacto en el audífono. Mira a
ver ahora. Es el cable, trata de no tocarlo mucho. Vamos a seguir así
mismo que se va la luz.
Una de las cosas que es muy específica del contexto cubano sobre la
censura, aunque no es única, históricamente existe en otros
lugares, es que la censura artística se convierte en un asunto de
estado.
Pasa
de ser una cosa cultural a ser un asunto de estado. Es algo que no
tiene sentido en otro lugar porque en realidad la manera que se
censura en Cuba es usando métodos de contrainteligencia militar,
donde por ejemplo te hacen interrogatorios, donde te vigilan
constantemente como si fueras un objetivo militar, te tratan como si
fueras un terrorista de estado, te ejercen toda una presión
mediática y un asesinato de la personalidad como si fueras un
terrorista. Es decir, que los artistas que ejercen la crítica o que
dicen algo a destiempo, la razón, siempre se usa esta justificación
de que no es el momento adecuado. ¡Pero nunca ha sido el momento
adecuado! O sea, tú te lees Mapa dibujado por un espía,
de Caín, Cabrera Infante, sobre los eventos de lo que le pasó
cuando lo aislaron y es lo que me sucedió a mí el año pasado. Yo
me leí ese libro y me pareció que estaba leyendo mi propia
biografía. Porque esos métodos siguen siendo lo mismos, son
predecibles y son como un teatro que se arma, donde todo el mundo
adquiere el rol de un personaje, donde la narrativa ya la conocemos
todos, todo el mundo sabe lo que tiene que hacer para sobrevivir. Es
algo que realmente va más allá de la censura.
Es una censura que está ya interiorizada, y la gente al escuchar
algo que puede ser problemático inmediatamente asume su papel.
Inmediatamente saben que tienen que dejar de verte porque los van a
venir a ver. Es una cosa increíble que la gente tenga ya incorporada
en su ADN la estructuración del miedo como manera de sobrevivencia.
Lo
otro que sucede en el mundo de las artes plásticas que es el que yo
conozco, llevan veintitantos años, desde los años noventa, tratando
de imponer algo que hasta ese momento era falso, que es el mercado
del arte. Yo recuerdo en los noventa que los críticos, los
profesores, los grandes artistas hablaban del mercado del arte.
Cuando digo grandes artistas
me refiero a los artistas oficiales, por supuesto. Y yo decía, pero
de qué mercado del arte hablan si aquí no hay coleccionistas en
Cuba ni nadie viene a comprar. Y es que ellos
estaban preparando ya una dinámica y estaban haciendo unas pruebas
de cómo reaccionaban las personas ante el mercado. Y fue de un uso
efectivo para el gobierno porque la gente cuando siente que forman
parte del uno por ciento económico del país, que van a perder algo
que les hace su vida más fácil, que les hace tener un estatus
social diferente, pues se convierten en cobardes autónomos. Nadie
necesita decirles que no hagan algo, ellos son sus propios censores
de su obra.
Ahora
mismo estamos viendo en Cuba que las personas que censuran más, son
las personas de mejores posibilidades económicas, que tienen las
posibilidades sociales para abrir espacios de libertad. Porque saben
que una vez que que un concierto de la persona equivocada se haga en
tu espacio, que ellos
vean que una obra demasiado fuerte se exponga en tu galería, que
venga incluso a comer alguien en tu restaurante que no deba venir,
eso puede provocar el cierre de tu proyecto. Porque los proyectos
aquí son falsos. Aquí nadie es dueño de nada. Aquí nadie es dueño
de su propio proyecto: tú puedes por un tiempo tener una autonomía,
pero siempre vas a depender del capricho o del miedo incluso de un
burócrata que está en el poder. Porque mucha gente que te censura
es porque los mandan porque son burócratas que tienen miedo de
perder su puesto de trabajo si pasa algo que ellos
piensan que va a lucir más. Ellos representan a la censura
gubernamental pero como personas individuales deciden si algo les va
a crear un problema o no. Hay muchas censuras en este país que
terminan en el gobierno pero vienen de muchas partes.
