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Adagio de Habanoni
Fotografías de Silvia Corbelle y Orlando Luis Pardo
mi habanemia
La Habana puede demostrar que es fiel a un estilo.
Sus fidelidades están en pie.
Zarandeada, estirada, desmembrada por piernas y brazos, muestra todavía ese ritmo.
Ritmo que entre la diversidad rodeante es el predominante azafrán hispánico.
Tiene un ritmo de crecimiento vivo, vivaz, de relumbre presto, de respiración de ciudad no surgida en una semana de planos y ecuaciones.
Tiene un destino y un ritmo.
Sus asimilaciones, sus exigencias de ciudad necesaria y fatal, todo ese conglomerado que se ha ido formando a través de las mil puertas, mantiene todavía ese ritmo.
Ritmo de pasos lentos, de estoica despreocupación ante las horas, de sueño con ritmo marino, de elegante aceptación trágica de su descomposición portuaria porque conoce su trágica perdurabilidad.
Ese ritmo -invariable lección desde las constelaciones pitagóricas-, nace de proporciones y medidas.
La Habana conserva todavía la medida humana.
El ser le recorre los contornos, le encuentra su centro, tiene sus zonas de infinitud y soledad donde le llega lo terrible.
Lezama
El habanero se ha acostumbrado, desde hace muchos años, a ese juego donde silenciosamente se apuestan los años y se gana la pérdida de los mismos.
No importa, “la última semana del mes” representa un estilo, una forma en la que la gente se juega su destino y una manera secreta y perdurable de fabricar frustraciones y voluptuosidades.
Lezama
desmontar la maquinaria
Entrar, salir de la máquina, estar en la máquina: son los estados del deseo independientemente de toda interpretación.
La línea de fuga forma parte de la máquina (…) El problema no es ser libre sino encontrar una salida, o bien una entrada o un lado, una galería, una adyacencia.
Giles Deleuze / Felix Guattari
…podemos ofrecer el primer método para operar en nuestra circunstancia: el rasguño en la piedra. Pero en esa hendidura podrá deslizarse, tal vez, el soplo del Espíritu, ordenando el posible nacimiento de una nueva modulación. Después, otra vez el silencio.
José Lezama Lima (La cantidad hechizada)
...
sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes,
más abajo, más abajo, y el mar picando en sus espaldas;
un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir;
aullando en el mar, devorando frutas, sacrificando animales,
siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla;
el peso de una isla en el amor de un pueblo.
La incoherencia es una gran señora.
Si tú me comprendieras me descomprenderías tú.
Nada sostengo, nada me sostiene; nuestra gran tristeza es no tener tristezas.
Soy un tarro de leche cortada con un limón humorístico.
Virgilio Piñera
(carta a Lezama)
ay
Las locuras no hay que provocarlas, constituyen el clima propio, intransferible. ¿Acaso la continuidad de la locura sincera, no constituye la esencia misma del milagro? Provocar la locura, no es acaso quedarnos con su oportunidad o su inoportunidad.
Lezama
#VJCuba pond5
Pingüino Elemental Cantando HareKrishna
o la eterna marcha de los pueblos victoriosos
luistrapaga paintings
Libertad para Danilo
Sep 2, 2008
Dichosos los perseguidos… artículo sobre Gorki por Laura García Freyre
Porno Para Ricardo: Las buenas conciencias y una movilización en todo el mundo.
Laura García Freyre, México DF | 01/09/2008
www.cubaencuentro.com
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Dichoso Luis, padre de Gorki, que no visitará una prisión a cientos de kilómetros de su domicilio, en el municipio habanero de Playa. Ni tendrá que detenerse en cada uno de los reclusos con la angustia de no poder reconocer a su hijo, tratando de hallar en algún joven un rastro físico de lo que ha quedado de él. Luis no vivirá ese desconsuelo. Gorki tampoco conocerá a "La Puerca", ni a ninguno de los personajes de prisión que describe el escritor Ángel Santiesteban en los crudos relatos de su libro Dichosos los que lloran.
Mientras en el exterior de la Isla se vivía una gran tensión y la prensa se movilizaba por la detención de Gorki Águila, líder del grupo Porno Para Ricardo, Pablo Milanés, siempre antiimperialista, cantaba con indiferencia y júbilo. El músico de 39 años permanecía aislado en una celda de la estación policial "La Quinta", durmiendo en el piso, en terribles condiciones higiénicas y comiendo algo que era caldo de frijoles, con raspadura de arroz y una porción raquítica de un pésimo pescado cocinado en sus propias vísceras —según le dijeron—. Quizás por ello, Gorki se sorprendió cuando vio en la televisión las prisiones norteamericanas en las que supuestamente se encontraban los "Cinco Héroes". "Ñooo… parecen centros vacacionales", me dijo.
No es la primera vez que el líder de Porno para Ricardo pisa una prisión. En 2003 fue condenado a cuatro años en la Prisión Provincial de Pinar del Río. Cuando cumplió dos años y medio, fue liberado. Sin embargo, ese tiempo fue suficiente para acrecentar su furia por un sistema que lo condenó por narcotráfico sin más prueba que dos pastillas y dos pesos cubanos. "Eso basta para hacer un traficante", afirma el rockero en la canción La Política. Los años preso casi le arrancan de la cabeza algunos recuerdos gratos, como un viaje que hizo a Dinamarca por una semana, invitado por Free Muse, y donde se deleitó comiendo una tropical y jugosa piña.
'Plan Coraza' y Primavera Negra
El encarcelamiento de Gorki fue parte del llamado "Plan Coraza". Al tiempo que era detenido durante un concierto en el Festival Pinar Rock, 75 disidentes, firmantes del Proyecto Varela, periodistas y bibliotecarios independientes, activistas de derechos humanos…, eran encarcelados con penas de hasta 28 años. De ahí que no sea exagerado afirmar que el líder rockero fue el preso número 76 de la llamada Primavera Negra.
El caso de Gorki se dio dentro del proceso del Plan Coraza, una operación policial para erradicar el consumo y el tráfico de drogas, la prostitución, la pornografía y la ilegalidad en general. Sirvió también para denunciar todo tipo de irregularidades, como el mercado negro, y fue el marco ideal para saldar viejas cuentas personales: se supo que no todos los acusados estaban implicados en negocios ilícitos.
Desde los años setenta, el régimen ha visto en el rock y su entorno cultural un producto del imperialismo cuyo fin es el enajenamiento y su causa es la delincuencia y la drogadicción. Pero no sólo Gorki fue víctima de esta situación, también las autoridades clausuraron El Patio de María.
Hasta la fecha, El Patio de María es un recuerdo emblemático para una generación de cubanos que lo mitificaron ante la falta de espacios para el rock. Dirigido por María Gattorno, licenciada en Historia de Arte, El Patio… fue entre los años 1987 y 2003 el lugar por excelencia para conciertos y reunión de jóvenes; una opción relativamente alterna al Estado, porque, aun siendo una iniciativa estatal, la dinámica del lugar fue creación de Gattorno. El cierre del Patio de María forma parte del expediente del Plan Coraza: las autoridades alegaron que era propicio para corromper a la juventud por el consumo de drogas.
El Plan Coraza fue la justificación ideal para la detención de Gorki, visitado meses antes por "el policía de la cultura" —como el mismo le llama—, quien le cuestionó el uso de "malas palabras" en sus canciones. En esa ocasión, le impusieron que firmase una carta de arrepentimiento, a lo que se negó, defendiendo su autonomía y la de sus canciones. Posteriormente, con el pretexto de haber cometido un delito de desorden público, se le impidió tocar en un concierto en Holguín hasta que no pagase una multa de 150 pesos.
Escenas de una vida en Kilo Cinco y Medio
De los dos años y medio en prisión, a Gorki le quedan terribles recuerdos, la amargura de esos años y la intensificación de su rabia. Por otra parte, permanecen en alguna parte los gratos pasajes del viaje a Varadero con que fue premiada la mujer que tendió la trampa que llevó al músico a la cárcel.
Las condiciones en las que permaneció en la celda 17 del "régimen especial" de la Prisión Provincial de Pinar del Río, conocida como Kilo Cinco y Medio, permanecen vivas en la mente de Gorki. Al ser condenado por tráfico de drogas, compartió celda con diversos narcotraficantes al menudeo, como El Guajiro, arrestado por poseer un kilo de cocaína de "recalos", y un joven frikie, detenido y juzgado dentro del proceso del Plan Coraza, que adquiría el "paco rojo" (parkinsonil) en las farmacias del Estado, mediante su propia tarjeta, y lo revendía en el parque de la calle G.
La alimentación es uno de los mayores problemas en la cárcel, no sólo para Gorki, sino para miles de presos comunes y políticos. El padre de Gorki podía visitarlo cada tres meses y llevarle una bolsa de productos de primera necesidad, con más 30 libras de comida, que sólo le duraba un mes.
En Kilo Cinco y Medio, Gorki durmió en un colchón de hierba (conocido como malaqueta), pues sólo unos pocos reos podían descansar sobre un colchón mejor. Sus amigos y familiares también le proveyeron de ropa de cama, un cubo y productos de higiene, además de una camiseta blanca que llevaba como uniforme. "Lo que más me preocupaba de que me cambiaran de celda, era el bombillo", decía Gorki.
Durante dos años y medio no pudo leer ninguna de las revistas de rock que le mandaban los amigos. Las autoridades las retenían por considerarlas violentas. Sin embargo, según Gorki, tuvo la experiencia de leer por vez primera la revista Encuentro de la Cultura Cubana: "Había presos que estaban a cargo de la basura, hacían labores de recolección, pepenaban, y encontraron una revista Encuentro de la que yo sabía de su existencia, pero nunca había tenido una en mis manos. Los pepenadores, de casualidad, la rescataron, pero al ver que no contenía imágenes, se la regalaron a los presos lectores, pasando de mano en mano".
Ante tanto atropello, lo único que mantenía con esperanzas a Gorki era recibir noticias de afuera, sea por medio de la gente que lo visitaba o la correspondencia que recibía, la cual era supervisada. "Me decía a mí mismo que esta pesadilla iba a pasar, pero aun así, es tan difícil pensar que vas a salir de ahí. El nivel de desesperanza es altísimo. Lo único que tienes en la prisión es a ti mismo, no hay amistades, no hay nada. Tan sólo saber que en el exterior de la prisión, tanto en Cuba como en el extranjero, había gente apoyándome y siendo solidaria, me llenaba de esperanzas", confiesa el músico.
El poder del punk
Por lo pronto, Gorki no volverá a limpiar su celda con agua llena de fango, ni gozará del "privilegio" de manejar el equipo de sonido de la prisión para tocar canciones de Silvio y Pablo (¡quién lo diría!), como le ocurrió en 2003. Hoy Gorki está en su casa, con más desprecio por el régimen que lo trata de callar.
Gorki y el resto de los integrantes de Porno Para Ricardo, Ciro, Renay y Hebert, se mantendrán fieles a la estética y filosofía punk que los ha caracterizado a lo largo de diez años. De esencia provocadora, el punk permite expresar abierta e irreverentemente su descontento, por medio de una lírica soez y vulgar, y contra los convencionalismos éticos, estéticos e ideológicos. Porno Para Ricardo lo ha conseguido en su primera década de vida.
Como bien dijo el músico punk John Savage, "el punk es (todavía) el sonido de la gente descubriendo su propio poder". Porno Para Ricardo no sólo ha provocado a las buenas conciencias, sino que cientos de miles de personas en todo el mundo nos hayamos movilizado. Gracias a ello y a la presión internacional que se ejerció sobre el régimen, a Gorki se le retiraron los cargos de "peligrosidad predelictiva", con una acusación por desobediencia civil y una multa de 600 pesos cubanos, pagaderos en 300 pagos de dos pesos.
© cubaencuentro
" ... que la memoria se me llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas..."
Sep 1, 2008
Breve cronología de una victoria (del blog de yoani)

