La empresa eléctrica pone en marcha un programa de ahorro pero las medidas que toma amenazan no sólo al sector estatal sino al residencial, desafortunadamente.
Nos muestran en la TV luces “innecesariamente” encendidas en establecimientos y centros de trabajo.
Consecuencia: apagones programados. De manera tal que no afecten la madrugada, y sí la noche (o la mañana: de 8 a 10?) en un horario pico de 8 a 12 que sería suficiente para provocar eficaces manifestaciones en cualquier lugar del mundo medianamente civilizado. Que no es el caso. Pero el cubano aguanta. Como las cucarachas, esos bichos resistentes todo. Junto al hambre que nos ha caracterizado como pueblo sobre todo en los últimos 50 años de gobierno inepto, los apagones representan uno de los más amargos recuerdos que nadie en su sano juicio quisiera revivir. Pero se aguanta, aquí siempre se aguanta.
No se trata para nada de medidas ecológicas, va y si fuera la gente colaborara; quieren de alguna forma, a costa de la población, intentar rescatar la cada vez más hundida economía nacional. ¿Dónde está el petróleo? ¿ Por qué la gente tiene que cargar las culpas y pagar por “derrochadores inconscientes”? Su silencio al respecto nos demuestra que están desesperados. Lo peor en estos casos lo sufren las provincias orientales, donde acaban de decir en los noticieros que un 65% del consumo eléctrico recae totalmente en la población, y un 30 % que sobrepasa la industria alimentaria. Yo de economía no sé más que de física, cuyo conocimiento casi nulo poseo, pero si la entendiera profundamente, de todos modos no me serviría de mucho para encontrar ninguna solución. Sólo con el turismo no podemos salir a flote. Y este corcho se hunde más que nunca. Para nosotros, un S.O.S es lo que resta.
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beso,
Lia
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grito, luego existo...
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crear es resistir
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