Escritos de Erick Satie
(Presentación, selección y traducción de José Antonio Alcaraz)
Numerosos malentendidos se han acumulado sobre la figura y la obra de Erick Satie (1986-1925). Estos malentendidos comenzaron a surgir y difundirse ya en vida del propio Satie: pocos, muy pocos, críticos o músicos, supieron –o quisieron- ver con un intento de claridad analítica lo que sucede tanto en el interior como en el trasfondo de una música merecedora de nuestra atención por más de un motivo.
La “leyenda Satie”, con el recuento de rasgos ya habituales que tipificaría la “extravagancia” del músico (su actuación como pianista en un cabaret, sus extrañas costumbres y modo de vida, su estudiar a una edad avanzada las técnicas ortodoxas inscribiéndose en una institución de evidente perfil escolástico, etc.), ha entorpecido la visión de los auténticos valores y puntos interesantes que la música del compositor francés puede ofrecer actualmente.
Uno de los pocos que han sabido lograr una visión lúcida al respecto es John Cage. Pero –una vez más- lo “extraño” de la personalidad de Cage ha impedido que sus apreciaciones –a pesar de ser tan penetrantes, como la que subraya las afinidades entre Satie y Webern (1983-1945) sean tomadas en cuenta por sectores musicales “serios”.
Sin embargo, poco a poco la importancia de Satie ha comenzado a adquirir en los últimos años sus verdaderos perfiles. A ello han contribuido, básicamente:
a) La grabación completa de su obra musical, tarea emprendida en forma admirable por Aldo Ciccolini, a pesar de que su punto de vista está lejos de representar hoy una excepción satisfactoria de los valores satianos; es obvio que su óptica se acerca más al enfoque con que veían, en los treinta, los pocos seres inteligentes que supieron entender entonces a Satie.
b) La aparición de una nueva actitud hacia la composición musical por parte de algunos autores, quienes en su esencia revelan una notoria afinidad con Satie, lo que modifica su función de “pionero” –término fastidiosos y erróneo con que se ha etiquetado por igual a Satie y Varese (1873-1965)-, para ubicarlo de forma más precisa como una figura seminal.
No es difícil discernir la importancia de Satie como impulso fundamental para la obra de Mauricio Kagel (1931) o Sylvano Bussoti (1931), o Tomás Narco, aun cuando esta influencia se ejerce primordialmente sobre un plano ideológico o conceptual. Por otra parte, el material sonoro de estos compositores tiene vida y estilo propios, pero –aun cuando su relación hacia la materia sonora de Satie no sea manifiesta del todo- no resulta imposible a su vez encontrar correspondencias entre ellos.
Hay también un evidente interés por parte de ciertos sectores intelectuales artísticos –no musicales- hacia Satie en las dos últimas décadas. Situación idéntica a la observada ya en vida del compositor: el reconocimiento e interés hacia él fue más bien escaso en los medios musicales (a pesar de las consabidas excepciones de Debussy y “Los Seis”). Por el contrario, poetas, pintores, escritores y pensadores supieron intuir que había un Satie musicalmente interesante más allá de la anécdota.
Otro de los factores que han contribuido a enmascarar a Satie es la manida etiqueta de su posible “humor”, que sale a colación en cuanto lo estudia cualquier músico o analista musical carente de rigor.
Por supuesto que hay humor en Satie, pero éste es sólo uno de sus numerosos rasgos importantes. Si mucho se habla de su deliciosos nonsense –rasgo literario- muy pocas veces se ha insistido sobre el valor que representó escribir obras compuestas por unos cuantos sonidos en apariencia “dispersos” dentro de una superficie austera, así como de la opulenta sobriedad de un espacio sonoro carente de toda retórica o recursos espectaculares, que tipifican tanto las Zarabandas (1887) como Sócrates (1918). Varese hable de las “hermosas sonoridades pre-electrónicas” en la Misa de los Pobres (1895), por ejemplo. Y así el inventario podría continuar indefinidamente.
La revaloración de la obra de autores del pasado a la luz de directivas actuales es uno de los fenómenos más claros y enriquecedores que, en casos como el de Satie, son fundamentales para lograr una mejor definición de su tarea.
Me ha parecido que publicar una traducción de algunos de sus escritos puede ayudar a penetrar mejor en el hermético y sobrio universo personal de Satie.
Lo que más sorprende en ellos es la radiante inteligencia de un hombre que, igual que su contemporáneo –y también malentendido- Ferruccio Busoni (1866-1924), supo responder, por anticipado, a muchas de las polémicas actuales sobre la música de hoy.
Imposible resistir la tentación de citar a Cocteau: “(…) Satie, con el sombrero hongo sobre los ojos, los impertinentes en pie de guerra y su paraguas bajo el brazo subía al número 10 de la Rue d´Anjou. En mi cuarto, se sentaba al pie de la cama y de su boca sinuosa salían veredictos opuestos a los de la moda y la vanguardia. No olvidemos que este anarquista ´iba en blanco´, como diría Montaigne, y luchaba contra una ola de penumbras y falsos tintes. Me retiro a esa sombra inactual que Satie prefirió siempre a los reflectores de la ´actualidad´.”
Las fuentes para esta recopilación son, básicamente, el libro Erick Saite (Gallimard, París, 1959) de Rollo Myers, y las partituras de varias obras de Satie.
José Antonio Alcaraz
Compositor y musicólogo nacido en México en 1938. Director de Teatro Vocal. En la serie Cuadernos de Música de la UNAM publicó su estudio La obra de JoséPablo Moncayo. En esa misma serie aparecerá en fecha próxima su ensayo sobre Luigi Dallapiccola.
Marcha de la gran escalera
Es una gran escalera, muy grande.
Tiene más de mil escalones, todos de marfil.
Es muy hermosa.
Nadie por ella a subir se atreve
Por temor a estropearla.
El Rey mismo no la usa.
Para salir de su recámara
Salta por la ventana.
También dice con frecuencia:
Me gusta tanto esta escalera
Que voy a hacerla disecar.
¿No tiene el Rey razón?
(citado por Rollo Myers)
París el 14 del mes de agosto del 92
Al Señor Redactor:
Fizome grande sorpresa que yo,
pobre ombre que non tiene otros pensamientos
que aquellos afincados en mi Arte, sea siempre
perseguido con el título de iniciador
musical de los discípulos del señor
Joseph Péladan.
Fázeme aquesto grand cuita e mal
Que si aprendiz de alguno hubiese de ser
creo poder decir que non soy de otro ninguno
que de mí: y más que creo también
quel Fidalgo Péladan, pese a su
saber muy estendido, fazer sabría
discípulo ninguno,
así en música
ni en pintura e muy otra cosa.
Quant´esto, el bon´ome Josefito Péladan.
por quien tengo gran respeto e deferencia,
nunca autoridad ninguna hubo sobre
la independencia de mi Estética;
uno ante el otro, lo tengo, no por
maestro sino por colaborador,
y asimismo a mis viexos amigos
los Señores Contamine de Latour
y Albert Tinchant.