Jueves antes del concierto ¿Cómo se nos ocurrió ir al concierto de Pablo Milanés a pedir por la liberación de Gorki? Eso es algo que tiene el sello de lo espontáneo y la premura de lo que no puede ser aplazado o meditado mejor. Lo comentamos entre Ciro, Claudia y yo e inmediatamente decidimos hacerlo, porque organizar o cuadrar las acciones en demasía es la vía más rápida para que "ellos" se enteren. Ninguno de nosotros se detuvo a pensar en las repercusiones de lo que iba a pasar, pues sólo el que tiene algo que perder sopesa sus actos, con la misma precaución que un ama de casa manosea las latas en el mercado.
Jueves 28, 7:30 p.m Un grupo entre los que estaban Ciro, Claudia, Hebert, Emilio y yo nos encontramos en la parada de guagua del Coppelia para salir rumbo al concierto en la Tribuna Antiimperialista. Ya en ese momento nos seguían algunos inquietos muchachos de la policía política y el operativo policial era impresionante. Todavía había luz diurna y Pablo Milanés cantaba cuando llegamos al Protestómetro. Gente muy variada, muchos militares y algo de prensa extranjera formaban parte de lo que encontramos allí. Durante casi cuarenta minutos estuvimos esperando refuerzos, pero al final decidimos pasar a la acción sin contar con los que se perdieron en la muchedumbre, los que nunca llegaron o los que una vez allí se arrepintieron. El plan era desplegar dos carteles con el nombre de "Gorki" y corear su nombre. Aquella fue la manera de recordarles a los músicos en concierto que esperábamos un pronunciamiento de ellos sobre la detención del director de Porno para Ricardo.
Jueves, 8:35 p.m Nos ubicamos en la zona izquierda de la tribuna, lo más cerca del escenario que pudimos llegar y lejos de un grupo que portaba gruesos palos con sus correspondientes banderas cubanas. Polito Ibañez y Pablo Milanés acababan de terminar la canción "La soledad" y una breve pausa nos dio la oportunidad para que se escucharan nuestros gritos. Al llamado de uno, dos y tres, Claudia y yo desplegamos la tela que duró apenas uno segundos en el aire. Recuerdo que pudimos clamar –al menos en tres ocasiones- el nombre de Gorki. Gente vestida de civil salieron de todas partes y nos arrancaron la sábana pintada con spray negro. A las mujeres nos cayeron encima unas fornidas damas para halarnos los pelos y sacudirnos. Los hombres llevaron la peor parte cuando un supuesto "pueblo enardecido" les aplicó profesionales llaves de kárate para neutralizarlos. Recuerdo el miedo en la cara de los espectadores que no se esperaban nuestra acción; también la estampida de los que corrían dejando hasta los zapatos y el trozo de cartel que pude conservar en una mano. Ciro y Emilio fueron golpeados y arrastrados hacia la zona de seguridad a un costado de la tribuna. Claudia logró escapar, Hebert también y yo me zafé de una mano que me agarraba mientras llamaban por refuerzos. En ese mismo momento una amiga era arrestada en la zona para invitados, por escribir un papel pidiéndole a Pablo unas palabras de condena por la detención de Gorki. La segunda sábana nunca pudo ser desplegada.
Jueves, 8:45 p.m El público cercano al incidente se dispersó y en la esquina decenas de policías se comenzaron a tirarse de los camiones. Ciro y Emilio apenas se veían en medio de un amasijo de militares con tonfas y fornidos civiles que los golpeaban repetidas veces. Claudia y yo nos reencontramos y decidimos salir de la tribuna para conectarnos a Internet inmediatamente y contar lo ocurrido. Nunca me han parecido más inhóspitas las calles del Vedado, con policías requisando en cada esquina, como esa anoche del jueves. Pensamos en pedir ayuda, pero en una casa a la que fuimos nos dijeron por lo claro que teníamos que irnos. Decidimos entonces separarnos con el presentimiento que quizás lo peor llegaría después.
Jueves, pasadas las 9:00 p.m Claudia logró –gracias a la solidaridad de unos amigos con acceso a Internet- pasar un breve mensaje que fue la primera crónica de lo sucedido, contada por uno de sus protagonistas. El mensaje era muy vago pues en aquel entonces no sabíamos cuántos estaban detenidos ni qué iban a hacer con ellos. El resto de la noche lo pasamos haciendo llamadas y respondiendo preguntas a los que ya se habían enterado.

Jueves, después de la medianoche Cerca de la una de la madrugada, Ciro me llamó para contarme que lo habían liberado. Durante las más de tres horas que estuvo en la Estación de 21 y C, un miembro de la seguridad del estado quiso impresionarlo contándole que sabían todo sobre él, incluso que había jugado en un equipo de fútbol. Le dijeron que la detención había sido un malentendido y que la policía intervino sólo para que el "pueblo" no nos linchara. Le argumentó que gente del público había pensado que íbamos a desplegar un cartel contrarrevolucionario y por eso nos habían ido encima. Raro pueblo éste que por una parte no puede distinguir entre un nombre corto y una consigna, pero domina muy bien las artes marciales.
Durante la madrugada llamamos por teléfono a otros amigos y músicos para que fueran bien temprano al Tribunal Municipal Popular de Playa. Creo que ninguno pudo dormir las horas que nos separaron de la liberación de Ciro y Emilio y de la llegada a la esquina de 94 y 7ma A. Los golpes dolían más, pasada la calentura de la acción, pero el miedo iba en retirada.

Viernes 8:20 a.m Una docena de amigos estaban ya apostados en la puerta del tribunal cuando pude colarme en la zona que desde temprano estaba rodeada de un intenso operativo. Tal parecía que los que estaban allí eran peligrosos terroristas armados, porque de otra manera no se justificaban tantos miembros del Aparato por todas partes. Pude ver a uno de los que no siguió la noche anterior y comprobar que la Operación Gorki era de máxima importancia también para ellos. Al mirar a estos inquietos miembros de la Seguridad del Estado, siempre me pregunto si no podrían incluirle en su plan de estudio una asignatura para que logren un mejor camuflaje. Es que todos se parecen entre sí, con sus pelados perfectos, sus hombros anchos, sus camisas de cuadros o sus pulóver de rayitas. ¿Nadie les habrá dicho que por cada poro se les sale que son militares vestidos de civil? En la academia no les habrán advertido que sus miradas torvas, esos rostros tan serios y la falta total de swing que tienen, delatan su labor encubierta. Por favor, que alguien les dé un entrenamiento para que parezcan, sencillamente, personas normales.
Viernes desde la 9: 00 a.m hasta las 6:00 p.m Los reporteros extranjeros estaban por todas partes, también algunos diplomáticos y ya el grupo de los amigos llegaba a la veintena. Lamenté la ausencia de la comunidad artística cubana, en especial de los músicos que debieron estar allí para apoyar a su colega. Sin embargo, no me sorprendió que ningún rapero, trovador o reggetonero se apareciera en las afueras del Tribunal. Muchos no estaban enterados, y otros sopesaron que la pérdida de los pequeños privilegios era un precio muy alto a pagar por un cantante de punk que parecía previamente condenado. Algunos amigos que intentaron llegar al lugar fueron impedidos por el cerco policial. Resaltaba la presencia de la artista plástica Sandra Cevallos, quien ya ha enfrentado en repetidas ocasiones el brazo peludo de la censura. Algunas de las caras que encontré allí, estuvieron también en aquella jornada del 30 de enero en las afueras de la Casa de las Américas, cuando el debate de los intelectuales. Por lo visto, hay cierta gente que acostumbra a protestar frente a todas las puertas.

