Aunque el movimiento literario de la beat generation nació a finales de los
años cuarenta en los Estados Unidos, la República Checa no escapó a su
influencia. Y no hubo sólo visitas literarias: una serie de los beatniks
visitó personalmente Praga. Algunos incluso varias veces.
El primero que vino fue el poeta Allen Ginsberg. Fue en febrero de 1965 y
llegó a Praga después de ser expulsado de la Cuba de Fidel Castro. En
nuestro país tenía el terreno preparado, las traducciones de sus poesías en
las revistas, se recitaban en el café poético Viola y en otros lugares.
Y Ginsberg supo aprovechar debidamente su popularidad que, desde luego,
tenía también sus lados oscuros. "Una vez me emborracharon en el Viola unos
tipos, seguramente eran de la secreta. Luego, cuando mis amigos me
acompañaban en el camino a casa, alguien me echó a la tierra y me gritó
maricón". Así recordó Praga años más tarde; desde luego no fue un idilio. Al
principio, los periódicos informaron en términos elogiosos sobre el invitado
oficial de la Unión de Escritores, pero después de que fue elegido Rey de
Mayo por los estudiantes, a los representantes oficiales de la cultura checa
se les acabó la paciencia y Ginsberg tenía sus días en Praga contados.
En ese tiempo ya se interesaba por él intensamente la policía secreta y se
produjo lo inevitable: Allen Ginsberg fue detenido y posteriormente
expulsado.
Y como si fuera poco, en el periódico Mladá fronta a pareció un arículo que
ocupaba toda una página y llevaba el título Por qué el poeta norteamericano
fue expulsado de Checoslovaquia. En el que el autor anónimo, sirviéndose de
la corriente jerga de la burocracia comunista, trató de explicar las
atrocidades que Ginsberg había cometido y que obligaron a las autoridades a
expulsarle. No era mucho, pero en la Checoslovaquia de entonces
evidentemente bastaba. Sí, poesías del amor en todas sus formas, de la vida
libre, del removimiento de prejuicios y tabúes: estas cosas decididamente no
eran de moda entonces en nuestro país. En la expulsió intervino incluso el
Presidente Antonín Novontný. Y la antología de su poesía, que la editorial
Odeon ya tenía preparada, se dejó para las calendas griegas; pudo salir tan
sólo en 1990.
El 21 de mayo de 1965 Allen Ginsgberg escribió a su padre sobre su
experiencia praguense, exactamente dicho sobre su fase final: "La policía
checa me robó mis diarios y mi agenda y luego me expulsó por orgías
antiestatales. Tenía celos del Rey de Mayo. Que yo sepa, no he violado
ningunas leyes checas. Cualquier trato sexual entre personas adultas
(mayores de 18 años) es legal. No he tomado ninguna clase de
estupefacientes. La policía enfrentaba el problema de cómo deshacerse de la
"leyenda" que quedó detrás de mí y al mismo tiempo justificaba su propia
torpeza que mostró al echarme a patadas. Afortunadamente todos en la Unión
de Escritores y los estudiantes conocen toda la historia". En esto Ginsberg
no se equivocó: la repercusión de sus aventuras praguenses sobrevivieron en
diversas historias de los testigos hasta nuestros días.
"Y los comunistas no tienen nada que ofrecer salvo caras gordas, gafas y
policías mentirosos": con este verso introduce Ginsberg su poesía El Rey de
Mayo, en que se describe su experiencia praguense. Pero también otros versos
suyos están relacionados con Praga: "...la niebla cubre la sinagoga negra,
yo busco al Golem / me escondo bajo el reloj cerca de mi hotel / sigo solo
con mi larga barba negra y mis ojos brillantes / bajando de noche por las
negras calles llenas de humo y de tranvías / pasando al lado de musculosas
estatuas reales en un viejo puente de piedra / A través del río otra vez en
la ciudad invernal de Brueghel / la nieve es blanca en todos los tejados de
Praga" (Informe II). Ginsberg escribió, además, la poesía Big Beat sobre el
concierto del grupo Olympik en la sala Sluníčko de Praga. Y también la
poesía El lago de los cisnes que describe la impresión del ballet de
Chaikovski.
