He leído con interés los diversos textos y comentarios circulados en Observatorio Crítico relacionados con el concierto de Los Aldeanos. No puedo hacer ningún comentario sobre el mismo, pues no estuve allí. Sin embargo en el trabajo de dos partes escrito por Regina Cano se desliza un criterio equivocado relacionado con los Premios que obtuviera el documental Revolution en la pasada Muestra de Nuevos Realizadores. Ella, primero se sorprende por el galardón y más adelante insinúa, que hay un juego oculto de las instituciones para premiar el documental y que el concierto del cine Acapulco es tal vez una consecuencia de los lauros obtenidos en el conocido evento cinematográfico. Entiendo que cuando habla de instituciones se refiere al ICAIC y a la AHS. No voy a hablar por ellos aunque me gustaría dejar claro, porque me consta, que la Oficina de Creación Artística del ICAIC, encargada directamente de organizar cada año la Muestra de Nuevos Realizadores no ejerció presión alguna sobre los jurados para que se le otorgara o no el Premio del evento. Los que allí trabajan, y he estado muy cerca de ellos, no cabildean con los jurados, ni hacen acuerdos “bajo la mesa” para complacer a ciertos autores o instituciones.
Lo experimentado este año por el comité organizador de la Muestra, en materia de presiones externas originadas por los enfermizos prejuicios hacia la obra de los “nuevos”, daría para escribir todo un informe crítico. No es secreto para nadie que eventos como este no gustan en ciertos círculos, especialmente en aquellos que desean controlar el pensamiento y la creación artística de los jóvenes. La Muestra pasó en esta edición por momentos difíciles que hicieron peligrar su realización, lograda gracias a la firmeza de sus organizadores y por ende del ICAIC. La actitud de defender un espacio como este, de apoyar el cine alternativo de la isla y de creer en el dialogo con el nuevo pensamiento artístico generado en el sector audiovisual, tuvo sus consecuencias dentro de “la oficialidad” que respondió censurando y silenciando el evento al no darle prácticamente cobertura en los medios. El papel de la TV y la prensa en relación con esta última Muestra resultó vergonzoso e irresponsable, pero eso sería asunto de otro análisis.
Formé parte de uno de los jurados colaterales, el de la Facultad de Medios Audiovisuales del I.S.A, que le otorgó a Revolution su merecido Premio. La Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica también le entregó el suyo. Ambos coincidimos felizmente con los criterios del jurado oficial que, como se sabe, le entregó otras tres distinciones en su categoría, al polémico documental. Cada uno tuvo sus razones en tales decisiones. Conozco perfectamente a los integrantes de cada jurado y se del rigor y la autonomía con la que trabajaron. En lo que al nuestro concierne puedo dar fe de que no hubo ninguna presión externa para que se le otorgara el Premio a Revolution y mucho menos se acercó nadie representando al ICAIC, AHS u otra institución para que así fuese. En honor a la verdad sucedió todo lo contrario. Existieron criterios de fuerzas externas al evento, para que NO se le otorgara reconocimiento alguno al valioso documental, puesto que eso sería legitimarlo. Por principio y ética profesional nuestro jurado no aceptó intromisión alguna en sus decisiones que por cierto ya estaban tomadas mucho antes de comenzado el evento pues los jurados trabajan semanas antes de su inicio. Si tanta ojeriza despertaba el documental Revolution en los círculos de poder, no lo hubieran permitido exhibir o inscribir en el evento. Una vez que se acepta y pasa a los cines, tiene la obra, todo el derecho de optar por los reconocimientos o premios que merezca. En lo personal no me guarda ninguna amistad con los integrantes de Los Aldeanos, no conozco muchos de sus temas, ni me interesa su performance público, además no soy aficionado a este tipo de expresión musical. Como crítico, estoy juzgando una obra, no imponiendo un gusto individual y este documental ofrecía los suficientes créditos en el plano de su realización artística y conceptual para ser premiado.
Aquellos que piensan, que el documental solo sirve de plataforma para el discurso contestatario de Los Aldeanos y la obra es solo un pretexto para hacer una crítica “vulgar” al estado actual de las cosas en nuestra sociedad, tendrán sus razones y todo el derecho a expresarlas pero ese mismo derecho le asiste a Los Aldeanos y a sus cientos de miles de seguidores. Como sujetos activos de la sociedad, como fenómenos de comunicación, como figuras carismáticas que trasmiten ideas y hacen pensar también a la gente de esta isla, deben ser objeto de atención para cualquier artista del audiovisual. Es una pena que nuestros medios oficiales, prensa y televisión que se dicen del y para el pueblo, se mantengan una vez más distantes de las dinámicas y preocupaciones que mueven realmente a esta sociedad. Los Aldeanos, a falta de otros para los jóvenes, se han convertido en líderes simbólicos y al mismo tiempo tangibles de la sociedad o al menos de una parte de ella. Sus textos representan realmente una “batalla de ideas”, cuestionables sí, pero ideas al fin, en todo caso preferibles, a esa homogénea y aburrida retórica que vemos cada día en la Mesa redonda y otros espacios donde el discurso oficial se expande. Si cientos de miles siguen con pasión a este grupo, por algo será. La cuestión y la inteligencia no está entonces en colocarse del otro lado, silenciando o censurando sino, y que difícil es que en ciertos círculos esto se entienda, buscar un diálogo con ese “otro” que es cada vez más, uno mismo.
Posterior a la Muestra, Revolution, castigado tal vez por los premios y la extraordinaria recepción de público allí obtenidos, ha sido rechazado en todos los eventos de cine y video en los que se ha presentado. Una demostración de ceguera política y de ejercicio de fuerza. Una extraña censura oficial, no escrita en documento alguno, pesa sobre el mismo, impidiendo que los comités de selección de obras, convocados habitualmente antes de cada festival, lo aprecien y por ende lo acepten en los concursos. El documental ha tenido que correr la misma suerte y similar camino que Fuera de Liga, aquel relevante filme de Ian Padrón sobre el beisbol que fue censurado durante años. Desconociendo las más elementales leyes de la comunicación y la recepción contemporánea los que conspiran y prohíben la exhibición de obras audiovisuales como estas, solo consiguen elevar su valor, redimensionarlas, creando con su censura, mayor interés en los receptores. Los filmes encontrarán hoy variadas formas de distribución en los mercados alternativos y undergrounds del país, al mismo tiempo que le brindan “al enemigo” razones para sostener sus criterios de que el estado cubano es totalitario pues censura, limita o prohíbe la difusión de sus obras artísticas.
Si las instituciones u otros, están jugando al ratón y al gato con Los Aldeanos, flaco favor se hacen. Sus canciones, su música, su documental, su personal estilo, existe, es un hecho y ha llegado al alma de muchos en esta isla. Perdurará seguramente más allá que los propios Aldeanos y hasta de las propias instituciones o figuras que hoy les ponen obstáculos. Muchos documentales quedaran todavía por hacerse. El juego no conducirá a ningún fin mientras persista en ciertas instancias del país la negación, el rechazo, la justificación y el método de esconder la cabeza como el avestruz, ante los conflictos que afloran por doquier en la nación.
Gustavo Arcos. Ciudad La Habana.
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