El abogado, un hombre muy joven, había sido contratado sólo dos días antes, después de la repetida negativa de varios juristas a hacerse cargo del caso. El delito anunciado previamente era el de peligrosidad pre-delictiva y toda la demora para comenzar el juicio, se la achacaron a que el expediente no aparecía. El padre de Gorki, un hombre de 75 años, se notaba muy nervioso y sólo a él le respondían algunas preguntas los policías que custodiaban el tribunal. Varios jóvenes acusados bajo la misma figura delictiva fueron juzgados mientras esperábamos. Recuerdo uno mulato y delgado que salió esposado y al ver las cámaras y micrófonos atinó a decir "Que se sepa, que aquí condenan a la gente por gusto". No sé si la prensa extranjera habrá podido filmar sus palabras, pero quiero recogerlas aquí porque intuyo que su gesto de valentía le habrá ganado alguna represalia.
Bajo un pino en la acera frente al Tribunal, estaba el grupo de los amigos. Emilio enseñaba sus golpes y los dientes que le habían aflojado la noche anterior, mientras mi teléfono móvil no paraba de sonar con llamadas de todas partes del mundo. Ciro respondía a los periodistas y una cámara de la televisión nacional filmaba todo lo que hacíamos. Una muchacha muy joven que estaba allí sin que sus padres lo supieran, me dijo en tono de preocupación: "Si salimos esta tarde en la Mesa Redonda, no sé cómo se lo voy a explicar a mi mamá". Yo pensé en mi hijo, que esperaba en casa, ajeno a los golpes, los segurosos, la injusticia, confiado en que su mamá regresaría y el viernes sería otro día normal. Al recordar a Gorki, a su papá, a su hija Gabriela que en algún momento se enteraría, me atornillé a esa calle y sacudí la fatiga, el dolor y el miedo –que nunca se disipa del todo-.
A pesar de lo rodeado que estábamos de los "compañeros de las camisas de cuadro", la presencia de la prensa internacional nos protegía. Cómo han cambiado los tiempos, me dije, al percibir el cuidado que ponía la policía en no cargar con nosotros frente a las cámaras. Aún así al mirar a los corresponsales extranjeros me confirmé que no estoy hecha del material idóneo para ser periodista. No puedo mantenerme tras el lente sin implicarme. Esa labor de entomología que consiste en observar, reportar y no intervenir, definitivamente no está hecha para mí. Ser blogger permite también formar parte de lo que sucede, así que me quedó con este oficio.
Postergar el comienzo del juicio parecía una maniobra de desgaste para probar cuánto aguantábamos los que esperábamos fuera del Tribunal. Planificado para la nueve de la mañana, comenzó en realidad alrededor de las 6:30 de la tarde. En ese tiempo algunos se fueron, otros se sumaron y un par de amigos buscaron algo de comida. El mercado informal también se benefició de nuestra espera, pues una señora logró vendernos –a pesar del cerco policial- rositas de maíz, bizcochos y chicharritas. Tuvimos nuestra ducha de agua de lluvia a eso de las cuatro de la tarde y cuando el sol comenzó a bajar parecía que habíamos estado toda la mañana en la playa. El punto de no retorno había pasado con el mediodía, después de esa hora nadie se movió del lugar.
Cuando se acercó el momento de la llegada de Gorki, lo hombres apostados en las esquinas comenzaron a cerrar el cerco. Tal vez pensaron que íbamos a intentar un audaz rescate o algo así, pero en realidad todos nos habíamos puesto de acuerdo para aplaudir y corear el nombre del reo cuando apareciera. La patrulla de policías parqueó y los aparatosos se lanzaron para cerrar un círculo en torno a él. Aún así la prensa extranjera pudo captar su rostro con una barba de cuatro días, las esposas y el grito de "Gorki" que retumbó en toda la esquina. La tensión se podía palpar en cada rostro, pero –sin aspavientos, ni alardes- "ellos" estaban más nerviosos.
6:00 p.m El juicio: Logré pasar a la sala del tribunal, junto a Ciro, Claudia, Emilio, Ismael de Diego y su novia, Elizardo Sánchez y su esposa Bárbara, Francisco Chaviano, Luís el padre de Gorki, Alejandro el fotógrafo, Javier, Claudio, René Esteban, otros que no conozco su nombre y un par de segurosos que se pusieron en una esquina. La sala estaba casi llena cuando entramos, porque habían convocado también a los familiares de un joven que iba a ser juzgado con posterioridad. La jueza, una mujer joven, llamó a la calma y presentó la causa. Nos enteramos en ese momento que la figura delictiva había sido cambiada por "desobediencia". Gorki no sabía si para ese delito el castigo era mayor o menor, pero ya poco importaba: el circo había comenzado.
Bajo la mirada de un busto de Martí y con el escudo nacional presente, apareció el primer testigo de la fiscalía, Jefe de Sector de la zona donde vive Gorki. Hombre moreno, con acento del oriente del país y que se notaba muy confundido ante toda la prensa acumulada y el sorprendente apoyo a Gorki que se veía en la sala. El policía argumentó que los ensayos del grupo molestaban a los vecinos y que ya se había hecho una labor "profiláctica" con el acusado. El siguiente testigo era el ex jefe de sector, que confirmó la tesis del anterior e hiso énfasis en que el rockero era reincidente. Finalmente llamaron a una señora llamada Heidi a declarar. Un rostro marcado por la amargura entró en la sala y se identificó como la Presidenta de la zona de los CDR y miembro de la Comisión Preventiva formada por los factores de la cuadra. Cuando le preguntaron por el comportamiento social de Gorki, advirtió que "no participaba en las actividades del CDR, no hacía guardia y no votaba… su conducta social se resume en hacer ruido con su música y molestar a los vecinos".
El joven abogado de la defensa, tartamudeaba ante la "papa caliente" que tenía entre las manos, pero logró presentar una carta del centro de trabajo de Gorki confirmando su vínculo laboral. La fiscal `pidió entonces una penalización monetaria al acusado y todos respiramos aliviados. Seiscientos pesos cubanos fue la cuota fijada, cantidad que pagaría cualquiera con los ojos cerrados, con tal de no estar una hora en la cárcel. El juicio había terminado y sentimos que toda la extenuación de las dos jornadas nos caía encima.

La policía tuvo la "amabilidad" de llevar a Gorki en la patrulla a recoger sus pertenencias personales y después lo trasladaron a casa. Afuera nos quedamos con las ganas de lanzarlo por los aires y volver a gritar su nombre. Salimos en grupo de allí, porque sabíamos que si nos separábamos "los muchachos de la mirada torva" podrían atreverse a irnos encima. La 5ta avenida fue el escenario de la alegría, las palmaditas en el hombro, las risas contenidas y el anecdotario de lo que había pasado. Llegamos a casa de Gorki que ya se había afeitado la barba canosa. Una botella de ron salió de una mochila y poco importó el cansancio, los nervios contenidos y la pregunta del padre del rockero de si queríamos "matar a su hijo".
Lo habíamos logrado, Gorki estaba con nosotros gracias a todos los que se movilizaron afuera y adentro. A los que formaron la carta demandando su libertad, a los reporteros que difundieron su encarcelamiento, al cartel ripiado en segundos pero recordado por años, en resumidas, gracias a la fuerza y el grito de miles de ciudadanos, organizados espontáneamente y enfrentados a una maquinaria que no está acostumbrada a ceder. El aceite hirviendo de un sistema judicial autoritario, hermético e ideologizado se quedó con las ganas de freír a Gorki. Comprobamos que si hiciéramos este tipo de acciones más a menudo, otros también podrían caminar libres por nuestras calles.

Con la resaca del ciclón y sobre el "caso Gorki" (del blog de yoani)
Pongo a continuación un texto de Claudia, la otra persona que sostuvo el cartel con el nombre de Gorki en el concierto de la Tribuna Antimperialista y una breve cronología hecha por mí –de cinco páginas- sobre lo ocurrido entre el jueves 28 y el viernes 29 de agosto. Lamento no haber podido ser tan breve como acostumbro, la situación merece recordar los detalles.
Yoani Sánchez

De la paranoia al grito
El viernes en la noche, después de la liberación de Gorki y cuando ya nos íbamos de su casa, él le preguntó a Lía si había ido a la playa, y es que narrar los últimos cuatro días es imposible en dos horas: aun no sabía que estábamos en el tribunal desde las ocho de la mañana, que todo el sol del día nos había quemado y que después nos habían caído dos aguaceros encima…y que todos estábamos allí: los diplomáticos, la prensa y nosotros (digo nosotros porque antes algunos no nos conocíamos, éramos simplemente nosotros: los que habíamos ido).
Escribo esta nota porque quiero compartir mi experiencia en este acto de solidaridad que artistas y no artistas (como yo) hemos tenido con él y con nosotros mismos, aclarando que con artistas me refiero a plásticos, pintores y escritores, porque músicos no vi ni uno, ni al más underground de los underground.
Mis amigos me dicen la paranoica, soy la que vive con miedo, la que no abre las ventanas, la que jamás habla alto de política, le tengo miedo a la oscuridad, no voy sola después de las diez ni a la esquina. Pero nunca había tenido tanto miedo como el que tengo desde el lunes (aun no se me ha quitado).
Sin embargo, haber conocido a gente como Yoani, verla al lado mío con aquella pancarta en la mano, después de haber hablado con ella dos o tres veces por teléfono, impulsada por la fe, vernos a todos nosotros hoy apoyando a Gorki, a Ciro, a Renay y a Hebert, a mis amigos poner pie en tierra conmigo y crecerse por encima de sus miedos y sus dudas, a los amigos en el extranjero mover cielo y tierra, y haber logrado todos convertir su condena de cuatro años en cuatro días…me parece todavía un milagro.
Siento pena por aquellos que no me llamaron, que se han estado escondiendo de mí por si acaso les pedía ayuda, por los que dijeron "sí" y no llegaron, lamento que no hayan vivido la felicidad de este final, la sensación haber logrado lo inlograble.
Creo que el día de hoy marca un giro del "no se puede" al "se puede". Hemos demostrado que las cosas pueden cambiar, que las injusticias y el abuso de poder pueden pararse y que el miedo NO es infalible.
Claudia Cadelo De Nevi
yoani y claudia


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Lía
Aquí va lo mío y lo de Yoani, al fin pude ver tu blog, dice Yoani, que como lo de ella es tan largo, lo puedes editar, así que ya sabes, estamos tratando de encontrar una foto en la que estemos las tres, pero la única que hay es tuya y mía, mira a ver si puedes localizar al tipo que nos tiró las fotos caminando por quinta avenida, para que lo publiques con una de esas, y las mandas, las fotos, a estos tres correos:
info@cubaunderground.com
charlie@cubaunderground.com
lauragarciaf@hotmail.com
le preguntas al muchacho si quiere que se ponga su nombre al pie de la foto y si tiene algún blog, que nos de el link para ponérselo desde la página de esta gente,
te quiero mucho
Claudia

foto olpl


Lizabel Mónica: Palabras para Gorki.

