Esta parece que va a ser la versión más loca de todas las Bienales de artes plásticas de la Habana. Ya se sabe que el cubano es un extraño mega-evento (para nuestra estatura) que agonicamente ha sobrevivido sin dinero. En un mundo donde el dinero corporativo y otros grandes capitales sostienen (desde la publicidad hasta la compra) el entramado del arte, la humilde bienal nuestra basa su reputación en el hecho de ser un acontecimiento del Sur y en tener lugar en un país que –incluso en sus peores crisis- ha mantenido (e incluso incrementado) su sistema de enseñanza artística, museos, publicaciones de arte, etc. Junto con ello, y como parte del escenario lógico de la pobreza, pese a esporádicos casos, no existe un circuito nacional de compradores de arte: un mercado.
Si todavía la nueva economía no ha generado la cultura (o el capital) imprescindibles para que exista y se desarrolle un mercado nacional del arte, justo por eso es tan sobrecogedora la proliferación de propuestas (espacios de exhibición) en esta versión de la Bienal habanera que acaba de comenzar. Dentro de esta línea, y como un ejemplo más de las contradicciones del subdesarrollo, decenas de nuevos sitios (oficiales o extraoficiales, provenientes de actores estimulados/aceptados por el Estado o independientes) abrirán sus puertas durante el presente mes de mayo para mostrar arte.
Alguna vez un crítico nuestro (Osvaldo Sánchez) nos llamó a los cubanos “los últimos modernos” y esa respuesta (alucinada y alucinante) a la circunstancia, según la cual la oferta artística crece al punto de que tendrá lugar una especie de Bienal paralela a la Bienal, parece confirmarlo.
De una de esas exposiciones, la titulada Crimen, náusea y transgresión (con curaduría de Giselle Victoria), participé. Giselle Victoria tiene un fino ojo para seleccionar las obras y para crear el ambiente del discurso sobre el cuerpo y sus límites que nos quiere entregar esta vez; violencia, grotesco, contrastes chocantes son la materia con la cual construyen los autores por ella convocados. En mi caso, me tocó leer tres poemas sobre la muerte que –a tono con la edad que hoy tengo- van desde el distanciamiento hasta una suerte de juguetona o imantada aceptación.
Esto que hemos visto hasta ahora es sólo el comienzo de la exposición, pues esta ha sido concebida como la suma de diversos bloques que giran y se integran alrededor de la misma idea; de esta manera, aún faltan el performance de Samuel Riera, la acción de Nadal Antelmo y la parte final de la exposición que tendrá lugar el día 16 de mayo en el Castillo de los Jardines de la Tropical (incluye multimedia, videos, performances y fiesta electrónica).
¡Felicidades y suerte para Giselle y para quienes, al entregarle su obra, están confiando en ella!
v.
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