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Adagio de Habanoni
Fotografías de Silvia Corbelle y Orlando Luis Pardo
mi habanemia
La Habana puede demostrar que es fiel a un estilo.
Sus fidelidades están en pie.
Zarandeada, estirada, desmembrada por piernas y brazos, muestra todavía ese ritmo.
Ritmo que entre la diversidad rodeante es el predominante azafrán hispánico.
Tiene un ritmo de crecimiento vivo, vivaz, de relumbre presto, de respiración de ciudad no surgida en una semana de planos y ecuaciones.
Tiene un destino y un ritmo.
Sus asimilaciones, sus exigencias de ciudad necesaria y fatal, todo ese conglomerado que se ha ido formando a través de las mil puertas, mantiene todavía ese ritmo.
Ritmo de pasos lentos, de estoica despreocupación ante las horas, de sueño con ritmo marino, de elegante aceptación trágica de su descomposición portuaria porque conoce su trágica perdurabilidad.
Ese ritmo -invariable lección desde las constelaciones pitagóricas-, nace de proporciones y medidas.
La Habana conserva todavía la medida humana.
El ser le recorre los contornos, le encuentra su centro, tiene sus zonas de infinitud y soledad donde le llega lo terrible.
Lezama
El habanero se ha acostumbrado, desde hace muchos años, a ese juego donde silenciosamente se apuestan los años y se gana la pérdida de los mismos.
No importa, “la última semana del mes” representa un estilo, una forma en la que la gente se juega su destino y una manera secreta y perdurable de fabricar frustraciones y voluptuosidades.
Lezama
desmontar la maquinaria
Entrar, salir de la máquina, estar en la máquina: son los estados del deseo independientemente de toda interpretación.
La línea de fuga forma parte de la máquina (…) El problema no es ser libre sino encontrar una salida, o bien una entrada o un lado, una galería, una adyacencia.
Giles Deleuze / Felix Guattari
…podemos ofrecer el primer método para operar en nuestra circunstancia: el rasguño en la piedra. Pero en esa hendidura podrá deslizarse, tal vez, el soplo del Espíritu, ordenando el posible nacimiento de una nueva modulación. Después, otra vez el silencio.
José Lezama Lima (La cantidad hechizada)
...
sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes,
más abajo, más abajo, y el mar picando en sus espaldas;
un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir;
aullando en el mar, devorando frutas, sacrificando animales,
siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla;
el peso de una isla en el amor de un pueblo.
La incoherencia es una gran señora.
Si tú me comprendieras me descomprenderías tú.
Nada sostengo, nada me sostiene; nuestra gran tristeza es no tener tristezas.
Soy un tarro de leche cortada con un limón humorístico.
Virgilio Piñera
(carta a Lezama)
ay
Las locuras no hay que provocarlas, constituyen el clima propio, intransferible. ¿Acaso la continuidad de la locura sincera, no constituye la esencia misma del milagro? Provocar la locura, no es acaso quedarnos con su oportunidad o su inoportunidad.
Lezama
#VJCuba pond5
Pingüino Elemental Cantando HareKrishna
o la eterna marcha de los pueblos victoriosos
luistrapaga paintings
Libertad para Danilo
May 8, 2009
mouvements: henri michaux
podría hablar mejor de ellos. He llenado doscientas páginas y no veía ahí
más que flujos, cuando René Bartelé se apoderó de ellos, titubeando y
reflexionando, descubrió allí especies de secuencias... y el libro que está
aquí ahora, es más su obra que la mía.
¿Pero y los sognos? Ahí están: me estimulaban a repetir mis composiciones de
ideogramas, muchas veces ya retomadas desde hace veinte años y abandonados
por falta de éxito, designio que se presenta efectivamente en mi destino,
sólo como el señuelo y la fascinación.
Intentaba de nuevo, pero progresivamente las formas “en movimiento”
eliminaron las formas pesadas, los caracteres de composición. ¿Por qué?
Ellas incitaban a regodearme más. Su movimiento me convertía en mi
movimiento. Más había, más existía. Más quería. Haciéndolas, me convertía en
otro. Invadía mi cuerpo (mis centros de acción, de reposo). Mi cuerpo, a
menudo está un poco lejos de mi cabeza. Lo tenía excitado, eléctrico. Lo
tenía como un caballo al galope con el que uno sólo se siente uno. Estaba
poseído por movimientos, muy tenso por esas formas que me llegaban a toda
velocidad, y rítmicamente. Un ritmo a menudo comandaba la página, a veces
muchas páginas en hilera y más signos llegaban (un día cerca de cinco mil),
más vivos eran.
Aunque esta -¿debo decir experiencia?- pudiese ser retomada por mucha gente,
quisiera advertir al amante de explicaciones personales, que veo aquí la
recompensa de la pereza.
La mayor parte de mi vida, acostado en mi cama, durante horas interminables
de las que no me cansaba, animaba una, dos o tres formas, pero siempre había
una más rápida, más favorita y diabólicamente rápida que cualquier otra. En
lugar de perfeccionar mi trabajo, enriquecerlo, darle felicidad y ventajas
terrenales como se dice, le daba -debiese quedar ella muy infeliz por
cierto-, le infundía una inaudita movilidad, de la cual era el doble y el
motor, aunque inmóvil y ocioso. La ponía bajo tensión mientras que yo era la
desesperación o el desdén de personas activas.
No habría hecho aquí sino repetir, mal que bien, sobre papel, en tinta
china, algunos de los innumerables minutos de mi vida inútil...
R.B. Me ha señalado que en este libro el dibujo y lo escrito no son
equivalentes, el primero más liberado, el segundo más cargado.
¿Qué tiene de extraño? Ellos no tienen la misma edad. Los dibujos son muy
recientes para mí, sobre todo aquellos, verdaderamente en estado naciente,
en estado de inocencia, de sorpresa; las palabras, venidas después, después,
siempre después... y después tantas otras. ¿Liberarme ellas? Al contrario,
por haberme liberado de las palabras, esos pegajosos interlocutores, es
precisamente que los dibujos se han abalanzado y, casi gozosos, sus
movimientos se han hecho con soltura, aun cuando están exasperados. También
veo en ellos, nuevo lenguaje, dándole la espalda a la expresión verbal, de
los libertadores.
Quién, habiendo seguido mis signos fuese inducido por mi ejemplo, a obrar el
mismo según su ser y sus necesidades, irá, o me equivoco considerablemente,
a una fiesta, a un paro aún desconocido, a una desincrustración, a una nueva
apertura, a una escritura inesperada, aliviadora, donde podrá finalmente
expresarse lejos de las palabras, de las palabras, de las palabras de los
otros.
Henri Michaux
Mouvements, 1952
Etiquetas: poesía art-S
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