Pensar en Gorki
Gorki fue detenido el pasado 25 de agosto. sin orden de arresto, sin causa. Un expediente abierto por "peligrosidad", la llamada "ley del vago", arbitraria medida contra la delincuencia y los "desafectos" al sistema. Todo aquello que se considere dañino socialmente, según esta ley, puede ser retenido y eventualmente encarcelado. Sólo se necesitan opiniones, empezando por las consabidas del CDR -puesto de vigilancia gubernamental que existe en cada cuadra-, de personas cuyo comportamiento social sea impecable, es decir, aquellos a los que popularmente se les llama "integrados". Integrados, al sistema. Todo gira, por si alguien no lo ha notado por allá fuera alrededor de la política en Cuba (aquí es imposible no notarlo, dejando sólo como salida para algún que otro nacional el "hacerse el sueco"). Por ello Gorki, quien decide cantar haciendo uso de aquello que ni los más económicamente poderosos, ni los más encumbrados de la nomenclatura del país pueden hacer uso: la libertad de expresión. Sí, la libertad de expresión en la isla es un verdadero lujo, el mayor de todos. No concebimos a nadie, oígase bien, a nadie en este país, que no mida sus palabras. Por supuesto, hasta nuestros presidentes revolucionarios participan de la escasez de esta codiciada actitud. En todo el mundo, cuando se piensa en las palabras públicas del presidente de un país, lo último que viene a la mente es que esté diciendo la verdad, la estricta verdad. Por supuesto, el presidente de un país tiene una responsabilidad pública que le obliga a un tiempo a medir sus palabras mientras intenta por otro lado no dañar la imagen pública de confianza que el país ha depositado en él. Bueno, en el caso de que el país la haya depositado en dicho presidente, y no que tal persona se la haya abogado por la fuerza. Pero volviendo, en Cuba los presidentes miden tanto sus palabras que no podemos recordar un solo momento -de esos momentos célebres y acaso difícilmente escamoteables por el presidente de una democracia que respete al menos en apariencia los principios que la sustentan- en que el presidente haya aludido en una aparición pública a la honestidad que habría de estar en juego. Las apariciones públicas de los presidente cubanos no son diálogos aparentes de mesurada ecuanimidad con un maduro e hipotético escucha nacional; son arengas, discursos de regimiento, muy parecido a aquella verborrea incitadora que se dirige a un ejército para exitarlo y prepararlo para el valor y los horrores de la batalla. La desmesura parece caracterizarnos. Y la arbitrariedad. Estos discursos, en buena medida una muestra del discurso de todo relato de la política nacional revolucionaria, que apela a "con-vencer" y a generar una "convicción" más que a generar la reflexión propia y desapasionada del receptor, son los que marcan nuestro devenir en un pueblo con muy poca cultura del debate, y donde apenas se cultiva el pensamiento, a secas, no ya el pensamiento que da pie a la duda, aquel que resulta por ello más intenso, y de mayores repercusiones en el intelecto. Si esto ocurre de manera generalizada, si somos cada uno de nosotros quienes reproducimos este modelo de pienso aquello que me dijeron o esto que dijo fulano que me convenció al oírlo; entonces, ¿qué podemos dejar para los noveles de conciencia colectiva? Sí, nuestro futuro es negro, sobre todo porque pocos se atreven, de veras, a pensar en él. Por otra parte, pensar suele ser una buena manera de preparar el actuar, y la mejor manera que podemos recomendar para la acción en un país de circunstancias sociopolíticas como las de Cuba. Solemos, sobre todo por estas tierras, actuar sin antes pensar. Algo que viene como anillo al dedo a nuestra cultura de la convicción antes expuesta. Acaso sea el pensar como primer paso entonces la manera más responsable, más comprometida, del actuar.
¿De ideas la batalla?
Esta mañana me dirigí al juicio de Gorki, ese que sin cargos y en el plazo de tres días luego de su detención se le hace. Al llegar a un cuadra de distancia del lugar, varias personas vestidas de civil y con wokitoquis en el cinto me detuvieron. "¿Hacia dónde vas?" "Por aquí no se puede pasar". El tono de tales interpelaciones y los autos parqueados cerca no dejaban lugar a dudas de cuál sería el destino de un forcejeo: la reclusión forzosa en alguno de aquellos automóviles. A mi memoria vino la manera en que fueron cargadas por varias personas hacia un ómnibus las Damas de Blanco durante su manifestación en la Plaza de la Revolución. Decidí dedicarles una mirada y una sonrisa irónica -el cubano es muy susceptible a la burla y algunos hacemos uso de eso para no sentirnos demasiado impotentes- e intentar otra entrada. Rodeé el lugar. Como era de suponer la manzana estaba completamente "tomada". Por ninguna de las cuatro esquinas que rodeaban el Juzgado de Playa (ubicado en 5-ta y 94) había manera de pasar. Pero no sólo las cuatro esquinas anteriores a la cuadra del juzgado estaban llenas de estos grupos de acción rápida, sino toda Quinta Avenida prácticamente. En todas las casas e instituciones a la redonda había una pequeña posta, y podían identificarse varios policías de civil merodeando por el parque, haciendo sus rondas por la ancha avenida. Todo un despliegue de fuerzas represivas para impedir que se pudiera asistir libremente -como suele estar establecido en todos los juzgados del país- al juicio de un criminal común, estatus que se le da a Gorki, y por el cual supuestamente -no porque sus canciones punk digan "no coma tanta pinga comandante"- se le enjuicia. Parece paradójico y no lo es que a Gorki se le lleve a juicio, alegando la "peligrosidad social" que se aplica a quienes no quieren trabajar para el Estado, por letras como la antes citada, perteneciente a una canción que habla precisamente de la obligación de trabajar en un país donde el trabajador no es remunerado mientras se le obliga a asistir a reuniones del Sindicato Laboral para apoyar el último discurso del presidente o la última disposición política del gobierno. Cabe preguntarse por qué una agrupación musical, específicamente su cantante, resulta peligroso para el actual régimen. Una acotación: ante una batalla de ideas nuestro sistema no presenta batalla; apuñala por la espalda haciendo uso de sus fuerzas.
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Publicado por jaad para Fogonero Emergente el 8/30/2008 06:56:00 AM
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jaad
si deseas bajar al cuartucho, aquí está el enlace...
"Cuarto de máquinas"
"Si la gente que ama la libertad en todo el mundo no protesta contra la opresión de China en el Tíbet, hemos perdido toda nuestra autoridad moral para hablar de derechos humanos en cualquier otro lugar del mundo", Nancy Pelosi
aventura kamikaze y juicio papelazo
Mi “cómica” aventura tribunesca-tribulesca. Yo kamikaze.
quiero dejar las primeras impresiones así, sin mucho artilugio y mal redactadas, son posibles errores gramaticales u ortográficos, sin revisar, escritura apresurada para conservar la memoria fresca...así resultan más sinceras las palabras...
Después de pasar como pude los días sin conexión y sin dormir desde que Hebert diera la alerta del Gorki preso; el jueves decidí romper mi inercia luyanense y salir al concierto en la Tribuna Antimperialista, de Pablo Milanés y su pandilla, a donde nos disponíamos acudir “el entorno de PPR” a gritar ¡¡¡Gorki!!! con todas las de perder y ver qué pasaba.
Como no tenía internet estaba enterada a penas duras de los últimos acontecimientos y del documento que andaba por ahí, el cual firmé por teléfono Claudia mediante, dirigido a los artistas que se iban a presentar a la tarde noche en el susodicho protestódromo.