Es difícil cuando las personas aceptan la censura de otros, están
dejando ir una parte de su propia libertad. Y es lo que no se
entiende. Cuando tú estás de acuerdo conque a un autor no le
publiquen su libro, tú estás autorizando al censor a que no te
autorice a ti a publicar tu libro. O te estás convirtiendo en el
censor que vas a evitar escribir cosas de ese tipo, aunque sea lo que
quieres hacer, para poder publicar ese libro. Ese es el problema que
hay aquí. Se ha cedido mucho terreno. Y también por supuesto que
este es un pueblo que no tiene fe en su propia función en un cambio
social. Este es un pueblo que no cree que puede tener un poder, o que
tiene todo el poder, porque los pueblos son los que tienen todo el
poder. Pero los han convencido durante muchos años de que ellos no
pueden cambiar nada. Entonces los que quieren cambiar algo, los que
empiezan a hacer cosas se van cansando. Esto es una lucha de desgaste
y siempre, hasta ahora, han ganado ellos porque son los que han
estado allí por más tiempo y con más infraestructura. Pero bueno
yo tengo la sensación de que esta vez ya no va a ser así, sé que
es lo que piensa todo el mundo pero...
Niño
para ahí.
¿Se
oye mal?
Se
oye muy mal.
Es
una pena, porque estás haciendo un ensayo sobre la censura,
sinceramente.
Niña,
eso tiene que limpiarse después...
Pero
es que al principio no ocurrió.
Tania,
métete el cable por dentro.
Ni
que yo fuera inocente, ni que yo fuera virgen.
No
me has hablado del gremio...
Vamos
a llegar ahí, relájate, te estoy haciendo algo que no le hago a
nadie. Yo a todo el mundo le digo, tienes veinte minutos y me voy...
¡vaya!, aprecia lo que estoy haciendo. Yo normalmente mis
entrevistas son algo rápido. Pero aquí estoy divirtiéndome, estoy
gozando.
Prueba
a ponértelo en la camisa, el micrófono.
Mira
a ver tú Luis, no sea que...
Bueno,
esta es mi única entrevista, yo no la voy a repetir.
Es
que no te va a quedar tan buena como esta.
Mira,
coge mis audífonos.
A
ver, vamos a hacer una prueba, no muevas nada, habla en estado
yoga...
Dale,
sigue porque se va la luz.
Mira,
coge mi cartera que mis audífonos sí funcionan.
Eso
empezó cuando moví la cámara.
Necesitas
unos audífonos para eso...
No
es el audio... es un ruido que no se va a poder limpiar.
Vamos.
Ahora
qué viene. Pregúntame lo mismo.
La
solidaridad...
Esa misma conducta aprendida que tienen los artistas en la cual tú
sabes cuando alguien es tóxico entre comillas y te puede crear
problemas a ti por la cercanía, entonces hay esta reacción
automática digamos, esta reacción condicionada, en la cual los
artistas saben a qué nivel de cercanía deben estar con una persona
para poder mantener la amistad, o poder no perderla si es alguien que
tú valoras o tú crees que pueda ser útil en el futuro y a la vez
alejarte lo suficiente para no meterte en el círculo del infierno
donde caes cuando uno apoya a alguien que está siendo censurado.
Uno de los efectos de esta censura de cincuenta años, sostenida,
cotidiana, una censura que no es algo raro, que tú digas, ah, le
tocó a esta persona hoy, ayer le tocó al otro, es algo que uno
llega a ver natural y no lo es, es que la gente ha desarrollado un
instinto oportunista super fuerte, en cual valoran qué les va a dar
más, si apoyar a un censurado, o dejarse censurar. Y ese es un
fenómeno nuevo que está sucediendo. Yo creo que en los ochenta, por
lo menos en las artes plásticas, hubo una, no sé, el gremio de los
artistas tuvo una solidaridad bellísima donde censuraban a uno y
todo el mundo iba para allá, o todo el mundo hablaba de lo que
sucedía, cada uno desde su punto de influencia trataba de cambiar la
situación, los censores. Sin embargo hoy en día, no creo que sea
algo casual, la Seguridad del Estado estudió este fenómeno de
solidaridad que había entre los artistas y creó un sistema en el
que hoy día es bien difícil tener esa solidaridad. Porque han
creado divisiones, han creado estatus diferentes, becas que le dan a
unos y no a otros, hay una educación de chivo expiatorio
generalizada, muy precisa, en el cual la beca se le da al que todo el
mundo sabe que no se mete en nada, hay como unos contratos en
silencio que se hacen constantemente.