Las raíces que sus poesías echaron en el país eran muy profundas: lo
documenta el hecho de que en 1990, cuando volvió a visitar Praga al cabo de
25 años, la gente todavía le conocía, aunque con la excepción del año 1969,
cuando en los Cuadernos para la literatura joven salió el Aullido completo,
no se publicó en todo aquel tiempo ni una sola línea suya. E igual fue
durante las siguientes visitas suyas: en 1993 pasó dos semanas dando
conferencias en la Facultad de Letras de Olomouc y volvió a visitar Praga en
1996 junto con Philip Glass.
Otro famoso simpatizante de los beatniks era Lawrence Ferlinghetti que
visitó Praga en 1998 invitado al Festival de Escritores. También él era
bastante conocido aquí, a diferencia de Ginsberg se publicaron antes de la
revolución de noviembre varios de sus libros de poesía. Sin embargo sus
versos, a pesar de las frecuentes influencias de la tradición europea, no
remiten directa ni indirectamente a nuestro país o nuestra cultura.
Esto, desde luego, no vale para Gary Snyder, quien visitó Praga dos veces,
en 1998 y en el 2007, también él como invitado del Festival Praguense de
Escritores. Snyder, viejo defensor de los principios ecológicos, escribió
durante la primera visita el poema Amigos del Vltava, que más tarde llamó
The bent in the Vltava, donde describe las bellezas de este río checo. Otro
beatnik, el poeta Michael McClure, escribió de nuestro país en el poema
llamado Checoslovaquia. En los versos "Es el año 1939 / el primer día de la
Segunda Guerra Mundial / por todos lados ondean banderas y festones /
aletean cintas y diminutas alas grises / y los nazis invaden a
Checoslovaquia / en tanques caquis y en motocicletas / con granadas
artísticamente diseñadas y cañones móviles" recuerda que, cuando tenía siete
años, el abuelo, al oír las noticias, le comunicó que los nazis habían
invadido Checoslovaquia y que había comenzado la guerra.
Visitaron Praga también dos poetisas que pertenecen a la beat generation:
Janine Pomme Vega y ante todo Anne Waldman, que no sólo es una autora
reconocida, sino también fundó en Boulder (Colorado) una universidad que se
dedica al desarrollo del legado de los beatniks. Durante algún tiempo
incluso se ponderó la posibilidad de fundar en nuestro país una sucursal de
dicha universidad.
Es interesante qué autores hallaron eco en el ambiente literario checo: se
trata casi exclusivamente de Ginsberg, Corso, Kerouac, menos Ferlinghetti y
McClure. Y un autor como William Burroughs no dejó casi ninguna huella entre
nuestros literatos. No es que no le conozcan, algunos le citan en la "lista
de lecturas", pero nada más. Y no hay que admirarse: no cabe duda de que es
más fácil reanudar a las prosas narrativas de Kerouac que a las imágenes
infernales de Burroughs.
¿Por qué la beat generation es tan popular en nuestro país? Difícil de
explicar. ¿Será por la consonancia, por compartir el sentido de vida? De
todos modos, de la novela On the road se vendieron acá unos cien mil
ejemplares, y puede que aún más. Y continúa vendiéndose, al igual que Los
vagabundos del dharma.
Las colecciones de Ginsberg El karma rojo, blanco y azul y Aullido están
agotadas desde hace ya tiempo.
La primera edición de Naked Lunch desapareció en pocos meses y en las
bibliotecas está siempre prestada. Hay interés también por los libros de
Gregory Corso y Lawrence Ferlinghetti. Y parece que no disminuirá ni en los
próximos años.
Josef Rauvolf
(para la revista checa El Corazón de Europa, Año XV/2008, № 6
fotos: Jan Šilpoch, Jan Adamec, archivo del autor)
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