Un llamado a la conciencia que por supuesto no despertó ni movió el menor ápice de sentimientos entre gente tan vendida, irresponsable o desentendida en el mejor de los casos… ya nos enteramos luego de las posteriores declaraciones de Pablo y compañía de que el lugar representaba la consagración, dicho literalmente como lo tecleo, y que su carácter sobre todas las cosas antimperialistas lo consagraban al tocar en el sitio, y que cada día se sentía más revolucionario, sea lo que sea que haya querido decir con eso, porque de revolucionario (cambio profundo) nada tiene ninguna de las cosas que acostumbramos presenciar en este país, ciudad o celda colectiva.
Desde las siete de la noche se cantaba, justo llegando me recibía el estribillo sonero que decía algo así como tu ausencia no se siente y Pablito Milanés gritaba, ¡los cinco! para mi completa desazón. Las brigadas de militares y policías cubrían todos los rincones, triplicando el número de gente, aparentemente común, que asistía. Así pude anticipar que nada de lo que tuviéramos en mente funcionaría para nada. Y me resigné a escuchar sin ánimo las canciones archiconocidas esta vez haciéndose acompañar de Raúl Torres, Polito Ibáñez, Santiago Feliú, etcéteras.
Esperaba angustiada que Claudia, Elena, Hebert, Ciro, Claudio y Renai se acabaran de aparecer y terminé -a las 8 más o menos- sospechando que los habrían interceptado una cuadra antes de llegar a la Tribuna. Con mucho trabajo me pude abrir paso entre las gentes delanteras, detrás de las barandas que separaban a los invitados sentados debajo de la tarima del populacho de pie compacto y comprimido.
No los veía todavía pero me tropecé con dos o tres conocidos, uno de ellos Macho Rico, perdón, Reinaldo, el marido de Yoani, quien me dijo que todos estarían regados por ahí, que Yoani llegaba más tarde y que los que estaban concentrados eran los otros, los uniformados y no. Entonces decidí salir de entre la gente, porque cuando se está una sola entre el tumulto desconocido sin poder salir rápidamente lo menos por lo que me puede dar es por sentirme en extremo claustrofóbica, y más con la ansiedad grandísima que dominaba los espíritus amigos de Gorki desde que lo visualizábamos en una celda oscura de una Quinta unidad deprimente y subyugante.
Una vez fuera, me dio en cambio por ponerme en otras funciones; me acerqué a la parte donde entraban con un pase de papel los invitados y demás segurosos, jóvenes comunistas en su mayoría. Al primer intento de preguntarle a un hombre que se apuraba a entrar si le sobraba alguno de esos, para mi sorpresa enseguida me proporcionó el papel. Tan como si nada accedí al terreno enemigo. Antes había visto cómo no dejaban pasar a una mujer con sus dos niños por no tener los pases y a otra que parecía salida del Ministerio del Transporte le exigían quela credencial llevara su nombre o si no, no había ninguna posibilidad de que le dieran paso. Así, sin vacilación, en cuanto tuve el pase lo entregué y pasé la barrera limitada, a la zona caliente, me metí en la pata de los caballos.
Jóvenes militantes llenaban el lugar, sentados en el suelo, y la prensa, muchas cámaras, sacaba fotos todo el tiempo. Estuve merodeando de un lado a otro hasta que la seguridad me dijo que me tenía que sentar como todos los demás, decidí pasar al otro extremo, por donde parecía salir el elenco artístico.
Como era primera vez que me encontraba de ese lado no conocía nada. Unas escaleritas daban al escenario, más barandas las separaban de la gente. La seguridad andaba por todas partes: jóvenes con micrófonos y camisas por dentro. Para donde quiera que mirara ya habían unos ojos mirando lo mismo, el menor de mis movimientos era captado al segundo.
Mi nerviosismo crecía, mi claustrofobia empezaba a manifestarse en sudor frío y palidez.
Me asomé al público a ver si podía ver a mis amigos pero nada, sólo se veía un mar de banderitas ondulantes y una masa que coreaba y hacía una bulla capaz de disminuir a los veinte a lo mucho que pudiésemos ser entre tanta gente. Aunque gritasen con todas sus fuerzas no podrían escucharse ni remotamente allá arriba y nadie del escenario sobre todo notaría nada. Pensé que mi estrategia había sido posicionarme mejor para ver cuando llegaran o si ya andaban por ahí, pero me di cuenta de que una vez allá arriba no podría salir tan fácilmente. Me pregunté si tendría sentido al final mi presencia allí.
Las canciones eran un asco, justamente cantaba ahora David Blanco al teclado cantando en pop El punto guajiro de Celina González, algo para vomitar.
Cambié de sitio una vez más. Mi conducta no podía ser normal entre tantos cuadraditos, me imaginé que no sería muy complicado para ellos percatarse de mi presencia insólita porque era un ente completamente ajeno a todo aquello. Creo que por eso cuando por un extraño impulso saqué un papelito y pluma de mi bolso y me puse a escribir con letra exagerada una nota S.O.S. que decía más o menos que Gorki, joven músico miembro de la banda PPR permanecía preso injustamente desde el lunes pendiente de juicio por ejercer la libertad de expresión y llamaba a solidarizarse como músicos cubanos y declararse en contra de la injusticia… no mucho más alcanzaba a escribir… por eso no dilucidé el peligro acechante, que no era otro sino yo misma, como se me hizo conocer pasados unos minutos, cuando di con la vista de lejos con Aldo (de los Aldeanos) y supuse que lo más cómodo y conveniente era hacerle llegar el papelito-bomba a la novia, que venía de hablar con él, y justo cuando iba a interceptarla me interceptó a mí una manaza por los hombros. “Tiene que acompañarme”, secamente. “A dónde” exclamé en mi desconcierto mientras me declaraba ilusa incompetente.
Y del brazo me condujo a la zona limitada de donde salían los músicos, pronto supe que a Protocolo”. Lluvia de preguntas acosadoras: cómo había entrado, quién me había dejado pasar, yo no estaba autorizada a estar allí, tenía que salir o ser sacada por las fuerzas. A todas estas con mi papelito comprometedor todavía en la mano, el tipo me preguntaba qué tenía en él, y yo que no le interesaba, que había pasado como todo el mundo con un papelito que entregué en la puerta; el tipo que tenía que acompañarlo para “hablar” primero y después me tenían que sacar. Y yo que no, que lo único que quería hacer era terminar de ver el concierto, que por qué no podía y que de ninguna manera lo iba acompañar a ninguna parte sin una explicación. El tipo se veía muy nervioso, salía y me dejaba con un suplente idéntico, otro color de camisa, un rostro similar, mismo corte de pelo. Este me daba a entender que él mismo no entendía nada y su única función era retenerme y estar pendiente de mí.
Raúl Torres estaba muy cerca: a Raúl lo conocí días anteriores en casa de una amiga brasileña justamente muy cerca del lugar fatídico. Le dije “Raúl, mira, no me dejan estar aquí”. Raúl enseguida me abrazó y trató de persuadir al seguroso de que yo venía con él y en cualquier caso él respondía por mí, aquel decía que sin credencial no tenía permitido el acceso, Raúl se buscó una credencial en los bolsillos empinándose los restos del añejo siete años que quedaba en su vaso. Pensando que era un caso típico de fan colada en los conciertos siguió tratando de convencer al energúmeno que me dejara tranquila. Otro se apareció y dijo que yo tenía que estar precisamente tranquila y esto me lo decía más que una amenaza como una aseguración de que yo estaba dispuesta verdaderamente a hacer algo, cualquier cosa que fuera.
Me estaban dando el tratamiento de gente peligrosa, posible terrorista, aunque nunca se me pidió identidad ni revisaron mi bolso, que en algún momento se cayó y un policía fue a recogerlo y el otro lo detuvo, como una orientación a seguir y cumplir reglamentariamente.
Raúl se dio cuenta de que no podía ser posible tanto lío por mí, le decía al tipo que yo era músico también, que era una muchacha de lo más sana y qué pasaba conmigo. Alguien lo sacó al momento del medio y se lo llevó aparte. Me quedé nuevamente sin amparo. El encamisado de turno insistía en qué tenía que escoger, o lo acompañaba y “hablábamos” en privado, o me buscaba a dos policías para que me sacasen por la fuerza. Ninguna de las dos sugerencias me parecía lógicamente apropiada. Traté de ganar tiempo balbuceando alguna cosa.
No sabía en qué podía parar aquello. Entre lo ansiosa y asustada tenía mucha sed y pedí agua. Me dijeron que me la daban si los acababa de acompañar. Por qué no me la traían. Yo no iba a ninguna parte con nadie, permanecí en mis trece hasta que otro llegó y me puso, no me ofreció, me puso, un pomo de agua en la mano en lo que me pasaba por delante Haidée Milanés.
A Haidée sí la conocía desde hace varios años. Todo el que la trata conoce su dulzura y sencillez y sabe que es la persona más susceptible y vulnerable de este mundo. No pensé demasiado antes de pedirle que me socorriera, que me sacara de allí de alguna forma. Haidée venía mandada, a toda velocidad, me tomó la mano y no se detuvo. Por el pasillo hacia afuera por donde me habían pasado los de seguridad, me decía que saliéramos que quería escuchar la canción que sonaba. David Blanco, su novio, venía detrás. Uno de los orangutanes agitados corrió a detenerlo con un “Párala ahí, oye, dile que se pare”. Pero Haidée hizo caso omiso y le dijo al otro que ya venía detrás “déjame echarme el tema éste compadre”, a lo que el negrón espetó que tenía que respetar cuando se la mandara a parar y que no podía salir.