Yo creo que eso puede estar pasando por un momento que llegue a una
crisis y se le pueda revertir al gobierno y pueda de nuevo el artista
tener una solidaridad, porque hoy los que tienen el poder económico,
los que tienen el poder de darle promoción a la obra de un artista
cubano fuera del país, ya no es el gobierno solamente. Ellos están
esforzándose muchísimo por no perder esa condición de únicos
hacedores de carreras artísticas y los que tienen la influencia
dentro y fuera de Cuba para darte oportunidades profesionales, pero
eso ya hoy no está siendo tanto y cada día será menos.
Desgraciadamente no creo que todo el mundo tenga buen corazón pero
creo que mucha gente van a decidir apoyar entonces, esperamos, yo
creo, que haya algunos que van a empezar a apoyar a los censurados,
porque sientan que ya eso no va a tener una influencia en su carrera
porque ya haya otras maneras de abrirse paso, o porque el censurado
tenga mejores influencias que el Ministerio de Cultura. Entonces
pueden ser momentos muy interesantes que a mí me gustaría ver que
sucedieran. Yo estoy segura de que va a ser así, quizás no ahora
mismo, pero mientras más artistas tengan más poder, fuera de Cuba,
no dentro, y que tengan la posibilidad de influir en la obra de otros
artistas, quizás eso será una manera de luchar contra la censura en
Cuba.
La
solidaridad internacional... yo te hablaba más bien... Ves, que no
quieres echarle tierra a nadie. Está bien. Habláme de tu artivismo.
¿Por qué te consideras una artivista y qué pudiera hacer el
artivismo por Cuba?
el cambio
Ha sido un proceso largo. Yo cuando estuve estudiando en Cuba y
cuando hice mis primeras exposiciones aquí, sentí muy fuertemente
algo que sucedía cuando yo era una artista joven, que casi te
obligaban a que todo fuera político, las lecturas siempre iban a ser
políticas, aún cuando tu obra fuera un viaje interior, digamos, eso
es una posición política. Y al darme cuenta de esto empecé a
trabajar desde esa perspectiva. Y entonces viajo a los Estados Unidos
y viajo a Europa y allí encontré algo que yo no entendía, había
muchos artistas que en su tiempo libre eran activistas, pero entonces
su obra, muchos no eran artistas políticos. Yo no entendía por qué
esa dicotomía, por qué teníamos que ser seres fragmentados cuando
de hecho, hacer tu obra políticamente es algo que yo veía como algo
natural, porque se hacía aquí mucho. Y ahí yo empecé un poco a
trabajar y acercarme a personas que sí hacían ese mismo tipo de
trabajo, personas que sí usaban el arte para tratar de cambiar la
sociedad, personas que estaban usando los medios artísticos, no
solamente para que la gente supiera que sucedía algo, no solamente
como una manera de visibilizar un problema y hacer de un problema una
discusión colectiva, sino también artistas que les interesaba usar
el arte más allá de un proceso de concientización, como un
instrumento de cambio social.
Por
supuesto, cuando se habla de cambio social quisiéramos imaginarnos
cosas maravillosas, el cambio social es muy difícil, que toma
muchísimo tiempo, que lleva muchas presiones simultáneas de muchos
lugares, porque un cambio cuantitativo es muy difícil, y solamente
es un proceso al que se llega por una acumulación de cosas que
suceden, que tienen que venir de muchos lugares, como el caso de
Cuba, que el gobierno sienta que no puede con todo, porque cuando tú
tienes un solo proyecto te pueden caer arriba y se acabó, pero si tú
tienes quince proyectos de quince grupos distintos, todos trabajando
a la vez, con el mismo nivel de intensidad, es bien difícil para
ellos, porque ellos
tampoco son tantos. Es la idea que tengo.