Ante Sancta María
madre de nuestro Señor Jesús, Tercera
Persona de la Divida Trinidad,
He dicho, sin odio ni malvado
Ánimo, cuanto mi coraçon siente por dentro
de todo esto, y hago también juramento
ante los padres de la Santa Iglesia
Católica, que todo este fablar non es
mero ruido ni querella buscada
a mi amigo el señor Péladan
Recibid, señor
redactor, los humildes saludos de un
cuitado ome que non tiene otros
pensamientos que los afincados en su Arte, y que se duele
de tratar de un tema tan
lastimoso para él.
(Carta al editor del periódico parisino Le Gil Blas)
N.del T.: Esta carta fue escrita por Satie en un francés medieval apócrifo, lleno de sabrosos equívocos ortográficos y sintácticos. Mi traducción intenta darle un sabor equivalente.
Cartulario
Al crítico Gauthier-Villars (Willy)
En expresión del desprecio otorgado a su persona
Celoso de reputaciones demasiado altas para vuestra bajeza, las grandes carreras y los triunfos prolongados remueven la hiel con que intentáis ensuciar todo a lo que os aproximáis. Hablé de Wagner y de vuestra oscura ignorancia; y respondéis con extravagantes acoplamientos de palabras: con lo que un escritor menos loable que loado, Víctor Hugo, llamaba los escrementos del espíritu. Vuestro aliento exhala la mentira, vuestra boca difunde la audacia y el impudor. Vuestra ignominia se ha vuelto contra vos; ha desplegado ante los ojos de las naturalezas más burdas vuestra incomparable majadería.
¿Qué pueden decir los espíritus sanos ante tanto orgullo puesto al servicio de tanta pequeñez?
No puedo sino ignorar las infamias de un bufón, pero debo levantar la mano para derrocar a los opresores de a Iglesia y del Arte, aquellos que como usted no han conocido jamás el propio respeto. Que aquellos que esperan triunfar sobre Mí por medio de la injuria y el terror, sepan que estoy resuelto y que a nada temo.
¿Acaso porque Gauthier-Villars, repugnante “acomodadora del circo de verano”, falso histrión bajo el nombre de Willy, abyección única en tres ignominias, es un sórdido mercenario de la pluma, un deshonor constante entre lo más viles, no he de atreverme a estar contra él como contra el peor de los malhechores? Que se desengañe.
(Al mismo crítico, en el mismo periódico. Fechada el 14 de mayo de ese año)
Mis tres candidaturas
Más afortunado que yo, Gustave Charpentier es miembro del Instituto de Francia. Que reciba desde aquí los cariñosos aplausos de un viejo amigo.
Tres veces fui candidato a la Delicada Reunión: sillón de Ernest Guiraud, sillón de Charles Gounod, sillón de Ambroise Thomas. Se prefirió, sin razón además, a… los señores Paladilhe, Dubois y Lepneveu. Y esto me causó gran dolor.
A pesar de no ser muy observador, me pareció que los Preciosos Miembros de la Academia de Bellas Artes usaban contra mi persona de una testarudez y una mala voluntad que frisaban en la obstinación más calculada. Y esto me causó gran dolor.
En tiempos de la elección del señor Paladilhe, mis amigos me dijeron: “Déjelos hacer: más tarde, él votará por usted, maestro, su voz será de gran peso.” No tuve ni su voto, ni su voz, ni su peso. Y esto me causó gran dolor.
Me retiré. El señor Lepneveu creyó de buen tono ocupar un sillón que me correspondía y no vio la inconveniencia de ocuparlo. Fríamente, se sentó en mi lugar. Y esto me causó gran dolor.
Siempre con melancolía, recordaré a Emile Pessard, mi viejo compañero de lucha. Pude corroborar, en varias ocasiones, que se las arreglaba muy mal, sin ninguna habilidad carente de la astucia más sencilla. No sabe, y uno se da cuenta de que no sabe. ¡Pobre buen hombre! ¡Cuántas penas va a darse para romperse en pedazos, para deslizarse en un regazo para él tan poco amable, tan poco acogedor, nada hospitalario! ¡Hace ya veinte años que lo veo empeñarse en ese ingrato, áspero y triste objeto, mientras los sutiles compadres del Palacio Mazarino lo miran asombrados, sorprendidos de su tenacidad implacable y de su pálida impotencia!
Y eso me causa gran dolor.
(Memorias de un amnésico. S.I.M. Noviembre de 1912)
Sobre Debussy
La estética de Debussy se vincula con el simbolismo en varias de sus partituras. Es impresionista, si se considera el total de su obra. Perdónemelo, se los ruego: ¿no soy un poco el causante? Por ahí lo dicen.
He aquí la explicación:
Cuando lo conocí, en los comienzos de nuestra relación, estaba él impregnado de Mussorgski y buscaba, muy conscientemente, un camino que no se dejaba encontrar con facilidad. En ese terreno le llevaba yo la delantera: ni el Premio de Roma, ni de otras ciudades entorpecía mis pasos, puesto que no llevo ninguno de esos premios sobre mí, ni sobre mis espaldas, porque soy un hombre de la especie de Adán (el del Paraíso), que nunca obtuvo premio ninguno: un perezoso, sin duda.
Escribía yo en esos momentos, El hijo de las estrellas, sobre un texto de Joseph Péladan, y expliqué a Debussy la necesidad, para un francés de desprenderse de la aventura Wagner, que no respondía a nuestras aspiraciones naturales. Y le hice notar que yo no era de ninguna manera antiwagneriano, pero que debíamos tener una música que fuera nuestra: sin choucroute, de ser posible.
¿Por qué no aprovechas los medios representativos que nos proponían Claude Monet, Cezanne, Toulouse-Lautrec, etc…? ¿Por qué no trasponer musicalmente esos medios? Nada más sencillo. ¿No son expresiones?
Ahí estaba la fuente, el punto de partida provechoso para realizaciones casi seguras, fructuosas inclusive… ¿Quién podía mostrarle ejemplos? ¿Revelarle hallazgos? ¿Indicarle el terreno a excavar? ¿Quién? No quiero responder: ya no me interesa.
(Conferencia acerca de Debussy. Citado por Rollo Myers)
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Ser mordido por un mono
no es tan agradable como ir al número 60 de la calle Emile-Raspail en casa del amigo Jacob- donde se efectúan las clases de baile del salón “La Margarita”.
No más calvos
si todo el mundo se toma la molestia de ser miembro de la sociedad de ahorro (fiduciaria) El Acueducto. Con sus intereses, puede usted comprar una loción capilar.
(Hacia 1898. Citados por Templier)
Advertencia
Ruego a aquellos que no van a entender nada, que observen una actitud de total sumisión, de absoluta inferioridad.