¡Para qué fue aquello! A Haidée Milanés se le subió la sangre a la cabeza y se puso mal. Muy mal. Fuera de sí empezó a manotear y a dar gritos histéricos contra el ultraje cometido. Lo que podía entendérsele más o menos en medio de los manotazos que daba a diestra y siniestra era que nadie tenía derecho a hablarle así ni a impedirle el paso, y nadie la podía maltratar de esa forma y que el tipo era un tremendo comepinga hijo de puta, entre otros muchos insultos chillados a voz en cuello. Vamos a ver, se supone que todavía tendría que hacer un que otro coro en el concierto, y la desgañitadera y la agitación no podían hacerle ningún bien. Además del caos que se había formado en un momentico, tal que yo había sido relegada a un segundo plano. Parecían haberme olvidado, pero no tenía escapatoria. Esto ocurría en la misma salida, y lo otro era retornar al área minada o convertirme en polvo mágicamente. Me limité a tratar de ayudar a calmar en lo posible a la pobre Haidée asumiendo toda culpa pero los de la seguridad salían ya a montones y la rodeaban y los metían a ella y a David en un cubículo como para borrar de momento el problema surgido. Desde dentro seguían saliendo gritos y David pedía agua y mi pomo ya estaba vacío y todo era un tremendo desorden de personas atónitas en medio de una situación al límite que nadie había planificado. Todo el mundo estaba muy alarmado, nadie sabía qué coño pasaba. Titubeé un momento frente a la puerta cerrada extra preocupada y me pregunté qué sería lo siguiente. De inmediato vendrían los eficientes contingentes y me sacarían a la fuerza.
Mi presencia era ridícula y se había convertido verdaderamente peligrosa.
Decidí jugarme el todo por el todo y medio confusa me encaminé al escenario, única salida posible que podía dilucidar, ¡quién ha visto!, ¡huir al escenario! - Libertad para Gorki, era lo único que pensaba a esas alturas poder decir, aunque en medio del estrépito instrumental mi vocecita sería acaso un murmullo perturbador y nada más-, pero inútilmente, porque subiendo el último peldaño de la escalera que llegaba a los micrófonos donde la otra hija de Pablo, Raúl Torres, y Kelvis Ochoa coreaban una de las últimas canciones, ya venía el segundo de los dos oficiales asignados a bajarme ipso facto y desandar la misma trayectoria. Casi bajé riéndome.
A todas estas calculo que al mismo tiempo molían a palos a Ciro, Emilio, Claudia, Hebert y Yoani, los seis tristes gatos que se habían atrevido a intentar abrir la sábana que rotulaba Gorki, que fue arrancada a jirones en el aire por la población enardecida que según Yoani sabía llaves de kárate, y repartía fuertes pomazos en su espalda y costado, como nueva técnica para no dejar morados. Tonfas espontáneas y espectaculares de las brigadas de respuesta rápida que ni siquiera habían prestado atención a lo que decía el letrero. A Emilio más tarde cuando lo cogieron junto al Ciro nadie se cuidó de no dejarle marcas, y al otro día su espalda estaba visiblemente hecha leña. Ciro se quejaba entre otras cosas de los halones de pelo que pudieron haberlo desnucado, incluso recordaba cómo uno de los salvajes utilizaba esta palabra para advertir al autor del atropello. Ciro se preocupaba más de haber perdido pelo. Quiso decirles incluso que “el pelo no, por favor”, pero se contuvo. En la comisaría de 21 y Ciro fue interrogado por un “biógrafo” que le hizo preguntas tontas de su vida personal y de sus canciones. Después de medianoche y de una golpiza invisible Ciro es custodiado hasta su casa.
(Pero bueno, esta otra historia se reproduce en las noticias frescas que ya todos hemos leído y más tarde pienso postear en fotos)
Una vez en el lugar de origen finalmente me tuve que resignar a acompañar a los azulitos al cubículo de interrogatorio. Una silla giratoria donde me señalaron me sentase, una mesa, un teléfono y ellos dos mirando al piso. Uno me dijo que ahora lo que hacía falta era que estuviera calmada, sobre todas las cosas. Yo pensé que más calmada y fría no podría haber sido, al parecer temían que me pusiera a dar otro escándalo tipo Haidée Milanés, como que tenía todo el derecho, pero mi temperamento era diferente y así lo dejé saber. Dijo que en su momento, para usar su verborrea incómoda, se me iban a dar todas las explicaciones pertinentes. Cosa nunca cierta. Y mutis hasta que les orientaron sustituirse por dos muchachas que parecían acabadas de salir de la facultad de sociología de la UH. Los últimos veinte minutos que le quedaban al concierto me los pasé en su compañía, con otros camisas por dentro detrás de la puerta por si acaso. Hablaron con falsedad del estado del tiempo, de lo bonito que había estado el concierto, una dijo que nada más había visto a Omara Portuondo, y trató de reproducir sin éxito la frase que le dijera al público cuando terminaron de cantar “Ámame como soy”, yo sí lo había visto y sabía exactamente qué era lo que había dicho.
Estas muchachitas trataban de posar como amiguitas y con la sonrisa más forzada me miraron a los ojos un momento y me preguntaron si me había gustado el concierto. Yo nunca había tenido al cinismo tan cerca mío. De hecho nunca antes había sido retenida y custodiada por la seguridad, sintiendo más el miedo de su parte que de la mía. Pero mi semblante permanecía inalterable. Con la mayor tranquilidad les pregunté si podía ir al baño, ya que el concierto parecía haber terminado y no entendía por qué me hacían permanecer allí en ese caso.
Dijeron no tener idea. Del baño nada. Al poco rato entró el confianzudo de turno, el sicológico. Me preguntó informalmente cómo me llamaba, si había venido con alguien y que me iban a acompañar hasta mi casa porque según una de las muchachas lo más era lo más apropiado ya que pasaban de las diez y media de la noche. Ni reproché nada. Dije que muy bien, que me dieran la botella, qué buenos eran, hasta casa de una amiga, no muy lejos. Pregunté cómo estaba Haidée y hizo saber que a los pocos minutos de la crisis, ésta había sido superada y David se la había llevado afuera. No pregunté más nada. Cogí mi bolso y me dispuse a salir.
Afuera quedaban músicos. Recuerdo la mirada interrogante y curiosa de Santiago Feliú, por ejemplo.
Cuando fui custodiada por el sujeto en cuestión me preguntó con hipocresía qué era lo que había pasado, para que le diera mi versión del asunto. “¿A mí me preguntas que pasó?” Le tuteé con descaro a esas alturas. Con toda naturalidad agregué sólo que yo misma no sabía lo que había pasado. A mi entender, yo no podía estar ahí porque no tenía credencial y que un tipo había maltratado a mi amiga y ésta se había puesto mal. Nada más. Entre otras cosas trató de sacarme dónde vivía y puso énfasis en qué estaba haciendo, si estudiaba, qué estudiaba. I
Aseguró conocerme de alguna parte. Qué amigable. Casi flirteó diciendo que le recordaba a una actriz europea.
Durante el camino en el ignominioso lada, al lado de las compañeritas chivatonas destacadas de antes en el cubículo, que habían aparecido ahí dentro como por arte de magia, el tipo me trataba de convencer, persuadir, fue exactamente la palabra que utilizara, de que yo los tenía que entender. ¿?. (Qué coño tenía que entenderles) Que por ahí por el mundo muchos jóvenes de apariencia pacífica como la mía se armaban de valor y se llenaban de bombas, dijo literalmente esto, lo juro, y que en un caso como este, yo tenía que entender también la parte de ellos: en un concierto así había que tener un mínimo de seguridad.¡!. (Había más de mil policías por lo menos) En fin, que tratara de tranquilizarme porque no había pasado nada después de todo conmigo. Yo me limité a mirar por la ventanilla dando por concluida mi parte en la conversación. Las muchachas reprodujeron la charla que habían tenido cuando me estaban vigilando en el cubículo del protestódromo, palabra por palabra. Increíble.
Cuando llegamos a casa de mi amiga el tipo se bajó primero, me abrió la puerta que tenía seguro puesto - era como una patrulla camuflada- y me despidió con la certeza-advertencia tácita de que todo estuviera bien. Y en quietud.
Respiré. Me apuré a dejar atrás la calle. Magdalena me esperaba con una máscara blanca que daba escalofríos después de todo. Le conté todo con emoción y salimos a G y 23 a tomar algo. Las parejas de policías rodeaban todas las esquinas. Represión para los frikis, es algo bien común, pero entonces me pareció excesivo.
Todo transcurrió sin males mayores, pero no pude dormir. Soñaba con el Gorki muy serio y muy lejos y sentía ruidos extraños en el aire acondicionado de la habitación de Magda, donde desde la ventana de vez en cuando pasaba una que otra aparición chinesca de un gato travieso que semejaba perfectamente la sombra de un corrupto instalador de micrófonos.
Los que me conocen saben que yo no puedo despertarme temprano. Al otro día estaba de pie a las siete y media, con tiempo justo para irnos raudas y veloces al juicio de Gorki.
***
Una vez en 5ta y 94, a las 9 menos cinco en la esquina de un cinecito destartalado con un nombre fuera de lugar, podíamos apreciar cómo iban llenándose las esquinas y toda la cuadra de “quebrantahuesos”, como los bautizara la propia Yoani en la anterior jornada: contingentes altamente preparados que no necesitan armas ni cosa alguna más que sus llaves especializadas para neutralizar cualquier situación inconveniente o fuera de control con unos golpes contundentes.

Unos amigos no pudieron siquiera pasar a la cuadra en cuestión ya pasadas las 9am, hora oficial anunciada por el tribunal; lo mismo le pasó a mi hermana Liz y a Nailé un poco más tarde. Tenían movilizados a un montón de gente. La calle –llena de baches por demás- era una pasarela de tráfico Cimex, Etecsa, y demás compañías gubernamentales, todos los vehículos habidos y por haber se paseaban ante nuestros ojos cada tres minutos.
Las horas pasaban lentas y el juicio se retrasaba.
Frente al Tribunal Municipal Popular de Playa se reunía desde muy temprano gran parte de la prensa internacional residente en nuestro país y algunos diplomáticos extranjeros, además de Elizardo Sánchez, de la comisión de Derechos Humanos y Yoani Sánchez, la popular bloguera y amiga. Los demás éramos amigos. Las cámaras estaban montadas y sólo cabía esperar hasta que les diera la gana a los que supuestamente debían responder ante el papá de Gorki por lo menos. No faltaban los segurosos también con cámaras y hasta gente del ICRT equiparada.(Televisión cubana: ¿saldremos alguno de estos días como compañeritos desafectos merendando y riendo despreocupados en la mesa redonda programada para el caso Gorki? -se pregunta Yoani cuando ve una cámara dispuesta justo frente a nuestras narices.)
La dilatación prolongada empieza a mermar la cantidad inicial de personas asistentes, unos porque tienen que trabajar o asuntos personales que resolver. Todos concuerdan en que este es el principal propósito del alarmante retraso, limpiar un poco el terreno, que por cansancio se vacíe la congregación. Hay quien sospecha que no va a haber juicio, pero el abogado asignado ya le ha dicho a Luis, el padre, que sí, lo que después de las dos, en la sesión de la tarde. Así y todo los amigos persistimos en no movernos del lugar. Dan la una. Dan las dos.
Nuestra campaña deviene acampada con todos tirados nosotros en la yerba de la acera de enfrente, donde se conversa, se lee, se tira fotos, se toman refrescos y se comen bizcochos de una vendedora sorprendida por tanta venta y concurrencia inusuales; vendedora que más tarde no querrá aproximarse demasiado y dará su mercancía de rositas de maíz y bizcochos a un posible marido-seguroso igual que la venderá únicamente en la esquina.
Hay otros personajes estrafalarios sospechosos que no dejan de dar vueltas. Una supuesta vendedora de café, o chivatona combatiente federada, medio bizca y en una bicicleta con techito y pedales de mano. Un mulato que Yoani identificó sin mucha dificultad como un quebrantahuesos del día anterior, al que después le iba a sugerir que se cambiase la camisita; un negrón masón con más pinta de bodeguero que de otra cosa, uno vestido de blanco que cada cierto tiempo le da un toque de ánimo en el hombro al Ciro y le desea Suerte, compadre… y poripallá, como diría Gorki.

