Durante la #00BienaldeLaHabana, casa-galería El Círculo
presentó dos muestras paralelas, una, en las paredes físicas reales del lugar,
de arte abstracto, con las pinturas de Luis Trápaga, en referencia a la muestra
-igualmente apócrifa- Es solo lo que ves (1988-89) y otra (la que nunca existió
y ahora se las presento en un estrecho pdf más abajo) que pretendía ofenderlos -a la consabida política cultural discriminatoria con todo lo que no se mueva a paso de conga comunista- a la
enésima potencia.
La policía política, una vez más, cercó el lugar y
no dejo pasar a ninguna persona, con la excepción de la artista e infoactivista
Ana Olema, que, en calidad de diplomática de la Nación de naciones, pudo entrar
y asistir a nuestra exposición escoltada por los segurosos, que le impidieron
la entrada a los dos amigos que venían con ella.
Ese mismo día, a las 7, nos fuimos a la casa de Ítalo
Expósito el Taller/Galería de Arte #YoSoyElQueSoy, otra espacio doméstico independiente, a solo 4 cuadras de nuestra vivienda sitiada por
patrullas y agentes de la contrainteligencia que nada tienen que ver con “Cultura”,
más allá de que el MININT sea la sombrilla que ampare al resto de los siniestros
ministerios.
Al salir, se llevaron a Leo –amigo grafitero y
cronista de Guanabacoa- preso, solo porque se había logrado colar por la parte
trasera de la casa-galería El Círculo.
Este nivel de represión absurdo solo ocurrió de
manera tan desfachatada en nuestro espacio expositivo, un espacio que, de todas
formas, no admite una audiencia numerosa porque es apenas la sala de una casa.
Disfruten de nuestro catálogo COCINA para la muestra
alternativa, o sea, la alternativa dentro de la alternativa.
#ArtistasUnidosContraElTotalitarismo
...
Para más información sobre las protestas de 1988 buscar a Ernesto Menéndez-Conde en su próximo libro Trazos en los márgenes (Arte abstracto e ideologías estéticas en Cuba), que será publicado por Linkgua, Barcelona, 2018, páginas 1-4.
Acá algunos fragmentos:
En la portada de Inventario, la abstracción geométrica se presenta como la expresión de un arte avanzado y perturbador. En Es solo lo que ves, por el contrario, es uno de los paradigmas de creaciones estéticamente complacientes (y cómplices) con una política cultural opresiva, que perseguía neutralizar las críticas a la sociedad en el ámbito de las artes visuales. Y esta acusación, que veía la abstracción geométrica como una vertiente formalista y sin ningún tipo de repercusión social, no provenía de los ideólogos del gobierno, ni tampoco de los partidarios de la línea prosoviética (que tradicionalmente habían sido los más renuentes adversarios de las tendencias abstractas); sino de creadores que se percibían a sí mismos como una agresiva avanzada dentro del arte cubano.
A primera vista las geometrías sobre los lienzos eran, desde la perspectiva de un arte de crítica social, contenidos anodinos, comerciales y evasivos. Unos rombos, unas formas ovaladas, unos rectángulos, unos planos de color o unas líneas de contorno eran soluciones formales por completo inapropiadas para un momento en el que los jóvenes clamaban por profundas reformas sociales. Sin embargo, elegir la abstracción como paradigma de un arte indulgente ante los conflictos sociales era una decisión estética que venía a repetir en un nuevo contexto las críticas contra el arte abstracto que acompañaron a la no figuración desde su llegada a Cuba. Unas polémicas que podrían servir para argumentar que las tendencias abstraccionistas, lejos de ser complacientes, se insertaron de manera controversial en el escenario artístico del país. Y fue una controversia que se prolongó durante más de medio siglo. Es solo lo que ves era una pieza más dentro de aquel debate. Los jóvenes asumían una posición similar a la que frecuentemente, en Cuba y en Latinoamérica, sostuvieron los partidos de corte marxista, que vieron la abstracción como un arte deshumanizado y ajeno a los conflictos sociales.
Es solo lo que ves era parte de las protestas de un amplio grupo de críticos y
artistas contra los obstáculos institucionales a las aperturas en el ámbito de
las artes visuales durante la segunda mitad de la década de 1980.[1]
El título era un guiño —y una aparente negación— a una muestra colectiva
anterior, No es solo lo que ves.[2]
Los nuevos artistas hacían un arte abiertamente crítico y opuesto al
oficialismo.[3] Luego de unos meses de controversias, las instituciones
comenzaban a cerrar los espacios para el debate político. La abstracción era un
pretendido acto de sumisión colectiva que nunca habría de consumarse.[4]
[1] A partir de la exposición A tarro partido II, de Tomás Esson (Galería 12 y 23, La Habana, enero de 1988), censurada el
mismo día de la inauguración, se agravaron los altercados de los jóvenes
artistas contra las instituciones. Las exposiciones y eventos artísticos
pasaron a convertirse en un animado espacio de debate político y ético. Antonio
Eligio Fernández señala la muestra Relevo,
celebrada el otoño de 1986, como el momento en el que ya puede constatarse la
existencia de un grupo de artistas que mantendrían una actitud de confrontación
ante las instituciones.
Fernández, Antonio Eligio. “Anotaciones al
relevo”. En: Santana, Andrés Isaac (compilador y editor). Nosotros, los más infieles. Narraciones críticas sobre el arte cubano. (Murcia:
CENDEAC, 2007), 104.
[2] Inaugurada el 1ro de marzo de 1988, por el llamado Grupo
Provisional (participaron Glexis Novoa, Aldo Damián Menéndez, José Luis Mateo
Alonso, Segundo Planes, Carlos Cárdenas, Ciro Quintana, Carlos Quintana, entre
otros).
[3] Mosquera, Gerardo. “The New Cuban Art.” En
Erjavec, Aleš. Postmodernism and the
Postsocialist Condition. (Berkeley y Los Angeles: University of California Press, 2003), 232-233.
[4] El texto de Desiderio Navarro se
publicó en el momento en que se realizaba el controversial Proyecto Castillo de
la Fuerza (marzo-septiembre de 1989). Un ciclo de exposiciones que aceleró la
destitución de Marcia Leiseca, viceministra de cultura, poco después de que se
inaugurara la muestra La bella y la
bestia, de Sandra Ceballos. Los ejemplos de censura fueron numerosos. En
particular las autoridades encontraban conflictivas las representaciones
burlonas de Fidel CastroI o Che GuevaraII y las imágenes
sexuales grotescas (como la que incluyó Glexis Novoa en La bella y la bestia). Después del escándalo provocado por la
performance La esperanza es lo último que
se está perdiendo de Ángel Delgado en El
objeto esculturado (mayo-julio de 1990), se impuso una postura más
intolerante hacia el arte contestatario.
I Ver los trabajos de René Francisco Rodríguez y Eduardo
Ponjuán, exhibidos en el Castillo de la Real Fuerza, en septiembre de 1989 y el
lienzo El David, de Joel Rojas, por
entonces estudiante en el Instituto Superior de Arte. El David representaba a Castro desnudo, sosteniendo una hoz y un
martillo, en la pose de la conocida escultura de Miguel Ángel. La obra fue
secuestrada por las autoridades y quedó inconclusa. Rojas fue expulsado del
instituto en octubre de 1989. Ver:
(revisado el 16 de febrero de 2018).
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