(En el programa del estreno de Sócrates. Enero de 1920)
Contrapunto
En 1905, entré a estudiar con D´Indy. Estaba harto de que me reprocharan una ignorancia en la que yo mismo creía, puesto que las personas competentes la señalaban en mis obras.
Después de tres años de dura faena, obtuve en la Schola Cantorum mi diploma de contrapunto, rubricado por la mano misma de mi excelente maestro, que es el más sabio y el mejor de los hombres de este mundo. Heme aquí pues en 1908, con un certificado que me daba el título de contrapuntista. Orgullosos de mi ciencia, me puse a componer. Mi primera obra de este género es un coral y fuga (Percepciones desagradables). Muchas veces me han abucheado en mi triste vida, pero nunca fui tan despreciado. ¿Qué tenía yo que hacer con D´Indy? Yo, que había escrito antes cosas de un encanto tan profundo, ¡pero ahora! ¡Qué fastidio! ¡Qué vejestorio aburrido! Y diciéndolo y haciendo, los “jóvenes” organizaron un movimiento anti-D´Indysta e hicieron que se tocaran las Zarabandas, El Rey de las Estrellas, etc., obras consideradas antes como fruto de una gran ignorancia, equivocadamente, según estos jóvenes.
¡Así es la vida, caballero! No hay quien la entienda.
Advertencia
A quien corresponda: Prohíbo leer en voz alta el texto durante la ejecución musical. Toda desobediencia en este sentido acarreará mi justa ira contra el presuntuoso. No se conceden salvoconductos.
(En la presentación de las Horas seculares e instantáneas, 1914)
El día de un músico
El artista debe ordenar su vida.
He aquí el horario preciso de mis actos cotidianos:
Mi despertar: a las 7:18 hs; inspirado de 10:23 hs. a 11:47 hs. Almuerzo a las 12:11 hs. Y dejo la mesa a las 12:14 hs. Saludable paseo a caballo por el fondo de mi jardín de las 13:19 hs. a las 14:53 hs. Otra inspiración de las 15:12 hs. a las 16:07 hs.
Ocupaciones diversas (esgrima, reflexiones, inmovilidad, visitas, contemplación, destreza, natación): de las 16:21 hs. a las 18:47 hs.
La cena se sirve a las 19:16 hs. y termina a las 19:20 hs.
Vienen luego lecturas sinfónicas, en voz alta: de las 20:09 hs. a las 21:59 hs.
Generalmente me acuesto a las 22:37 hs. semanalmente despierto sobresaltado a las 3:19 hs. (el martes).
Sólo como alimentos blancos: huevos, azúcar, huesos raspados, grasa de animales muertos, ternera, sal, coco, pollo cocido en agua blanca, mohos de frutas, arroz, nabos, budín, alcanforado, pastas, queso (blanco), ensalada de algodón y algunos pescados (sin la piel).
Hago hervir mi vino, que bebo frío con jugo de fucsia.
Tengo buen apetito; pero nunca hablo mientras como, por temor a estrangularme.
Respiro con cuidado (un poco cada vez). Bailo en rara ocasión. Caminando, llevo los brazos en jarras y miro fijamente hacia atrás.
De aspecto muy serio, si río, no lo hago adrede. Me disculpo siempre y de modo afable.
Duermo con un solo ojo: mi sueño es muy pesado. Mi cama es redonda y tiene un agujero que permite el paso de la cabeza. Cada hora un criado me toma la temperatura y me la devuelve diferente.
Desde hace mucho estoy suscrito a un periódico de modas. Llevo un gorro blanco, medias blancas y un chaleco blanco.
Mi médico siempre me aconseja fumar. Añade a sus prescripciones:
“Fume usted, amigo mío; si no lo hace, otro fumará en su lugar”.
(S.I.M. 15 de febrero de 1912)
Los “Caducados”
Ser un “caducado” constituye, evidentemente, un título de gloria. Sin embargo, sería preferiblemente no abusar de este título, ni de esta cualidad.
Los “sub-debussystas” no son de esta opinión: caducan “automáticamente” cada vez más, y los pobrecitos abusan. Están en su derecho. Perfectamente.
Créanme por favor, que no he perdido ni una pulgada de mi afecto por mi llorado e ilustre amigo Debussy. Crean, en verdad, que no he perdido ni un centímetro de mi admiración por su querido y exquisito recuerdo.
Personalmente asistí (muy de cerca) a las luchas que Debussy tuvo que sostener contra los “semipersonajes” que lo alaban en la hora presente, que bobamente se amparan bajo su sombra, que ahora lo descubren.
Tal vez es lamentable que no lo hayan hecho en las horas difíciles, en los instantes amargos que mi genial amigo tuvo que atravesar. Sin embargo, un gran número de esos “post-admiradores” tenían en esa época más edad que la de la razón. Hubieran podido –al menos un poco- ver claro, incluso sin lupa o sin binoculares.
Sólo que… ¡diablos!... uno no sabía que… ¿me entiende usted? Puesto que estos prudentes “astutos” no son héroes, ni están obligados a selo, a final de cuentas. Sí… Entonces esperaron que a “eso llegara”, que “fuera seguro”, al menos.
•••
Hoy, ya no se es “moderno”, se es “otra cosa”, se es “nuevo espíritu”.
El “nuevo espíritu enseña a dirigirse hacia la sencillez emotiva, hacia la seguridad de expresión –especie de afirmación lúcida de sonoridades y ritmos (de dibujo preciso, acentuado)- plenas de humildad y austeridad. Hablo de la música.
No tenemos ya necesidad de llamarnos “artistas”; dejemos esta denominación a los peinadores y los pedicuros.
•••
Hace poco oí a un recio y digno caballero decirle a un delicado hombre de letras chino (¿No es cierto Luis Laloy?): “¿Por qué, ustedes los chinos, se han quedado tan salvajes?” ¡Carajo! Este recio y digno caballero “moderno” no es “boch” –ni siquiera “bolchevique”…
Pues sí, hay que felicitarlo.
•••
Nuestro tiempo invoca a estos “caducados” en una postura bastante cómica entre dos banquillos (de Vichy si me atrevo a decirlo). Su viaje “artístico” sólo puede terminar mal. Se embarcaron en un navío “modern style” que hacía agua hasta la punta de los mástiles. Escribe “ricamente” con “filigranas doradas” y un “lujo postizo” (del tipo nariz postiza), inauditos. Su mal gusto salta a la vista, al oído –e incluso a las pantorrillas- de los menos informados.
Este mal gusto los sitúa en los bajos fondos del arte, donde sólo podrían vivir en la inacción como nueves rancias, ignorados de todos y alejados de la Vida y de su agua. Sí.
El sol mismo alza sus milenarios y ardientes hombros al oír sus arrullos presuntuosos e insípidos. Se niega enérgicamente a darles la luz –inclusive la de gas- de sus rayos: a este astro cuya honestidad es de sobra conocida, no le gustan las “dobleces”, sobre todo cuando son triples (“tripleces”).
