Hermana le saca punta a sus lápices.
No hay plumas. Se perdieron, se acabaron, se quedaron sin tinta.
Yo la espío descascarando un huevo en la cocina. Esta caliente y tengo que pasarlo de una mano a la otra como.
Es el último huevo. Se acabaron también.
Se perdieron, se quedaron sin huevos las carnicerías de La Habana.
Madre cierra la puerta. En tres minutos regresa con el pan, quemado, y una cara cansada.
La imagino acabándose poco a poco.
Despego un gollejo perfecto de una naranja en miniatura, verde.
Es mi desayuno: huevo y naranja, y una copa de vino. Nazareno. Después café. Toneladas.
Succiono el jugo hasta que se termina.
Tengo la mente en blanco. Tengo en la mente jugo de naranja verde.
Con lápiz no se escribe igual que con pluma. El lápiz es un poco estéril, impotente.
La tinta fluye como todo líquido, como el jugo de naranja en mi esófago.
Pongo mi cara cansada: me pesa el cansancio de escribir a lápiz, de ver cómo hermana se cansa de sacarles punta.
Tengo en los oídos el duro tecleo de madre cuando se sentaba frente a la viaja Olimpya.
Tacatacataca. Ella sí que le daba duro a esa cosa.
Y no conserva ni uno solo de sus escritos.
Tacatacataca, le doy yo suavecito a la nueva Toshiba.
Las teclas se hunden antes de que mis dedos puedan reaccionar.
Todo tan inmediato que mi mente vuelve a quedarse en blanco.
Tengo un perfecto documento en blanco en frente para succionarme lentamente.
Madre en la cocina prepara el almuerzo.
Ha comprado pepinos chinos en el puesto. No sabe si son de verdad chinos o solo es una forma de llamarles. Hay una invasión china allá afuera, dice.
Hay una invasión china allá afuera, respondemos hermana y yo.
Los lápices son todos chinos.
Los ómnibus, la gente dentro.
Las imágenes de la pantalla en la sala de la casa.
Todo chino.
Aunque de vez en cuando un haikú japonés para calmarnos, con un Nazareno de Chile o un Royal Tea.
Un palito tallado surcoreano para agarrarnos el pelo de tanto calor.
Una película polaca para resistir el sueño. Cantos tibetanos para no resistirlo.
¿Cuánto chinos habrá por cada cubano residente en los lugares más remotos?
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