Se borrarán las pisadas en la arena cuando de noche sea, cuando la hinchada luna atraiga hacia sí el agua, y entre el viento y el mar una danza de equilibrios rehaga el universo desde el sueño.
Alguien, también, sabrá escuchar aún de las sirenas esa embriagadora letanía que nos llama a sumergirnos, a olvidar la meta y el designio.
La roca, dicen, seguirá aquí cuando seamos lo ido. La roca, dicen que está fija, imperturbable. Mas, yo leo en sus dibujos una historia convulsa de fuego lamiendo precipicios, de agua abrumadora pulsando la plasticidad de su carne. y ninguna línea indica que esa historia haya cesado. mas bien espera, lenta en sus dominios, el decursar del devenir incierto y acechante.
Hay piedras rojas, como de sangre endurecida, hierro de los años, acariciadas por algas verdes suavecitas como la cabellera de un infante. Y entre ellas el negro chillante del erizo. Y más allá, en un charquito empozado de la última marea alta, el colorido pez muerto por el arpón sin alma.
Todo son retratos de una playa y un instante donde alguna vez estuve.
MENSAJE
Yo era cantante de una orquesta y andábamos de gira. De pronto estamos cruzando una calle de doble dirección, con mucho stress, todo muy aprisa, automóviles viniendo por ambos lados. Ellos cruzan primero la calle y yo me quedo de pie en el borde de la acera, esperando mi oportunidad. Entonces veo a un “mendigo”, un hombre sentado en el suelo en actitud de espera parsimoniosa. Está situado en un lugar iluminado y protegido, vendiendo unos curiosos objetos brillantes que al mirarlos con detenimiento resultaban ser portavelas de alambre.
Me acerco a él atraída por su rostro y para ver de cerca los objetos que vende, y el hombre me dirige la palabra como respondiendo a mis pensamientos:
“No te preocupes. Déjalos a ellos que corran. Al final del camino tú llegarás intacta.” Espacio de silencio. “Pero igual te digo que yo he visitado muchas veces los ‘Archivos del Querer’ y cada vez están más llenos.” Al decir esto el hombre desparece dejando un espacio de suelo desnudo.
Publicado por María Villares
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