(Les Feulles Libres, marzo de 1923)
Otra Carta
Mi orquesta estará compuesta de dos flautas, dos oboes, un corno inglés, dos clarinetes, dos fagotes, un saxofón, dos cornos (instrumento que desprecio), dos trompetas (nunca se deberían utilizar más), dos trombones, una tuba, percusión y el resto…
P.D. D´Indy declaraba que tres trompetas significaban el fin del mundo.
(Escrita en agosto de 1911 a Roland Manuel. A propósito de la orquestación de En traje de caballo. El propio Satie aclara que su equívoco título: “En habit de Cheval” no se refiere a la indumentaria del jinete sino a lo que lleva puesto el caballo.)
Embriones empedernidos
I
Holoturia: Los ingleses la llaman el Pepino de los Mares. La Holoturia trepa habitualmente sobre las piedras o las formaciones rocosas. Como el gato, este animal marino ronronea, y además hila una seda asquerosa. La acción de la luz parece molestarle. Observé una Holoturia en la bahía de Saint-Malo.
II
Edrioftalma: Son crustáceos que tienen los ojos “sentados” (como se dice en botánica), es decir, sin tallo e inmóviles. De naturaleza muy triste, estos crustáceos viven retirados del mundo en agujeros que horadan a través de acantilados.
III
Podoftalán: Crustáceos con los ojos colocados sobre tallos móviles. Son cazadores hábiles e infatigables y se les encuentra en todos los mares. La carne del podoftalán constituye un alimento sabroso.
(Texto escrito en la partitura de la obra para piano llamada Embriones empedernidos, 1913. “Embryons desséchés”. El adjetivo significa literalmente “desecados” pero en sentido figurado se emplea como “empedernidos”.)
Tres valses distinguidos del Melindroso Exquisito
I
Su cintura: “Aquellos que dañan la reputación o la fortuna de otros, con tal de no perder la oportunidad de hacer un chiste, merecen un castigo infamante. Hasta ahora, esto no se había dicho, y yo me atrevo a decirlo”. (La Bruyere Caracteres).
Se mira. Canturrea una melodía del siglo XV. Después se dirige a se dirige a sí mismo un elogio lleno de discreción. ¿Quién no se atreverá a decir que no es el más guapo? ¿Acaso no es tierno su corazón? Para él es un deleite. ¿Qué dirá la bella marquesa? Ella luchará, pero será vencida. Pues sí, señora. Estaba escrito, ¿no es cierto?
II
Sus impertinentes: “…Queda demostrado así que la prohibición que se ha hecho a los jóvenes de aparecer desnudos en los baños públicos, alienta en ellos el pudor” (Cicerón).
Los limpia todos los días. Son unos impertinentes de plata con cristales de oro ahumado. Es un regalo de una hermosa señora. ¡Qué bellos recuerdos! Pero… una gran tristeza impera sobre nuestro amigo: ha perdido el estuche de estos impertinentes.
III
“El primer cuidado del propietario, el llegar a su granja, debe ser saludar sus Penates domésticos; después, el mismo día, si tiene tiempo, deberá recorrer su propiedad; que vea el estado de sus cultivos, los trabajos terminados, y los que no lo están” (Caton de Re Rustica)
Sus piernas: Está muy orgullosos de ellas. Sólo bailan danzas selectas. Son unas hermosas piernas comunes. Por la noche están vestidas de negro. Quiere llevarlas bajo el brazo. Se deslizan, llenas de melancolía. Helas aquí indignadas, montan en cólera. Con frecuencia las besa y se las pone al cuello. ¡Qué bien se sienten! Enérgicamente rehúsa usar rodilleras: ¡Una prisión!, dice.
(Texto escrito en la partitura de la obra para piano que lleva ese nombre. Julio de 1914)
Deportes y diversiones
Prefacio: … (Aconsejaría) hojear este libro con un dedo amable y sonriente, puesto que se trata de una obra de fantasía. Que no se vea otra cosa. Para los Encogidos y los Tarados, he escrito un coral grave y conveniente. Este coral es una especie de preámbulo amargo, a manera de austera introducción, antifrívola. He puesto en él, todo lo que sé sobre el aburrimiento. Dedico este coral a los que no me soportan. Me retiro…
14 de marzo de 1914.
En la mañana y en ayunas.
La Caza: ¿Oye usted el cantar al conejo? ¡Qué voz! El ruiseñor está en su madriguera. El búho amamanta a sus hijitos. El jabato va a casarse. Yo, tiro las nueves a escopetazos.
El Golf: (Exaltado) El coronel viste tweed escocés de un verde violento. Su caddie lo sigue llevando las bags. Las nubes están sorprendidas. Los holes están todos temblorosos: el coronel está aquí. Ahora prepara su golpe certero: el club estalla en pedazos.
El juego de la gallina ciega: Busque usted señorita. Quien la quiere está a dos pasos. ¡Qué pálido está: sus labios tiemblan! Sostiene su corazón con ambas manos. Pero usted pasa sin adivinarlo.
El Sube-y-Baja: Es mi corazón que se balancea de este modo. Vértigo no siente. ¡Cuántos piececitos tiene! ¿Quisiera tener la bondad de volver a mi pecho?
(Textos de la partitura adjunta al álbum de dibujos de Charles Martin del mismo título. Publicado en 1917.)
Uspud
ballet cristiano en tres acts de j.p. contamine de la tour. música de erick satie. Presentado ante el teatro nacional de la ópera el 20 de diciembre de 1812.
personajeúnico: uspud
espiritualidades: La iglesia cristiana, santos y santas, mártires confesores, el cristo en la cruz, mensajeros celestes de las siete órdenes; demonialidades.
Acto 1
una playa desierta; en medio una estatua, en la lejanía el mar. Uspud, vestido como persa.
uspud vuelve del suplicio de los cristianos y trae consigo algunas reliquias. Las amontona al pie de la estatua y las quema; el humo que se desprende se transforma en serafines que se desmayan en el espacio.
resuena un trueno formidable; la estatua cae en pedazos, Uspud está consternado.
