Andresito, cuando él nada más quiere que le hables, que le recites alguno de
tus poemas ripios.
Y la Jessica cerca, comprando unas cervezas, María Ángeles a tu lado, claro,
el cielo limpio de nubes y un clima ligeramente frío y seco. Así a tus
cuarenta y cinco, así, apacible y sereno. ¿No escuchas el ruido de los
libros, sino el sonido de un futuro contiguo? Ese rumor colectivo de
múltiples máquinas abstractas.
ARDEN PAPELES EN VEZ DE NIÑOS
Estaba en peligro de
verbalizar mis impulsos éticos
hasta hacerlos desaparecer.
Daniel Berrigan¹,
en el juicio, en Baltimore.
1.
Mi vecino, un científico coleccionista de arte, me llama por teléfono en
un estado de violenta emoción. Me dice que mi hijo y el suyo, de once y
doce años, han quemado el último día de clase un libro de matemáticas en
patio trasero. Le ha prohibido a mi hijo ir a su casa durante una semana,
le ha prohibido al suyo salir durante ese tiempo. «Quemar un libro
dice- me produce sensaciones terribles, recuerdos de Hitler; hay pocas
cosas que me disgusten más que la idea de quemar un libro».
Allí otra vez: la biblioteca, amurallada
con Británicas verdes
Buscando otra vez
en las Obras Completas de Dürer
MELANCOLÍA, la mujer desconcertada
los cocodrilos de Herodoto
el Libro de los Muertos
el Juicio de Jeanne d'Arc, tan azul
Es su color, pienso
y se llevan el libro
porque sueño con ella con demasiada frecuencia
amor y miedo en una casa
conocimiento del opresor
sé que duele quemar
2.
Imaginar un tiempo de silencio
o pocas palabras
un tiempo de química y música
los hoyuelos por encima de tus nalgas
que mi mano recorre
o el pelo es como la piel, dijiste
una época de largo silencio
alivio
procedente de esta lengua el bloque de caliza
un hormigón reforzado
fanáticos y mercaderes
arrojados a esta costa de verdor salvaje de arcilla roja
que respiro una vez
en señales de humo,
soplo de viento
el conocimiento del opresor
éste es el lenguaje del opresor
y sin embargo lo necesito para hablarte
²
La gente sufre mucho cuando es pobre y hay que tener dignidad e inteligencia
para superar este sufrimiento. Algunos de los sufrimientos son: una criatura
no cenó anoche: un niño roba porque no tenía dinero para comprarla: oír a
una madre decir que no tiene dinero para comprar comida para sus hijos y ver
a una criatura sin ropa te hace brotar lágrimas de los ojos.
(la fractura del orden
el remiendo del discurso
para superar este sufrimiento)
4.
Yacemos bajo la sábana
después de hacer el amor, hablando
de la soledad
mitigada en un libro
revivida en un libro
así, en esa página
su coágulo y su fisura
aparecen
palabras de un hombre
que sufre
una palabra desnuda
penetra el coágulo
una mano que agarra
a través de los barrotes:
liberación
Lo que sucede entre nosotros
ha sucedido durante siglos
lo sabemos por la literatura
todavía sucede
celos sexuales
mano que se lanza
a golpear el lecho
sequedad de boca
después de jadear
hay libros que describen todo esto
y no sirven
Te internas en los bosques detrás de la casa
allí, en ese territorio
hallas un templo
construido hace mil ochocientos años
entras sin saber
qué hay en donde entras
así pasa con nosotros
nadie sabe lo que puede suceder
aunque los libros lo digan todo
quema los textos dijo Artaud
5. Escribo a máquina por la noche, tarde, pensando en hoy. Qué bien
hablábamos todos. Una lengua es un mapa de nuestros fracasos. Frederick
Douglas escribía un inglés más puro que el de Milton. La gente sufre
mucho cuando es pobre. Hay métodos pero no los usamos. Joan, que no
sabía leer, hablaba una variante campesina del francés. Algunos de los
sufrimientos son: es difícil decir la verdad; esto es América; no puedo
tocarte ahora. En América sólo tenemos el tiempo presente. Estoy en peligro.
Estás en peligro. Quemar libros no provoca sensación alguna en mí. Sé que
duele quemar. Hay llamas de napalm en Catonsville, Maryland. Sé que duele
quemar. La máquina de escribir está recalentada, mi boca arde, no puedo
tocarte y éste es el lenguaje del opresor.
1968
¹ Daniel Berrigan, jesuita, pacifista y escritor, en 1968 quemó junto con
otros 8 implicados, archivos de la oficina donde se reclutaba a los jóvenes
soldados, en Catonsville, Maryland, como protesta ante la guerra de Vietnam.
Fue juzgado y acabó en prisión.
² El texto en prosa lo escribió un alumno de Adrienne Rich perteneciente al
Programa de Admisiones Abiertas, para clases desfavorecidas, del City
College de Nueva York en el que ella daba clases entonces.
Hay mucho mal que quemar, no libros.
ReplyDeleteGracias, bella Lía, por tu regalo. Lo posteé en mi block también (con algunas "prudentes" omisiones, jijiji)
ReplyDeleteBesos. Cuídate. Por favor, por favor, por favor, no dejes de escribir tus relatos, poemas, ripios, excrementos, cacharros, bajo ningún concepto. Ni blog, ni política, ni farabdula ni nada de nada.
Primero: tu escritura (ya no puedo decir "literatura")
Besos. Besets (en mal valenciano)