por Wilfredo Vallín
O bien hay algo
intrínsecamente válido, una justicia que está por encima de todos
nosotros, una exigencia que se nos impone y que no dimana de
nosotros, una regla de justicia válida para todos los Estados y
todos los sistemas de Derecho positivo, o bien no hay justicia
alguna, sino solamente el poder organizado de tal o cual manera, que
se llama a sí mismo “derecho”. O bien hay Derechos del hombre
eternos e intangibles, o bien hay tan sólo oportunidades favorables
de quienes por azar resultaron privilegiados y las malas
oportunidades de quienes fortuitamente resultaron perjudicados.
Emil Brunner
EL SUCESO
Me acerco al cubículo en
el que un aduanero me espera. Le entrego mi pasaporte con mi pasaje.
Me pide mirar hacia la cámara que tiene a la altura de mi cabeza.
Comienza a revisarme el documento. Parece que va a poner los cuños
correspondientes cuando mira a su izquierda, donde sé que hay una
computadora. Detiene sus movimientos y me pide que vuelva a la fila
de donde vine. Llama por teléfono. De una habitación sale una
muchacha con uniforme también de aduana y camina hacia la persona
que me acaba de atender. Recoge mi pasaporte, el pasaje, y se me
acerca para pedirme que la acompañe a la oficina de donde salió.
Espero afuera. Como la puerta está abierta, oigo su conversación
telefónica con alguien que le pide mi nombre y dirección. Luego
cuelga.
-Señor, usted no va a
poder viajar esta vez.
-¿Puede explicarme por
qué?
-No. Imagino usted lo
sepa.
-Bien, y ¿adónde debo
dirigirme para aclarar esto?
-Tampoco sé. Esa
prohibición no la ponemos nosotros…
-Comprendo. No se sienta
culpable, pero esta es la segunda vez que esto ocurre.
Me devuelve el pasaporte
y pica el billete de avión quedándose con una parte. Al parecer
esto ha sido bastante incómodo para ella. Lo anterior ha tenido
lugar en la terminal 3 del aeropuerto de Rancho Boyeros alrededor de
las nueve de la noche del sábado 7 de octubre del año en curso.
LAS CAUSAS
Me licencié en Derecho
en la Universidad de La Habana un cuarto de siglo atrás. Como amo mi
profesión, la he estudiado a profundidad y he creado mi propia
filosofía en torno a ella: considero, entre otras cosas, que la LEY
está para garantizar la paz y la tranquilidad ciudadanas
estableciendo las reglas del juego social, que todos somos iguales
ante ella debiendole acatamiento y respeto , que los gobiernos,
ideologías aparte, están para garantizar el BIEN COMÚN de todos
sus ciudadanos, que la Constitución es la ley suprema del país a la
que se subordinan todas las otras pragmáticas jurídicas, que, desde
tiempos de J.J. Rousseau, el soberano de la nación no es el gobierno
sino el pueblo “del cual dimana todo el poder del Estado”, que
existen formalidades para la citación y la detención, que la
tortura está prohibida por los organismos internacionales, etc. etc.
Así, cuando cualquier persona acude a la Asociación Jurídica
Cubana a por consejo, tratamos de asesorarlas dentro del más
estricto marco legal, hablándoles de lo que no deben hacer (de sus
deberes)…y de los derechos que le asisten. El incidente del
aeropuerto parece estar motivado por esto.
El asunto es que, desde hace algunos
meses, un grupo de personas han decidido participar en el proceso
electoral cubano. Se trata de ciudadanos desafectos al régimen
actual. Estos individuos han sido criticados por otras personas que
tampoco simpatizan pero consideran que las autoridades actuales no
permitirán jamás esa participación…bajo ningún concepto.
Sin embargo, en Cuba hay
una Ley Electoral en vigor. Ella establece los requisitos para la
participación en las elecciones. Según ella, todo cubano que los
cumpla, puede hacerlo. Pero, en la práctica, y aun cuando el poder
en funciones reitera una y otra vez que cuenta con la mayoría
aplastante de los votantes, permite todo tipo de desafueros contra
los que han expresado su deseo de postularse como candidatos. Existen
muchos ejemplos que pudieran presentarse de ser necesario.
Estamos, además, ante
otro aspecto muy importante aquí: la Ley Electoral aparece en la
Constitución de la República y, por tanto, tiene ese rango. Así
las cosas, no es posible , por alto nivel personal que tenga quien
quiera hacerlo, imponer otras formulaciones no existentes en la Ley
Electoral para cambiar lo que la misma estipula. Hacer eso constituye
un actuar ARBITRARIO y ANTICONSTITUCIONAL en el manejo de las leyes
del país.
Los que ignoran
totalmente al actual derecho positivo en vigor quizás consideren que
tienen autoridad suficiente como para pasar por encima de él e
incluso de la Constitución. Aun cuando así fuera (que no lo es),
hay otra dimensión por encima de todo esto sobre la que queremos
llamar la atención para ayudar a los que parecen haber olvidado (o
no haber aprendido nunca) Historia de Cuba.
LEGADO
Para nuestra suerte, la
historia de nuestro país cuenta con un extraordinario legado de sus
más preclaros hijos que podemos contrastar con la situación actual
en que vivimos los cubanos. La Cuba que querían nuestros patricios
quedó bien explícita en sus manifestaciones.
Ha quedado, pues,
constituida la República Cubana conforme a los principios
democráticos más puros. Se han reconocido por ella como derechos
inalienables el de petición, de libertad de cultos y de la imprenta,
no poniéndole a estas dos últimas otra restricción que la que
naturalmente se ofrece por las circunstancias excepcionales que
atravesamos.
Carlos Manuel de Céspedes
Tres leyes del espíritu
humano encontramos en la conciencia: la de pensar, la de hablar y la
de obrar. A estas leyes para observarlas, corresponden otros tantos
derechos, imprescriptibles e indispensables para el desarrollo
completo del hombre y la sociedad.
LA VERDAD
Levántese, por sobre
todas las cosas, esta tierna consideración, este viril tributo de
cada cubano a otro. Ni misterios, ni calumnias ni tesón en
desacreditar, ni largas y astutas ambiciones para el día funesto de
la ambición. O la república tiene por base el carácter entero de
cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar
por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de
honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en
fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima
de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos.
Para verdades trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los
cubanos trabajamos, y no para acorralarlos.
José Martí
De la enunciación de los
diversos exámenes, de las contrarias opiniones, de las diferentes
observaciones, de la discusión, en fin, surge la verdad como la luz
del sol, como del eslabón con el pedernal, la ígnea chispa.
Pero la verdad… no
siempre conviene exponerla; en realidad no conviene, pero es al
poderoso que oprime al débil, al rico que vive del pobre, al
ambicioso que no atiende a la justicia o injusticia de los medios de
elevarse; lejos de ser perjudicial, es siempre conveniente al
ciudadano y a la sociedad, cuyas felicidades estriban en la
ilustración y no en la ignorancia o el error, y a los gobernantes
cuando lo son en nombre de la justicia y la razón, dijo el Mayor
General Ignacio Agramonte y Loynaz
Callar y aceptar
pasivamente, sin exigir para nada el respeto a nuestra Dignidad
Humana, es ser absolutamente cómplices de un estado de cosas
sencillamente inadmisibles para esa, nuestra condición.
La palabra, como nos dejó
dicho el más grande cubano de la historia, se ha hecho para decir la
verdad, no para encubrirla... y eso precisamente hacemos.
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