También trabajo la idea del arte útil, es decir, como a través del
arte se puede cambiar la cultura de la queja por la cultura del
cambio social. Mucha gente se queja, se satisface con esa acción de
quejarse, de verbalizar algo que llevan por dentro que es más
complejo, sencillamente lo hacen delante de alguien, se sienten
satisfechos, se van para su casa y no pasa nada. Yo creo que eso es
algo que hay que cambiar. Hay que darle a la gente herramientas para
que entienda que sus deseos no son prohibiciones, que sus deseos no
son utopías. Que sus deseos son las necesidades como ciudadanos que
ellos tienen y a la que ellos tienen derecho de perseguir para que se
realicen. Que ellos como ciudadanos, tiene derecho a proponer a una
sociedad porque son parte de ella, que tienen derecho de discutir con
cualquiesquiera sean las entidades pertinentes para que sus sueños
se realicen. Porque cada ciudadano debe ser respetado, aunque seas
una persona que quieres algo que pueda hacerse, tú tienes que ser
escuchado, y tienes que ser respetado.
De
ahí llegué a una conclusión y es que a mí me interesaba que en
Cuba, debido a todo lo que sucedió el año pasado aquí la gente, ni
yo tampoco, conocía ni sus derechos, ni las leyes, que toda la
programación, porque no es ni información, toda la programación
informática que hay
alrededor de tu cotidianidad está hecha para que tú no sepas nada,
que solamente tengas una visión digamos sensorial de la situación,
pero que tú no puedas entrar ni a preguntar los detalles en ningún
lugar, ni a comprobar la veracidad de nada, ni a tener tus propios
recursos de investigación.
Por
eso el instituto. Porque en Cuba es cierto que la gente aprendió a
leer y escribir, pero ahora nadie puede leer lo que quiere ni
escribir lo que siente; ni puede hacer lo que desea, y en ese sentido
necesitábamos, es lo que vi el año pasado, todo esto está
sucediendo porque necesitamos una campaña de alfabetización cívica.
Es decir, ya sabemos leer y escribir, pero yo quiero ahora leer lo
que yo quiera, y escribir lo que yo quiera. Y tengo el derecho de
hacerlo. Y eso va muy ligado al tema de la censura. La idea del
Instituto es precisamente sistematizar algo que se hizo el año
pasado, que fue nada más que la lectura del libro de Hannah Arendt,
quien le da nombre al instituto, Los orígenes del
totalitarismo, sistematizar un
conocimiento que sea teórico-práctico.
Yo
creo que uno de los grandes problemas que tiene la revolución
cubana, y cuando digo revolución
estoy hablando de un branding,
no del concepto de revolución sino de cómo ellos se nombran a sí
mismos, como una etiqueta, como una marca. Yo creo que ese proyecto
de la revolución cubana como marca está en crisis por muchas
razones, pero la primera es que no hay dirección ni madurez
política. Las decisiones del gobierno se basan en caprichos
personales y momentos de desesperación donde se toman decisiones
para resolver, como decimos aquí, no mediante un estudio teórico
previo, ni nada, solo estamos resolviendo lo de hoy, pero no estamos
viendo cómo eso puede influir dentro de 10, 20, 30 años y cómo eso
va a tener una repercusión. En parte por qué, porque las personas
que están dirigiendo ya son viejas, les quedan unos pocos años, por
lo tanto ellos no se
hacen responsables del futuro de este país.
El
instituto quiere traer un poco de teoría sobre la realidad, quiere
traer momentos de pensamiento y de discusión sobre lo que está
sucediendo, no solamente desde un aspecto práctico de resolver de
cómo salimos de esto, sino entender qué cosa es una nación hoy en
el mundo, no tiene que ser la nación de los independentistas de
principio del siglo XIX, no tenemos que pensar en nación
como Martí, podemos pensar en nación
de otra manera. De una manera un poco más interesante. Yo creo que
parte de esa crisis que tenemos hoy es que no tenemos un proyecto de
nación, el gobierno cubano no tiene un proyecto de nación. Es como
si nuestra vida se convirtiera en la vida de un tránsfuga donde
todos tenemos que ver qué hacemos para poder sobrevivir. Y eso no es
un proyecto de sociedad. Queremos en el instituto hablar de todas
esas cosas.
