Primero que nada, gracias por leerme.
No, no le escribes a una pantalla ciega. Yo, aunque sin internet la mayor parte del tiempo, ando por aquí, para ti.
En el ciberespacio siempre vas a descubrir que hay múltiples voces expresando exactamente lo mismo que tú piensas pero con infinitos matices.
Ese es el magnetismo, impresionante, pero ya común para los asiduos, esa la adicción que produce, a veces negativa pero las más, se torna por el contrario poderosa en el sentido de voluntad creativa, de fuerza colectiva, de energía libre y liberadora al saberte conectado –literal e interiormente- con tanta gente similar y diferente. Tanta gente dispuesta a leerte, a ayudarte, a pero sobre todo tanta gente deseando expresarse libremente. Internet no puede ser una fuerza peligrosa, niego tal disparate, que los gobiernos represores como el mío intentan propagar bloqueando sitios, dificultando el acceso y deslegitimando a los que no quieren callarse. No podemos callarnos. Por el contrario gritamos con mucha más fuerza porque queremos hacerlo, intentamos ser libres, no sólo virtualmente sino serlo con toda nuestra esencia. La prohibición sólo puede generar más ansias de aquello que te niegan. Entonces, obviamente, se trata de una libertad interna más que nada, y ésta nadie te la puede arrebatar, pero sí incentivar al violar uno tras otro tus derechos como ser humano y social. Por eso cada voz que se desata de la censura y los abusos de poder, de las violaciones constantes que vivimos los que no somos libres -al menos no como individuos sociales- cada puntico intermitente en el ciberespacio, es como una estrella destellante, multicolor.
Ayer golpearon y secuestraron a mis amigos sin la menor indulgencia, los sustrajeron de la calle y luego los arrojaron a la misma. Esta violación inconcebible se practica en mis calles a pleno día y mi país sigue saliendo al mercado turista internacional como la isla alegre caribeña, donde los niños son felices y la gente no anda con armas de fuego: ¿cómo el hijo de mi amiga golpeada puede ser feliz al saber que a su madre la pueden meter a la fuerza en un carro y atropellarla con violencia verbal y física, y que esto pueda pasar en cualquier momento? A ella no le dan permiso de salida y ahora pretenden obligarla prácticamente a no salir ni siquiera de su casa. El miedo es el arma más antigua de la represión. Los gobiernos totalitarios conocen muy bien su efecto paralizante. Dos parejas de policías en cada esquina, miles vestidos de civil entre la gente común: no son necesarias las grotescas patrullas escudadas ni los tanques de guerra para percibir el terror en cada rostro. Una autoridad arbitraria y un poder mezquino no puede concebir niños felices sino familias enteras atravesadas por el horror, visible en cada una de las personas que transitan y viven sus vidas normalmente atemorizadas. Pero ni a ni a Amaury ni a Eligio , ni a Yoani ni a Orlando ni a Claudia ni a Ciro ni a Claudio, Liz, ni a Iván, Laritza, Miriam, Pacheco, Reinaldo, Aleaga, Irrutia, Constantín, Dimas, ni a ninguna de las tantas voces que se multiplican por día en este pedazo de tierra nos pueden frenar. Más allá del límite de la frágil seguridad personal. Sobreponiéndose al odio. Estas voces irán en aumento hasta el infinito, ese es el orden natural y escucharlas (reconocerlas, leerlas) es la única ley a respetar posible. Estas voces ya están grabadas en el firmamento ciberespacial, dispersas por doquier y su desaparición es impensable: más bien el estallido general de nuestras voces luminosas será suficiente evidencia para el mundo. Y ese, como cantaran los contestatarios argentinos Bersuit, ese estallido se viene ya, rotundo.
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beso,
Lia
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grito, luego existo...
crear es resistir
He leído tu entrada donde narras un poco de tu vida, de forma fragmentada como pastiche anti-modernista, y decidí escribirte.
Quizás es más una prueba que un emilio (correo electrónico) propiamente redactado. (No sé si continúes con esta cuenta de emilio, tampoco sé con cuánta regularidad lo lees ni si debo extenderme demasiado como para ocupar tu tiempo leyéndome solo a mí). [¡Vaya, pero que baja autoestima me ha salido! ¡Venga!]
Nada, luego de ese debate esquizoide que, en vez de pensarlo lo escribí, quería decirte, "hola".
¿Alguna vez te has preguntado si habrá alguien más en el mundo que esté leyendo lo mismo que tú o reflexionando sobre lo que tú reflexionas? A mí me pasa muchísimo y resulta que mientras leía tu blog/diario me percataba que compartimos pensamientos similares sobre: la obedencia, la indoctrinación, la autoridad, el deseo, la música, el arte y la literatura.
Ojalá que no le escriba a una pantalla ciega con un marcador que pestañea y pestañea en el vacío infernal del ciberespacio, me gustaría saber de tí (o de tu simulacra - diría Baudrillard) y, si te interesa, te cuento de mí y mi gulag insular colonial.
Un abrazo desde la otra ala del pájaro caribeño herido,
Iván
Siempre es un placer saber que mi mente no anda sola, que mi alma libre navega los espacios metafísicos del éxtasis y del deseo, del verdadero deseo sin las intromisiones inescrupulosas del Estado ni el Capital. Tú vives el terror propagado de un Estado totalitario, yo vivo el de la ficción democrática-burguesa que vende el lema del sueño de la libertad mientras te cohibe y te niega tus más básicas necesidades. No podremos ser realmente libres, más allá de internamente, si el capitalismo y el estado liberal-burgués (o cualquier estado) continúa. Tu voz tendrá un repetidor en la mía y tus mensajes tendrán espacio en mi cuerpo que los comunica, así se va entrelazando la cadena de la solidaridad humana. Somos una multitud, una masa de abrazos que amenaza con quebrantar las fisuras de un sistema (o de múltiples sistemas) de terror y miedo.
ReplyDeleteCuando adolescente, ahora tengo 26 años, Reinaldo Arenas me descubrió - aunque muchos dirían lo contrario - y me brindó la poesía para poder rimar mi vida. Recuerdo uno de sus poemas que comenzaba "Ya no tenemos mar/pero tenemos voz para inventarlo" y eso me lleva a pensar sobre lo que dices de la libertad interna; aunque intenten quitarte ésta, tendrás la forma de (re)inventarla nuevamente porque la creatividad nos hace libres.
Leí del atentado contra tus compas blogueros en el periódico local (El Nuevo Día) y continuamente leo el blog de Yoani (yo también soy de esa generación con "ye" en su nombre - Yariel). Tu relato lo colgaré en mi pared de Facebook para generar debate entre mis amistades y regar la voz; la información los puede proteger.
¿Qué haces en tu tiempo libre, además de fotografiar? ¿La Habana todavía tiene un cielo estrellado?, porque el nuestro se estrelló con el smog.
Un abrazo virtual y salud,
Iván