¿Esta
prohibición, sin notificación previa ni proceso mediante, no es
ilegal?
@ElEstornudo
El
sentido de la vida, el regalo de Dios, es el movimiento.
Nicanor
O´Donell
"A los
prisioneros se les mete en la cárcel para limitarles el movimiento.
Qué son las visas y los pasaportes sino recursos del poder para
controlar y a menudo para inmovilizar. Lo cierto es que viajar es uno
de los derechos humanos más importantes. No hay concepto más
libertario y subversivo que el de un cubano turista. Yo solo quiero
ayudar al individuo y destruir un monopolio tan despiadado como
invisible".
Nicanor
O´Donnell
(Pas de
quatre / Eduardo del Llano, seXmachine producciones, Vedado 2009)
La libertad de
movimiento ha sido, por desconocimiento, falta de recursos o
simplemente de horizontes, una de las más negadas a los cubanos en
tiempos de Castro. Trasladarse incluso por el territorio nacional
depende de una dirección oficial en la capital o de las opiniones
políticas del ciudadano que intenta circular libremente por su
propio país.
Innumerables veces
efectivos del D.S.E. han impedido la llegada del público en general
a los lugares donde se realizan actividades independientes como
conciertos, proyecciones, exposiciones, reuniones políticas o misas
religiosas. Para lograrlo han cerrado calles y dispuesto un aparataje
policial, costoso y desmedido en los lugares en cuestión, como si de
operativos para atrapar delincuentes peligrosos se tratase.
Mientras, las
regulaciones migratorias fueron reformadas en orden de
facilitar, en el
lenguaje de los funcionarios de Inmigración, la movilidad y destino
de los nacionales, o sea, la entrada de divisas al
país en plena crisis.
El estado
dogmatizó su política migratoria, al legalizar la práctica de
exigir la habilitación del pasaporte a los emigrados, pero sin
definir bien el proceso en que podían obtenerla. Esto dio la
posibilidad al gobierno de negar la entrada a un nacional al país,
sin tener que reconocer si su decisión estaba fundada en
motivaciones políticas, aun cuando las restricciones a la libertad
de movimiento están ampliamente reconocidas y clasificadas en la
propia ley, y el Estado debería reconocerlas expresamente.
Aún
cuando se hubiera eliminado el permiso de salida o "carta
blanca" en 2013, instancias a las que responde Inmigración y
Extranjería (MININT) se reservan el derecho de negar la entrada o
salida del país a sus ciudadanos según el artículo 24 de la
modificación de la ley migratoria, alegando “Defensa y Seguridad
Nacional” e “interés público” y mantiene intactas las
facultades discrecionales del Ministerio del Interior para decidir
qué cubano entra o sale de Cuba, bajo criterios estrictamente
políticos, restrictivos y violatorios de la libertad de movimiento.
En los últimos meses,
más de 60 activistas, entre los que cuentan disidentes, opositores o
periodistas independientes, han sido arbitrariamente “regulados”
y autoridades fronterizas nos han prohibido la salida del país. La
orden viene directamente del Ministerio del Interior.
Agentes de la
Seguridad del Estado habrían abandonado el recurrente método de
secuestro a los activistas para impedirles llegar al aeropuerto.
Ahora simplemente el agente fronterizo de turno le informaba
al pasajero que no viajaría, rompería su pase de abordar sin
más explicación y con la sugerencia de irse a reclamar a Atención
a la Ciudadanía del MININT en la Plaza de la revolución, ex
Plaza Cívica.
Así, nos convertimos
en personas controladas y el recurso de queja constitucional
no suple en ningún sentido la necesidad de información y mucho
menos de libertad.
En mi caso particular,
pero para nada aislado, he sido negada cinco veces consecutivas en lo
que va de año. Todo empezó con un secuestro, ejecutado por un
agente del Departamento 21 de la Seguridad del Estado, el día de mi
cumpleaños. Terminé
escapándome
pero luego de mi semana de fuga (y terapia), las cosas han ido
empeorando cada vez que he intentado salir de nuevo.