Súbitamente el cielo se vuelve blanco, una mujer de gran belleza, cubierta por una túnica de oro y con un puñal clavado en el pecho, aparece ante Uspud y le tiende los brazos, es la iglesia cristiana.
uspud, sorprendido, toma arena y se frota los ojos con ella, fanfarrias: desfile aéreo de mártires que maldicen a uspud.
uspud recoge piedras y las arroja a la iglesia cristiana; las piedras se transforman en globos, de fuego, furor de Uspud. toma una piedra más grande, que estalla con estruendo; surgen llamas y de su seno se escapan estrellas, gran convulsión de la naturaleza.
fin del primer acto
Acto II
La casa de Uspud.
uspud implora a sus dioses lares.
surgen demonios y desaparecen inmediatamente; adoptan formas humanas contrahechas con cabezas de animal como: perro, chacal, tortuga, cabra, pez, lince, tifre-lobo, buey, perdiz marina, unicornio, borrego, antílope, hormiga, araña, ñu, serpiente, tuza-carnero azul, mono, cuculú, cangrejo, albatros, pacre, avestruz, topo, secretaria, viejo-toro, oruga roja, bontí-pogós, jabalí, cocodrilo, búfalo, etc…
uspud aterrado quiere huir, pero los demonios lo rodean atropellándolo; trata de triturarse la cabeza pero las paredes retroceden y rezuman sangre. en el aire aparece la visión de un tribunal pagano, ante el que se tortura a las víctimas. uspud, en su angustia, implora al cielo.
la iglesia cristiana aparece de nuevo, blanca como la nieve y transparente como el cristal; lotos nacen bajo sus pies. la mujer retira el puñal de su pecho y lo hunde en el de uspud, que cae en éxtasis. al mismo tiempo un crucifijo gigantesco que sale de la tierra y eleva hacia el cielo, arrastrando a la iglesia cristiana. se oyen los coros de ángeles, arcángeles, serafines, querubines, tronos, potencias y dominaciones que cantan un himno muy alto… una gran luz envuelve a uspud; cae de rodillas, golpeándose el pecho. se ha convertido.
fin del segundo acto
Acto III
la cima de una montaña; encima un crucifijo. uspud vestido con un sayal, está prosternado ante el crucifijo; durante largo rato llora y ora; cuando alza la cabeza, cristo desprende su brazo derecho de la cruz, bendice a uspud y desaparece. el espíritu de santidad penetra en desfile de santos y santas; san cleofemas escupe sus dientes en sus manos; santa micanar con los ojos en bandeja; san induciómaro con el cuerpo atravesado por flechas; san cazabagre confesor, con atuendo violeta; san lumor con una espada; san gebucón tenazas al rojo vivo; santa glude con una rueda; san krenú con una oveja; san yapui, con la frente abierta, y palomas que se escapan de ella; santa umbosa hilando lana; el bienaventurado meñu el estripeado; san bueyiburón el destazado; santa purina descalza; san plan noje predicador; santa el desnudo con un hacha. sus voces llaman a uspud al martirio.
una sed inextinguible de sufrimiento lo penetra. desgarra su sayal y aparece vestido con la túnica blanca de los neófitos. vuelve a su plegaria.
una legión de demonios surge por todos lados. revisten gormas monstruosas: perros negros con cuerno de oro sobre la frente; cuerpos de peces con cabezas y alas de aves; gigantes con cabezas de toro, echando fuego por las fosas nasales.
uspud encomienda su espíritu al señor: después, se entrega a los demonios para que lo desgarren con furor.
La iglesia cristiana aparece, deslumbrante de claridad y escoltada por dos ángeles que llevan palmas y coronas, toma el alma de Uspud en sus brazos y la eleva hacia cristo, que resplandece en el cielo.
fin del tercer acto.
Telón
(Folleto publicado en 1895 por Contamine de Latoury Satie)
Elogio de los críticos
No por azar elegí este tema. Fue por reconocimiento, puesto que reconozco como soy reconocible.¹
El año pasado dicté varias conferencias sobre la “Inteligencia y Musicalidad en los animales”.
Hoy les hablaré de “Inteligencia y Musicalidad en los críticos”. Es poco más o menos el mismo tema.¡; con modificaciones, por supuesto.
Algunos amigos me dijeron que era un tema ingrato. ¿Por qué ingrato? No hay ingratitud alguna. Al menos no veo en qué se sustenta: haré, entonces, fríamente el elogio de los críticos.
Uno nunca conoce lo suficiente a los críticos; ignora lo que han hecho, lo que son capaces de hacer. En una palabra, son tan desconocidos como los animales, a pesar que como éstos, tienen una utilidad definida.
Sí; no sólo son los creadores del Arte crítico, el Arte Maestro de todas las artes. Son los primeros pensadores del mundo: librepensadores mundanos, si tal cosa puede decirse.
Además, fue un crítico el que pos{o para El Pensador de Rodin.
Un crítico quien me comunicó este hecho, hace quince días, tres semanas, a lo sumo. Me dio gusto, mucho gusto. Rodin tenía una debilidad por los críticos, una gran debilidad…
Sus consejos le eran caros, muy caros, demasiado caros, fuera de precio.
Hay tres clases de críticos: Los que tienen importancia; los que la tienen menos; los que no tienen ninguna. Las dos últimas clases no existen: todos los críticos tienen importancia.
Físicamente, el crítico es de aspecto grave. Es un tipo dentro del género contrafagot. Es él mismo un centro de gravedad. Si ríe, no ríe sino con un ojo, sea el bueno, sea el malo. Muy amable siempre con las damas, mantiene a los caballeros a distancia, tranquilamente.
En una palabra: es muy intimidante, aunque sea agradable a la vista.
Es un hombre serio, serio como un Buda, como un budín negro, negro evidentemente. La mediocridad, la incapacidad, no se encuentran entre los críticos. Un crítico mediocre, o incapaz, sería la irrisión de sus colegas; le sería imposible ejercer su profesión, su sacerdocio quiero decir, porque tendría que abandonar su país, incluso el natal; y todas las puertas le serían cerradas; su vida no sería más que un largo suplicio de terrible monotonía.
El artista sólo es un soñador; el crítico tiene la conciencia de lo real, y la suya además. Un artista puede ser imitado; el crítico es inimitable e impagable. ¿Cómo podría imitarse a un crítico? Me lo pregunto. Por otra parte, tal interés sería débil, muy débil. Tenemos el original, CON ESO NOS BASTA. Aquel que dijo que la crítica era cómoda, no dijo algo inteligible. Incluso es vergonzoso haber dicho tal cosa: ese hombre debía ser perseguido, al menos por un Kilómetro o dos.
La persona que escribió tal cosa ¿se arrepiente quizá de ese concepto? Es posible, es de desearse. ES EVIDENTE.
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El cerebro del crítico es un almacén, un gran almacén. Allí se encuentra de todo: Ortopedia, ciencias, lencería, artes, cobertores de viaje, gran selección de mobiliarios, papel para cartas francés y extranjero, artículos para fumadores, guantería, paraguas, textiles de lana, sobreros, deportes, bastones, óptica, perfumería, etc….
El crítico sabe todo, ve todo, dice todo, oye todo, toca todo, remueve todo, come de todo, confunde todo, y no piensa menos. ¡Qué hombre!! ¡Que se lo digan!! ¡Todos nuestros artículos están garantizados!! ¡En época de calor, la mercancía se encuentra en el interior!! ¡EL INTERIOR DEL CRÍTICO!!
¡Vea usted!! ¡Dése cuenta!! ¡Pero se prohíbe tocar!! Es único, increíble.
La crítica es también un vigía, una boya, pudiera añadirse. Señala los arrecifes que bordean las costas del espíritu humano. Cerca de esas costas, de esas falsas costas, la crítica vigila, soberbia en su clarividencia; de lejos tiene un poco la apariencia de un mojón, pero un mojón simpático e inteligente. ¿Cómo ha llegado a esta alta situación, esta situación de boya, de mojón?
