foto Maria Matienzo
El
golpe bajo de un registro súbito a un disidente, orquestado por
efectivos de la contrainteligencia "con el objetivo de ocupar
objetos de procedencia ilícita" y acusarnos así con un cargo o
delito común ("actividad económica ilícita") aunque se
trate únicamente de motivos políticos, es solo un escarmiento a los
más cercanos, involucrados o no en esa "actividad subversiva"
que ellos dicen que realizas "ilegalmente", -que todo tu
trabajo se basa en "material de contenido CR"
("contrarrevolucionario")- y es además una burla
descarada/descarnada a todas aquellas manos solidarias que pese a
todo nos siguen ayudando.
Defender
la libertad no es un oficio, es un principio. Elevar nuestra dignidad
pisoteada y continuar el camino, y hacerlo además con la ayuda
desinteresada de personas comprometidas con los derechos humanos, con
la verdad, la libertad y la democracia, con los principios más
básicos de humanidad, no es cuestión de discursos bonitos ni
alegatos políticos: vivir siendo perseguidos y atacados por un
aparato de contrainteligencia represivo, es el sacrificio que nos
toca pagar de manera compartida por aspirar a esa libertad más
fundamental, con la conciencia limpia frente a la aparente ventaja de
la impunidad y la prepotencia del esbirro.
La
ignorancia o la incomprensión, el temor, los prejuicios, nos han
hecho una sociedad conforme e inferior, con una estructura económica
esclavizada, dependiente, con la herencia colonial que nos hizo
débiles y cobardes: una mentalidad hecha para el servilismo.
Contados somos los que resistimos y nos pronunciamos abiertamente en
contra de un sistema que se disfraza de izquierda socialista en
nombre de la soberanía nacional y no hace otra cosa que aplastar con
la injusticia más atroz a sus propios ciudadanos, negándoles todo
sueño de prosperidad y de futuro.
Es
el precio. Para vivir en tu hogar, sin la tranquilidad que un
concepto de hogar debe llevar: pues de pronto es invadido por esos
personajes oscuros, esos esbirros ávidos de hurgar minuciosamente en
cada detalle íntimo de tu vida, trasladando el operativo excesivo
que te han hecho numerosas veces -sitiándote, acosándote y
amenazándote por tratar de vivir plena y libremente, por respirar,
por existir casi- todo eso ahora dentro de tu casa: un desfile de
ajenos despreciables transitando tus espacios privados, revolviendo y
fotografiando cada apunte, cada papel hallado, no importa si es tu
literatura, tus diarios, tu correspondencia personal; cada rincón es
allanado y vaciado con despotismo y prepotencia, con toda la
impunidad del que se sabe poderoso y con la falta de ética y de
respeto más radical.
Ese
hogar ahora ya te resulta inhóspito, te da asco hasta descansar
donde antes manos invasoras "ocuparon" todas tus cosas, tus
medios para expresarte a través del arte, tus proyectos creativos
hechos polvo, eso que ellos insisten en llamar "proyecto enemigo
en contra de los intereses generales de la nación", porque tú
no eres pueblo, no eres nada (como le decía la pueblerina Daisy
Granados al Sergio de Memorias del subdesarrollo), estás siendo
expulsada de esta isla bajo el pretexto incluso, cobarde
justificación, de una "restricción de salida" desde hace
nueve meses, aunque desde hace años violan uno tras otro todos tus
derechos, y ahora por último te roban tu intimidad y te inmovilizan
todavía más, hasta el fondo de ese laberinto ya totalmente
recorrido tantas veces hasta la extenuación.
Los
totalitarismos no admiten críticas, ni desafectos, ni partidos que
hablen de pluralidad e inclusión. Ni mucho menos personas
interiormente libres. Por eso nos hacen al final protagonistas
incuestionables de los tiempos críticos, infinitamente oscuros.
Víctimas
de su propio infantilismo con sus eufemismos lingüísticos, se
ridiculizan ellos mismos y escriben cosas como "20 folletos con
dibujos de dos cerdos subversivos" y hacen constar con la más
absoluta desfachatez el objetivo real de su afanosa búsqueda, de su
perruno rastreo.
No
contentos con la humillación "positiva" que los deja medio
satisfechos, nos encierran en calabozos donde escriben "CR"
en el motivo del acta de detención, todo ejecutado de la manera más
arbitraria, esgrimiendo estar actuando bajo los estatutos de una
supuesta legalidad, bajo el amparo de una ley absurda y ridícula que
demuestra su insensatez con cada preso de conciencia, con cada
persona injustamente encarcelada.
En
los calabozos somos despojados ahora ya hasta de los anillos, aretes
y cordones de zapatos. Aquí ya ahora sí no tenemos nada más que
perder. No tenemos necesidad alguna de alimento o líquido pues nos
sigue alimentando e hidratando nuestro sentido humano de libertad
interior, nuestra fuerza de espíritus libertarios y transparentes.
Nuestra entrega al deseo más fuerte de todo ser humano. Al grito
desgarrado pero verdadero de seres libres, cuya verdad queda
reflejada justo tras esos barrotes, incapaces de contenernos.
La
Habana
Febrero
5 2018