TONG
-Panfleto digital/ Nº 2/Abril del 2000/Anti-copyrigth/piratéalo-
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¿Te ha sucedido sentir fuera del lugar de trabajo la misma repugnancia que en la fábrica?
En tal caso has entendido que:
A: La fábrica está en todas partes. Es la mañana, el tren, el coche, el paisaje destruido, la máquina, los jefes, la casa, los diarios, la familia, el sindicato, la calle, las compras, las imágenes, la paga, la t.v., el lenguaje, las vacaciones, la escuela, los trabajos caseros, el aburrimiento, la cárcel, el hospital, la noche. Es el tiempo y el espacio de la supervivencia cotidiana. Es la costumbre de los gestos repetidos, de las pasiones rechazadas y vividas por delegación, por imágenes interpuestas.
B: Toda actividad reducida a la supervivencia es un trabajo forzado; todo trabajo forzado transforma a los productores y su producto en mercancía, en objeto de supervivencia
C: El rechazo de la fábrica universal está en todas partes, puesto que el sabotaje y la desviación se extienden por doquier en los proletarios y le permiten seguir sintiendo placer en pasear, en hacer el amor, en encontrarse, en beber,, en comer, en soñar, en preparar la revolución de la vida cotidiana sin descuidar lo más mínimo los placeres que todavía no están totalmente alienados.
En realidad ya estamos luchando conscientemente o no, por una sociedad en la que las pasiones lo sean todo, el aburrimiento y el trabajo nada. Sobrevivir nos ha impedido hasta ahora vivir, ahora se trata de poner el mundo del revés; de apoyarse en los momentos auténticos, condenados a la clandestinidad y a la falsificación en el sistema espectacular-mercantil: los momentos de la dicha real, de placer sin reservas, de pasión.
Ragteb: "De la huelga salvaje a la autogestión generalizada"
Ed.Anagrama, 1987
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"Es el segundo día de huelga y estoy cansada, pero comparado con las sensaciones positivas que están pasando por este lugar, la fatiga no tiene posibilidad de asentarse… ¿Quién olvidará la visión de la cara de los directores cuando les dijimos que nosotros teníamos ahora el control y que sus servicios ya no eran obviamente necesarios? Todo continúa normal, excepto que ya no facturamos las llamadas… Estamos haciendo amigos de otros departamentos. Los muchachos del piso de abajo vienen a ayudarnos y aprender de nuestros trabajos. Estamos volando. Nadando en adrenalina pura. Es como si poseyéramos toda la condenada empresa. Los signos que hay en la puerta dicen: "Co-optel: bajo nueva dirección. No se permiten directores"
Declaraciones de una huelguista en febrero del 81, cuando oncemil trabajadores de teléfonos ocuparon intercambiadores a través de toda la Columnia británica y mantuvieron todos los servicios gratis hasta ser embaucados por los sindicatos para que abandonasen
Ken Knabb, "El placer de la revolución"
Radicales livres Apdo 36455-28080-Madrid
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¿Ha llegado el momento de hacer el bien?
Todavía no, decía Saint-Just. Y tenía razón. Lo que ocurre es que la dominación se ha instalado en las mentes de nuestros hermanos y hermanas de clase. Están sobresocializados, y por doquier aparecen tratando de mejorar una sociedad que no les pertenece. Y ahora se nos pide un nuevo sacrificio, pues quieren que seamos creativos, con ideas frescas para mejorar la productividad, para hacer de cada uno un chivato, para que utilicemos el saber en descubrir la aleación con la que fabricar las cadenas más ligeras y terribles. Quieren nuestra creatividad ¿Pero para que me sirve una creatividad alienada, separada de mi mismo y contra mi mismo? Yo ya me veo contento hacia el potro, en la sala de tortura, en el trabajo, explicándole al verdugo lo bien que debe cortarme la cabeza ¿O acaso no se trata de convertir a cada uno de nosotros en un agente de alienación?
No, todavía no ha llegado el momento de hacer el bien ¿Y hay salida? Si hemos aprendido algo es que no se puede combatir la alienación bajo formas alienadas, a y a partir de ahí no cesan de aparecerse ante mi nuevos placeres no alienados y que todavía no lo están, a pesar de que los agentes de la alienación acaben por recuperarlos. No, no voy a entregar tan fácilmente mi creatividad a la muerte. Por eso. Como decía Sanguinetti en "Remedio a todo": invito a todos los muertos vivientes buenos que agonizan sin protestar a ser menos buenos, y a los muertos vivientes malos como tú y como yo, y que ya nos rebelamos, a ser peores todavía.
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El trabajo roba tiempo al amor
El compañero que cada mañana se levanta para ir a trabajar, que se pone en camino en la niebla y camina hacia la sofocante atmósfera de la fábrica, o de la oficina, para volver a ver las mismas caras: el capataz, el cronometrador, el espía de turno, el estajonovista-con-siete-niños-que-mantener, siente la necesidad de revolución, de lucha, de choque físico, incluso mortal. Pero además siente la necesidad de que todo eso le debe de aportar algo de placer ahora, no después. Y nutre ese placer con sus fantasías, mientras camina cabizbajo en la niebla, mientras pasa horas en trenes o tranvías, mientras se ahoga bajo las inútiles prácticas de la oficina o ante los inútiles tornillos que sirven para mantener los inútiles mecanismos del capital juntos.
El placer remunerado, fines de semanas libres, vacaciones pagadas por el jefe, es como pagar para hacer el amor. Parece lo mismo pero hay algo que falla.
Si la producción es la base de la explotación capitalista, cambiar el modo de producción significa cambiar el modo de explotación, no eliminarla.
Cualquiera que toca la producción muere.
El capitalismo y aquellos que luchan contra él, se sientan el uno junto al otro sobre el cadáver del productor, con tal de que le mundo de la producción continúe.
¡Que locura es el amor al trabajo!
Que gran habilidad escénica la del capital, que ha sabido hacer que el explotado ame la explotación, el ahorcado la cuerda, el esclavo la cadena.
Es necesario oponer la estética del no trabajo a la ética del trabajo.
Los explotados también encuentran tiempo para jugar. Pero su juego no es placer. Es una liturgia macabra. Una espera de la muerte. Una suspensión del trabajo para descargar la violencia acumulada en el curso de la producción. En el mundo ilusorio de la mercancía jugar es también ilusorio. Nos imaginamos que estamos jugando mientras no se hace otra cosa que repetir monótonamente los roles asignados por el capital.
No hay placer en el sacrificio, la muerte, la venganza. Como non hay placer en contarse. La aritmética es la negación del placer. Quien desea vivir no produce la muerte. La transitoria aceptación de la guillotina conduce a su institucionalización. Pero al mismo tiempo quien ama la vida no abraza a su explotador. En tal caso daría la vida y amaría el sacrificio, el autocastigo, el trabajo, la muerte. La sustitución de la ética del trabajo por la estética del placer no impide la vida, como tantos compañeros preocupados afirman. A la pregunta ¿qué comeremos? Se puede responder con toda tranquilidad: lo que produzcamos.
La producción pasaría a la esfera del juego y el placer. Se podrá producir, no como algo separado de la naturaleza, que una vez realizado se reúna con ella, sino como algo que es la naturaleza misma. Por lo cual será posible parar la producción en cualquier momento, cuando haya suficiente. Sólo el placer será imparable.
A.M.Bonano "El placer armado"
Editado por "Revuelta del deseo" Apdo 15104, 28080 Madrid
BORRASKA.
Ciberfanzine de literatura subterránea. Número 2
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