Por su mérito, su mérito agrícola personal. Digo “agrícola” porque cultiva el gusto del gesto y de lo bello. Llegamos aquí a un punto delicado. A los críticos se les recluta en forma selecta, como a los productos “selectos”, extra-superiores, de primera calidad.
El director de un periódico, de una revista, o de cualquier otra publicación periódica, es quien descubre al crítico necesario para completar su cuerpo de redacción. NO SE ACEPTAN RECOMENDACIONES. Lo descubre después de un severo examen, de un examen de conciencia. Este examen es muy largo y penoso, tanto para el crítico como para el director. Uno interroga, el otro desconfía. Es una lucha angustiosa, llena de cosas inesperadas. Se emplean todas las astucias, por una y otra parte. Finalmente el director es vencido. Esto sucede generalmente si el crítico es de buena raza, y su entrenamiento ha sido cuidadosamente llevado. El director es absorbido, reabsorbido por el crítico. Es raro que el director pueda salvarse.
El verdadero sentido crítico no consiste en criticarse a sí mismo, sino en criticar a los demás; y la viga que uno tiene en el ojo no impide de ninguna manera ver la paja en el ojo del vecino: En este caso, la viga se vuelve una lente de aumento, muy potente, que agranda la paja en forma desmesurada.
Nunca se admirará bastante el valor del primer crítico que se presentó en el mundo. Las gentes groseras de la Vieja Noche de los Tiempos, deben haberlo recibido con grandes puntapiés en la barriga, sin darse cuenta –en modo alguno- de que era un precursor: digno de veneración. A su manera, fue un héroe.
El segundo, tercero, cuarto y quinto críticos, ciertamente no fueron mejor recibidos… pero ayudaron a crear un precedente. El arte crítico se dio a luz él mismo. Ese fue su primer día de año nuevo. Mucho tiempo después, estos Benefactores de la Humanidad supieron organizarse mejor: fundaron sindicatos de crítica en todas las grandes capitales. Los críticos se volvieron así personajes considerables, lo que prueba que la virtud tiene siempre su recompensa. De un golpe aplicaron la brida a los artistas, que se volvieron sumisos como gatos-tigres. Es justo que los artistas sean guiados por los críticos. Nunca he comprendido la susceptibilidad de los artistas ante las advertencias de los críticos. Creo que hay ahí un orgullo, un orgullo mal enfocado, ofensivo. Para los artistas sería mejor, ganarían, con venerar a los críticos; con escucharlos respetuosamente; quererlos inclusive; invitarlos con frecuencia a la mesa familiar, entre el tío y el abuelo. Que sigan mi ejemplo, mi buen ejemplo: estoy deslumbrado por la presencia de un crítico, su resplandor es tal que parpadeo durante más de una hora; beso la huella de sus pantuflas: bebo sus palabras en una gran copa, de pie, por cortesía. He estudiado mucho las costumbres de los animales. ¡Ay de mí!, no son críticos. Este arte les es ajeno, o por los menos no conozco ninguna obra de este género que figure en el archivo de mis animales. Quizá mis amigos los críticos conocen alguna, o varias. Ojalá tengan la gentileza de decírmelo: mientras más pronto mejor. Pues sí, los animales no tienen críticos. El lobo no critica al cordero: se lo come; no porque desprecie el arte del cordero, sino porque admira su carne e incluso los huesos del lanudo animal, tan bueno… tan bueno cuando ha sido guisado.
Necesitamos una disciplina de hierro, o de cualquier otro metal. Sólo los críticos pueden imponérnosla, hacerla observar a distancia. Sólo piden inculcarnos los excelentes principios de la obediencia. Aquel que desobedece merece compasión: no obedecer es cosa muy triste. Pero no hay que obedecer a las malas pasiones, aunque ellas mismas nos den la orden. ¿Cómo reconocer que las pasiones son malas, malas como la sarna? Sí, ¿cómo?
Eso se reconoce en el placer que uno experimenta al entregarse a ellas, y PORQUE MOLESTAN A LOS CRÍTICOS.
Ellos no tienen bajas pasiones. ¿Cómo podrían tenerlas, ellos, tan dignos caballeros? No tienen pasiones en absoluto, ninguna. Siempre calmados, no sueñan sino en su deber: corregir los defectos del pobre mundo y procurarse una retribución conveniente, para comprar tabaco, nada más.
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Agradezcámosles todos los sacrificios que realizan cotidianamente por nuestro bien, tan sólo por nuestro bien; pidamos a la providencia que los proteja contra todas las enfermedades, que se aleje de ellos toda molestia y les otorgue un gran número de hijos de cualquier género, para que perpetúen el suyo. Estos votos no pueden hacerles ni bien ni mal. En todo caso les permitirán seguir escribiendo… con las pezuñas.
(Citado por Rollo Myers)
¹Juego de palabras entre el sentido doble de “reconocer a una persona” y el “estar agradecido” de “reconnaissant”: “car je suis aussi reconnaissant que reconnaisable”
Horas Seculares e Instantáneas
Dedicatoria: A Sir William Grand-Plumot dedico gustosamente esta colección. Hasta ahora, dos figuras me han sorprendido: Luis XI y Sir William, el primero por la rareza de su bonhomía; el segundo por su continua inmovilidad. Para mí constituye un gran honor el pronunciar aquí los nombres de Luis XI y Sir William Grand-Plumot.
I
Obstáculos Ponzoñosos: Esta vaga región del mundo está habitada por un solo hombre: un negro. Se aburre hasta morir de risa. La sombra de los árboles milenarios marca las nueve y diecisiete. Los sapos se llaman entre sí por su nombre de pila. Para pensar mejor, el negro tiene su cerebelo con la mano derecha, abriendo los dedos. De lejos parece tener la figura de un fisiólogo distinguido. Cuatro serpientes anónimas lo cautivan, suspendidas de los faldones de la casaca de su uniforme, que deforman la pena y la soledad reunidas. A la orilla del río un viejo mangle lava lentamente sus raíces, repugnantemente sucias. No es la hora del pastor.
II
Crepúsculo Matinal (del Mediodía): El sol se levantó muy temprano y de buen humor. El calor estará por encima de lo normal, porque el tiempo es prehistórico y propicio a la tormenta. El sol está en lo más alto del cielo, tiene la apariencia de ser un buen tipo. Pero no debemos fiarnos. Quizá va a quemar las cosechas o a dar un gran golpe: de insolación. Detrás del cobertizo un buey come hasta ponerse enfermo.
III
Enloquecimientos Graníticos: El reloj de la vieja aldea abandonada prepara, también, un golpe: la campanada de la una de la tarde. Una lluvia antidiluviana sale de las nubes de polvo; los grandes bosques burlones se tiran de las ramas, mientras que los rudos granitos se atropellan mutuamente y no saben dónde meterse por ser tan estorbosos. Las trece horas van a sonar, bajo sus rasgos representativos: la una de la tarde. ¡Qué desgracia! No es, de ninguna manera, la hora legal.
