Las calles de enero, los ruidos-gritos-chirridos de enero.
No es año nuevo: todo envejece en la ciudad.
No hay motivos para sentirla nueva, o renaciente: La Habana se muere.
La Habana se sale de sus márgenes, como un susurro que atraviesa las hendijas de las paredes rotas. La humedad entremezcla los olores y el cansancio irrumpe por todos los ojos. En cada esquina la memoria da gritos despavoridos queriendo zafarse de sí misma, y va corriendo hasta el límite del mar, allí donde se ahogan los futuros inciertos. Yo aún recorro en sueños sus laberínticas calles, y siempre hay algo que me falta...y aún después de despertar algo se me quedó en el otro sitio. Lo mismo que antes me impedía salir, ahora me impide regresar. Quisiera pensar que alguna vez será distinto, pero es que siempre lo es...porque el río nunca se detiene...y al mirarnos en el voluble espejo de sus aguas..¿reconoceremos aquel rostro que fuimos? María, La paradoja de la percepción: Cuba en un susurro, ene2, 2009
ay mi habana, pedacito de cielo, manojo de memorias que envuelven mi nostalgia...tantos momentos de estar allí queriendo escapar...y ahora desde aquí volviendo con la piel mojada del sueño para estremecerme ante su brisa llena de olores...Tanto amor allí, tantos encuentros...y ya todo se escabulle detrás de una sensación de vacío...Recuerdo una frase de Félix Torres: "...porque perderse es imposible si el cielo está en el mismo lugar...." Entonces despierto y comprendo que el sabor dulce-amargo de la nostalgia es algo que tiene muchos nombres de personas, de lugares... en ella se condensan todas las experiencias de vida... pero hay que seguir andando y despidiéndonos... y reencontrando y añorando... la mágica rueda...
María, tomado de el ser que habito
Algo. Expropiándome el mundo y haciéndote un guiño desde el otro lado del océano inevitable: otro cuartucho en Malecón: un pedazo de ventana y un –único- mar, o viceversa. Nada. Las más de las veces las olas no admitían que durmiera. Y cuando lo hacían era para soñarlas tragándose toda la vaga ciudad hasta su hálito cansado. Del otro lado de la Calle el pregoneo de pan, aguacate o girasoles me sacudían y levantaban de un tirón. Tenía que desempolvarme el alma y tirarla con el sueño por la ventana a la calle levantada ya desde hacía horas impensables, idas-sin-vueltas: el tiempo dilapidado y el ruido de los motores hasta el esófago. Todo demasiado inapropiado. Todo demasiado, ¿todo?
En esta foto, esos raros pájaros urbanos que extrangulan la ciudad con sus cordeles.
De esquina esquina, la capital de Cuba, tiene desde hace medio siglo esa extraña apariencia de ciudadela.
La custodia más popular de nuestras calles: estas pinzas que parten el aire, extendiendo unas pequeñas alas que nunca emprenden vuelo.
Testigos sordos y mudos, una vez que amanece en 2009, siguen allí, y su bienvenida se me antoja, cuanto menos, cautelosa, cuanto más, desafiante.
Algo de esa sabia de lo cotidiano despide su presencia..., un estar ahí, cierta cristalización del tiempo, del acontecer vital, de la vida y la muerte. Mientras muchos se preguntan o intentar tomar las riendas del destino, nuestros pájaros de plástico, minúsculos, detalle dentro del paisaje habanero, se ocupan en permanecer, dar frente una vez más a las circunstancias.
Lluvia o sol en exceso, vapor o grisura riesgosa en el nuevo día. ¿Será pertinente o no sostener hoy los ropajes contra la línea tenue o intensa del horizonte?
Sólo ellos parecen conocer de la sabiduría singularísima de lo cotidiano.
Liz, pROyEcTo DESLIZ , feliz año nuevo (postal)
dos fotos de jaad:
No se si llego el primer comentario, pero una cosa es clara, hay algo más mucho más de trás de esa linea del horizonte
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