Está
perfecto Tania.
Yo
creo que yo hablo demasiado.
La
gente viene ahora con una especie fascinación, yo creo que siempre
lo ha hecho, pero viene gente de izquierda buscando la fantasía del
experimento en el que nos convirtieron. ¿Tú te consideras de
izquierda? Cómo explicas esa fascinación, ahora mismo que la ciudad
ha sido declarada maravilla universal en plena desmoronación.
el socialismo
Yo, políticamente me identifico, más que de izquierda o derecha,
por los movimientos sociales.
Yo a nivel político me he criado en una sociedad socialista, con
valores sociales y de justicia social (que nunca se realizaron), pero
se hablaron y te los metieron en la cabeza como una aspiración.
Entonces yo realmente sí tengo esa sensibilidad, ante las
injusticias sociales, yo me formé así.
Y también me gusta ser un poco utópica y no tan pragmática como
mucha gente, me gusta todavía tener un poquito de sueños. Si se
pone en los términos más clásicos yo sería de izquierda.
Nosotros
siempre dijimos que la izquierda internacional era nuestro
peor enemigo.
Porque esas personas tienen una visión de lo que sucede en Cuba que
es la visión propagandística.
A
principio de la revolución, el gobierno vendió este proyecto como
una participación colectiva, incluyendo personas que eran de fuera
también, cómo, brillante. Yo creo que aquí se hicieron cosas
brillantes que debían estudiarse bien. Por ejemplo, venía gente a
cortar caña: la idea de traer gente a pasar trabajo en Cuba, ¿no?
Porque sentían que pasando trabajo iban a ser como los cubanos, y
era un pasar trabajo
distinto, pero ellos sentían que al ellos hacer ese sacrificio, ya
estaban equiparando su experiencia con la de un cubano, y sentían
que estaban realizando y ayudando al proyecto. Cosa que es falsa,
porque ninguna de esa gente que vino a cortar caña, después esa
caña sirvió, o sea, no se hizo un cambio en la economía, sino para
mal, pero era un gesto simbólico, en el que toda esa gente
regresaba, sintiéndose bien consigo mismos.
Ese fue sobre todo el gobierno de Fidel, que fue entender bien cuáles
era los sueños irrealizados de las personas que venían a Cuba y
darles la oportunidad de ser quienes ellos siempre soñaron que
querían ser, y que no podían ser en ningún otro lugar. Es decir,
si tú quieres ser un escritor con un premio nóbel, aquí lo puedes
conseguir. ¿Quieres ser un gran cineasta?, aquí puedes serlo.
¿Quieres ser un empresario importante, un gran millonario?, aunque
lo que tengas sea quinientos mil dólares, pero ¿quieres sentirte
como un dios?, ¿que todo el mundo te adule y que todo el mundo te
haga sentir que eres el rey de La Habana?, aquí puedes lograrlo.
Fue
un mecanismo sicológigo extraordinariamente inteligente, perverso,
maquiavélico, en el que mucha de la izquierda internacional,
sabiendo los problemas que había en Cuba, se autocensuraban, para no
dañar la imagen de la revolución. ¿Por qué no querían dañar la
imagen de la revolución? No era por nosotros, era porque para la
izquierda internacional nosotros éramos una manera de ayudar a la
lucha de ellos en otros lugares: ellos nos ponían como ejemplo
impoluto de lo que ellos no podían tener en esos lugares, y como una
manera de avergonzar a sus políticos porque nadie había logrado lo
que aquí se había logrado. Por supuesto, todo son grandes
tergiversaciones, que no ven el desarrollo
revolucionario cómo se va deteriorando a tantos niveles, no solo los
hospitales que se van cayendo, que ahora somos esa ciudad maravilla,
una maravilla moderna
donde los edificios se derrumban y las personas mueren debajo de los
derrumbes. Donde la gente vive en condiciones paupérrimas, en la
miseria, donde el gobierno no se responsabiliza ni por sus vidas, ni
toma precauciones antes que suceda lo peor, porque no existe un
sistema de rescate ni nada.