(Texto en la pintura para piano del mismo nombre, 1914)
Rinconcillos de mi vida
El origen de los Satie remonta, quizá, a los tiempos más distantes. Sí, acerca de esto no puedo afirmar nada, ni invalidar nada, por otra parte…
Sin embargo, supongo que esta familia no pertenecía a la nobleza (incluso la del Papa) y que sus miembros eran parte de la servidumbre, lo cual alguna vez fue un placer y un honor (para el amo, por supuesto) Sí…
Lo que hicieron los Satie en la guerra de los Cien Años, lo ignoro; no tengo tampoco informes sobre la actitud que tomaron en la de Treinta Años (una de nuestras guerras más hermosas).
Que la memoria de mis viejos ascendientes repose en paz. Sí…
Cambiemos de tema. Volveré sobre éste.
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Por lo que a mí respecta, nací en Honfleur (Calvados) en el barrio de Pont l`eEveque, el 117 de mayo de 1866… Heme aquí, pues, quincuagenario: un título como cualquier otro.
Honfleur es una pequeña ciudad que riegan juntas –y en mutua tolerancia- las olas poéticas del Sena y las tumultuosas de La Mancha. Sus habitantes (honflerenses) son muy corteses y muy amables. Sí…
Permanecí en esa ciudad hasta la edad de doce años (1978) y vine a residir a París… Tuve una infancia y una adolescencia cualesquiera, sin rasgos dignos de ser relatados en escritos serios. Por lo tanto, no hablaré sobre esto.
Cambiemos de tema. Volveré sobre éste.
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Me muero de ganas de darles, aquí, mi ficha personal (enumeración de mis particularidades físicas; aquéllas de las que puedo hablar decentemente, claro está):… Cabellos y cejas castaños oscuros, ojos grises (nublados, probablemente); frente cubierta, nariz larga; boca media; barba grande; rostro oval. Estatura: 1 metro 67 centímetros.
Esta ficha signalética data de 1887, época en que hice voluntariamente mi servicio militar en el trigésimo tercero regimiento de caballería en Arras (Pas de Calais). Hoy, esta ficha no podría servirme.
Lamento no poder mostrarles mis huellas digitales (del dedo). Sí. No las traigo conmigo, y esas reproducciones especiales, no son muy placenteras de ver. (Se parecen a Vuillermoz y Laloy (*) reunidos.
Cambiemos de tema. Volveré sobre éste.
Después de una adolescencia bastante corta, me volví un joven ordinariamente potable, no más. En ese momento de mi vida, comencé a pensar y a escribir musicalmente. Sí.
¡Enfadosa idea!... ¡Muy enfadosa idea!...
En efecto, no tardaría yo en hacer uso de una originalidad (original) desagradable, fuera de sentido, antifrancesa, contranatura, etc.
Entonces la vida se hizo para mí tan insoportable que resolví retirarme a mis propiedades y pasar el resto de mis días en una torre de marfil o de cualquier otro metal. (metálico).
Así que le tomé el gusto a la misantropía; comencé a cultivar la hipocondría, y me volví el más melancólico (de plomo) de los humanos. Daba pena verme, aunque fuese a través de unos anteojos de oro certificado. Sí.
Y todo esto me ha sucedido por culpa de la música. Este arte me ha hecho más mal que bien: me ha enemistado con numerosas personalidades de gran calidad, muy honorables, ultra distinguidas, muy “como se debe ser”.
Cambiemos de tema. Volveré sobre éste.
(*) Dos críticos musicales de la época
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Personalmente, yo no soy ni bueno ni malo. Oscilo, pudiera decir. Así es como nunca le he hecho mal a nadie, ni bien, tampoco.
Sin embargo, tengo muchos enemigos, enemigos fieles naturalmente. ¿Por qué? Esto se debe en resumen a que la mayoría no me conoce, o no me conoce sino a trasmano, de segunda mano, por lo que otros dicen (más mentiras que mentirosos). El hombre no puede ser perfecto. De ninguna manera los detesto: ellos son las primeras víctimas de su inconsciencia y de su falta de perspicacia… Pobre gente…
En consecuencia los compadezco.
Cambiemos de tema. Volveré sobre éste.
(Les Feuilles Libres, enero.febrero de 1924)
Lo que soy
Todo el mundo les dirá que no soy un músico. Es totalmente cierto.
Desde el principio de mi carrera, me situé entre los fonometrógrafos. Mis trabajos pertenecen a las fonométrica. Si se consideran El Hijo de las Estrellas, o las Piezas en forma de Pera, En Traje de Caballo o las Zarabandas, es perceptible que ninguna idea musical presidió la creación de estas obras. Domina el pensamiento científico.
Por otra parte, experimento mayor placer en medir un sonido que en escucharlo. Con el fonómetro en la mano trabajo alegre y seguramente.
¿Qué no habré pesado o medido? Todo Beethoven, todo Verdi, etc. Es muy curioso.
La primera vez que me serví de un fonóscopo, examiné un si bemol de grosor medio. Nunca he visto, les aseguro, cosa más repugnante. Llamé a mi criado para que lo viera.
En el fonopesador, un fa sostenido ordinario, muy común, alcanza a pesar 93 kilos. Lo emitió un tenor muy gordo, cuyo peso tomé.
¿Saben cómo se hace la limpieza de los sonidos? Es cosa bastante sucia. El hilado es más limpio. Saberlos clasificar es muy minucioso y se necesita tener buena vista. Aquí estamos en la fonotécnica.
Por lo que toca a las explosiones sonoras, con frecuencia tan desagradables, el algodón en las orejas las atenúa convenientemente. Aquí estamos en la pirofonía.
Para escribir mis Piezas frías utilicé un caleidófono grabador. Tomó siete minutos. Llamé a mi criado para que los oyera.
Creo poder decir que la fonología es superior a la música. Más variada. El provecho pecuniario es mayor. Le debo mi fortuna.
Creo poder decir que la fonología es superior a la música. Más variada. El provecho pecuniario es mayor. Le debo mi fortuna.
En todo caso, en el motodinamófono, un fonómetra medocremente adiestrado puede, fácilmente, anotar más sonidos que los que pudiera anotar el músico más hábil. En el mismo lapso y con el mismo esfuerzo. Gracias a eso he escrito tanto.
El futuro pertenece, pues, a la Filofonía.
(Les Feuilles Libres)
Celáfonos
2 Flautas de pistón (fa sostenido)
1 Abrigo contralto (do)
2 Clarinetes de varas (sol bemol)
1 Pico de caña (mi)
3 Trombones de teclado (re bemol)
1 Contrabajo de membrana (do)
1 Baqueta cromática en si
Instrumentos de la maravillosa familia de los Cefalófonos, de una extensión de treinta octavas, absolutamente intocables. Un aficionado de Viena (Austria) trató de usar el sifón en do; como consecuencia estalló, le rompió la columna vertebral y lo abrió en canal de arriba abajo. Desde entonces nadie se atreve a usar los potentes recursos de los cefalófonos y el Estado se ha visto obligado a prohibir la enseñanza de estos instrumentos en las escuelas municipales.