Una y otra vez he
presentado denuncias en fiscalías y oficinas de atención a la
ciudadanía y de Inmigración y extranjería, y una y otra vez me he
quedado en ascuas. No solo la falta de información nos golpea la
impotencia, el maltrato y la discriminación son ingredientes
obligatorios en este cóctel represivo. Lo primero que pregunta el
funcionario de guardia en esas oficinas es el oficio, el motivo del
viaje y la filiación política, como si eso definiera y justificara
los permisos (o las prohibiciones) para casi todo.
En una ocasión monté
una protesta con carteles en el aeropuerto, sin mayor éxito que el
de ser trasladada de inmediato a la estación de policía de Santiago
de las Vegas, donde una mayor me agredió verbalmente con todos los
epítetos imaginables de
contrarrevolucionaria y
con un extra de chusmería corporal, digno de tal unidad
revolucionaria.
Antes
de ser capturada, uno de los activistas que le habían negado igual,
no la posibilidad sino el derecho de viajar ese día, se me acercó y
me dijo bajito: Mira, ya, no sigas...
Se refería a no sigas gritando:
no grites más nuestros derechos, pues fue lo único que hice. Y esa
ha sido la triste actitud de millones de cubanos, ante la mordaza
inevitable de un sistema represivo, es mejor callarse de antemano.
Así, la callada cómplice nos une y nos separa.
Y
como el que no siente, no padece, siendo todos víctimas de un
reformatorio surreal infantilista, nos distanciamos según la
gravedad de nuestras faltas, para aplacar la gravedad del posible
castigo. Pero la sanción puede no levantarse aunque te portes bien.
Y así el limbo puede alargarse indefinidamente.
Quién
va a solidarizarse con los miles de cubanos que no podrán ya visitar
a sus familias en EEUU. O con los que nunca podrán hacer turismo
internacional, ni siquiera en el cayo más cercano. No hay
concepto más subversivo y libertario que el de un cubano turista,
decía el personaje Nicanor O´Donnell en la lúdica serie de Eduardo del
Llano. Todo lo que implique libertad, ya sea de información, de
opinión, de asociación y manifestación, nos estará vedado por ser
eminentemente subversivo. Enunciar la palabra "derechos" significa ponerse en evidencia: culpable!
El control migratorio
seguirá siendo un instrumento de manipulación ideológica y de
coacción política. Experimentar el absurdo migratorio cubano en
toda su fuerza y violación de los derechos humanos, empezando por la
expoliación que significa hacerse un pasaporte cubano, tanto dentro
como fuera del país, es la condena interminable de muchos de
nosotros, y la decisión arbitraria caerá sobre nuestras cabezas,
protestemos o no.
En 2012, Amnistía
Internacional hacía un llamado urgente por la bloguera Yoani
Sánchez, demasiadas veces negada a poder viajar, con intervención
de la realeza española y presidentas latinoamericanas: veinticinco
rotundos NO recibió, por atreverse a llevar un blog de crónicas
críticas y tanto peor, recibir importantes premios por ello.
Amnistía nos pedía
dirigirnos a las autoridades inmediatamente para pedir que
concedieran a Yoani un permiso de salida para
que pudiera ejercer su derecho a salir libremente y regresar a su
país.
Recordándoles
que el derecho a la libertad de circulación está universalmente
reconocido en el artículo 13 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos y del artículo 12 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, del que Cuba es signataria. Y por
último, expresando nuestra consternación por las restricciones a la
libertad de movimiento impuestas a los ciudadanos cubanos,
especialmente a los disidentes y a los periodistas independientes, e
instando a las autoridades a poner fin a dichas restricciones.
Cinco años
después el panorama solo se ha recrudecido y la solidaridad también
se ha disipado, dándole paso a una indolencia generalizada,
llanamente manifiesta y despreocupada.
Los cubanos
seguimos a disposición y capricho de una orden arbitraria que nos
reprime la libertad esencial de ir a donde querramos cuando así lo
estimemos.
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