Es muy útil tener un ejemplo para decir que lo tuyo está mal, pero
para poder hacer eso tienes que decir que aquello está bien.
La otra cosa interesante es que en este momento, en mi criterio
personal, no creo que el gobierno de Cuba sea un gobierno socialista.
El gobierno de Cuba no es un gobierno de izquierda. El hecho de que
el gobierno cubano sea amigo del gobierno venezolano, boliviano,
ecuatoriano, etc, no significa que sea de izquierda. Creo que hay una
cercanía natural, porque somos latinoamericanos, y creo que hay una
relación en la cual coinciden con estas aspiraciones sociales, pero
en realidad lo que más los une es el derecho que se han adjudicado
esos presidentes a ser como los escasos presidentes de Cuba: eternos.
Creo que en lo que más se parecen es en cómo han tratado de cambiar
las constituciones para poder mantenerse en el poder,
indefinidamente. Entonces eso no es ni socialismo, ni izquierda. Eso
se llama caudillismo, se llama dictadura, se llama otras cosas.
Cuando un gobierno empieza a trabajar y a cocinar desde el punto de
vista dictatorial, en el que una persona esté indefinidamente en el
poder, eso por principio no puede ser un espacio socialista, porque
las cosas no responden a los preceptos del socialismo, sino responden
a los caprichos de un ser humano. Eso jamás podría ser socialismo.
Aunque estén las regulaciones, las prerrogativas clásicas del
socialismo, como que los medios de producción pertenecen al estado,
etc.
En este momento yo siento que el gobierno cubano ha tenido momentos
en el que se ha convertido en un gobierno neoliberal que se vende
como un gobierno socialista. Porque un gobierno que se deshace de la
preocupación y de su responsabilidad ante cosas como esos edificios
que se están cayendo con personas que viven dentro en pésimas
condiciones y sin posibilidad de salir adelante, que no haya agua o
comida, que cierren las escuelas porque no hay dinero...
Aquí se intentan dar esos cambios neoliberales, en los cuales el
gobierno se deshace de sus responsabilidades y se las da a los
individuos, pero en el caso de Cuba, sin que esos individuos tengan
las condiciones ni la infraestructura para hacer lo que debería
hacer el gobierno.
Me parece que es algo paradógico: a nivel de discurso, somos
socialistas, pero en la vida real, no lo somos. Es lo que pienso.
Lo que sucede también en este momento es que a mí me parece que es
muy importante que los extranjeros que vienen a Cuba a hacer
exposiciones, ya sean artistas, entiendan cuál es la función que
ellos tienen aquí. Hay mucha gente que está usando a Cuba para
progresar en sus carreras personales, para ganar más dinero, para
subir de estatus social. Los extranjeros que vienen a Cuba están
usando a Cuba. Hace falta que ellos entiendan que tienen que venir
para estar con Cuba, que es algo diferente.
Creo que los que vienen deberían ver que su presencia tiene que
tener un impacto, y el impacto debería ser hacer pensar a las
personas, proponerle a la gente una visión diferente de su realidad,
tener un diálogo interesante con las personas donde se cuestionen
cosas que aquí se viven como normales. Y hay otras que vienen y no
entienden que con su actitud no confrontativa, para tener una
exposición que va a sonar bien en su currículo y va a estar a la
moda porque va a irse con algo interesante que contarle a sus amigos
cuando regrese, hacer eso significa que le está dando una
legitimidad a los censores en Cuba.
Quedó
volao, has hecho una tesis en serio...
Todo
no tiene que ser personalizado. Porque la gente siempre piensa que
una es egocéntrica que solo habla de ella. Yo no quiero hablar desde
la primera persona. Quiero romper con eso.
Por
eso quiero filmarte en Bellas Artes, porque no quiero que sean solo
entrevistas. Quiero ir al museo, filmarte en la escalera, que me
cuentes cómo fue la exposición de Tomás Sánchez donde no te
dejaron entrar, subir a donde está tu bandera colgada...
Dale,
vamos, mira yo estoy tratando de hacer con los textos que estoy
sacando ahora por INSTAR, que la gente no piense que sea sobre mí.
Que sean cosas que suceden aquí, que no me pasa a mí nada más.