Desde el lunes, todos estábamos bastante mal. Hebert llevaba la barba crecida y parecía un borracho trasnochado, Ciro estaba con unas ojeras tremendas y se quejaba de la golpiza entre burlas pero se le veía tristón, en parte por el retraso de la grabación con La Babosa Azul, le empingaba que pudieran paralizar el trabajo de la gente. Claudia era la más optimista en cuanto al juicio pero durante la semana no había quién pudiera hablar con ella por teléfono por la incongruencia y la intriga que formaba; Yo en mi casita en Luyanó, cayéndose a pedazos como la Habana toda, pasando como podía las horas sin internet y tratando de dormir y de terminarme El idiota, de Claudia, a resguardo en las ruinas que esperaban con angustia a la otra G, el prontamente huracán Gustav, ahora nada más que tormenta tropical. Renai ya no tenía uñas que comerse, el sol se le transparentaba por los pómulos y yacía en la yerba sólo a medias, una parte de él permanecía ajena y bastante lejos. Del padre de Gorki ni hablar. Abatido y cansado se nos acercaba y nos decía que escribiésemos bastante, diez cuartillas, que dejásemos de escribir. Detrás de su aparente tranquilidad se oculta la desazón que nos asiste a todos.
Mucha adrenalina y no menos incertidumbre.
La calle es un escenario mediocre. Carros parqueados que dificultan la mucha circulación. Hay un ensayo general. Llega una patrulla y las cámaras se le abalanzan. Bajan a un muchacho esposado y desconcertado. Lo sacan al minuto y las cámaras vuelven a alistarse. El muchacho se apresta a decirles “pa que vean, que ahí meten a la gente por gusto”. Y bueno, de qué hablamos aquí, por qué Gorki está preso, después de todo. Un antisocial no encaja con un artista y trabajador de 15 años laborables para la serigráfica del ICAIC. Un padre además de una hermosa niña de diez años que asistirá todos los días al mediocrísimo curso escolar venidero, donde las maestras emergentes parecen más trabajadoras sexuales que educadoras.
“Peligrosidad social predelictiva”, así de eufemístico es el cargo que le acuñan, tan ridículo que ni el Microsoft Word Ofice lo reconoce. Quiere decir que no es un criminal, todavía. Más tarde o más temprano pudiera serlo. Que más da, perfectamente. ¿Cargos insuficientes, procedimiento impropio? Quién se preocupa por atender bien y legalmente a un tipo que no vota y hace canciones contrarrevolucionarias, y además le cae mal de gratis a la presidenta de CDR (Comités de Desfachatez Raticida o racionalizada.)
A la altura de las cinco de la tarde ni Gorki ni el expediente aparecían ni en pintura. El abogado dice que sí, que el juicio se va a celebrar en cuanto aparezca el expediente. Padre, amigos, prensa y chismosos habituales continuamos esperando con total desánimo. Ya el sol ha tostado nuestros rostros y el agua que deja entrever el bueno de Gustav nos ha quitado un poco el calor del cuerpo. El momento crucial debería acercarse. Llaman al padre que a su vez llama a Ciro que busca a la esposa de Elizardo. Los tres esperan más cerca del tribunal. Las cámaras acechan. Un oficial informa que hay que mantenerse a distancia de 150 m de la entrada. El expediente llega. Y en nada aparece la patrulla que finalmente transporta a Gorki, lo bajan a millón y no le deja ver mucho o casi nada el rostro, cuando lo van a entrar Gorki, que sido recibido con aplausos y gritos nos dice algo que nadie entiende. Alguien dice que está más flaco, que la barba tiene luce más canas de la cuenta. Ya la esposa de Elizardo me había comentado del estado impresentable que presentaba el miércoles cuando ella lo visitara en la cárcel. La emoción es fuerte. Las esperanzas se recuperan algo.

Después de pocos minutos nos ponemos en fila para que nos cacheen y recojan nuestras identificaciones personales y revisen nuestros efectos. Tiene un detector de metales que en los juicios anteriores aparentemente no utilizaron. Ls mala costumbre de salir sin el carné a la calle me mantiene en espera unos minutos mientras van entrando los amigos de a uno. A la suma de diez se detiene el paso, y el oficial informa con voz muy queda y formal que la sala carece de capacidad y más nadie puede pasar. Así que me quedo fuera. Pensando si no sería una suerte evitarme oír las barbaridades que podrían decirse dentro, esperando lo mejor con la peor de las angustias.

Afuera nos quedamos Claudio, (fotógrafo oficial de PPR esta vez también en calidad de camarógrafo documentalista),Dagne su novia, dos amigos más, OLPL, Silvita, y Renai, como yo por indocumentado.

De nuevo la espera. A las seis entraban los que alcanzaron a hacerlo. El juicio demoró media hora en comenzar. Tiempo que aprovecharon para compartir impresiones con Gorki Ciro, Hebert, Claudia y Javier, otro amigo camarógrafo. Entre risas a Gorki le cambió el semblante apesadumbrado y se liberaron tensiones. Gorki contaba cómo lo habían llevado diciendo por los radio que cerraran la calle, así que no se esperara que hubiese nadie, y mucho menos ningún recibimiento caluroso.
De los cinco bancos que habían en la estrecha y calurosa salita que consistía el tribunal, los dos últimos estaban ocupados por gente del caso siguiente, que a la pregunta de qué hacían en este juicio respondían que era libre y como tal podían asistir. En el primer banco estaban Gorki y los dos oficiales que lo custodiaban. Detrás el padre y el abogado a un extremo. El tribunal, una mesa con tres sillas, eran dos viejos y una mulata, que era la consejera, una especie de guía. Primero entró el abogado, después la mecanógrafa o copista y por último la fiscal. Una mujer de facciones y gestos duros. Mandó a parar a todo el mundo y dio comienzo al juicio.
El lenguaje que se manejó a partir de ese momento fue técnico y estrictamente formal. Aunque se dijo que no tenían preparación profesional suficiente, fue claramente un juicio más o menos correcto. Si bien no menos ridículo.
La fiscal llama al primer testigo que es el jefe del sector. Se le notaban las manos temblorosas por detrás de la espalda. El tipo estuvo nervioso hasta el final. Dijo que era jefe del sector desde abril del 2007, y dijo haber hecho 4 advertencias a Gorki por los ensayos ruidosos que molestaban a los vecinos.
Dijo además que le habían buscado un local de ensayo y que el acusado no había aceptado la propuesta. Lo que no dijo fue que era a mil pesos mensuales, el cine Metropolitan, que después Gorki declara sin condiciones para ensayar, sin mencionar los mil pesos. Nadie dice que la Dirección Municipal en esos casos tiene que buscar un lugar gratis.
Lugo vienen los otros dos testigos. Policías. Uno pudiera ser el delegado. Responde demasiado rápido a golpe de “positivo”, negativo” y “correcto”, como si supiera de memoria las respuestas a dar antes de que le formularan las preguntas. Las preguntas son: cuántas veces se advirtió al acusado y cómo reaccionó.
El tipo dice que se le hizo una citación legal.
Después entra en escena la famosa presidenta del CDR. Que vive a una cuadra y media de Gorki. Dice ser presidenta desde hace 18 años y conocer al acusado desde hace20.
Indecisa a la pregunta de cómo es la actitud del ciudadano, responde que no está integrado ni vinculado a las actividades del CDR y que ella habla en nombre de la comunidad que no puede vivir perturbada por el ruido de los ensayos varias veces a la semana.
No se manejan términos como “contrarrevolucionario”, “gusano” o “mal influenciado”. Son palabras que parecieran querérsele salir de la garganta pero se las tiene que atragantar.
El cargo se había cambiado mágica e inesperadamente de “peligrosidad predelictiva” a “desobediencia” ante la ley.
Se le pregunta a Gorki si quiere declararse libremente o prefiere responder preguntas. Gorki declara libremente. Su declaración es breve, concisa y lúcida. “Ensayamos 1 solo día a la semana, dos horas a la tarde después de almuerzo.” (Para callar las mentiras expuestas…) El local propuesto no tenía condiciones. Se había hecho una recogida de firmas que debía estar en manos del jefe de sector con los vecinos del edificio que decían no tener quejas de los ensayos. Después de un tiempo el grupo decidió interrumpir los ensayos por el momento. (Para rematar)
La fiscal le pregunta si antes ha sido enjuiciado. Sale lo de la condena de cinco años, reducida a 2 por buena conducta por tráfico de drogas.
Se dice que lo que se hizo con Gorki fue un trabajo preventivo, educativo y profiláctico a modo personal, que no había desacato si no había sido presentado ningún documento legal de la autoridad a firmar, ni desobediencia porque hasta ahora ensayar no es un delito, ni el ruido un crimen, declara el abogado.
La principal del tribunal regaña en dos ocasiones a Elizardo Sánchez que se la pasa hablando con su mujer. Se porta infantilmente y fuera de lugar.
Después de la declaración del abogado viene el receso de deliberación.
Diez minutos a lo sumo, y ya serían las siete de la noche.
Entonces la fiscal sentencia por perturbación, por el código tal y tal, se le condena al acusado a pagar una multa de 300 pesos en cuota de a dos, a la que podrá apelar en tres días hábiles.
Bulla de los amigos que es rápidamente silenciada por el látigo de la fiscal que no declara concluido el juicio.
Finalmente el jefe de sector se queda persuadiendo al padre y a Gorki de los peligros que acechan en una comunidad, tratando de congraciarse luego del susto pasado.
Todos consideran el juicio un papelazo total, muchos dicen haber sentido el miedo al otro y no ya el propio miedo, tan común en nuestra sociedad marcada por un terrorismo de Estado.