(Citado por Templier)
Inteligencia y musicalidad en los animales
La inteligencia está por encima de toda negación. ¿Pero qué hace el hombre para mejorar el estado mental de sus resignados conciudadanos? Les ofrece una instrucción mediocre, espaciada, incompleta, como ni siquiera un niño la querría para sí mismo; y tendría razón el adorable y pequeñito ser. Esta instrucción consiste sobre todo en desarrollar el instinto de la crueldad, del vicio que existe atávicamente en todos los individuos. Jamás se habla, en los programas de esta enseñanza, ni de arte, ni de literatura, ni de ciencias naturales, morales, o de otras materias. Las palomas mensajeras no están preparadas para su misión a través del conocimiento de la Geografía; los bueyes, corderos y terneras ignoran todo lo concerniente a las instalaciones racionales de un rastro moderno, y no saben cuál es su papel nutritivo en la sociedad que el hombre se ha fabricado.
Pocos animales reciben el beneficio de la instrucción humana. El perro, la mula, el caballo, el asno, el perico, el mirlo y algunos otros, son los únicos animales que reciben una instrucción semejante. Y se trata más de educación que de otra cosa. Comparen, les ruego, esta instrucción con la que dan las universidades a un joven bachiller humano, y verán que es nula y que no puede extender y facilitar los conocimientos que el animal haya podido adquirir con sus trabajos, con su asiduidad. ¿Pero musicalmente? Hay caballos que han aprendido a bailar, arañas que han permanecido en un piano durante lo largo de un concierto, concierto organizado para ellas por un respetable maestro del teclado. ¿Y después? Nada. Por aquí, por allá, nos hablan de la musicalidad del estornino, de la memoria melódica del cuervo, del ingenio armónico del búho, que se acompaña golpeándose el vientre, medio puramente artificial y de flaca polifonía.
En cuanto al ruiseñor, siempre citado, su sabiduría musical hace encogerse de hombros al menos exigente de sus auditores. No sólo su voz no está impostada, sino que no tiene conocimiento alguno ni de las claves, ni de la tonalidad, ni de los modos, ni del compás. (¿Tiene, quizá, cierto talento?) Pero puede afirmarse que su cultura artística no iguala a sus dones naturales, y que esa voz de la que se muestra tan orgulloso, no es más que un instrumento muy inferior a sí mismo.
(Memorias de un Amnésico. S.I.M., febrero de 1914)
Ambiente perfecto
Vivir entre gloriosas obras de arte es una de las alegrías más grande que puedan experimentarse. Entre los monumentos más preciosos del pensamiento humano, que mi modestia me ha hecho escoger para compartir mi vida, hablaré de un magnífico Rembrandt, profundo y de amplia ejecución, tan bueno como una fruta de mucha sustancia, demasiado verde.
Podrían ver ustedes también, en mi estudio, una tela de belleza indiscutible, objeto de admiración única: el delicioso Retrato atribuido a un Desconocido.
¿Les he hablado de mi Teniers falso? Es una cosa dulce y admirable, pieza rara entre las raras.
¿No son divinas estas pedrerías engastadas en manera sólida? ¿Sí? Sin embargo, lo que sobrepasa esas obras magistrales, lo que las aplasta con el peso formidable de su majestad genial, lo que las hace padecer con su resplandeciente luz es un falso manuscrito de Beethoven –sublime sinfonía apócrifa del maestro- que piadosamente compré hace diez años, creo.
De las obras del grandioso músico, esta Décima Sinfonía, todavía ignorada, es de las más suntuosas. Sus proporciones son vastas como las de un palacio; sus ideas son frescas y numerosas; sus desarrollos precisos y justos.
Era necesario que esta obra existiera: el número 9 no podría ser beethoveniano. Le gustaba el sistema decimal: “Tengo diez dedos”, explicaba.
Llegadas para absorber filialmente esta obra maestra, con oídos recogidos y meditativos, algunas personas, sin razón pensaron en una concepción inferior de Beethoven, y lo dijeron. Fueron más lejos, inclusive.
Beethoven no puede ser inferior a sí mismo, en ningún caso. Su técnica y forma siguen siendo augurales, incluso en lo ínfimo. Lo rudimentario no les es aplicable. No se intimida por las falsificaciones que puedan imputarse a su persona artística.
¿Creéis acaso vosotros que un atleta, ampliamente loado, cuya fuerza y destreza fueron reconocidos a través de grandes y sonados triunfos públicos, se hace inferior por el hecho de recibir un simple ramo de tulipanes y jazmines unidos? ¿Es menor si le añadimos un niño?
No os aventuréis.
(Memorias de un Amnésico. S.I.M, julio agosto de 1912)
Sonatina burocrática
Ya sale
Va alegremente a su trabajo
pavonéandose.
Contento levanta la cabeza.
Ama a una hermosa dama muy elegante,
ama también a su plumafuente,
a sus relucientes mangas verdes
y su gorra china.
Camina a grandes zancadas.
Se precipita en la escalera
subiéndola de espaldas.
¡Qué torbellino!
Tras su escritorio
es inmensamente feliz,
y lo demuestra.
Piensa en un ascenso.
Quizá tendrá incluso un aumento
sin necesidad de promoción.
Espera mudarse muy pronto.
Ha visto ya un apartamento.
Con tal de que haya aumento o ascenso…
Sueña de nuevo con el aumento.
Canturrea una vieja canción peruana
que le escuchó a un sordomudo en Bretaña.
Cerca de allí un piano toca Clementi.
¡Como es triste esa música!
Osa bailar un vals. (Él no, el piano.)
Todo eso es tan triste.
El piano reanuda su trabajo…
Nuestro amigo se interroga con benevolencia.
La fría melodía peruana se le sube a la cabeza.
El piano continúa.
¡Aay! Llegó la hora de
dejar la oficina,
su querida oficina.
Valor, se dice a sí mismo, ¡salgamos!
(Texto publicado en la obra para piano del mismo nombre. Julio de 1917)
Versión rítmica. Destinada a la ejecución pública en concierto. Estrenada por el traductor y el pianista Luis Rivero en el “Homenaje a Satie”, el 16 de diciembre de 1966. Sala Manuel M. Ponce, Palacio de Bellas Artes.
Estos textos fueron “extirpados” del suplemento mexicano Plural de crítica, arte y literatura (4/ 1975)
Pido disculpas por la chapurreada ejecución, ahora fue que un amigo solidario me acaba de dar la grabación de estas tres primeras Gnosiennes... hice lo que pude para guiarme únicamente por las también humorísticas indicaciones satienescas: "trés perdu", etc.
Gracias a Dios existe gente en Cuba que ama a Satie también...
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