Pages

Mar 2, 2009

El futuro es el próximo minuto.



 

Un documental exhibido en debate de Moviendo ideas –donde se movían más los labios de los organizadores que de los autores y el público en general, y en vez de ideas, se arrastraron los mismos critedios de siempre- fue El futuro es hoy, de la joven documentalista y fotógrafa Sandra Gómez, joven cubana residente en Suiza, que nos enseña en sus 35 minutos, con una lentitud intencionada y una pasividad de la mirada (suave y respetuosa con que sigue el curso vital de sus personajes: el Malecón habanero y sus merodeadores: un joven pescador ilegal; el cuidador anciano(CVP)de la Tribuna Antimperialista; el Yoss -testimoniante además de Todo tiempo pasado fue mejor, otro documental muy bueno de Zoe García acerca de la presencia rusa en La Habana-, (foto de eleVmolina)un escritor que espera y corre sus contornos por las tardes noches; una médica rockera, dueña de un gato negro; una anciana costurera cuyo único patrimonio físico y mental constituye una oxidada máquina que le dio la Revolución y ella se la agradece a Él, un personaje omnipresente del que todos hablan sin mencionar el nombre; un vecino que sabe aprovechar los espacios y ha hecho en la costa una especie de escape espiritual y recreativo para disfrute de los propios vecinos: una carpa y música alta debajo del muro en los arrecifes; y un joven con agudeza crítica cuya profesión no se menciona.), la ciudad decadente y comatosa rodeada por el mar. Todos los escenarios son grises y ruinosos, como su personaje o tema principal, a saber, el futuro incierto de Cuba.

La idea inicial de Sandra era mostrar el Malecón, pero luego se fue tejiendo una historia paralela más compleja con estas personas vinculadas y unidas por la cercanía a esta locación. Los testimonios recogidos son una importante memoria del presente continuado que se vive en Cuba, donde nada parece moverse ni cambiar para ninguna parte, donde el estaticismo y la espera hacen del futuro un presente que cuenta los minutos sin perspectiva posible. Simbólico es el trabajo de este viejo protector de la integridad de esta apabullante Tribuna y sus banderones negros, que le dice a la cámara que no, que aquí en Cuba no va a cambiar nada porque el cubano no permite que se le impongan las cosas (risas provocadas, molestas a la autora, como con la analogía –igualmente simbólica- que hace la anciana costurera con la máquina y Él, que va a durar lo mismo que ésta, y cuando trata de arrancarla: ni pa atrás ni pa alante, y se queda sentada consternada delante de ella.) y el futuro será igual que ahora. La respuesta aristotélica del Yoss y el joven de incógnito: ¿de qué estamos hablando: de mañana, la semana que viene o el próximo minuto? Y el inocente individual sueño del pescador: que lo dejen pescar y pueda tener su propia embarcación. Sin pretensión de ningún tipo la ciudad se revela tal cual, sin colores pintados a la última moda (Dioses rotos) de postal turística, y con un sentido del tiempo real abrumador, lento y aplastante, estos personajes se dejan descubrir con la mayor sencillez y sinceridad posibles. Es algo a agradecer.

Desesperanza y muerte cotidiana: en ningún momento el carácter del documental se vuelve optimista, ni siquiera cuando seguimos el trayecto de dos niños que bajan Galiano corriendo hasta el mar, o cuando vemos la iniciativa de este hombre que ha montado su carpa y disfruta al máximo este pedazo de felicidad momentánea con su familia y vecinos y nos da un mensaje ligeramente alentador.

Lástima que el debate se haya llevado tan mal a causa de la mala organización en general que tuvo lugar a lo largo de la Muestra, y lástima que la proyección no haya estado en óptima calidad.

De cualquier modo me alegro de que propuestas críticas y sinceras como la de Sandra sean aceptadas en concurso, y premiadas.

Pero sobre todo de haberla conocido.

Toda la suerte del mundo para ti en tus próximos proyectos.

¡Y felicidades!

 

 

 

 

 

 


No comments:

Post a Comment

déjame un guiño...