Hasta aquí el juicio. Felizmente para los que estamos fuera vemos salir con caras radiantes a los amigos. Luis y Gorki tardaron más. La prensa pensaba que iban a dejar a Gorki prestar declaraciones pero nada de eso, tal como entró lo sacaron volando directamente al interior de la patrulla de vuelta a la lúgubre Quinta a recoger las pertenencias y a ser custodiado hasta la casa. Nuevamente aplausos y gritos de GORKI y flashazos en la ventanilla. Gorki reía despejado. A Luis lo llevó Elilzardo en su carro. La prensa se disipó al momento. Los carros salían de todos los recovecos de la cuadra y demás manzanas circundantes. Salimos en grupo numeroso por 5ta Avenida. El huracán que nos sorprendía al final era la alegría y el gran alivio de poder respirar tranquilamente y reírnos tanto después de la tensión sufrida. Reparador fue el sueño que tuvimos esa noche, en espera de Gustav, que arremetió en la noche por Pinar del Río y dejó a Ciudad de La Habana sin teléfono, luz, gas y agua durante muchas horas hasta el domingo. Un descanso merecido.
Cuando llegamos a casa de los Águila, Luis dejó bien claro que el relajito tenía que acabarse porque a su hijo lo querían joder de todas formas. El viejo no dejaba de tener razón pero siempre ha sido un regañadientes y no le hicimos mucho caso, le hicimos entender que nos caía mejor en calidad de padre preocupado y buena gente que había sido los días anteriores.
Después que Gorki se bañó, se afeitó y salió como nuevo –me hubiera gustado detenerme un poco más en las condiciones reales de antes, que no pude apreciar del todo por quedarme fuera del juicio-, nos contó que nunca se hubiese imaginado que los periodistas harían tanta presión, ni la rapidez con que se había actuado. Que no sabía si pagar o apelar y que en su estancia en la Quinta un babalao le había pasado su delito de desobediencia -por pelea doméstica- tocándolo en el hombro y asegurándole que iba a salir el viernes. Y Gorki lo había interpretado como maligno o diabólico sin sospechar que todo se solucionaría tan bien. Lo mismo podía amanecer el sábado en el Combinado, que era donde le decían que estaban mandando a los casos de peligrosidad. Lucía desorientado y feliz. Irreal.
Le contamos la campaña de Gorki free, los sitios colapsados en internet por la asiduidad, los buzones llenos, los doscientos dólares recolectados entre amigos en menos de un día para pagar el abogado.
Nos relató el desprecio que sentía por la presidenta del CDR, la tal Heidi, que para colmo es profesora de Estudios Cubanos en la facultad de audiovisuales del ISA, y cuyo hijo meses anteriores había amenazado matar a Luis en la cola para sacar agua de una pipa, con una calibre 45. Asombro general. Asco general.
Después de una sesión de fotos de Claudio, Leandro, y OLPL de ocasión, nos despedimos. Yo le obsequié a Gorki mi papelito ingenuo inofensivo de la jornada anterior, y lo abracé con gusto. Nos preguntó si habíamos ido a la playa. Las diez horas que estuvimos esperando habían dejado estragos. Nuestras caras estaban rojas como tomates.
El final de la noche fue el regreso con un taxista loquito que manejaba a descontrol y decía que Napoleón le había donado la frase DIVIDE Y VENCERÁS a nuestro Fifo y cuando subíamos por G gritó GORKI con Yoani, divertidos, a la frikilandia estupefacta.
Los locos se solidarizan unos con otros.
Los locos buenos.


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beso...
lia
"Nada sostengo, nada me sostiene; nuestra gran tristeza es no tener tristezas.
Soy un tarro de leche cortada con un limón humorístico"
http://www.myspace.com/rizoma_lia
http://habanemia.blospot.com
Detenido en Cuba, Gorki, el líder de Porno Para Ricardo.
[un] archivo
26/08/08
Comunicado de última hora sobre la detención en La Habana de Gorki Águila.
(noticia recibida por correo electrónico)
SITUACION DEL MUSICO GORKI AGUILA, LIDER DE PORNO PARA RICARDO
Gorki Águila permanecerá detenido en la estación policial ubicada en las calles de 3ª y 62, Municipio Playa, hasta el jueves, aproximadamente, cuando se le procesara en un juicio sumario, por cargos de pre- delictividad; dicho de otro modo, no hay una causa por la cual júzgasele.
Hasta el momento su padre ha estado permanentemente trasladándose a la estación policial, mejor conocida como "la 5ª", sin poder verlo.
Los demás integrantes de Porno Para Ricardo y amigos de Gorki se encuentran reuniendo dinero en pesos convertibles para pagar un abogado con experiencia en este tipo de casos.
Se espera una conferencia de prensa en La Habana para informar puntualmente sobre la situación del líder de Porno Para Ricardo.
Porno Para Ricardo
La Habana, Agosto 25 del 2008, a las 23: 30 horas.
www.pornopararicardo.com
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Publicado por jaad para Fogonero Emergente el 8/26/2008 02:36:00 PM
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Detenido en Cuba, Gorki, el líder de Porno Para Ricardo.
foto: © Laura García Freyre

FREE GORKI!
(cobardía y represión)
Hace pocos minutos la policía castrista detuvo a Gorki Luis Aguila Carrasco, leader de la banda Porno Para Ricardo en su casa, cuando se disponía a grabar las últimas canciones del proximo disco de la banda.
Ciro, el guitarrista del grupo, siguió al auto policial en bicicleta hasta la estación donde los esbirros de la dictadura han llevado a Gorki, que no se encuentra bien de salud, y que se disponía a hacer un esfuerzo para grabar los temas pendientes.
Gorki tiene una inflamación en los pulmones y falta de aire, y fue sacado de su casa por un policía que dijo cumplir órdenes del delegado del poder popular, un tal Jesús y sin orden de arresto, en el mejor estilo comunista.
En la mañana del sábado estuvimos hablando e intercambiando ideas sobre el diseño de la portada del disco y opiniones sobre algunos de los nuevos temas, además de algunos detalles relacionados con la producción de este álbum, el website de la banda y haciendo chistes.
Naturalmente, la creación artística independiente en Cuba se premia solo con persecuciones y órdenes de búsqueda y captura por parte de la policía de la dictadura.
El testimonio de Ciro:
Cuando nos disponíamos a empezar a grabar tocan la puerta. Gorki abre y desde el cuarto escucho, "¿Usted es el Ciudadano Gorki Aguila?" era un policia que le pidió que lo acompañara, el preguntó por qué y el policía le dijo que él solo cumplía órdenes.
El policía se dirigió a él siempre en buena forma. Yo los seguí al sector de policia y esperé en la esquina para por si les daba por cargar conmigo también y no quedara quién avisara.
Cuando se fueron me acerque al sector de policia y estaba allí el mismo que lo vino a buscar, le pregunté que para donde lo habían llevado y el me dijo que para la estación de 3ra y 62 llamada popularmente la 5ta.
De regreso me encontré con el padre de Gorki que al enterarse se puso muy nervioso y fué a la 5ta a averiguar por su hijo.
Esto no es nada nuevo. Como los aficionados recordarán, se fabricó ya una vez un caso en contra de Gorki, que fué arrestado bajo cargos falsos y condenado a cuatro años de prisión. En aquella ocasión se filmaba Habana Blues y el régimen mantuvo a Gorki encarcelado impidiendole de participar en la película sobre la nueva música independiente y underground de Cuba. En realidad, el delito de Gorki es solo uno: tener los cojones necesarios para denunciar los atropellos de la tiranía contra el pueblo cubano y la ilegitimidad del régimen heredtario impuesto a Cuba.
Esto no es mas que la continuación del acoso al cual ha sido sometido Gorki por parte de la policía y el delegado del Poder Popular, que cuenta con la colaboración de vulgares chivatos barrioteros. Hace solo dos meses, el 17 de junio, Gorki fue llevado a una estación policial por el mismo delegado del Poder Popular, quien lo amenazó con la cárcel por su conducta "antisocial", de un modo bastante gangsteril como quedó recogido en la la grabación clandestina que hicera Gorki de esa citación policial, en la cual tambien puede escucharse su elección de seguir con su arte y el rechazo a la pretensión del delegado a que firmara un acta de peligrosidad.
Este nuevo episodio de acoso y persecución ocurre justo cuando Porno Para Ricardo se encuentra en medio de la grabación de su nuevo disco, lo cual elimina cualquier posibilidad de que este escalamiento represivo pueda calificarse de coincidencia?. En Cuba, la voz de los valientes es silenciada por el régimen, que no vacila en utilizar intimidación y fuerza.
Por tanto, y en consonancia con el clima de opresión que reina en Cuba -según nos informa el padre de Gorki- lo tendrán detenido hasta el jueves, hasta que le hagan un juicio por peligrosidad y la condena que le impongan puede ser de uno a cuatro años. Ese es el precio de vivir con valentía, pensar por si mismo, y de hablar sin pelos en la lengua.
Por favor distribuyan esta noticia a todas sus listas de correos, blogs, programas de radio y televisión.
¡Que liberen a Gorki!
¡Free Gorki!
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Publicado por jaad para Fogonero Emergente el 8/26/2008 04:15:00 AM
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jaad
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"Cuarto de máquinas"
"Si la gente que ama la libertad en todo el mundo no protesta contra la opresión de China en el Tíbet, hemos perdido toda nuestra autoridad moral para hablar de derechos humanos en cualquier otro lugar del mundo", Nancy Pelosi
Luis Trápaga
Cuba Fake News
guamañanga!
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la taza de liz
Ricardo Villares
raíz

Rafael Villares
"De soledad humana"
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