Cuando explota un caballito en temporada ciclónica o no, la gente mayormente se angustia mucho porque puede que los de la compañía eléctrica tarden demasiado y tengan además, como es usual, que cambiar el poste que de por sí tiene muy poca durabilidad... entonces la gente mayormente se pregunta por qué en vez de gastar tanto y tan seguido en el "mantenimiento" de estos postes de tendido eléctrico el gobierno no decide acabar de soterrar los putos cables para beneplácito y seguridad de ambos. Pero esto es algo que de tan remoto parece un sueño inalcanzable. De hecho es más bien una pesadilla. Y los cables seguirán colgando peligrosamente sobre nuestras cabezas por los siglos de los siglos mientras dure la absurdidad derrochadora que rige nuestra economía. Cambian ahora polímeros de plástico por los antiguos de cerámica, no sé si tendrá alguna relación pero si llueve más de la cuenta el servicio eléctrico enseguida se va del aire... Por mucho que me guste y siempre me haya gustado la fuerza visual de estos cables por toda la ciudad y las carreteras -perdón, olvidé que apenas tenemos una carretera central a cargo del dictador Batista antes del 59-, la certeza de que se me puede ir la luz por cualquier cosa en cualquier circunstancia anula toda mi simpatía estética por ellos. Sin hablar de los árboles que son salvajemente mutilados cada vez en todos los vecindarios, porque eso ya me entristece de más.
looking for something?
Adagio de Habanoni
Fotografías de Silvia Corbelle y Orlando Luis Pardo
mi habanemia
La Habana puede demostrar que es fiel a un estilo.
Sus fidelidades están en pie.
Zarandeada, estirada, desmembrada por piernas y brazos, muestra todavía ese ritmo.
Ritmo que entre la diversidad rodeante es el predominante azafrán hispánico.
Tiene un ritmo de crecimiento vivo, vivaz, de relumbre presto, de respiración de ciudad no surgida en una semana de planos y ecuaciones.
Tiene un destino y un ritmo.
Sus asimilaciones, sus exigencias de ciudad necesaria y fatal, todo ese conglomerado que se ha ido formando a través de las mil puertas, mantiene todavía ese ritmo.
Ritmo de pasos lentos, de estoica despreocupación ante las horas, de sueño con ritmo marino, de elegante aceptación trágica de su descomposición portuaria porque conoce su trágica perdurabilidad.
Ese ritmo -invariable lección desde las constelaciones pitagóricas-, nace de proporciones y medidas.
La Habana conserva todavía la medida humana.
El ser le recorre los contornos, le encuentra su centro, tiene sus zonas de infinitud y soledad donde le llega lo terrible.
Lezama
El habanero se ha acostumbrado, desde hace muchos años, a ese juego donde silenciosamente se apuestan los años y se gana la pérdida de los mismos.
No importa, “la última semana del mes” representa un estilo, una forma en la que la gente se juega su destino y una manera secreta y perdurable de fabricar frustraciones y voluptuosidades.
Lezama
desmontar la maquinaria
Entrar, salir de la máquina, estar en la máquina: son los estados del deseo independientemente de toda interpretación.
La línea de fuga forma parte de la máquina (…) El problema no es ser libre sino encontrar una salida, o bien una entrada o un lado, una galería, una adyacencia.
Giles Deleuze / Felix Guattari
…podemos ofrecer el primer método para operar en nuestra circunstancia: el rasguño en la piedra. Pero en esa hendidura podrá deslizarse, tal vez, el soplo del Espíritu, ordenando el posible nacimiento de una nueva modulación. Después, otra vez el silencio.
José Lezama Lima (La cantidad hechizada)
...
sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes,
más abajo, más abajo, y el mar picando en sus espaldas;
un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir;
aullando en el mar, devorando frutas, sacrificando animales,
siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla;
el peso de una isla en el amor de un pueblo.
La incoherencia es una gran señora.
Si tú me comprendieras me descomprenderías tú.
Nada sostengo, nada me sostiene; nuestra gran tristeza es no tener tristezas.
Soy un tarro de leche cortada con un limón humorístico.
Virgilio Piñera
(carta a Lezama)
ay
Las locuras no hay que provocarlas, constituyen el clima propio, intransferible. ¿Acaso la continuidad de la locura sincera, no constituye la esencia misma del milagro? Provocar la locura, no es acaso quedarnos con su oportunidad o su inoportunidad.
Lezama
#VJCuba pond5
Pingüino Elemental Cantando HareKrishna
o la eterna marcha de los pueblos victoriosos
luistrapaga paintings
Libertad para Danilo
Sep 30, 2008
cables
Cuando explota un caballito en temporada ciclónica o no, la gente mayormente se angustia mucho porque puede que los de la compañía eléctrica tarden demasiado y tengan además, como es usual, que cambiar el poste que de por sí tiene muy poca durabilidad... entonces la gente mayormente se pregunta por qué en vez de gastar tanto y tan seguido en el "mantenimiento" de estos postes de tendido eléctrico el gobierno no decide acabar de soterrar los putos cables para beneplácito y seguridad de ambos. Pero esto es algo que de tan remoto parece un sueño inalcanzable. De hecho es más bien una pesadilla. Y los cables seguirán colgando peligrosamente sobre nuestras cabezas por los siglos de los siglos mientras dure la absurdidad derrochadora que rige nuestra economía. Cambian ahora polímeros de plástico por los antiguos de cerámica, no sé si tendrá alguna relación pero si llueve más de la cuenta el servicio eléctrico enseguida se va del aire... Por mucho que me guste y siempre me haya gustado la fuerza visual de estos cables por toda la ciudad y las carreteras -perdón, olvidé que apenas tenemos una carretera central a cargo del dictador Batista antes del 59-, la certeza de que se me puede ir la luz por cualquier cosa en cualquier circunstancia anula toda mi simpatía estética por ellos. Sin hablar de los árboles que son salvajemente mutilados cada vez en todos los vecindarios, porque eso ya me entristece de más.
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