28 de junio del 2012
“Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del comunismo” dijeron Carlos Marx y Federico Engels en su famoso Manifiesto.
Más de un siglo después, cuando era ministro de Relaciones Exteriores y quien mejor interpretaba el pensamiento del Comandante en Jefe, Felipe Pérez Roque apareció, en una foto en Juventud Rebelde de 28 de febrero del 2008, estrechando la mano del señor Ban Ki Mon, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
La instantánea fue tomada con motivo de la firma por el canciller cubano de sendos Pactos de Derechos Humanos de la ONU, documentos creados por ese Organismo internacional en 1966 y que habían entrado en vigor en 1976, es decir, diez años después.
La Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU de 1948, independientemente de la enorme carga moral que implica, no constituye sino una recomendación, sin obligatorio cumplimiento para los gobiernos.
Precisamente por su condición no obligatoria (o no vinculante como se acostumbra a decir en el lenguaje del Derecho Internacional), a posteriori la ONU instrumentó esos Pactos que sí tienen ese carácter, desglosando esa Declaración en dos documentos: el de los Derechos Civiles y Políticos (o de primera generación) y el de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (o de segunda generación).
Hay varias preguntas cuando se quiere analizar este acontecimiento de hace ya cuatro años, a saber:
- ¿Por qué el gobierno cubano, demoraría treinta y dos años (32) en firmar tan importantes documentos?
- ¿Por qué nunca los nacionales hemos recibido explicación sobre las razones para su firma?
- ¿Por qué nunca se ha expuesto al pueblo de Cuba el contenido de esos Pactos?
- ¿Qué implicaciones tendría para los cubanos la ratificación de tales instrumentos jurídicos?
- ¿Por qué desde su firma y hasta la fecha, esos convenios se han mantenido en el “secretismo” que hoy se critica por las autoridades?
El problema es que, ahora mismo, seguimos frente a esta crisis generalizada que parece no tener fin, así como ante la ausencia de soluciones profundas y serias por parte del gobierno.
Indignados no sólo hay en Europa, frente a Wall Street o en los países árabes. Un grupo de ciudadanos desde la sociedad civil cubana ha acudido a los Pactos de la ONU firmados en nombre del pueblo de Cuba, y está pidiendo su ratificación, precisamente por estar… indignados.
Fantasmas han existido siempre a través de la Historia. Ayer en Europa era el comunismo que la recorría. Hoy, en Cuba, un nuevo fantasma comienza a moverse, también aterrador para algunos: el de los Pactos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
NUESTRA POSICIÓN
La Habana, 16 de agosto de 2012
A LA OPINIÓN PÚBLICA NACIONAL E INTERNACIONAL:
En el día de ayer, 15 de agosto del año en curso y mientras repartían la Demanda Ciudadana por Otra Cuba en una céntrica zona de la barriada de Marianao, fueron detenidos tres ciudadanos y conducidos a la 6ta. Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
Al tener noticias de tal arresto, los que suscriben se presentaron en dicha Unidad para conocer los pormenores del caso y si existían cargos contra los detenidos.
Después de haber conversado con las personas que parecían ser los responsables, nos pareció insoslayable hacer las declaraciones que siguen a continuación para dejar establecida para el futuro la posición que asumiremos en este complejo problema.
Nuestra actuación tiene su fundamento en el precepto constitucional que establece en su artículo 63:
Todo ciudadano tiene derecho a dirigir quejas y peticiones a las autoridades y a recibir la atención o respuestas pertinentes y en plazo adecuado, conforme a la ley.
Amparados en ese postulado de la Ley de Leyes de la nación, es que fuimos a la Asamblea Nacional del Poder Popular y entregamos ese documento para, en primerísimo lugar, informar sobre el mismo al gobierno del país, por lo que no puede imputársenos ahora actuar a sus espaldas, ni con su desconocimiento.
Si lo que dice el artículo 63 es en verdad cierto y se cumple en la Cuba de hoy, entonces estamos actuando conforme a Derecho, un derecho que debe ser respetado también por las autoridades militares.
Al detener y golpear a ciudadanos que convocan a la ratificación del Pacto de los Derechos Civiles y Políticos y del Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales ambos de Naciones Unidas, esas autoridades no solo violan un derecho reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos y por el Derecho Constitucional ciudadano, sino que también parecen ignorar la firma que de esos documentos hizo el propio gobierno a nombre del pueblo de Cuba el 28 de febrero de 2008 en la ciudad de Nueva York.
La firma de Pactos de Derechos Humanos es un acto soberano, es el título con que encabeza el artículo informativo el diario Juventud Rebelde de esa fecha. Pero, al mismo tiempo, el artículo 3 de nuestra Carta Magna reza:
“En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente…”
Nuestra real y única intención es que se permita al pueblo de Cuba expresar verdadera, pacífica y civilizadamente su opinión sobre un problema tan vital como es su estado actual de vida, su desesperanza ante el futuro, y pueda sugerir vías reales de cambio que mejoren su precaria existencia.
Por el contrario, la posición de las autoridades ha sido crear un clima de conflicto con la sociedad civil, provocar alteraciones del orden público con sus actos de repudio, golpear a opositores, hombres y mujeres incluyendo las Damas de Blanco y, últimamente, insinuar la intención de la disidencia de “provocar situaciones que propicien una intervención militar en el país”.
Cuando los edificios se desploman sobre los cuerpos de nuestros compatriotas solo al llover un poco, sin perspectiva visible de solución a ese y a decenas de otros problemas igual de difíciles, seguir callando de manera cómplice tras 54 años de descalabros, es una cobardía cívica y moral que muchos ya no estamos en capacidad de soportar.
Los cubanos que convocamos al resto de nuestros compatriotas, actuaremos con responsabilidad, sin discutir ni resistir el actuar de la policía o de la seguridad del estado al menos en la vía pública, aun cuando un ejercicio desmedido e injustificado de la violencia viene ejerciéndose desde hace rato por esta última como quedó documentado durante las exequias del conocido opositor Paya Sardiñas.
Si hay violaciones de la ley, no será por nuestra parte, sino por la de los represores que piensan resolver todos los problemas de Cuba, sin atender para nada a la experiencia histórica reciente, con desprecio por los ciudadanos, prepotencia y fuerza bruta. Eso sí puede llevarnos A TODOS a un camino sin retorno.
Informaremos, además, a nuestros hermanos dentro y fuera de Cuba y a la comunidad internacional de lo que aquí acontece para delimitar responsabilidades por lo que pudiera ocurrir en el futuro.
La Nación Cubana, por suerte, ha tenido hijos ilustres y grandes patricios. Uno de ellos nos legó que “Mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos”. Otro grande entre los grandes, más acá en el tiempo, nos dijo “No busco el peligro, pero tampoco lo rehúyo. Trato solamente de cumplir con mi deber”.
De pie sobre esos postulados es que reclamaremos nuestros derechos y cumpliremos con nuestro deber.
Félix Navarro Librado Linares José Daniel Ferrer
Antonio G. Rodiles Wilfredo Vallín
Con copia a:
- Todos los activistas de la Campaña,
- La Asamblea Nacional del Poder Popular,
- Consejo Económico y Social (ECOSOC) de Naciones Unidas
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